dos
grandes milagros
Quiero hacer un solemne elogio y una
profunda acción de gracias a Dios por la existencia de los delegados de la
Palabra en Centroamérica. Creo que en la iglesia de América Central hay dos
grandes milagros, dos grandes bendiciones del Señor. La primera, los mártires.
La segunda, los delegados de la Palabra. Que Dios los bendiga, que se
multipliquen, que los mimemos.
subsidiariedad
y suplencia
Hay muchos movimientos, asociaciones y
organismos de derechos humanos que no son cristianos. Es muy explicable. Sería
muy importante que la iglesia, donde pueda, donde sea oportuno, en vez de
precipitarse a crear sus propios organismos de derechos humanos, se sumara a
los organismos de derechos humanos que ya existen. En parte, es lo que ya
tenemos dicho para los hospitales, las escuelas, para otros trabajadores o
movimientos populares; no tener la obsesión de crear nosotros una especie de
instancia de derechos humanos "cristianos", o de derechos humanos
"católicos". Sería un gravísimo error.
Ahora bien, hay
lugares donde sólo la iglesia puede crear espacios de defensa, de denuncia, de
organización de los derechos humanos, comités de solidaridad: en El Salvador,
en la misma Guatemala, en Brasil, en Chile... Ahí sí pienso que la Iglesia, que
tiene tantas asociaciones, cofradías y organismos, debiera velar muy
fundamentalmente por organizar de un modo sistemático la denuncia, la defensa,
la promoción de los derechos humanos...
Centroamérica
contra Centroamérica
Centroamérica da la impresión de que
está contra Centroamérica. Ustedes los centroamericanos están viviendo una
especie de guerra interna centroamericana, utilizados por los grandes, por el
propio imperio, y a todos los niveles. Ahí parece que se podría situar el
desafío mayor para ustedes los cristianos centroamericanos.
una
contribución a América Latina
La revolución nicaragüense es
fundamentalmente sandinista. Y "sandinista" viene de Sandino. La
contrainformación -una de las varias contras- está muy interesada en hacer que
eso se olvide, y para ello se esfuerza en hacer pasar el sandinismo como
sinónimo de comunismo. Así, habla casi siempre de sandinismo-comunismo'', y del
"régimen marxista-leninista de Daniel Ortega"...
Pero "sandinismo" sigue
viniendo de Sandino. Esa revolución nicaragüense sigue siendo particularmente
antiimperialista. Y ésa es una contribución sumamente valiosa de Nicaragua a
Centroamérica, a América Latina, al tercer mundo, al mundo entero.
Yo doy gracias a Dios
porque el pueblo nicaragüense sea tan antiimperialista, como lo debieran ser
todos los pueblos de Centroamérica. Esa contribución de Nicaragua me parece
sumamente valiosa. Y digna de que demos gracias a Dios por ella.
una
estructura al servicio del Reino
A veces pienso que cuando lleguemos al
cielo, entre otras cosas, el Señor nos dirá: "bueno, ahora se me olvidan
ustedes de la Iglesia...; no me vengan aquí a alborotar el gallinero...".
Porque ustedes saben que en el cielo habrá muchísimos -la mayor parte de los
que están o estarán en el cielo- que nunca supieron o sabrán nada de la
Iglesia... (A Rahner le impresionaba mucho pensar que la mayor parte de la
humanidad se salvó, se salva y se salvará sin saber nada de la Iglesia, y sin
saber nada de Cristo...).
Por eso, no debemos
perder de vista que muchas de estas incomprensiones de estas tensiones
"eclesiásticas"... son fruto simplemente de esa "estructura al
servicio del Reino" que es la Iglesia, que aun siendo más que eso, no deja
tampoco de ser eso, una estructura humana, un tinglado que está ahí, con sus
deficiencias. Por eso, una visión más amplia, ampliada a las dimensiones del
Reino -que siempre es más grande que la Iglesia-, nos oxigena y alienta nuestra
esperanza.
a
la mayoría siempre
Contrariamente a lo que decía el poeta
español Juan Ramón Jiménez, que él hacía su poesía "a la minoría
siempre", nosotros debemos decir: "a la mayoría siempre".
el
Verbo sembrado
El Reino está sembrado, como
aspiración, en cualquier corazón humano, en cualquier cultura, Semillas del
Verbo esparcidas en todas las culturas, en todos los pueblos. Estudiosos
patrísticos dicen que los padres decían más: ellos decían que no sólo hay
"semillas", sino que el Verbo está sembrado, presente, de lleno,
aunque no revelado.
Si en este particular
no tenemos las ideas claras, necesariamente acabaríamos pensando en dos dioses,
o en dos posturas fundamentalmente distintas por parte de Dios: para unos seres
humanos Dios sería Padre, totalmente Padre, plenamente salvador... y para con
la otra inmensa mayoría de la humanidad sería más o menos bueno, permitiéndoles
unas migajas, tratando de salvarlos como buenamente pudiera... Acabaríamos
aceptando "un dios judío" en el mal sentido de la expresión, un dios
"de mi Pueblo Israel", pero no el Dios "de todos los
pueblos".
Se ha constatado que
la mayor parte de los pueblos indígenas se dan a sí mismos un nombre que
signifique: el pueblo, la gente, el ser humano, personas humanas, la gente
auténtica... O sea, tal como se ve claramente en su autodeterminación original,
cada pueblo se considera la humanidad, el ser humano.
En los mitos indígenas hay expresiones
bellísimas, que nos debieran sacudir: no son menos bellas ni menos sabias que
las expresiones que aceptamos como de fe en la Biblia. La referencia de esos
mitos indígenas es la misma: el Verbo sembrado.
cuando
más distante
Cuanto más distante se vive, cuanto
más en la montaña, más en la frontera, en la emergencia, en la
conflictividad... se vive y se vive como Iglesia, más necesidad tenemos de estudiar.
Cuando se vive en plena ciudad, con todas las bibliotecas al alcance y todos
los asesores necesarios si tengo dudas pregunto, marco el teléfono...
En América Latina, y
más aún aquí en Centroamérica, en toda esta coyuntura, sobre todo los que están
en la frontera, en la montaña, en la emergencia...: procuren leer, estudiar, y
ayudar y proporcionar a nuestros hermanos libros, talleres, encuentros,
cursos...
quinientos
años
Podemos y debemos conocer la historia
de la Iglesia. La Iglesia a lo largo de la historia ha hecho no sólo grandes
tonterías sino grandes barbaridades. Ha posibilitado masacres, guerras,
torturas... Y no vale decir: en cuanto hacía eso no era Iglesia... Eso es muy
fácil. Y también lo podría decir el comunismo, o hasta el imperio norteamericano.
No. Era la Iglesia, santa y pecadora, "casta prostituta", como decían
los santos padres. Claro, negando su ser de Iglesia de Jesús. Pero era esa
iglesia-institución que está ahí.
Nos debemos sentir también
responsables del pecado de la Iglesia.
Ahora, en España, hay
una corriente, en la perspectiva de la celebración de los quinientos años, que
dice lo siguiente: "no, no vamos a vanagloriarnos del descubrimiento y de
la evangelización; tampoco vamos a sentirnos con remordimiento, porque nosotros
no estábamos allá en aquella hora; quien lo hizo que lo resuelva..."
Claro, eso es muy
cómodo. Es olvidar la historia y dejar de ser históricos. Si ignoramos el
pasado, ¿cómo podremos vivir el presente y preparar el futuro? La Iglesia es
responsable delante de Dios y de la humanidad de lo que ha hecho bien y de lo
que ha hecho mal. Y nosotros hoy somos la Iglesia. Y cargamos sus
responsabilidades históricas. Si decíamos, hablando de la fe, que "una
nube de testigos nos acompaña", podemos decir que nos acompañaría también
una nube de sinvergüenzas, antes, ahora y después. Y a veces sería bueno saber
en qué nube estamos, mitad testigos mitad sinvergüenzas...
cuanto
más nos centroamericanizamos
No olviden nunca esto: cuanto más nos
centroamericanizamos más nos latinoamericanizamos, y más nos universalizamos. A
mí me gusta mucho una poesía de un poeta alemán, Heine, que dice: El mejor
poeta, el más universal, es el que mejor canta en la rama de su árbol
genealógico, Como diciendo: El más encarnado, el más enraizado en su propia
cultura, en su propio lugar, en su propio tiempo, ese es el que tendrá una voz
más universal. Por una razón muy sencilla: porque será el más auténtico.
le
debemos tanto a Honduras
Yo pido que alguien escriba algún día
el libro de los delegados de la Palabra de Centroamérica, a partir de Honduras.
Honduras le hizo este servicio inmenso a América Latina. Por eso le debemos
tanto a Honduras.
Nicaragua
profética
Todos los pueblos de la tierra tienen
una vocación profética, algo original que decir en la historia, porque tienen
su identidad y pueden y deben contribuir al bien, al crecimiento, a la plenitud
de los otros pueblos.
Nicaragua es un pueblo
profético también por vocación cristiana, porque es un Pueblo bautizado. Todos
sabemos que es a partir del bautismo como nos viene la misión de la profecía.
Somos un Pueblo de profetas, sacerdotes y reyes. Hay que subrayar este aspecto
también. Posiblemente no se ha estudiado todavía lo que significa que un Pueblo
sea mayoritariamente cristiano, y que por lo mismo deba dar una contribución
cristiana a su propio proceso y a los procesos de los otros pueblos. La
originalidad de la revolución nicaragüense sería ésta entre otras: un Pueblo
mayoritariamente cristiano necesariamente debía dar una contribución cristiana
a un proceso nuevo, suyo y, en este caso, revolucionario.
Pero yo digo que
Nicaragua, Centroamérica, América Latina, el Tercer Mundo entero, es como un
pueblo compulsoriamente profético, a la fuerza, por la fuerza -diríamos- de las
circunstancias. El propio cautiverio, la dominación, la colonización, el
imperialismo, los imperios sucesivos, y las sucesivas oligarquías lacayas han
puesto a muchos pueblos latinoamericanos y a Nicaragua concretamente en el
candelabro de la profecía. En la cruz y en el martirio, que es profecía
siempre. Cuando hoy digo Nicaragua digo su pueblo y su Iglesia. Quizá sus
pueblos y sus Iglesias. En la pluralidad cultural de Nicaragua y en su
pluralidad ecuménica, siendo una única Nicaragua en última instancia.
Por la agresión de
Estados Unidos y por la incomprensión de la Iglesia jerárquica dentro de
Nicaragua y en el continente -más concretamente a nivel de CELAM- y en Roma
también, esa Nicaragua Pueblo-Iglesia se ve obligada compulsoriamente a ser
profecía. La situación álgida, escandalosa, dialéctica, que Nicaragua está
viviendo, posibilita que cuantos pasan por Nicaragua o se aproximan a
Nicaragua, por la solidaridad, o quizás incluso por el escándalo, todos los que
miramos a Nicaragua, de cerca o de lejos, la aceptemos como profecía o la
rechacemos como escándalo. La profecía, en la Biblia, y el propio supremo
profeta Jesús, es o salvación o escándalo o locura.
La realidad sucesiva
de la opresión, del cautiverio y ahora de la agresión, así como la voluntad de
liberación, la afirmación de la propia identidad y autonomía, El esfuerzo terco
en el proceso histórico que Nicaragua está viviendo, como también esas ganas
que el Espíritu suscita en ella, como en tantos otros pueblos de la tierra, de
la nueva Iglesia, esa llamada Iglesia popular -cuyo nombre sería propiamente
teológico y ciertamente más evangélico que muchos otros adjetivos que la
Iglesia secularmente utilizó- hace que Nicaragua sea realmente profética, y
debería obligarnos a todos los que la miramos, sobre todo a los que reconozcan
el Espíritu de Dios como un Espíritu que suscita la profecía en las personas,
en las comunidades, en los pueblos, a mirarla con un mínimo de comprensión.
Posiblemente la
proximidad de esta Nicaragua-profecía -si fuéramos libres, sinceros, y fieles-
nos obligaría a profetizar también.
Quien pasa por
Nicaragua debería salir de Nicaragua para el mundo "proféticamente".
Quien no acepte delante de Nicaragua o de Centroamérica, de América Latina más
en general, y aún más en general todavía delante del tercer mundo, quien no
acepte esta postura profética que el Pueblo de Nicaragua provoca, se
escandaliza necesariamente. O profetizamos o nos escandalizamos: no hay otra
alternativa. Nos escandalizamos y escandalizamos a los demás. Con otras palabras:
no se puede ser indiferente ante Nicaragua. O a favor o en contra. O se entra
en el proceso o, creyendo impedirlo, quizá con la mejor buena voluntad de
prestar un servicio a Dios, asesinamos la profecía en la historia, la
liberación y el Reino.
una
hora muy hermosa
Nicaragua: una revolución social,
política, económica, cultural... y una revolución eclesial. Las dos
revoluciones se encuentran inevitablemente y caminarán juntas, o
simultáneamente se impedirán en este continente cristiano de América Latina.
Los desafíos son enormes, estimulantes también. Esta es una hora muy hermosa:
de martirio, de profecía, de pascua.
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