viernes, 3 de abril de 2015

EL VUELO DEL QUETZAL 11-13 (Pedro Casaldáliga)

dos grandes milagros
Quiero hacer un solemne elogio y una profunda acción de gracias a Dios por la existencia de los delegados de la Palabra en Centroamérica. Creo que en la iglesia de América Central hay dos grandes milagros, dos grandes bendiciones del Señor. La primera, los mártires. La segunda, los delegados de la Palabra. Que Dios los bendiga, que se multipliquen, que los mimemos.

subsidiariedad y suplencia
Hay muchos movimientos, asociaciones y organismos de derechos humanos que no son cristianos. Es muy explicable. Sería muy importante que la iglesia, donde pueda, donde sea oportuno, en vez de precipitarse a crear sus propios organismos de derechos humanos, se sumara a los organismos de derechos humanos que ya existen. En parte, es lo que ya tenemos dicho para los hospitales, las escuelas, para otros trabajadores o movimientos populares; no tener la obsesión de crear nosotros una especie de instancia de derechos humanos "cristianos", o de derechos humanos "católicos". Sería un gravísimo error.
Ahora bien, hay lugares donde sólo la iglesia puede crear espacios de defensa, de denuncia, de organización de los derechos humanos, comités de solidaridad: en El Salvador, en la misma Guatemala, en Brasil, en Chile... Ahí sí pienso que la Iglesia, que tiene tantas asociaciones, cofradías y organismos, debiera velar muy fundamentalmente por organizar de un modo sistemático la denuncia, la defensa, la promoción de los derechos humanos...

Centroamérica contra Centroamérica
Centroamérica da la impresión de que está contra Centroamérica. Ustedes los centroamericanos están viviendo una especie de guerra interna centroamericana, utilizados por los grandes, por el propio imperio, y a todos los niveles. Ahí parece que se podría situar el desafío mayor para ustedes los cristianos centroamericanos.

una contribución a América Latina
La revolución nicaragüense es fundamentalmente sandinista. Y "sandinista" viene de Sandino. La contrainformación -una de las varias contras- está muy interesada en hacer que eso se olvide, y para ello se esfuerza en hacer pasar el sandinismo como sinónimo de comunismo. Así, habla casi siempre de sandinismo-comunismo'', y del "régimen marxista-leninista de Daniel Ortega"...
Pero "sandinismo" sigue viniendo de Sandino. Esa revolución nicaragüense sigue siendo particularmente antiimperialista. Y ésa es una contribución sumamente valiosa de Nicaragua a Centroamérica, a América Latina, al tercer mundo, al mundo entero.
Yo doy gracias a Dios porque el pueblo nicaragüense sea tan antiimperialista, como lo debieran ser todos los pueblos de Centroamérica. Esa contribución de Nicaragua me parece sumamente valiosa. Y digna de que demos gracias a Dios por ella.

una estructura al servicio del Reino
A veces pienso que cuando lleguemos al cielo, entre otras cosas, el Señor nos dirá: "bueno, ahora se me olvidan ustedes de la Iglesia...; no me vengan aquí a alborotar el gallinero...". Porque ustedes saben que en el cielo habrá muchísimos -la mayor parte de los que están o estarán en el cielo- que nunca supieron o sabrán nada de la Iglesia... (A Rahner le impresionaba mucho pensar que la mayor parte de la humanidad se salvó, se salva y se salvará sin saber nada de la Iglesia, y sin saber nada de Cristo...).
Por eso, no debemos perder de vista que muchas de estas incomprensiones de estas tensiones "eclesiásticas"... son fruto simplemente de esa "estructura al servicio del Reino" que es la Iglesia, que aun siendo más que eso, no deja tampoco de ser eso, una estructura humana, un tinglado que está ahí, con sus deficiencias. Por eso, una visión más amplia, ampliada a las dimensiones del Reino -que siempre es más grande que la Iglesia-, nos oxigena y alienta nuestra esperanza.

a la mayoría siempre
Contrariamente a lo que decía el poeta español Juan Ramón Jiménez, que él hacía su poesía "a la minoría siempre", nosotros debemos decir: "a la mayoría siempre".

el Verbo sembrado
El Reino está sembrado, como aspiración, en cualquier corazón humano, en cualquier cultura, Semillas del Verbo esparcidas en todas las culturas, en todos los pueblos. Estudiosos patrísticos dicen que los padres decían más: ellos decían que no sólo hay "semillas", sino que el Verbo está sembrado, presente, de lleno, aunque no revelado.
Si en este particular no tenemos las ideas claras, necesariamente acabaríamos pensando en dos dioses, o en dos posturas fundamentalmente distintas por parte de Dios: para unos seres humanos Dios sería Padre, totalmente Padre, plenamente salvador... y para con la otra inmensa mayoría de la humanidad sería más o menos bueno, permitiéndoles unas migajas, tratando de salvarlos como buenamente pudiera... Acabaríamos aceptando "un dios judío" en el mal sentido de la expresión, un dios "de mi Pueblo Israel", pero no el Dios "de todos los pueblos".
Se ha constatado que la mayor parte de los pueblos indígenas se dan a sí mismos un nombre que signifique: el pueblo, la gente, el ser humano, personas humanas, la gente auténtica... O sea, tal como se ve claramente en su autodeterminación original, cada pueblo se considera la humanidad, el ser humano.
En los mitos indígenas hay expresiones bellísimas, que nos debieran sacudir: no son menos bellas ni menos sabias que las expresiones que aceptamos como de fe en la Biblia. La referencia de esos mitos indígenas es la misma: el Verbo sembrado.

cuando más distante
Cuanto más distante se vive, cuanto más en la montaña, más en la frontera, en la emergencia, en la conflictividad... se vive y se vive como Iglesia, más necesidad tenemos de estudiar. Cuando se vive en plena ciudad, con todas las bibliotecas al alcance y todos los asesores necesarios si tengo dudas pregunto, marco el teléfono...
En América Latina, y más aún aquí en Centroamérica, en toda esta coyuntura, sobre todo los que están en la frontera, en la montaña, en la emergencia...: procuren leer, estudiar, y ayudar y proporcionar a nuestros hermanos libros, talleres, encuentros, cursos...

quinientos años
Podemos y debemos conocer la historia de la Iglesia. La Iglesia a lo largo de la historia ha hecho no sólo grandes tonterías sino grandes barbaridades. Ha posibilitado masacres, guerras, torturas... Y no vale decir: en cuanto hacía eso no era Iglesia... Eso es muy fácil. Y también lo podría decir el comunismo, o hasta el imperio norteamericano. No. Era la Iglesia, santa y pecadora, "casta prostituta", como decían los santos padres. Claro, negando su ser de Iglesia de Jesús. Pero era esa iglesia-institución que está ahí.
Nos debemos sentir también responsables del pecado de la Iglesia.
Ahora, en España, hay una corriente, en la perspectiva de la celebración de los quinientos años, que dice lo siguiente: "no, no vamos a vanagloriarnos del descubrimiento y de la evangelización; tampoco vamos a sentirnos con remordimiento, porque nosotros no estábamos allá en aquella hora; quien lo hizo que lo resuelva..."
Claro, eso es muy cómodo. Es olvidar la historia y dejar de ser históricos. Si ignoramos el pasado, ¿cómo podremos vivir el presente y preparar el futuro? La Iglesia es responsable delante de Dios y de la humanidad de lo que ha hecho bien y de lo que ha hecho mal. Y nosotros hoy somos la Iglesia. Y cargamos sus responsabilidades históricas. Si decíamos, hablando de la fe, que "una nube de testigos nos acompaña", podemos decir que nos acompañaría también una nube de sinvergüenzas, antes, ahora y después. Y a veces sería bueno saber en qué nube estamos, mitad testigos mitad sinvergüenzas...

cuanto más nos centroamericanizamos
No olviden nunca esto: cuanto más nos centroamericanizamos más nos latinoamericanizamos, y más nos universalizamos. A mí me gusta mucho una poesía de un poeta alemán, Heine, que dice: El mejor poeta, el más universal, es el que mejor canta en la rama de su árbol genealógico, Como diciendo: El más encarnado, el más enraizado en su propia cultura, en su propio lugar, en su propio tiempo, ese es el que tendrá una voz más universal. Por una razón muy sencilla: porque será el más auténtico.

le debemos tanto a Honduras
Yo pido que alguien escriba algún día el libro de los delegados de la Palabra de Centroamérica, a partir de Honduras. Honduras le hizo este servicio inmenso a América Latina. Por eso le debemos tanto a Honduras.

Nicaragua profética
Todos los pueblos de la tierra tienen una vocación profética, algo original que decir en la historia, porque tienen su identidad y pueden y deben contribuir al bien, al crecimiento, a la plenitud de los otros pueblos.
Nicaragua es un pueblo profético también por vocación cristiana, porque es un Pueblo bautizado. Todos sabemos que es a partir del bautismo como nos viene la misión de la profecía. Somos un Pueblo de profetas, sacerdotes y reyes. Hay que subrayar este aspecto también. Posiblemente no se ha estudiado todavía lo que significa que un Pueblo sea mayoritariamente cristiano, y que por lo mismo deba dar una contribución cristiana a su propio proceso y a los procesos de los otros pueblos. La originalidad de la revolución nicaragüense sería ésta entre otras: un Pueblo mayoritariamente cristiano necesariamente debía dar una contribución cristiana a un proceso nuevo, suyo y, en este caso, revolucionario.
Pero yo digo que Nicaragua, Centroamérica, América Latina, el Tercer Mundo entero, es como un pueblo compulsoriamente profético, a la fuerza, por la fuerza -diríamos- de las circunstancias. El propio cautiverio, la dominación, la colonización, el imperialismo, los imperios sucesivos, y las sucesivas oligarquías lacayas han puesto a muchos pueblos latinoamericanos y a Nicaragua concretamente en el candelabro de la profecía. En la cruz y en el martirio, que es profecía siempre. Cuando hoy digo Nicaragua digo su pueblo y su Iglesia. Quizá sus pueblos y sus Iglesias. En la pluralidad cultural de Nicaragua y en su pluralidad ecuménica, siendo una única Nicaragua en última instancia.
Por la agresión de Estados Unidos y por la incomprensión de la Iglesia jerárquica dentro de Nicaragua y en el continente -más concretamente a nivel de CELAM- y en Roma también, esa Nicaragua Pueblo-Iglesia se ve obligada compulsoriamente a ser profecía. La situación álgida, escandalosa, dialéctica, que Nicaragua está viviendo, posibilita que cuantos pasan por Nicaragua o se aproximan a Nicaragua, por la solidaridad, o quizás incluso por el escándalo, todos los que miramos a Nicaragua, de cerca o de lejos, la aceptemos como profecía o la rechacemos como escándalo. La profecía, en la Biblia, y el propio supremo profeta Jesús, es o salvación o escándalo o locura.
La realidad sucesiva de la opresión, del cautiverio y ahora de la agresión, así como la voluntad de liberación, la afirmación de la propia identidad y autonomía, El esfuerzo terco en el proceso histórico que Nicaragua está viviendo, como también esas ganas que el Espíritu suscita en ella, como en tantos otros pueblos de la tierra, de la nueva Iglesia, esa llamada Iglesia popular -cuyo nombre sería propiamente teológico y ciertamente más evangélico que muchos otros adjetivos que la Iglesia secularmente utilizó- hace que Nicaragua sea realmente profética, y debería obligarnos a todos los que la miramos, sobre todo a los que reconozcan el Espíritu de Dios como un Espíritu que suscita la profecía en las personas, en las comunidades, en los pueblos, a mirarla con un mínimo de comprensión.
Posiblemente la proximidad de esta Nicaragua-profecía -si fuéramos libres, sinceros, y fieles- nos obligaría a profetizar también.
Quien pasa por Nicaragua debería salir de Nicaragua para el mundo "proféticamente". Quien no acepte delante de Nicaragua o de Centroamérica, de América Latina más en general, y aún más en general todavía delante del tercer mundo, quien no acepte esta postura profética que el Pueblo de Nicaragua provoca, se escandaliza necesariamente. O profetizamos o nos escandalizamos: no hay otra alternativa. Nos escandalizamos y escandalizamos a los demás. Con otras palabras: no se puede ser indiferente ante Nicaragua. O a favor o en contra. O se entra en el proceso o, creyendo impedirlo, quizá con la mejor buena voluntad de prestar un servicio a Dios, asesinamos la profecía en la historia, la liberación y el Reino.

una hora muy hermosa

Nicaragua: una revolución social, política, económica, cultural... y una revolución eclesial. Las dos revoluciones se encuentran inevitablemente y caminarán juntas, o simultáneamente se impedirán en este continente cristiano de América Latina. Los desafíos son enormes, estimulantes también. Esta es una hora muy hermosa: de martirio, de profecía, de pascua.

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