jueves, 11 de junio de 2020

Santos del día 11 de junio

Santos del día 11 de junio
Tertio Idus iunii
   San Bernabé, apóstol (3 coms.) - Memoria litúrgica   
Memoria de san Bernabé, apóstol, varón bueno, lleno de Espíritu Santo y de fe, que formó parte de los primeros creyentes en Jerusalén, predicó el Evangelio en Antioquía e introdujo entre los hermanos a Saulo de Tarso, recién convertido. Con él realizó un primer viaje por Asia para anunciar la Palabra de Dios, participó luego en el Concilio de Jerusalén y terminó sus días en la isla de Chipre, su patria, sin cesar de difundir el Evangelio.
En Nápoles, de la Campania, san Máximo, obispo, que por su fidelidad a la fe de Nicea fue desterrado por el emperador Constancio, donde murió consumido por las tribulaciones.
En Bremen, en Sajonia, san Remberto, obispo de Hamburgo y Bremen, fiel discípulo y sucesor de san Óscar, que continuó su ministerio por tierras de Dinamarca y Suecia, y en tiempo de las incursiones de los normandos se preocupó de redimir a los cautivos.
En Maguncia, lugar de Franconia, beato Bardón, obispo, el cual, siendo abad del monasterio de Heresfeld, fue elevado al orden episcopal y trabajó con suma solicitud pastoral para bien de su iglesia.
En el monasterio de La Chambre, cerca de Bruselas, en Brabante, santa Alicia o Aleide, virgen de la Orden Cisterciense, que a los veintidós años, habiendo enfermado de lepra, se vio obligada a vivir marginada, y hacia el final de su vida, perdida incluso la vista, ni un solo miembro de su cuerpo quedó sano, excepto su lengua para cantar las alabanzas de Dios.
En Treviso, en el territorio de Venecia, san Paris, presbítero de la Orden de los Camaldulenses, que fue director espiritual de religiosas durante setenta y siete años, y falleció a la edad de ciento ocho.
Cerca de Gniezno, lugar de Polonia, beata Yolanda, abadesa, la cual, a la muerte de su esposo, el duque Boleslao el Piadoso, abandonó todos los bienes temporales y, junto con su hija, profesó la vida monástica en la Orden de las Clarisas.
En Saluzzo, en el Piamonte, beato Esteban Bandelli, presbítero de la Orden de Predicadores, egregio en la predicación y en el sacramento de la Confesión.
En Salamanca, en España, san Juan de Sahagún González de Castrillo, presbítero de la Orden de Ermitaños de San Agustín, que con su santidad de vida y sus coloquios constantes logró la concordia de las facciones existentes entre los ciudadanos.
En Tortosa, en España, santa Rosa Francisca María de los Dolores (María Rosa) Molas y Vallvé, virgen, que transformó una asociación de piadosas mujeres en la Congregación de Hermanas de Nuestra Señora de la Consolación, para asistir a las personas afligidas.
En Roma, santa Paula Frassinetti, virgen, quien, en medio de grandes dificultades, fundó la Congregación de Hermanas de Santa Dorotea, para la formación cristiana de las jóvenes. Se distinguió por su fortaleza de ánimo, por su gran delicadeza en el obrar y por la energía con que dirigió su Instituto.
En Ragusa, ciudad de la región italiana de Sicilia, beata María Schininá, virgen, que escogió una vida sencilla y humilde, dedicada a curar enfermos, abandonados y pobres, e instituyó las Hermanas del Sagrado Corazón, para prestar ayuda a todo género de miseria.
En la aldea de Kara-Kenpru, cerca de Diyarbakir, en Turquía, beato Ignacio Maloyan, obispo de Mardin, en Armenia, y mártir durante el genocidio de los cristianos perpetrado en aquella región por los perseguidores de la fe. Habiendo rehusado abrazar ninguna otra religión, tras consagrar el pan para la refección espiritual de sus compañeros de cautiverio, fue fusilado junto con un ingente número de cristianos, derramando su sangre para la obtención del fruto de la paz eterna.
En Viena, Austria, beata Hildegarda Burjan, laica que, convertida del judaísmo a la fe de Cristo, desarrolló una amplia labor social, y fundó la Congregación de Hermanas de la Caridad Social.

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