miércoles, 24 de junio de 2020

Novena a Nuestra Señora del Perpetuo Socorro. Día 7: Un corazón manso y humilde (24 de junio)

Novena a Nuestra Señora del Perpetuo Socorro. Día 7: Un corazón manso y humilde

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Muchos son los fieles que acuden en masa a apreciar y venerar la imagen de Nuestra Señora del Perpetuo Socorro en busca de su intercesión

Nuestra Madre del Perpetuo Socorro, también conocida como Nuestra Señora del Perpetuo Socorro, es un título otorgado a la Santísima Virgen María por el Papa Pío IX, en asociación con un icono sagrado bizantino.

A través de los tiempos, hombres y mujeres de fe han recurrido a María en su búsqueda de una conexión más profunda e íntima con Dios.

Mientras colgaba de la cruz, Jesús colocó a cada uno de nosotros bajo el cuidado y la protección de su madre.

"Cuando Jesús vio a su madre y al discípulo que allí amaba, le dijo a su madre: "Mujer, ahí tienes a tu hijo". Luego dijo al discípulo: "He aquí tu madre". (Juan 19,26-27).

¡Con confianza, podemos confiar en este poderoso regalo que Jesús le ha dado a su Iglesia! No adoramos a María, sino que confiamos en que ella, como Santa Madre nos cuida como sus preciosos hijos y que ella es una puerta sagrada a una conexión profunda y eterna con el Dios Todopoderoso.

Los innumerables milagros y sanaciones, la devoción y súplica de intercesión a María, en nombre de Nuestra Madre del Perpetuo Socorro, se ha extendido por todo el mundo

Muchos somos los fieles que acudimos en masa a apreciar y venerar la imagen de Nuestra Señora del Perpetuo Socorro en busca de su intercesión por una amplia gama de peticiones, incluidas la fortaleza, el bienestar, la protección, la sanación, la orientación materna y la libertad de la tentación.

Novena a Nuestra Señora del Perpetuo Socorro

A continuación, te presentamos la novena a Nuestra Señora del Perpetuo Socorro. Busca un lugar silencioso y toma 5 minutos de respiración lentamente antes e iniciarla

1.- Señal de la Cruz

Por la Señal de la Santa Cruz, de nuestros enemigos, líbranos Señor, Dios nuestro. En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén

2.- Oración inicial.

Oh María, Madre del Perpetuo Socorro, te saludo con devoción filial. Renuevo la consagración de mí mismo, y todo lo que tengo para ti. Te agradezco por tu protección maternal y por las muchas bendiciones que he recibido a través de tu maravillosa misericordia y de la más poderosa intercesión.

En todas mis necesidades, recurro a ti con una confianza ilimitada, oh Auxiliadora, oh Madre de misericordia.

Te suplico ahora que escuches mi oración y que obtengas de tu divino Hijo el favor que pido en esta novena.

- Menciona aquí tu petición -

Alcánzame también para mí, querida Madre del Perpetuo Socorro, la gracia de poder imitarte y llegar a ser más como tú en la práctica de las virtudes de la humildad, la pureza, la sumisión a la voluntad de Dios y la caridad.

Sé mi protectora en la vida, guárdame y guíame en los peligros, dirígeme en las dificultades, guíame en el camino de la perfección, y ayúdame en la hora de mi muerte, para que pueda ir a ver a Jesús y disfrutarlo, bendecirlo y amarlo eternamente en el cielo.

Amén.

3.- Oración Día 7: Un corazón manso y humilde.

Santísima Madre de nuestro Salvador, Señora del Perpetuo Socorro, tú amas a tu Hijo tan dignamente, porque no lo amas solo de palabra, sino con hecho y con verdad.

Tú has dado la gran prueba de lo que este amor exige, porque nos has amado con un amor el cual, junto al de Jesús, nunca tuvo un igual y que te trajo a sacrificar, por nuestra felicidad, todo lo que hiciste tuyo, incluso tu mismo Jesús. Yo nunca podré amarte de tal manera, a menos que también ame a mi prójimo con un amor sincero y generoso. Ayúdame a hacerlo, oh Madre del Perpetuo Socorro.

Alcánzame un corazón como el de Jesús y el tuyo, para que yo sea manso y humilde, paciente, compasivo, más dispuesto a perdonar que a ofender, a dar más que a recibir; de manera que pueda mantener mis ojos siempre abiertos a mis propios defectos, y mantenerlos cerrados a los defectos de mi prójimo.

Que yo pueda tolerarlo todo; en lugar de causarle dolor al otro; que sea severo conmigo mismo.

Ayúdame a estar lleno de indulgencia hacia los demás, para poder amarlos en Jesús, y Jesús a ellos.

Que con mis oraciones, mis buenos consejos y mi buen ejemplo, pueda esforzarme en atraer a los demás hacia su prpia salvación, hacia Jesús y hacia ti.

Madre del Perpetuo Socorro, no me olvides.

Amén.

- Recitar 3 Avemarías

Jaculatoria: "Nuestra Señora del Perpetuo Socorro, ruega por nosotros"

4.- Acto de consagración a Nuestra Señora del Perpetuo Socorro

Santísima Virgen María, que para inspirarme con la más plena confianza, has estado dispuesta a tomar el dulce nombre de Madre del Perpetuo Socorro.

Reconozco que mis pecados me hacen indigno de ser admitido entre el número de tus privilegiados hijos. Sin embargo, deseoso de disfrutar de tu misericordioso favor, me arrodillo a tus pies y humildemente postrado ante ti, yo (mencionar tu nombre) te consagro mi entendimiento, para que siempre pueda pensar en consagrarte mi corazón para que, después de Dios, pueda amarte sobre todas las cosas.

Oh mi Soberana Señora, sdígnate en recibirme entre el número de tus hijos favorecidos, tómame bajo tu protección, ayúdame en todos mis deseos espirituales y temporales, pero especialmente a la hora de mi muerte.

Oh, Madre del Perpetuo Socorro, sé que me amas más de lo que puedo amarme a mí, confío todos mis intereses a tu cuidado: dispón de mí y de todo lo que me pertenece según tu agrado.

Oh Madre, bendíceme, y por tu poderosa intercesión, apoyame en la debilidad, de manera que, después de haberte sido fiel en el servicio durante esta vida, pueda alabarte durante, amarte y agradecerte eternamente en la próxima.

Amén.

5.- Oración final.

Oh Santa Virgen María, que para infundirnos una confianza ilimitada, has estado complacida de tomar el dulce nombre de Madre del Perpetuo Socorro, yo (Mencionar tu nombre) te imploro que vengas en mi ayuda siempre y en todas partes; en mis tentaciones; después de mis caídas; en mis dificultades; en todas las miserias de la vida, y sobre todo, en la hora de mi muerte.

Dame, amorosa madre, el deseo, y del mismo modo, el hábito de tener siempre recursos para ti. Me siento seguro de que si te invoco con fidelidad serás fiel y vendrás en mi ayuda.

Alcánzame la gracia de orar a ti sin cesar, y con la confianza de un niño, para que en virtud de esta fiel oración pueda garantizar tu Perpetuo Socorro y mi perseverancia final.

Bendíceme, Madre amorosa y siempre servicial, y reza por mí ahora y en la hora de nuestra muerte.

Amén.

Oh Dios, que has querido que la Madre de tu Hijo unigénito sea la Señora del Perpetuo Socorro de todos los cristianos en la tierra, concédenos la gracia de invocarla con confianza en todas nuestras necesidades de alma y cuerpo, para que, salvadas a través de su protección y ayuda, podamos ser llevados a la visión eterna de Tu Gloria en el cielo: a través de Jesucristo nuestro Señor.

Amén.

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.

Novena a Nuestra Señora del Perpetuo Socorro

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