Tres
En este final del mes de mayo
quiero hablar del número tres. Advierto ya que se trata de un puro ejercicio de
neurología propia. No he realizado investigaciones exhaustivas para confirmar
que cuanto enuncie sea cierto. Lo he pensado y lo he dejado escrito. Es todo.
Si no te parece oportuno, puedes pasarte de surco, de línea, de tierra o de
página...
Creo que el tres es el número
del tiempo:
Ayer, hoy y mañana. O tan
sencillo como el antes, el durante y el después.
También, del tiempo del día.
Aquello de mañana, tarde y noche. Y en algún que otro lugar como cualquier
monasterio está esto otro peculiar y benedictino de las ocho horas para el
sueño, ocho para el trabajo y las restantes ocho de cada día para todo lo
demás. Y segurísimo que hay más 'tres del tiempo'.
Creo que el tres es el número
del cosmos:
Arriba, el centro y abajo que
es como decir, el cielo, la tierra y el abismo que es el mar.
Creo que la
profundidad le viene al tres desde la sabiduría o, al menos, desde
cierta filosofía que hablaba, y lo seguirá haciendo con excelente profusión, de
la tesis, la antítesis y la síntesis. Y desde estas premisas se edifica la
pedagogía del saber estar, saber pensar y saber caminar que se llaman tan
sencillamente 'ver, juzgar y actuar'...
Podría también hablarse
del 'tres antropológico' ya que yo y tú como personas solemos estar
compuestas o descompuestas, según la bondad o maldad de la salud, de cabeza,
tronco y extremidades...
No deseo dejar de lado el
tres político propuesto para toda ocasión electoral o democrática: la derecha,
la izquierda y el centro. Y como en todo, los matices son sólo para enredarse
los propios políticos, porque lo que es el pueblo, harto hacemos con votar.
Y no deseo agotar las
innumerables e inmensas posibilidades de disertar sobre el tres. Pero debo
de decir, sugiero, no impongo, que existe un tres teológico y creo que no es
sólo cristiano o católico, sino amplísimamente religioso. Y aquí pudiera
comenzar con el simbolismo de las 'tres gracias', las tres virtudes de la
teo-logía de la vida, el triángulo divino y hasta llegar a la trinidad. El tres
perfecto.
¿El tres es perfecto? Tengo
la impresión de que sí. Creo que es 'un poco' perfecto, como la familia de la
madre, el padre y el hijo. Y, ¿si hay una hija y más hijas y más hijos? Siempre
será una familia.
Pero en la verdadera teología
religiosa, que es la de cada una y cada uno, siempre habrá un tres que no es ni
mucho (como lo es el cuatro cuadrado) ni poco (como lo es el dos, visto y
no visto). Eso es, exactamente el tres, el del sentido común, que suele
decidirse siempre a 'la tercera', a las tres.
Y escribo una nota final para
las gentes 'lasalianas', innecesaria, pero curiosa. ¿Por qué el tal visionario
señor de La Salle solía escribir sus meditaciones en tres apartados? Por el sentido
común del nacer, el vivir y el morir.
No creo haber dicho nada
relevante, pero me he divertido un rato largo jugando con el tres. Aunque nadie
ha acabado todavía con el fútbol, recordaré lo evidente de este juego
donde se gana, se pierde o se empata. El tres en el marcador.
A continuación, los dos
semanales comentarios bíblicos en los que se recuerda también
esta curiosidad del 'TRES', tan simbólica.
Domingo de la Santísima
Trinidad. Ciclo A (07.06.2020): Juan 3,16-18
Nicodemo comprendió a Jesús, ¿cuándo?
En este domingo de junio llegamos a la penúltima
semana antes de comenzar el Tiempo Ordinario en las liturgias dominicales de la
Iglesia católica. Y en este día volvemos a constatar las afirmaciones del dogma
católico en torno a la santa, Santísima Trinidad. Dios único en tres personas:
padre, madre, hijo. Ahora que escribo esto recuerdo a la persona de Patricio y
su evangelización que le aupó hasta llegar a ser santo de peana en la historia
de la verde Irlanda.
¿Quién no recuerda las hojas del trébol? Tres en
uno. Uno y Trino. Persona. Naturaleza. Voluntad. Procesión... Y todo ello
tanto en singular, como en plural. Sucede, a veces, que uno se encuentra en
donde menos se piensa un trébol de cuatro hojas y es posible que el andamiaje
teológico, pastoral o sacramentalizador comience a hacer aguas en la barca
eclesiástica. A menudo pienso que este trébol ‘rara avis’ no es otro que el
Evangelio de Jesús.
Como digo, este trébol de cuatro hojas es en este
domingo de la Trinidad el relato del cuarto Evangelio que se nos propone leer,
escuchar, meditar y asumir. En el texto de Juan 3,16-18 no aparece
citada explícitamente la Trinidad. Por ser tan breve, copio aquí la lectura
completa:
“Tanto amó Dios al mundo que entregó a
su Hijo único para que no perezca ninguno de los que creen en él, sino que
tengan vida eterna. Porque Dios no mandó a su Hijo al mundo para juzgar al
mundo, sino para que el mundo se salve por él. El que cree en él no será
juzgado; el que no cree ya está juzgado, porque no ha creído en el nombre del
Hijo único de Dios”.
Este es el mensaje completo. ¿Dónde y cómo se
habla aquí de la s. Trinidad? Estoy convencido de mi equivocación si afirmo que
ocho de cada diez participantes en la liturgia de este domingo saben
perfectamente el contexto literario y teológico en el que se inserta este
mensaje del cuarto Evangelio. Sea cierta o errónea esta estadística diré que el
Evangelista pone estas palabras en boca de su Jesús de Nazaret que está en
rigurosa y secreta entrevista, no contigo ni conmigo, sino con alguien de la
alta magistratura religiosa y política de Israel.
Me suelo preguntar por qué sólo este cuarto
Evangelio nos ha transmitido este encuentro de Jesús con Nicodemo, autoridad
que deseó pasar desaperciba en todo tiempo y lugar. ¿Nada ni nadie advirtió a
los tres Evangelistas anteriores, Marcos, Mateo y Lucas, sobre la
importantísima conversación de su Jesús con el representante del Sanedrín judío
a propósito de Dios? Sí, a propósito de Dios, del Dios judío Yavé-YOSOY y que
el Jesús de Juan dice que no es uno y único, sino familia, amor, tres,
padre-madre-hijo.
Creo que Nicodemo quedó ‘seriamente’ tocado o
alterado en sus dogmas de la Ley de Moisés. ¿Cómo un judío laico y de Galilea
hablaba tan abiertamente de un Dios que es familia? Este Jesús de Juan no habla
de Trinidad, al menos de la Trinidad de la Tradición Católica. Este
diosfamiliaydelamor del que se nos habla en este capítulo tercero del cuarto
Evangelio es bastante más humano, cercano y natural que, con perdón,
elgalimatíastrinitario que desencadenó, en la iglesia de Jesús en los primeros
siglos, enfrentamientos irreconciliables que aún duran. Este Nicodemo de Jn 3
estuvo también en la cena de Jn 13. Ahí comprendió a Jesús.
Carmelo Bueno Heras
Domingo 28º de ‘Los Hechos de los Apóstoles’ (07.06.2020): Hch 15,36 a
16,12
“Ellos sí escucharán” (Hechos
28,28-29)
Una semana ya desde el comentario anterior del
Libro de los Hechos. Creo que la estancia de Bernabé y Pablo en la comunidad de
los CINCO, la de Antioquía de Siria, duró algo más de una semana. ¿Cuánto más?
Para este narrador que es Lucas el fluir del tiempo suele ser muy relativo:
“Unos días más tarde le dijo Pablo a Bernabé: ¿por qué no vamos a ver cómo
están los hermanos de todas aquellas ciudades donde anunciamos la Palabra del
Señor?” (Hch 15,36).
Suelen decir los comentaristas que aquí se inicia
el segundo viaje apostólico, misionero y evangelizador de PabloSaulo. Empieza
de nuevo el viaje en Antioquía de Siria (Hch 15,36) y acabará también aquí: “Zarpó
de Éfeso. Desembarcó en Cesarea del Mar. Subió a saludar a la iglesia y luego
bajó a Antioquía de Siria” (Hch 18,22). El viaje no es corto y le vamos a
dedicar cinco páginas, cinco semanas, cinco etapas. ¿Por qué Lucas nos relató
este otro viaje de Pablo?
En Hechos desde 15,36 hasta 16,12 Lucas nos
narra la primera etapa del nuevo viaje de Pablo desde la ciudad de Antioquía de
Siria hasta la ciudad romana de Filipos, capital de las tierras de Macedonia.
Pablo ha llegado y está en Europa. Y con Pablo está el propio narrador Lucas
que, de esta manera, sitúa la sembradura del Evangelio de Jesús no sólo en Así
y África, sino también en Europa. En todo el mundo conocido entonces. ¿América
y Oceanía?, desconocidas.
Como buenos lectores conviene no tener prisas.
Sugiero que nos detengamos en la misma salida: Hch 15,36-40. Quiero
subrayar lo que el propio Lucas subraya: el enfrentamiento entre los dos
protagonistas del primer viaje: Bernabé y Pablo. La razón aparente parece ser
la presencia o ausencia de Juan Marcos en el equipo evangelizador del nuevo viaje.
Cada lector puede interpretar a su manera las
razones de Pablo para no contar con Juan Marcos (aquel buen creyente en
Jesús y perteneciente al grupo de las mujeres con casa en Jerusalén).
¿Por qué Bernabé, el buen chipriota, decide abandonar a Pablo y regresar a su
tierra? Y ya ahí, ¿qué fue de él? ¿Puedo imaginármelo como evangelizador en su
casa-iglesia?
Me impresiona contemplar ahora el camino
recorrido por este hombre hasta aquí. Creo que este seguidor de Jesús
comprendió la postura de Pedro en la Asamblea de Jerusalén y, como fue la
opción rechazada, se hace a un lado y desaparece en el silencio, también como
Pedro. Así pues, tanto Pedro, como Juan Marcos y ahora Bernabé
abandonan su pertenencia al grupo de los Doce (de Jerusalén) y al grupo de
los Cinco (de Antioquía de Siria) y se quedan en el grupo de los Siete,
el del apedreado Esteban y de los dispersados por Samaría como Felipe.
Regresó a Chipre, a su tierra, como seguidor del Jesús a quien lleva resucitado
en sus adentros.
En Hch 16,1-8, Pablo y su elegido Silas
del grupo de los Doce inician el viaje que pretende visitar las iglesias que
iniciaron su propia vida durante el primer viaje evangelizador. En Listra,
Pablo conocerá a Timoteo, un buen judío de la diáspora, a quien circuncidará
(¡curioso!) y asociará a su muy peculiar proyecto misionero que se empezará a
sembrar en tierras europeas. Todo va a comenzar con la visión de Pablo en
Troas, tan evocadora de la visión de Pedro en Jafa (Hch 10,9 y 16,9). Así...,
Pablo en Europa, según Hch 16,10-12. ¡El fin del mundo!
Carmelo Bueno Heras
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