Santos Calinizo, Himerio, Teodoro y siete compañeros, mártires
fecha: 6 de noviembre
†: 638 - país: Israel
canonización: pre-congregación
hagiografía: Florilegium Martyrologii Romani
†: 638 - país: Israel
canonización: pre-congregación
hagiografía: Florilegium Martyrologii Romani
Elogio: En Jerusalén, santos mártires
Calinizo, Himerio, Teodoro, Esteban, Pedro, Pablo, otro Teodoro, Juan, otro
Juan y uno más cuyo nombre se desconoce, todos los cuales eran soldados en
Gaza, y al ser ocupada la ciudad por los sarracenos fueron encarcelados, pero,
animados por el obispo san Sofronio, confesaron a Cristo, y coronaron así su
martirio por decapitación.
El 6 de noviembre del 638, en tiempo del
emperador griego Heraclio en Constantinopla, tres años después de la conquista
de Gaza por el comandante musulmán Ambrus, algunos meses después de la
rendición de Jerusalén al califa Omar Ibn Al-Khattab de Damasco, fueron al
martirio en Jerusalén 10 soldados cristianos y, del mismo grupo un mes después,
50 soldados cristianos en Gaza.
Los árabes musulmanes bajo el liderazgo de
Omar, Califa de Damasco, comenzaron la conquista de la Tierra Santa en 634, en
635 capturaron, tras la batalla de Gaza, la ciudad costera y se enfrentaron al
ejército cristiano en el año 636, en la batalla de Yarmuk; en la primavera del
638, luego de un corto asedio y sin derramamiento de sangre, fue entregada
Jerusalén por el Patriarca Sofronio.
En la batalla de Gaza del 635, los soldados
se habían rendido con la firma, por unos 60 miembros, de un documento donde se
comprometían a dejar el libre paso a las tropas musulmanas. Sin embargo, esta
capitulación ante el comandante de los árabes no fue mantenida por Ambrus, que
ordenó a los 60 la inmediata apostasía del cristianismo, y el paso al Islam.
Dado que se negaron, fueron separados de sus esposas, hijos y armas,
encadenados y mantenidos en cautiverio. Después de treinta días fueron
trasladados a Eleutheropolis (literalmente «Ciudad libre» o «de la libertad»),
entonces una ciudad importante entre Gaza y Jerusalén, que había sido fundada
hacia el 200 por Septimio Severo. Durante cinco meses los prisioneros fueron
reclamados en repetidas ocasiones a la apostasía, y luego fueron llevados encadenados
a Jerusalén.
El que había sido hasta entonces patriarca
de Jerusalén, Sofronio, visita con frecuencia a los presos de noche y los
alienta a perseverar en la fe. Después de diez meses el Emir de Jerusalén los
pone de nuevo bajo las órdenes de Ambrus. Como advertencia del vigor de la
orden de apostasía, toma diez soldados, entre ellos el oficial al mando
Calinizo, y los ejecuta. La decapitación de los diez tuvo lugar el 6 de
Noviembre del 638. Según la lista es evidente que pertenecían a dos grupos: los
de los escitas y la de los voluntarios. Estos 10 mártires fueron enterrados en
Jerusalén por el Patriarca Sofronio cerca de la tumba de san Esteban.
Treinta días después, el emir ordenó el
envío a Gaza de los restantes 50. Y el 17 Diciembre del 638, hacia el mediodía,
son asesinados por guerreros sarracenos. Los cristianos compraron luego los
cuerpos, que fueron enterrados en Eleutheropolis, y se construyó sobre la fosa
común una iglesia dedicada a la Santísima Trinidad. Estos son los 45 nombres
que se conservan del grupo de los 50: Juan, Pablo, Juan, Pablo, Fotino, Zitas,
Eugenio, Muselio, Juan, Esteban, Teodoro, Juan, Teodoro, hijo del precedente,
Jorge, Teopento, Jorge, Sergio, Jorge, Teodoro, Ciríaco, Juan, Zitas, Filoxeno,
Jorge, Juan y Jorge -todos de la cohorte de los Escitas-; Teodosio, Epifanio,
Juan, Teodoro, Sergio, Jorge, Tomás, Esteban, Conón, Teodoro, Pablo, Juan,
Jorge, Juan, Juan, Paulino, Cayumas, Abramio, Marmises y Marino -todos de la
cohorte de los Voluntarios-.
Traducido y resumido para ETF del
Florilegium Martyrologii Romani, de Klaus Martin Reichenbach, de la entrada
correspondiente al nº2 del 17 de
diciembre, con cita allí mismo de fuentes. La imagen corresponde
en realidad a uno de los íconos dedicados a los soldados mártires de Sebaste.
fuente: Florilegium Martyrologii Romani
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ingreso o última modificación relevante: ant 2012
Estas biografías de santo son propiedad de
El Testigo Fiel. Incluso cuando figura una fuente, esta ha sido tratada sólo
como fuente, es decir que el sitio no copia completa y servilmente nada, sino
que siempre se corrige y adapta. Por favor, al citar esta hagiografía,
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San Severo de Barcelona, obispo y mártir
fecha: 6 de noviembre
†: c. s. VII - país: España
canonización: pre-congregación
hagiografía: Abel Della Costa
†: c. s. VII - país: España
canonización: pre-congregación
hagiografía: Abel Della Costa
Elogio: En Barcelona, ciudad de Hispania, san Severo, obispo, que, según la
tradición, obtuvo la corona del martirio.
Patronazgos: patrono de Barcelona
Ya hacia 1772 escribía Flórez en su
monumental «España Sagrada»: «Muy controvertido anda todo lo que
pertenece á San Severo : pues no solo discrepan los Autores sobre el tiempo, si
fue el de los Gentiles, si de los Godos; si padeció por pública, ó particular
persecución; si fue uno, si huvo dos, etc. sino que en nuestros dias ha salido
a luz la novedad de que no huvo en Barcelona Obispo San Severo, pues el
celebrado aquí solo fue Obispo en Ravena, mal creido de Barcelona»(pág 51
op.cit.bibl.).
Flórez descarta con mucho nervio la
identificación entre el san Severo de Ravena (del 1 de febrero) y el de
Barcelona, por la principal razón de que el de Barcelona ha sido desde siempre
venerado como mártir, y los textos que a él se refieren lo mencionan siempre
como mártir. Y es precisamente a esto a lo que se reduce la totalidad de lo que
tenemos de histórico respecto de nuestro santo: hay un genuino culto antiguo
que lo reconoce como obispo y mártir de Barcelona. El santo aparece mencionado
en muchos listados de obispos, se veneran sus reliquias, tanto en san Cugat Del
Vallés como en la catedral de Barcelona, adonde fueron trasladadas en la
primera mitad del siglo XV, y se conservan diferentes redacciones de los
oficios litúrgicos del santo.
Pero allí tenemos también el límite de lo
que podemos decir sobre él: todo ese material (que es abundante), no va más
atrás del siglo IX, acaso VIII, pero no más. Es verdad que la leyenda del santo
nos habla de la época de Diocleciano; sin embargo, esa referencia, en un
mártir, no deja de tener algo de convencional: al ser la persecución más conocida,
cuando de alguno no se sabía la persecución, siempre quedaba el recurso a que
hubiera sido «sub Diocletiano». Lo cierto es que nuestro santo es tan
persistentemente venerado como mártir, como completamente desconocida es la
persecución en la que pudo haber muerto. Y decir eso es decir que no sabemos en
qué época vivió: si atendemos a las leyendas, inicios del siglo IV
(Diocleciano), si atendemos a algunos listados episcopales, 354, pero no es ésa
ya época de persecuciones, y además parece una fecha contaminada por la
confusión entre el Severo de Barcelona y el de Ravena; y si, por fin, atendemos
al tiempo en que aparecen las referencias históricas al santo, debemos confesar
que no hay ningún motivo para situarlo más atrás del siglo VII, que es lo que
hace la última edición del Martirologio al colocarlo tras Callinizo y los
mártires del Jerusalén de la primera mitad del siglo VII.
Los oficios litúrgicos antiguos conocidos,
y especialmente un himno de Vísperas que se conserva, hablan del martirio con
clavos clavados en la sien, a veces se dice tres, aunque algunos han llegado a
hablar de dieciocho. Según menciona Villanueva en su «Viage Literario» (t.
XVIII, pág. 30), el entonces Arzobispo de Barcelona, Don Francisco Clemente
Capera, manda en 1429 suprimir de los oficios la referencia a «dos o más
clavos», y dejar sólo uno, así como a quitar del himno de Segundas Vísperas
referido la comparación entre la pasión de Severo y la de Cristo.
Lamentablemente, carecemos de más datos para hablar de las circunstancias
concretas del martirio. Bien sabemos, de todos modos, que en aquellas épocas se
aplicaba el nombre de mártir no sólo al que moría en defensa explícita de la
fe, sino incluso a aquellos que morían en cumplimiento de una tarea que tuviera
relación con ella, como es el caso de muchos obispos muertos por razones
político-morales (porque hayan denunciado un abuso de poder u otros motivos
semejantes) y que han pasado a la hagiografía como mártires, ya que la muerte
se produjo como consecuencia de las exigencias de la fe, aunque ella no hubiera
sido la causante directa. La falta de un marco claramente persecutorio en el
tiempo y lugar de san Severo hace pensar en esta hipótesis.
Las leyendas abundan, naturalmente, en
detalles, no por inverosímiles o simplemente fantásticos, menos transmitidos y
repetidos. Citaremos una sección de la historia tradicional, sólo para que se
entienda la iconografía del santo, vinculada, como suele ser, a los aspectos
más legendarios de su vida y martirio:br>Al tener noticias [de la
persecución] el santo obispo Severo juzgó que era conveniente ocultarse, y
llegó al Castro Octaviano (el actual San Cugat). Al llegar san Severo a la
entrada del lugar, vio a un hortelano, de nombre Medir o Emeterio, que estaba
sembrando habas en su campo, y, reconociéndolo como cristiano, después de
haberlo alentado a la constancia en la fe en medio de la persecución, le
advirtió que, si venían en busca del obispo, les dijera claramente que había
pasado por allí.
Entretanto, fueron los soldados en su busca, con la orden expresa y terminante de acabar con él. Llegaron, pues, a la entrada del Castro Octaviano, y se encontraron con el hortelano poco después de la conversación que con él había tenido Severo. Pero en ese breve intervalo, Dios había obrado un gran prodigio, pues las habas sembradas por el hortelano habían crecido rápidamente y estaban ya en flor. Al preguntarle, pues, los soldados si había visto al obispo Severo, respondióles que, en efecto, había pasado por allí. Pero, al insistir ellos sobre el tiempo en que esto había sucedido, repuso que cuando estaba sembrando las habas. Esta respuesta excitó la furia de los soldados, pues viendo las habas ya en flor, juzgaron que aquel hombre se burlaba de ellos. Así, pues, lo prendieron y se lo llevaron consigo al Castro Octaviano, donde poco después acompañó a su obispo en el martirio. La escena puede verse en el mural actual pintado en la iglesia de San Severo, en Barcelona, que reproducimos.
Entretanto, fueron los soldados en su busca, con la orden expresa y terminante de acabar con él. Llegaron, pues, a la entrada del Castro Octaviano, y se encontraron con el hortelano poco después de la conversación que con él había tenido Severo. Pero en ese breve intervalo, Dios había obrado un gran prodigio, pues las habas sembradas por el hortelano habían crecido rápidamente y estaban ya en flor. Al preguntarle, pues, los soldados si había visto al obispo Severo, respondióles que, en efecto, había pasado por allí. Pero, al insistir ellos sobre el tiempo en que esto había sucedido, repuso que cuando estaba sembrando las habas. Esta respuesta excitó la furia de los soldados, pues viendo las habas ya en flor, juzgaron que aquel hombre se burlaba de ellos. Así, pues, lo prendieron y se lo llevaron consigo al Castro Octaviano, donde poco después acompañó a su obispo en el martirio. La escena puede verse en el mural actual pintado en la iglesia de San Severo, en Barcelona, que reproducimos.
Para terminar, unos versos del himno de II
Vísperas del siglo IX, del oficio del santo:
Tu cujus caput portavit
tunc coronam spineam, sancto dedisti Severo aureolam fulgidam, et regnum caeli pro clavo penetrante galeam. |
Tú, cuya cabeza llevó
en aquel tiempo una corona de espinas, diste a san Severo una aureola reluciente, y el reino de los cielos por un clavo, que penetró en su cabeza. |
Y no menos antigua, la oración colecta de
la misa en su honor (Ritual membranaceo, en San Cugat del Vallés, siglo X):
Concédenos, Señor, a nosotros tus sievos, por este mártir tuyo, Severo, pontífice, que al presente descansa en la iglesia, por sus gloriosos méritos, que con su piadosa intercesión seamos protegidos de todas las adversidades. Por Cristo, nuestro Señor. Amén.
Concédenos, Señor, a nosotros tus sievos, por este mártir tuyo, Severo, pontífice, que al presente descansa en la iglesia, por sus gloriosos méritos, que con su piadosa intercesión seamos protegidos de todas las adversidades. Por Cristo, nuestro Señor. Amén.
Ver Florez, España sagrada,
Volumen XXIX, pág. 51 en adelante; Villanueva, Viage literario
á las Iglesias de España, tomo XVIII, esp. pág 30 (pero hay
referencias a la traslatio de las reliquias también en el tomo XVII). La
leyenda puede leerse -más amplia que el fragmento que cité- en Año Cristiano,
BAC, 2003, tomo XI, pág 130ss.
Abel Della Costa
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ingreso o última modificación relevante: ant 2012
Estas biografías de santo son propiedad de
El Testigo Fiel. Incluso cuando figura una fuente, esta ha sido tratada sólo
como fuente, es decir que el sitio no copia completa y servilmente nada, sino
que siempre se corrige y adapta. Por favor, al citar esta hagiografía,
referirla con el nombre del sitio (El Testigo Fiel) y el siguiente enlace: http://www.eltestigofiel.orgindex.php?idu=sn_4061
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