viernes, 16 de septiembre de 2016

Santos Rogelio y Servideo, mártires - Santa Ludmila, mártir (16 de septiembre)

Santos Rogelio y Servideo, mártires

fecha: 16 de septiembre
†: 852 - país: España
canonización: pre-congregación
hagiografía: Abel Della Costa

Elogio: En Córdoba, en la región hispánica de Andalucía, santos Rogelio, monje anciano, y el joven Servideo (`Abdallah), que, procedentes de Oriente, predicaron con audacia a Cristo entre los sarracenos, por lo cual, condenados a muerte, sin ápice de tristeza, amputadas piernas y manos, fueron finalmente decapitados.

Córdoba es la capital de un distrito rural que comprende el valle central que se encuentra en el curso medio del Guadalquivir y es cabeza de puente del mismo río. En tiempo de los romanos, era el término del tráfico fluvial. Esta antigua ciudad, muy africana, asentada sobre una llanura alta, se precia mucho de su mezquita, en donde un bosque de columnas da la impresión de un oasis de palmeras. El nombre mismo, Córdoba, es de procedencia fenicia y la palabra Guadalquivir deriva del árabe. Este antiguo pueblo semítico, que se convirtió en conquistador con las huestes del Islam, inmoló en el año 852 a dos testigos de Jesucristo. Uno había nacido cerca de Granada y era «monje y eunuco ya viejo, llamado Rogellius; el otro, llamado Servio Deo [traducción del árabe Abdallah, 'siervo de Dios', equivalente a Teódulo o Servideo], eunuco desde joven, había llegado de ultramar, desde el Oriente, a Córdoba, para morar allí en calidad de extranjero», cuenta Eulogio de Córdoba. Estos dos habían hecho voto de luchar hasta la muerte, sin retroceder bajo ningún pretexto, hasta que obtuvieran el cielo por medio de su sangre. Dirigiéndose a la mezquita y confundiéndose con la gente, empezaron a predicar el Evangelio y a burlarse del Islam y de su culto. Anunciaron que el reino de los cielos estaba cerca para los fieles, que la muerte y la gehenna sin duda alguna eran el destino de los infieles, a menos que se acercaran a la Vida.
Como arden en la hoguera los haces de ramos de espinas, levantando lenguas de fuego y crepitando, así se inflamó la ira de la cohorte de los infieles contra los siervos de Dios. Trataron de golpearlos, herirlos, pincharlos, aplastarlos y acabar con los santos que osaron profanar la mezquita del profeta. Si no hubiera estado allí un juez que recurrió a su poder para reprimir a la turba incontenible, les hubieran arrancado el último soplo de vida que les quedaba. En medio de puños amenazantes, fueron conducidos a la prisión, en donde se les impusieron pesadas cadenas y se les encerró en los calabozos destinados a los ladrones. Allí, todavía predicaban, profetizaban y anunciaban la muerte inminente del tirano, alababan la verdadera religión y refutaban el error. Sus cuerpos estaban ya privados de vigor para soportar los suplicios, pero su lengua no cesaba de proclamar los oráculos de la verdad. Las autoridades ocupantes, para castigar a estos evangelistas violadores de la mezquita, decretaron que se les cortarían primero las manos y los pies y, luego, la cabeza. El decreto causó un gran júbilo en los siervos de Cristo.
Al afrontar la sentencia de muerte, estaba allí, con toda su ferocidad, el verdugo; gritaba, rechinaba los dientes, apenas podía contener su ansiedad y quería precipitar la ejecución de los elegidos, quienes se mostraban tan deseosos de partir, que el verdugo parecía lento en procurarles la muerte. Continúa Eulogio: «colocados en el lugar de la decapitación, los santos mártires, aun antes del aviso del lictor, extendieron los brazos para ofrecer sus manos: el hierro cayó sobre sus articulaciones y las manos saltaron a uno y otro lado. Después, les cortaron las piernas, pero no mostraron ninguna tristeza. Finalmente, tronchado el cuello, se desplomaron. Los cadáveres mutilados, ensartados en horquillas, fueron colocados más allá del río, entre las cruces de los otros, el 16 de septiembre» (del año 852). Como se señaló en el artículo de ayer (Emilas y Jeremías), los cadáveres de unos y otros mártires fueron expuestos juntos, y luego también incinerados juntos.
El caso de los «mártires de Córdoba», celebrados a todo lo largo del año, y cuyos datos provienen casi exclusivamente de las obras de san Eulogio de Córdoba, es especialmente limítrofe entre el testimonio y la provocación. No de menor importancia es el hecho de que en sus obras san Euulogio defiende como tesis la validez del martirio provocado por los propios mártires, por lo que este aspecto está singularmente destacado en cada uno de los ejemplos que menciona. La Iglesia, que rechaza explícitamente y desde la antigüedad el lanzarse voluntariamente al martirio, acepta sin embargo a los mártires de Córdoba, e incluso los tiene inscriptos no sólo en el calendario local, como beatos, sino en el general. Cierta forma de acercarse a una comprensión de este martirio «voluntario» la encontramos en una homilía de SS. Pablo VI al canonizar otro caso límite, el de los franciscanos Nicolás Tavelic y compañeros.
Artículo basado en el correspondiente del Butler-Guinea, con cotejamiento directo del Memorialis Sanctorum de san Eulogio, II,13. Sobre la cuestión de la castración (los dos mártires eran eunucos) Butler remite a Dictionaire d'archeologie chrétienne et de literature, vol. II, col. 2367-2369, artículo Castration; ibid., artículo Eunuques, vol. V, col. 744. Imagen: talla de san Rogelio, en Illora, Granada.
Abel Della Costa
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Estas biografías de santo son propiedad de El Testigo Fiel. Incluso cuando figura una fuente, esta ha sido tratada sólo como fuente, es decir que el sitio no copia completa y servilmente nada, sino que siempre se corrige y adapta. Por favor, al citar esta hagiografía, referirla con el nombre del sitio (El Testigo Fiel) y el siguiente enlace: http://www.eltestigofiel.orgindex.php?idu=sn_3346





Santa Ludmila, mártir

fecha: 16 de septiembre
n.: c. 860 - †: 921 - país: República Checa
otras formas del nombre: Ludmilla, Lidmilla, Ludimila
canonización: culto local
hagiografía: Radio Chequia

Elogio: En Praga, en el territorio de Bohemia, santa Ludmila, mártir, duquesa de Bohemia, que, como responsable de la educación de su nieto san Wenceslao, procuró infundir en su ánimo el amor de Cristo, y perseveró hasta morir estrangulada por la conjuración de su nuera Drahomira y otros nobles paganos.
refieren a este santo: San Wenceslao

Ludmila nació probablemente en el año 860 y a la edad de 14 años se casó con Borivoj, el primer príncipe del Estado premislita cuya existencia está comprobada por las fuentes históricas. Vivió con Borivoj en Levy Hradec, lugar fortificado sobre el río Vltava, situado al norte de Praga. En la acrópolis de Levý Hradec se yergue la iglesia de San Clemente, la más antigua construcción cristiana en Bohemia. Debajo del suelo de la iglesia, remodelada sucesivamente en los estilos gótico y barroco, se han conservado los restos de la rotonda construída por Borivoj.
El príncipe Borivoj y su comitiva fueron bautizados en el año 863 por el arzobispo moravo, San Metodio, en la corte del príncipe de la Gran Moravia, Svatopluk. Metodio envió a Bohemia a su discípulo, el sacerdote Kaich, para divulgar la fe cristiana. A la princesa Ludmila le correspondió un notable papel en la propagación del cristianismo. Las leyendas religiosas la describen como una cristiana piadosa, a diferencia de su nuera Drahomíra, descrita como una obstinada pagana.
La historia del monje Cristian, "La vida y el martirio de San Venceslao y su abuela Sta. Ludmila", escrita en latín, reza: "Drahomíra es comparable a aquella Jezabel que en su saña asesinaba a los profetas". mientras que sobre la princesa Ludmila el religioso afirma: "Remediaba a menudo la miseria de los pobres, prestaba ayuda, alimentando a los hambrientos, refrescando a los sedientos, vistiendo a los forasteros e indigentes. Lo testimonian también los sacerdotes de los que cuidó tan abnegadamente como si fueran sus hijos."
El monje Cristian alude también a la viudez de Ludmila. La princesa perdió bastante temprano a su esposo. Borivoj murió antes de cumplir los cuarenta años. Al trono subió su hijo Syptihnev , y posteriormente Vratislav que murió en el año 921. En ese mismo año se desencadenó el enfrentamiento entre la princesa Ludmila y su nuera Drahomíra. Las leyendas religiosas describen el enfrentamiento entre Ludmila y Drahomíra como la lucha entre el cristianismo y el paganismo, pero los historiadores insisten en haberse tratado de la lucha por el poder en el Estado premislita. Drahomíra optó por una solución cruenta mandando matar a su rival. Ludmila fue asesinada en su sede de Tetín, en los alrededores de Praga, un sábado 15 o domingo 16 de septiembre del año 921.
Los asesinos de Ludmila irrumpieron en su aposento y a pesar de sus sentidas imploraciones la estrangularon. En la iconografía gótica, Ludmila suele ser retratada con el atributo de su muerte mártir: un chal blanco rodeándole el cuello. La princesa Ludmila murió a la edad de 61 años. Se decía que en torno a su sepultura se producían milagros. De la tumba se exhalaba un agradable aroma, y de noche, muchos vieron cirios y antorchas ardiendo. Por eso la asesina Drahomíra mandó construir sobre la sepultura la iglesia de San Miguel para que los milagros se atribuyeran a él y no a la difunta princesa Ludmila.
Al asumir el poder el príncipe Venceslao, ordenó trasladar el cuerpo de su abuela Santa Ludmila a Praga y sepultarla en la basílica de San Jorge, en el Castillo de Praga. Ello ocurrió en el año 925. Varios siglos después, durante el reinado del monarca Venceslao IV, los restos de la princesa fueron depositados en una nueva tumba, en la capilla de Santa Ludmila, en la misma basílica de San Jorge.
En 1981 se procedió a la investigación médico - antropológica de los restos mortales de la princesa premislita. Dicha investigación estaba relacionada con la exposición, celebrada en 1982 en la basílica de San Jorge y denominada "Los más antiguos Premislitas a la luz de la investigación antropológico - médica". En la muestra estaban expuestos los cráneos de los primeros Premislitas. En estas investigaciones, conducidas por el Dr. Emanuel Vlcek, participaban los más destacados especialistas en anatomía, neurología, radiología y odontología. Se determinaba la edad, las enfermedades y lesiones padecidas, así como el grupo sanguíneo de los primeros Premislitas. Al ser abierta la tumba de Santa Ludmila, se verificó que sus restos mortales estaban guardados en una caja de plomo y envueltos en tela. El cráneo se guardaba separadamente en el tesoro de la catedral de San Vito. La investigación médica llegó a confirmar que Ludmila había muerto a la edad de 60 o 61 años.
Ludmila, esposa del Premislita Borivoj, fue la primera santa checa. Sobre su vida y martirio surgieron numerosos tratados. Cincuenta años después de su muerte fue escrita una historia latina sobre Ludmila. A la santa checa se refiere también un monje del convento de San Emeramo, de Ratisbona, en el tratado escrito entre los años 974 y 983. Existió también el "Prólogo sobre Ludmila", escrito en eslavo antiguo quizá a finales del siglo XI.
Por Eva Manethova, tomado del archivo internacional de Radio Chequia
fuente: Radio Chequia
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