sábado, 6 de junio de 2020

Domingo de la Santísima Trinidad. Ciclo A (07.06.2020): Juan 3,16-18 Nicodemo comprendió a Jesús, ¿cuándo? y Domingo 28º de ‘Los Hechos de los Apóstoles’ (07.06.2020): Hch 15,36 a 16,12 “Ellos sí escucharán” (Hechos 28,28-29) 07062020

Tres
En este final del mes de mayo quiero hablar del número tres. Advierto ya que se trata de un puro ejercicio de neurología propia. No he realizado investigaciones exhaustivas para confirmar que cuanto enuncie sea cierto. Lo he pensado y lo he dejado escrito. Es todo. Si no te parece oportuno, puedes pasarte de surco, de línea, de tierra o de página...
Creo que el tres es el número del tiempo: 
Ayer, hoy y mañana. O tan sencillo como el antes, el durante y el después.
También, del tiempo del día. Aquello de mañana, tarde y noche. Y en algún que otro lugar como cualquier monasterio está esto otro peculiar y benedictino de las ocho horas para el sueño, ocho para el trabajo y las restantes ocho de cada día para todo lo demás. Y segurísimo que hay más 'tres del tiempo'.
Creo que el tres es el número del cosmos: 
Arriba, el centro y abajo que es como decir, el cielo, la tierra y el abismo que es el mar.
Creo que la profundidad le viene al tres desde la sabiduría o, al menos, desde cierta filosofía que hablaba, y lo seguirá haciendo con excelente profusión, de la tesis, la antítesis y la síntesis. Y desde estas premisas se edifica la pedagogía del saber estar, saber pensar y saber caminar que se llaman tan sencillamente 'ver, juzgar y actuar'...
Podría también hablarse del 'tres antropológico' ya que yo y tú como personas solemos estar compuestas o descompuestas, según la bondad o maldad de la salud, de cabeza, tronco y extremidades...
No deseo dejar de lado el tres político propuesto para toda ocasión electoral o democrática: la derecha, la izquierda y el centro. Y como en todo, los matices son sólo para enredarse los propios políticos, porque lo que es el pueblo, harto hacemos con votar.
Y no deseo agotar las innumerables e inmensas posibilidades de disertar sobre el tres. Pero debo de decir, sugiero, no impongo, que existe un tres teológico y creo que no es sólo cristiano o católico, sino amplísimamente religioso. Y aquí pudiera comenzar con el simbolismo de las 'tres gracias', las tres virtudes de la teo-logía de la vida, el triángulo divino y hasta llegar a la trinidad. El tres perfecto. 
¿El tres es perfecto? Tengo la impresión de que sí. Creo que es 'un poco' perfecto, como la familia de la madre, el padre y el hijo. Y, ¿si hay una hija y más hijas y más hijos? Siempre será una familia. 
Pero en la verdadera teología religiosa, que es la de cada una y cada uno, siempre habrá un tres que no es ni mucho (como lo es el cuatro cuadrado) ni poco (como lo es el dos, visto y no visto). Eso es, exactamente el tres, el del sentido común, que suele decidirse siempre a 'la tercera', a las tres. 
Y escribo una nota final para las gentes 'lasalianas', innecesaria, pero curiosa. ¿Por qué el tal visionario señor de La Salle solía escribir sus meditaciones en tres apartados? Por el sentido común del nacer, el vivir y el morir. 
No creo haber dicho nada relevante, pero me he divertido un rato largo jugando con el tres. Aunque nadie ha acabado todavía con el fútbol, recordaré lo evidente de este juego donde se gana, se pierde o se empata. El tres en el marcador.
A continuación, los dos semanales comentarios bíblicos en los que se recuerda también esta curiosidad del 'TRES', tan simbólica. 
      

Domingo de la Santísima Trinidad. Ciclo A (07.06.2020): Juan 3,16-18
Nicodemo comprendió a Jesús, ¿cuándo? 

En este domingo de junio llegamos a la penúltima semana antes de comenzar el Tiempo Ordinario en las liturgias dominicales de la Iglesia católica. Y en este día volvemos a constatar las afirmaciones del dogma católico en torno a la santa, Santísima Trinidad. Dios único en tres personas: padre, madre, hijo. Ahora que escribo esto recuerdo a la persona de Patricio y su evangelización que le aupó hasta llegar a ser santo de peana en la historia de la verde Irlanda.

¿Quién no recuerda las hojas del trébol? Tres en uno. Uno y Trino. Persona. Naturaleza. Voluntad.  Procesión... Y todo ello tanto en singular, como en plural. Sucede, a veces, que uno se encuentra en donde menos se piensa un trébol de cuatro hojas y es posible que el andamiaje teológico, pastoral o sacramentalizador comience a hacer aguas en la barca eclesiástica. A menudo pienso que este trébol ‘rara avis’ no es otro que el Evangelio de Jesús.

Como digo, este trébol de cuatro hojas es en este domingo de la Trinidad el relato del cuarto Evangelio que se nos propone leer, escuchar, meditar y asumir. En el texto de Juan 3,16-18 no aparece citada explícitamente la Trinidad. Por ser tan breve, copio aquí la lectura completa:

“Tanto amó Dios al mundo que entregó a su Hijo único para que no perezca ninguno de los que creen en él, sino que tengan vida eterna. Porque Dios no mandó a su Hijo al mundo para juzgar al mundo, sino para que el mundo se salve por él. El que cree en él no será juzgado; el que no cree ya está juzgado, porque no ha creído en el nombre del Hijo único de Dios”.

Este es el mensaje completo. ¿Dónde y cómo se habla aquí de la s. Trinidad? Estoy convencido de mi equivocación si afirmo que ocho de cada diez participantes en la liturgia de este domingo saben perfectamente el contexto literario y teológico en el que se inserta este mensaje del cuarto Evangelio. Sea cierta o errónea esta estadística diré que el Evangelista pone estas palabras en boca de su Jesús de Nazaret que está en rigurosa y secreta entrevista, no contigo ni conmigo, sino con alguien de la alta magistratura religiosa y política de Israel.

Me suelo preguntar por qué sólo este cuarto Evangelio nos ha transmitido este encuentro de Jesús con Nicodemo, autoridad que deseó pasar desaperciba en todo tiempo y lugar. ¿Nada ni nadie advirtió a los tres Evangelistas anteriores, Marcos, Mateo y Lucas, sobre la importantísima conversación de su Jesús con el representante del Sanedrín judío a propósito de Dios? Sí, a propósito de Dios, del Dios judío Yavé-YOSOY y que el Jesús de Juan dice que no es uno y único, sino familia, amor, tres, padre-madre-hijo.

Creo que Nicodemo quedó ‘seriamente’ tocado o alterado en sus dogmas de la Ley de Moisés. ¿Cómo un judío laico y de Galilea hablaba tan abiertamente de un Dios que es familia? Este Jesús de Juan no habla de Trinidad, al menos de la Trinidad de la Tradición Católica. Este diosfamiliaydelamor del que se nos habla en este capítulo tercero del cuarto Evangelio es bastante más humano, cercano y natural que, con perdón, elgalimatíastrinitario que desencadenó, en la iglesia de Jesús en los primeros siglos, enfrentamientos irreconciliables que aún duran. Este Nicodemo de Jn 3 estuvo también en la cena de Jn 13. Ahí comprendió a Jesús.
Carmelo Bueno Heras
    
Domingo 28º de ‘Los Hechos de los Apóstoles’ (07.06.2020): Hch 15,36 a 16,12
“Ellos sí escucharán” (Hechos 28,28-29)

Una semana ya desde el comentario anterior del Libro de los Hechos. Creo que la estancia de Bernabé y Pablo en la comunidad de los CINCO, la de Antioquía de Siria, duró algo más de una semana. ¿Cuánto más? Para este narrador que es Lucas el fluir del tiempo suele ser muy relativo: “Unos días más tarde le dijo Pablo a Bernabé: ¿por qué no vamos a ver cómo están los hermanos de todas aquellas ciudades donde anunciamos la Palabra del Señor?” (Hch 15,36).

Suelen decir los comentaristas que aquí se inicia el segundo viaje apostólico, misionero y evangelizador de PabloSaulo. Empieza de nuevo el viaje en Antioquía de Siria (Hch 15,36) y acabará también aquí: “Zarpó de Éfeso. Desembarcó en Cesarea del Mar. Subió a saludar a la iglesia y luego bajó a Antioquía de Siria” (Hch 18,22). El viaje no es corto y le vamos a dedicar cinco páginas, cinco semanas, cinco etapas. ¿Por qué Lucas nos relató este otro viaje de Pablo?

En Hechos desde 15,36 hasta 16,12 Lucas nos narra la primera etapa del nuevo viaje de Pablo desde la ciudad de Antioquía de Siria hasta la ciudad romana de Filipos, capital de las tierras de Macedonia. Pablo ha llegado y está en Europa. Y con Pablo está el propio narrador Lucas que, de esta manera, sitúa la sembradura del Evangelio de Jesús no sólo en Así y África, sino también en Europa. En todo el mundo conocido entonces. ¿América y Oceanía?, desconocidas.

Como buenos lectores conviene no tener prisas. Sugiero que nos detengamos en la misma salida: Hch 15,36-40. Quiero subrayar lo que el propio Lucas subraya: el enfrentamiento entre los dos protagonistas del primer viaje: Bernabé y Pablo. La razón aparente parece ser la presencia o ausencia de Juan Marcos en el equipo evangelizador del nuevo viaje.

Cada lector puede interpretar a su manera las razones de Pablo para no contar con Juan Marcos (aquel  buen creyente en Jesús y perteneciente al grupo de las mujeres con casa en Jerusalén).  ¿Por qué Bernabé, el buen chipriota, decide abandonar a Pablo y regresar a su tierra? Y ya ahí, ¿qué fue de él? ¿Puedo imaginármelo como evangelizador en su casa-iglesia?

Me impresiona contemplar ahora el camino recorrido por este hombre hasta aquí. Creo que este seguidor de Jesús comprendió la postura de Pedro en la Asamblea de Jerusalén y, como fue la opción rechazada, se hace a un lado y desaparece en el silencio, también como Pedro. Así pues, tanto Pedro, como Juan Marcos y ahora Bernabé abandonan su pertenencia al grupo de los Doce (de Jerusalén) y al grupo de los Cinco (de Antioquía de Siria) y se quedan en el grupo de los Siete, el del apedreado Esteban y de los dispersados por Samaría como Felipe. Regresó a Chipre, a su tierra, como seguidor del Jesús a quien lleva resucitado en sus adentros.

En Hch 16,1-8, Pablo y su elegido Silas del grupo de los Doce inician el viaje que pretende visitar las iglesias que iniciaron su propia vida durante el primer viaje evangelizador. En Listra, Pablo conocerá a Timoteo, un buen judío de la diáspora, a quien circuncidará (¡curioso!) y asociará a su muy peculiar proyecto misionero que se empezará a sembrar en tierras europeas. Todo va a comenzar con la visión de Pablo en Troas, tan evocadora de la visión de Pedro en Jafa (Hch 10,9 y 16,9). Así..., Pablo en Europa, según Hch 16,10-12. ¡El fin del mundo!
Carmelo Bueno Heras

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