miércoles, 3 de junio de 2015

Morando, Santo - Juan XXIII, Santo - Kevin de Glendalough, Santo - Diego Oddi, Beato - Andrés Caccioli, Beato - Carlos Luanga y compañeros, Santos 03062015

Morando, Santo
Morando, Santo
Monje y Presbítero, 3 de junio






Monje y Presbítero

Martirologio Romano: En la aldea de Altkirch, en la región de Basilea, entre los helvecios (en lo que hoy es Suiza), san Morando, monje, oriundo de Renania, que de presbítero peregrinó a Compostela y, al regresar, se hizo monje en Cluny, fundando después el monasterio donde terminó su intensa vida. ( c. 1115)

Nacido en Worms, Remania (Alemania), alrededor del año 1050 en una fammilia noble, ya había sido ordenado sacerdote cuando decidió hacer una peregrinación a Santiago de Compostela, uno de los destinos más buscados por los peregrinos en la edad media.

Durante el viaje hizo una parada en la Abadía de Cluny, fundada en el año 910 por san Bruno y que por aquellos días era gobernado por san Hugo (1049-1109); quedó fuertemente impresionado por el estilo de vida de monjes, y al retorno de su peregrinación, hizo la solicitud para ser aceptado en la abadía. 

Ya como monje, por sus cualidades ejemplares fue enviado al monasterio de Auvernia, en la región central de Francia. En el año 1100 un señor alsaciano (de Alsacia, región francesa con dialecto alemán), deseaba restaurar el santuario dedicado a san Cristóbal que estaba dentro de sus propiedades en Altkirch, por lo que solicito ayuda al abad de Cluny. El abad estaba de acuerdo en fundar un monasterio junto a la iglesia y envió a algunos monjes para la fundación, pero la tarea resulto difícil debido a que los monjes no conocían la lengua de esa región.

Entonces el san Hugo mandó a buscar en Auvernia a Morando y lo envió a Altkirch como un intérprete, aquí brilló para su bondad, su calma y el conocimiento del lugar; se ganó el aprecio de las personas que comensaron a visitarlo a menudo en busca de consejo, conocimiento y ayuda, también se le atribuye varios milagros.

El santo monje murió en el año 1115, y fue canonizado en el siglo XII, su tumba aún está en la iglesia de Altkirch.

Es considerado el santo patrón de los vinicultores de la región del sur de Alsacia, porque se dice que Morando pasó toda una Cuaresma sin más comida que un manojo de uvas, aquel manojo fue representado en algunas esculturas en los portales de varias iglesias.




Juan XXIII, Santo
Juan XXIII, Santo
CCLXI Papa, 3 de junio


Por: . | Fuente: Vatican.va



CCLXI Papa

Martirologio Romano: En Roma, Italia, San Juan XXIII, Papa, cuya vida y actividad estuvieron llenas de una singular humanidad. Se esforzó en manifestar la caridad cristiana hacia todos y trabajó por la unión fraterna de los pueblos. Solícito por la eficacia pastoral de la Iglesia de Cristo en toda la tierra, convocó el Concilio Ecuménico Vaticano II. (1963)
Fecha de beatificación: 3 de septiembre de 2000, por S.S. Juan Pablo II.
Fecha de canonización: 27 de abril de 2014, por S.S. Francisco
Memoria litúrgica: 11 de octubre
Breve Biografía

Nació en el seno de una numerosa familia campesina, de profunda raigambre cristiana. Pronto ingresó en el Seminario, donde profesó la Regla de la Orden franciscana seglar. Ordenado sacerdote, trabajó en su diócesis hasta que, en 1921, se puso al servicio de la Santa Sede. En 1958 fue elegido Papa, y sus cualidades humanas y cristianas le valieron el nombre de "papa bueno". Juan Pablo II lo beatificó el año 2000 y estableció que su fiesta litúrgica se celebre el 11 de octubre.

Nació el día 25 de noviembre de 1881 en Sotto il Monte, diócesis y provincia de Bérgamo (Italia). Ese mismo día fue bautizado, con el nombre de Ángelo Giuseppe. Fue el cuarto de trece hermanos. Su familia vivía del trabajo del campo. La vida de la familiaRoncalli era de tipo patriarcal. A su tío Zaverio, padrino de bautismo, atribuirá él mismo su primera y fundamental formación religiosa. El clima religioso de la familia y la fervorosa vida parroquial, fueron la primera y fundamental escuela de vida cristiana, que marcó la fisonomía espiritual de Ángelo Roncalli.
Recibió la confirmación y la primera comunión en 1889 y, en 1892, ingresó en el seminario de Bérgamo, donde estudió hasta el segundo año de teología. Allí empezó a redactar sus apuntes espirituales, que escribiría hasta el fin de sus días y que han sido recogidos en el «Diario del alma». El 1 de marzo de 1896 el director espiritual del seminario de Bérgamo lo admitió en la Orden franciscana seglar, cuya Regla profesó el 23 de mayo de 1897.
De 1901 a 1905 fue alumno del Pontificio seminario romano, gracias a una beca de la diócesis de Bérgamo. En este tiempo hizo, además, un año de servicio militar. Fue ordenado sacerdote el 10 de agosto de 1904, en Roma. En 1905 fue nombrado secretario del nuevo obispo de Bérgamo, Mons. Giácomo María Radini Tedeschi. Desempeñó este cargo hasta 1914, acompañando al obispo en las visitas pastorales y colaborando en múltiples iniciativas apostólicas: sínodo, redacción del boletín diocesano, peregrinaciones, obras sociales. A la vez era profesor de historia, patrología y apologética en el seminario, asistente de la Acción católica femenina, colaborador en el diario católico de Bérgamo y predicador muy solicitado por su elocuencia elegante, profunda y eficaz.
En aquellos años, además, ahondó en el estudio de tres grandes pastores: san Carlos Borromeo (de quien publicó las Actas de la visita apostólica realizada a la diócesis de Bérgamo en 1575), san Francisco de Sales y el entonces beato Gregorio Barbarigo. Tras la muerte de Mons. Radini Tedeschi, en 1914, don Ángelo prosiguió su ministerio sacerdotal dedicado a la docencia en el seminario y al apostolado, sobre todo entre los miembros de las asociaciones católicas.
En 1915, cuando Italia entró en guerra, fue llamado como sargento sanitario y nombrado capellán militar de los soldados heridos que regresaban del frente. Al final de la guerra abrió la «Casa del estudiante» y trabajó en la pastoral de estudiantes. En 1919 fue nombrado director espiritual del seminario.
En 1921 empezó la segunda parte de la vida de don Ángelo Roncalli, dedicada al servicio de la Santa Sede. Llamado a Roma por Benedicto XV como presidente para Italia del Consejo central de las Obras pontificias para la Propagación de la fe, recorrió muchas diócesis de Italia organizando círculos de misiones. En 1925 Pío XI lo nombró visitador apostólico para Bulgaria y lo elevó al episcopado asignándole la sede titular de Areópoli. Su lema episcopal, programa que lo acompañó durante toda la vida, era: «Obediencia y paz».
Tras su consagración episcopal, que tuvo lugar el 19 de marzo de 1925 en Roma, inició su ministerio en Bulgaria, donde permaneció hasta 1935. Visitó las comunidades católicas y cultivó relaciones respetuosas con las demás comunidades cristianas. Actuó con gran solicitud y caridad, aliviando los sufrimientos causados por el terremoto de 1928. Sobrellevó en silencio las incomprensiones y dificultades de un ministerio marcado por la táctica pastoral de pequeños pasos. Afianzó su confianza en Jesús crucificado y su entrega a él.
En 1935 fue nombrado delegado apostólico en Turquía y Grecia. Era un vasto campo de trabajo. La Iglesia católica tenía una presencia activa en muchos ámbitos de la joven república, que se estaba renovando y organizando. Mons. Roncalli trabajó con intensidad al servicio de los católicos y destacó por su diálogo y talante respetuoso con los ortodoxos y con los musulmanes. Cuando estalló la segunda guerra mundial se hallaba en Grecia, que quedó devastada por los combates. Procuró dar noticias sobre los prisioneros de guerra y salvó a muchos judíos con el «visado de tránsito» de la delegación apostólica. En diciembre de 1944 Pío XII lo nombró nuncio apostólico en París.
Durante los últimos meses del conflicto mundial, y una vez restablecida la paz, ayudó a los prisioneros de guerra y trabajó en la normalización de la vida eclesiástica en Francia. Visitó los grandes santuarios franceses y participó en las fiestas populares y en las manifestaciones religiosas más significativas. Fue un observador atento, prudente y lleno de confianza en las nuevas iniciativas pastorales del episcopado y del clero de Francia. Se distinguió siempre por su búsqueda de la sencillez evangélica, incluso en los asuntos diplomáticos más intrincados. Procuró actuar como sacerdote en todas las situaciones. Animado por una piedad sincera, dedicaba todos los días largo tiempo a la oración y la meditación.
En 1953 fue creado cardenal y enviado a Venecia como patriarca. Fue un pastor sabio y resuelto, a ejemplo de los santos a quienes siempre había venerado, como san Lorenzo Giustiniani, primer patriarca de Venecia.
Tras la muerte de Pío XII, fue elegido Papa el 28 de octubre de 1958, y tomó el nombre de Juan XXIII. Su pontificado, que duró menos de cinco años, lo presentó al mundo como una auténtica imagen del buen Pastor. Manso y atento, emprendedor y valiente, sencillo y cordial, practicó cristianamente las obras de misericordia corporales y espirituales, visitando a los encarcelados y a los enfermos, recibiendo a hombres de todas las naciones y creencias, y cultivando un exquisito sentimiento de paternidad hacia todos. Su magisterio, sobre todo sus encíclicas «Pacem in terris» y «Mater et magistra», fue muy apreciado.
Convocó el Sínodo romano, instituyó una Comisión para la revisión del Código de derecho canónico y convocó el Concilio ecuménico Vaticano II. Visitó muchas parroquias de su diócesis de Roma, sobre todo las de los barrios nuevos. La gente vio en él un reflejo de la bondad de Dios y lo llamó «el Papa de la bondad». Lo sostenía un profundo espíritu de oración. Su persona, iniciadora de una gran renovación en la Iglesia, irradiaba la paz propia de quien confía siempre en el Señor. Falleció la tarde del 3 de junio de 1963.
Juan Pablo II lo beatificó el 3 de septiembre del año 2000, y estableció que su fiesta litúrgica se celebre el 11 de octubre [1], recordando así que Juan XXIII inauguró solemnemente el Concilio Vaticano II el 11 de octubre de 1962.

El milagro para su beatificación

El hecho atribuido a la intercesión del Papa Bueno hace referencia a la inexplicable curación de una religiosa, Sor Caterina Capitani, enferma de una dolencia estomacal. Era el año 1966 (apenas tres años después de la muerte de Juan XXIII), cuando la entonces joven Caterina Capitani examinada por los médicos de Nápoles recibió el terrible diagnóstico: "Perforación gástrica hemorrágica con fistulación externa y peritonitis aguda". Un caso a todas luces desesperado en el que el desenlace fatal había sido ya aceptado por la familia. Sin embargo, el 22 de mayo de 1966, las hermanas de la enferma, sabedoras de que Caterina era una ferviente admiradora de Juan XXIII, oraron pidiendo su intercesión mientras le colocaban una imagen del Papa sobre el estómago de Sor Caterina. Pocos minutos después, la monja, a la que ya habían administrado el sacramento de la unción de los enfermos, comenzó a sentirse bien y pidió comer.
Sor Caterina Capitani, quien falleció en marzo del 2010 (a la edad de 68 años), relató haber visto a Juan XXIII sentado al pie de su cama de enferma, diciéndole que su plegaria había sido escuchada. Días más tarde, una radiografía documentó la desaparición completa del mal que padecía. La ciencia, fue incapaz de dar una explicación a la curación, además en el estómago no le quedaron señales de las cicatrices causadas por la fístula. Una comisión de médicos calificó de "inexplicable científicamente" la curación de la religiosa.

La canonización

El papa Juan XXIII tenía en su haber más de veinte curaciones inexplicables atribuidas a su intercesión, incluidas dos de las que su postulador estába convencido de que soportarían el riguroso examen del equipo de asesores médicos de la congregación.
Entre los casos más interesantes, está la historia de una mujer de Nápoles que en 2002 ingirió sin querer una bolsa de cianuro. Invocando al beato se salvó del envenenamiento sin dañar los riñones, o el bazo, y curando al mismo tiempo la cirrosis hepática.
Pero un segundo milagro comprobado no fue necesario.  El 5 de julio de 2013 el Papa Francisco firmó el decreto en el cual se aprueba la votación a favor de la canonización del Beato Juan XXIII (Angelo Giuseppe Roncalli) realizada el día 2 del mismo mes y año en la sesión ordinaria de los Cardenales y Obispos de la Congregación para la Causa de los Santos.
Para conocer más sobre este proceso recomendamos leer el artículo ¿Por qué Juan XXIII será santo sin milagro?
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NOTA
[1] En el santoral los santos y beatos se inscriben en su fecha de muerte, día de su ingreso a la casa del Padre. La fiesta litúrgica no tiene que coincidir obligatoriamente con la fecha de recordación en el santoral.

Kevin de Glendalough, Santo
Kevin de Glendalough, Santo
Abad, Junio 3


Por: . | Fuente: Santopedia.com



Glendalough (el Valle de Los Dos Lagos) es un valle estrecho, pintoresco y solitario, en el corazón de las Montañas de Wicklow. La fama de su escuela monástica se debe principalmente, a su fundador, San Kevin y a Laurence O´Tool, el último de los santos irlandeses canonizados. 

Kevin, (en irlandés Coemghen, el honorablemente engendrado) nació cerca de Rathdrum hacia finales del siglo quinto y vivió hasta los ciento veinte años. Su primer tutor fue San Petroc de Cornualles, el cual, había llegado a Leinster alrededor del 492 y se consagró a sí mismo, con considerable ardor y entusiasmo, al estudio de las Sagradas Escrituras, en lo que su alumno, también llegaría a convertirse en un estudioso notable. Kevin continuó sus estudios bajo la dirección de su tío, San Eugenio, posteriormente Obispo de Ardstraw, quien en aquella época, vivía en Kilnamanagh (Wicklow), donde enseñaba a sus alumnos todas las enseñanzas sagradas, las cuales había adquirido en el famoso Monasterio Británico de Rosnat.

El joven Kevin fue, en su tiempo, un apuesto mozo que había conquistado sin saberlo, el afecto de una joven y bella doncella, la cual, una vez le siguió a los bosques. El joven santo, dándose cuenta de la presencia de la joven dama, se tiró a una cama de ortigas y después, cogiendo un puñado de las mismas, flageló a la joven con las ardientes hierbas. “ El fuego externo” dice el biógrafo “extinguió el fuego interno” y Kathleen, arrepentida, llegó a convertirse en santa. Se desconoce el origen de la historia, la cual Moore unió al inmortal verso en el que relata cómo Kevin arrojó a la desdichada Kathleen de su cueva, frente a Lugduff, a las profundidades del lago que está debajo. Entonces Kevin se retiró a lo más salvaje del Valle de Glendalaough, donde pasó muchos años en una estrecha cueva viviendo a solas con Dios, practicando un ascetismo extremo. Con el paso del tiempo, hombres santos se congregaron entorno a él y le indujeron a construir el monasterio, cuyas ruinas todavía permanecen más abajo en el valle más abierto, hacia el este. Aquí su fama de santo y escolástico, atrajo multitud de discípulos, por eso Glendalough llegó a ser para el este de Irlanda lo que las Islas Arran fueron para el oeste- una gran escuela de sabiduría sagrada y noviciado en el que los jóvenes santos y clérigos eran entrenados en virtud y auto negación.

Uno de los más ilustres alumnos de San Kevin en Glendalogh fue San Moling, fundador del bien conocido monasterio llamado en su honor San Mullins, situado en la margen izquierda del río Barrow, en el suroeste del Condado de Carlow. Como su maestro Kevin, el fue un hombre dedicado al saber y a la extrema austeridad, viviendo, según se cuenta, tanto tiempo cómo hizo Kevin, en un árbol hueco. También fue un elegante escritor, tanto en Latín como en Irlandés. Son muchos los poemas irlandeses que le han sido atribuidos, sus profecías fueron ampliamente conocidas y el “Libro Amarillo de San Moling” fue uno de los que Keating tuvo en sus manos, pero que por desgracia se perdió. Uno de los escolásticos de Glendalogh, no obstante, San Laurence O´Tool, fue con mucho, el más distinguido. Un gran escolástico, obispo, patriota y santo, debió todo su entrenamiento en virtud y sabiduría a esta escuela. Llevó tan lejos su devoción a San Kevin que incluso después de haber sido nombrado Arzobispo de Dublín, convirtió en practica habitual retirarse de la ciudad y pasar toda la Cuaresma en la misma cueva en la cara de la roca sobre el lago donde San Kevin había vivido a solas con Dios.

Las ruinas existentes en Glendalough todavía forman una escena impactante en ese valle montañés de salvaje belleza. Dentro del área del recinto original están la gran iglesia, una catedral, construida probablemente en la época de San Kevin, una fina torre circular de 33 metros de altura (110 pies), la construcción llamada la Cro o cocina de San Kevin y la Iglesia de la Bendita Virgen, a la que San Kevin, como la mayoría de los santos irlandeses, profesaba una especial devoción. La construcción llamada la cocina de San Kevin fue sin lugar a dudas su oratorio privado y habitación del santo, esta última estando en un recinto más arriba, como en la casa de San Columbano en Kells.

Fue canonizado en 1903.


Diego Oddi, Beato
Diego Oddi, Beato
Laico Franciscano, Junio 3


Por: . | Fuente: Franciscanos.org



Hermano laico profeso de la Orden de Hermanos Menores. Se dedicó a la vida de piedad y al trabajo del campo hasta que entró en la casa retiro de Bellegra (Roma). Fue limosnero durante cuarenta años y, aunque no tenía estudios, edificó a las gentes con sus palabras germinadas en un corazón acostumbrado a dialogar con Dios. Lo beatificó Juan Pablo II el 3 de octubre de 1999.

José Oddi, como se llamaba antes de entrar en la Orden de Frailes Menores, nació en Vallinfreda (Roma), el 6 de junio de 1839, en el seno de una familia pobre y muy religiosa. A los veinte años, mientras trabajaba en el campo, sintió una misteriosa llamada, que fue madurando en las visitas que cada tarde solía hacer a la iglesia, al volver del trabajo, para dialogar con Dios y con la santísima Virgen, a quien estaba vinculado desde siempre por una entrañable devoción filial.

Algunos meses después, juntamente con un grupo de peregrinos, fue a visitar el Retiro de San Francisco, en Bellegra. Quedó impresionado por el lugar y por la vida santa que llevaban los frailes. Pasaron otros cuatro años, pero no podía olvidar aquella experiencia. Soñaba con el pequeño convento franciscano. Volvió allí en la primavera de 1864. Salió a abrirle la puerta un fraile, venerable por su edad y su aspecto. A José en el pueblo le habían hablado de él, destacando su vida santa. Aquel anciano llevaba allí más de cuarenta años abriendo la puerta a peregrinos y viandantes; para todos tenía una palabra buena, una sonrisa y, si hacía falta, un reproche y un pan: se llamaba fray Mariano de Roccacasale, también él proclamado beato el 3 de octubre de 1999.

José acudió a pedirle consejo. Fray Mariano le dijo: «¡Sé bueno; sé bueno, hijo mío!». Estas sencillas palabras fueron decisivas para su vida: en el largo viaje de regreso a Vallinfreda, las palabras de fray Mariano comenzaron a hacer mella en él con la fuerza de la verdad repentinamente descubierta. A partir de entonces, aumentó el tiempo dedicado a la oración; se afianzaba en él la certeza de la llamada.

Entró en el Retiro de Bellegra en 1871, superando la resistencia de sus padres. Acogido al principio como «terciario oblato», pudo pronunciar los votos solemnes en 1889. José inició una nueva vida: durante cuarenta años recorrió los caminos de Subiaco pidiendo limosna. Analfabeto, pero ingenioso y fácil para el diálogo, sorprendía a todos con sus palabras, que brotaban de un corazón habituado a usarlas en los coloquios con Dios. Cuando la campana que indicaba el silencio de la noche invitaba a los religiosos a descansar en su celda, Diego se quedaba a hablar con el Señor; y a menudo este coloquio se prolongaba toda la noche. Al recorrer los pueblos pidiendo limosna, hacia el atardecer, entraba en la iglesia y asistía con los fieles a las funciones litúrgicas. Después persuadía al sacristán para que se fuese a casa, porque él se ocuparía de tocar al «Ave María» y de cerrar la iglesia. Así se quedaba a menudo en oración durante toda la noche. De este continuo coloquio con el Señor sacaba la sabiduría de la fe, que los demás luego recogían de sus palabras y discursos. Verlo ayudar la misa y acercarse a la comunión equivalía a una predicación.

Otra cosa que despertaba admiración era su austeridad y penitencia, que trataba de ocultar, pero que quedaba de manifiesto a quien convivía con él o le hospedaba cuando se dirigía a los pueblos a pedir limosna. Ocultaba esta virtud bajo la sonrisa y respondiendo con ingeniosidad a las preguntas que le dirigían. En su vida sencilla se podían descubrir las maravillas que Dios obraba en él. Muchos fueron los milagros realizados a su paso; pero el más auténtico era su vida.

Murió el 3 de junio de 1919. Lo beatificó Juan Pablo II el 3 de octubre de 1999.
Andrés Caccioli, Beato
Andrés Caccioli, Beato
Franciscano, Junio 3


Por: . | Fuente: Santopedia.com



Primer Sacerdote de la Orden de los Hermanos Menores

Andrés Caccioli nació en Spello, Umbría, en 1194. Pronto abrazó la vida eclesiástica y llegó a ser sacerdote. 

En 1223 quiso seguir a San Francisco y se hizo discípulo suyo ingresando en la Orden de los Hermanos Menores. De San Francisco imitó especialmente el espíritu de pobreza, y el 3 de octubre de 1226 tuvo la dicha de asistir al glorioso tránsito del Seráfico Pobrecillo. En 1233 estaba en España, donde tomó parte en el Capítulo de Soria y obtuvo con sus oraciones una lluvia providencial para aquella tierra afectada por una prolongada sequía. Igual milagro hizo en Spello.

Vivió también en el eremitorio de Las Cárceles en Asís, en gran penitencia y austeridad. Atendía sólo a la contemplación de las cosas del cielo, al cual se sentía ya cercano. Las horas libres de los actos comunes las pasaba en una gruta separado del resto del mundo, únicamente dedicado a la oración ferviente. Varias veces fue favorecido con celestiales apariciones y su espíritu probó dulzuras indescriptibles. Un día Jesús se le apareció en forma de niño, resplandeciente de belleza. Estaban en dulces conversaciones cuando sonó la campana que llamaba a los religiosos al coro para la recitación de Vísperas. Andrés, por espíritu de obediencia, suspendió la conversación para unirse a sus cohermanos. Terminadas vísperas, regresó a su retiro y con gran alegría encontró al niño Jesús, el cual le dijo: “Hiciste bien al obedecer: pronto te llamaré a mí!”. Era el feliz anuncio de su próxima muerte.

En 1248 volvió al convento de San Andrés, de Spello, donde fue encargado de la dirección espiritual de las Clarisas. Obtuvo de Santa Clara que fuera enviada como abadesa de Spello la Beata Pacífica Guelfuccio, tía y una de las primeras y más ilustres discípulas de Santa Clara. Con la ayuda y el consejo del Beato Andrés la comunidad de las Damas Pobres de la Dama Pobreza aumentó en número y fervor, renunció a la regla mitigada del Cardenal Hugolino para seguir la compuesta por San Francisco para las primeras religiosas amantes de la pobreza. De esta manera el monasterio de Spello vino a ser pronto una de las casas más florecientes de la Orden.

En Spello Andrés esperó sereno la invitación para volar a la patria celestial. Rico de méritos y glorioso por su ardiente apostolado en medio del pueblo, realizado por medio de la predicación de muchos años, recibió con edificante piedad los últimos sacramentos, y se durmió plácidamente en el Señor el 3 de junio de 1254; tenía 60 años de edad. 

Las antiguas crónicas franciscanas lo llaman máximo predicador y taumaturgo, recuerdan su caridad y obediencia ejemplares. Se distinguió por su fervor eucarístico, una tierna devoción a la Santísima Virgen y la contemplación de la Pasión y muerte de Jesús. Su cuerpo se venera en la iglesia de San Andrés, en Spello. Fue elegido co‑patrono de su ciudad en 1360.

Su culto fue confirmado el 25 de julio de 1738 por el Papa Clemente XII.


Carlos Luanga y compañeros, Santos
Carlos Luanga y compañeros, Santos
Mártires, 3 de junio


Por: P. Ángel Amo. | Fuente: Catholic.net



Mártires en Uganda

Esa mañana, cuando el rey Mwanga reunió la corte, vibraba en el aire una espasmódica espera. En la sala se notaba la presencia insólita de algunos energúmenos, mientras el grupo de los pajes reales, espléndidos ejemplares de belleza negra, se agolpaban alrededor del trono. Mwanga les dio una orden extraña: “Todos los que no quieran rezar pueden quedarse aquí cerca del trono; en cambio, los que quieran rezar reúnanse allá contra la pared”. El jefe de los pajes, Carlos Lwanga, fue el primero en apartarse, y luego lo siguieron otros quince. “¿Pero ustedes rezan de verdad?”, preguntó el rey. “Sí, señor mío, nosotros rezamos de verdad” contestó Carlos en nombre de todos sus compañeros cristianos, que habían pasado toda la noche anterior rezando. “¿Y están resueltos a seguir rezando?” insistió el rey. “Sí, señor mío, siempre, hasta la muerte”. “Entonces, mátenlos” les dijo bruscamente el rey a los verdugos. En efecto, “rezar” equivalía a “ser cristianos” en ese reino de Mwanga, rey de Buganda, una región que actualmente pertenece a Uganda. Y en el reino de Mwanga rezar, es decir, ser cristianos, estaba absolutamente prohibido.

Los comienzos, en realidad, habían sido buenos. El rey Mutesa al principio había acogido bien, en 1879, a los Padres Blancos de Lavigérie, que después tuvieron que retirarse por las intrigas de algunos jefes. Después, en 1885, fueron llamados nuevamente por Mwanga, y encontraron cristianos comprometidos que ocupaban cargos de responsabilidad. El “katikiro”, una especie de canciller, había tramado una conjuración contra el rey, pero fue descubierto por los cristianos. Entonces este se alió con los notables y brujos, y esta alianza fue fatal para los cristianos. José Mukasa Balikuddembe, consejero del rey, fue decapitado el 15 de noviembre de 1885; en mayo de 1886 fueron muertos Dionisio Sbuggwawo, Ponciano Ngondwe, Andrés Kaggwa, Atanasio Bazzekuketta, Gonzaga Gonga, Matías Kalemba, Noé Mwaggali.

Después les tocó el turno a los pajes de los que hablábamos; pero tres se salvaron, según el uso, sacados a suerte. Entre los trece “mártires” se encontraba Mbaga Tuzinda, hijo del jefe de los verdugos. Naturalmente trató repetidamente de salvarlo, pero él no quiso separarse de sus compañeros. Entre ellos también había un niño de trece años, Kizito. Los veintidós mártires de Uganda fueron beatificados por Benedicto XV, y canonizados por Pablo VI el 18 de octubre de 1964, en presencia de los Padres del Concilio Vaticano II; y el mismo Pablo VI consagró en 1969 el altar del grandioso santuario construido en Namugongo, en donde los trece pajes, dirigidos por Carlos Lwanga, quisieron “rezar hasta la muerte”.

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