sábado, 4 de julio de 2015

San Odon Canterbury - San Oseas - Santa Berta - San Andrés de Creta - San Udalrico de Augsburgo 04072015


San Odon Canterbury

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San Odon
San Odon, Arzobispo de Canterbury . Nació el 4 de Julio en el reino de Anglia oriental. Como obispo de Ramsbury asistió a la gran batalla de Brunanburh, en la que el rey Athelstan derrotó a los daneses, a los escoceses y a los habitantes de Nortumbría.   Poco después, pasó a ocupar la sede de Canterbury.
Su gobierno episcopal fue muy activo, en lo eclesiástico y en lo civil; transformó su país natal en diócesis independiente y apoyo las reformas de San Dunstano en Glastonbury.   Tomó el hábito religioso en Fleury-sur-Loire. El pueblo cristiano le conocía con el nombre de "Odón el bueno". Entre los milagros que se le atribuyen, se cuenta que demostró en forma sensible la presencia real de Cristo en la Eucaristía a algunos miembros del clero.
El santo murió en el año de 959. Su vida se había extendido durante el reinado de seis monarcas. Su nombre aparece en algunos calendarios antiguos de la diócesis de Canterbury.





Oremos  

Señor, tú que colocaste a San Odon en el número de los santos pastores y lo hiciste brillar por el ardor de la caridad y de aquella fe que vence al mundo, haz que también nosotros, por su intercesión, perseveremos firmes en la fe y arraigados en el amor y merezcamos así participar de su gloria. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo.



San Oseas

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 Santos Oseas y Ageo
Con Oseas comienza la serie de los doce Profetas Menores. Llámanse Menores no porque fuesen Profetas de una categoría menor, sino por la escasa extensión de sus profecías, con  relación a los Profetas Mayores.
Oseas u Osee, profeta de las diez tribus del norte, como su contemporáneo Amós, vivió en el siglo VIII a. C., mientras Isaías y Miqueas profetizaban en Judá, es decir, bajo el reinado del rey Jeroboam II de Israel (783-743) y de los reyes Ocías (Amasías) (789-738), Acaz (736-721) y Ezequías (721-693), reyes de Judá.
Sus discursos proféticos se dirigen casi exclusivamente al reino de Israel (Efraím, Samaria), entonces poderoso y depravado, y sólo de paso a Judá. Son profecías duras, cargadas de terribles amenazas contra la idolatría, la desconfianza en Dios y la corrupción de costumbres, y alternadas por otra parte con esplendorosas promesas (cfr. 2, 14) y expresiones del más inefable amor (cfr. 2, 23; 11, 8 ss.). Es estilo es sucinto y lacónico, pero muy elocuente y patético, y a la vez riquísimo en imágenes y simbolismos.
La primera parte (cap. 1 a 3) comprende dos acciones simbólicas que se refieren a la infidelidad del reino de Israel como esposa de Yahvé. La segunda (cap. 4 a 14) es una colección de cinco vaticinios (cap. 4, 5, 6, 7  a  12, 12 a 14 ), en que se anuncian los castigos contra el mismo reino y luego la purificación de la esposa adúltera, en la cual se despierta la esperanza en el Mesías y su glorioso reinado.
El Matirologio Romano conmemora al santo profeta el dia 4 de julio. Su sepulcro se muestra en el monte Nebi Oscha, no lejos de es-Salt (Transjordania). El Eclesiático (textos hebreo y griego), hace de Oseas y de los otros Profetas Menores este significativo elogio: " Reverdezcan también en el lugar donde reposan, los huesos de los doce Profetas; porque ellos consolaron a Jacob, y lo confortaron con una esperanza cierta ! (Ecli. 49, 12).


Con Ageo (en Hebreo Haggai, o sea festivo) empieza el período postexílico de la profecía de Israel, en el cual le acompañará Zacarías y le sucederá, casi un siglo más tarde, Malaquías. Como muchos otros Profetas menores, Ageo no es conocido más que por algunas pocas noticias. Sus cuatro discursos se refieren todos al segundo año de Darío I (520 a. C.), sucediéndose en menos de cuatro meses (cfr. 1, 1; 2, 11 y 21).
Su nombre como el de Zacarías se menciona en Esdr. 5, 1 y 6, 14, y allí vemos, como en los Profetas anteriores, el ambiente decaído de los restos de Israel vueltos de Babilonia (tribus de Judás y Benjamín), que estos enviados de Dios trataron de levantar en aquel período, y que tan lejos estaba de la resurrección soñada según los vaticinios de los Profetas. En el orden político, sometido de continuo a la tiranía extranjera; en el religioso y moral, con la horrible decadencia que Malaquías enrostra a sacerdotes y pueblo, al que el mismo Ageo condena por su impureza (2, 10 ss.) y por su indiferencia en construir el nuevo Templo (1, 4ss.), el cual debería haber sido el objeto de todas sus ansias, según las esplendorosas promesas de Ezequiel (cfr. Ez. 40, 1). Época "penosa y aun dolorosa, porque la teocracia hallaba, de parte de los hombres, muchos obstáculos para salir de sus ruinas, y el desaliento se había apoderado de los judíos también desde el punto de vista religioso" (Fillion). (Véase Esdr. 1, 2 ).
En el primer discurso (1, 2 a 2, 1), Ageo exhorta a los judíos, remisos en reanudar la reconstrucción del Templo salomónico; en el segundo  (2, 2-10), consuela a los que habían visto la gloria y magnificencia del Templo salomónico; en el tercero (2, 11-20), anuncia la bendición de Dios y la futura gloria del Templo; en el cuarto (2, 21-24), se dirige a Zorobabel, prometiéndole recompensa divina y fortaleciéndole con la promesa del reino mesiánico futuro, "con lo cual se ve una vez más que esta restauración precaria de aquellas pocas tribus, que tanto había de sufrir aún en tiempo de los Macabeos, y caer luego en le deicidio y la total dispersión, no era sino la figura de aquella otra queconstituía la esperanza de Israel". (Véase Sof. 3, 20)
El Martirologio Romano hace la conmemoración de Ageo junto con la del Profeta Oseas el 4 de julio 






" Porque has guardado la palabra de mi constancia, yo también te guardaré en la hora de la prueba que va a venir sobre el mundo entero, para probar a los habitantes de la tierra. Llegaré pronto: sostén lo que tengas, para que nadie te quite tu corona. Al que venza lo haré columna en el templo de mi Dios, y ay nunca saldrá fuera, y sobre él escribiré el nombre de mi Dios y el nombre de la ciudad de mi Dios, de la nueva Jerusalén, que baja del cielo desde mi Dios, y mi nombre nuevo." Ap. 3, 10-12



Santa Berta



Santa Berta, abadesa
En Blangy, en la región de la Galia Atrebatense, santa Berta, abadesa, la cual, habiendo ingresado junto con sus hijas Gertrudis y Deotila en el monasterio que ella misma había fundado, pasados unos años se retiró a una celda donde vivió en completa clausura.
Santa Berta nació en Francia aproximadamente en el 640, de Rigoberto, conde palatino bajo el reino carolingio de Clodoveo II (636-656), y de Ursona; a los veinte años casó, por motivos de estado, con un pariente del rey de nombre Sigfrido, y del matrimonio nacieron cinco hijas.

Veinte años después, hacia el 680, queda viuda, y pudo abrazar por fin su vocación monástica, para lo que construyó dos casas de oración. Pero, cuenta su leyenda, se le apareció un ángel para indicarle que el lugar en el que debía fundar era el monasterio de Blangy, en Artois (Pas-de-Calais).

A ese monasterio se retiró con sus dos hijas mayores, Gertrudis y Deotila. Una vez organizada la comunidad, dejó en sus hijas la dirección, y se retiró a una celda pequeña junto a la iglesia del monasterio, donde se dedicó a la penitencia y la oración. Murió en el 725, con unos 85 años. Sus reliquias fueron transportadas en 825 de Erstein a Estrasburgo, para salvarlas de las invasiones de los normandos, pero en 1032 fueron de nuevo llevadas a Blangy, que mientras tanto se incorporó a la Orden Benedictina.

Artículo basado en el de Antonio Borrelli en Santi e beati. Los elementos sobre los que se basa su biografía, poco dignos de confianza a decir del Butler-Guinea, pueden verse en Acta Sanctorum, julio vol. II; hay un aapartado sobre la santa en Van der Essen, Etude critique, pp. 420-421.
El Testigo Fiel


San Andrés de Creta

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En Erissos, en la isla de Lesbos, tránsito de san Andrés de Creta, obispo de Gortinia, que con oraciones, himnos y cánticos de refinada composición alabó a Dios y exaltó a la Madre del Señor, la Virgen inmaculada y asunta a los cielos.
Andrés nació en Damasco a mediados del siglo VII. A pesar de la elocuencia que poseyó en su edad madura, se cuenta que hasta la época de su primera comunión, que recibió a los siete años, era muy poco locuaz. A los quince años de edad, se trasladó a Jerusalén, por lo cual se le da algunas veces el título de san Andrés de Jerusalén. En dicha ciudad se hizo monje del monasterio de San Sabas y, en el monasterio del Santo Sepulcro recibió el lectorado y el subdiaconndo.

El patriarca de Jerusalén, Teodoro, le envió el año 685 a Constantinopla a reiterar la adhesión de su Iglesia al sexto Concilio ecuménico (Constantinopla III), que acababa de condenar la herejía monotelita. San Andrés se quedó en Constantinopla y fue ordenado diácono de la Gran Basílica; además, se le confió el cuidado de un orfanato y de un hospicio de ancianos. Poco después, debido a sus cualidades de carácter y a sus habilidades, fue elegido arzobispo de Cortina, la sede metropolitana de Creta. Ahí se dejó envolver en la última oleada del monotelismo. En efecto, el año 711, Filípico Bardanes se apoderó del trono imperial, quemó las actas del sexto Concilio ecuménico, restableció en los dípticos litúrgicos los nombres que dicho Concilio había anatematizado y reunió un sínodo para que ratificase su proceder. Andrés asistió a dicho sínodo el año 712; pero al año siguiente, se arrepintió de ello y firmó sin vacilar la carta de excusa que su patriarca escribió al Papa Constantino, después de que Anastasio II arrojó a Bardanes del trono imperial.

San Andrés se distinguió el resto de su vida como predicador y autor de himnos. Se conservan más de veinte sermones suyos, que han sido publicados. Sus himnos dejaron una huella perdurable en la liturgia bizantina. Según se dice, él fue quien introdujo la forma himnódica llamada «kanon». En todo caso, está fuera de duda que escribió numerosos himnos, en ése y otros ritmos parecidos; algunos de ellos se cantan todavía. Desgraciadamente, el ritmo del «kanon» se presta mucho a la verbosidad. San Andrés compuso un «kanon» de 250 estrofas, que solía cantarse en la Cuaresma, «con gran dificultad y fatiga para los pulmones», según escribió Combefis. Las homilías de san Andrés tienen cierta importancia en la historia de la mariología, y han alcanzado un lugar en algunas celebraciones del ciclo litúrgico actual, ya que fragmentos de ellas se leen como segunda lectura del Oficio de Lecturas en la Fiesta de la exaltación de la Santa Cruz, en la Fiesta de la natividad de la Santísima Virgen María y en el Domingo de Ramos (el mismo se lee también el martes de la XXXIII semana del TO).

No hay que confundir a este san Andrés con el san Andrés de Creta, llamado «el Calibita» (celebrado el 20 de octubre). S. Vailhé, en Echos d'Orient, vol. V (1902), pp. 378-387. Acerca de los himnos y homilías de San Andrés, véase Bardenhewer, Patrology (trad. ingl.), p. 567. Nilles, Kalendarium Manuale, vol. II, pp. 147-156; y J. M. Neale, Hymns of the Eeastern Church. El Gran Canon cuaresmal al que hace referencia el artículo se utiliza en la Cuaresma ortodoxa.
fuente: «Vidas de los santos de A. Butler», Herbert Thurston, SI




San Udalrico de Augsburgo

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En Augsburgo, ciudad de Baviera, san Udalrico, obispo, ilustre por su admirable abstinencia, su generosidad y sus vigilias, que falleció nonagenario tras haber ejercido durante cincuenta años su ministerio episcopal.
San Ulrico nació en Augsburgo el año 890 y se educó en la abadía de San Galo. Santa Wiborada, que vivía cerca de dicha abadía, predijo, según se cuenta, que Ulrico sería un día obispo y sufriría pruebas muy duras. Pero el santo fue tan delicado en su juventud, que los otros monjes estaban persuadidos de que no viviría mucho tiempo. Sin embargo, la regularidad y la templanza fueron más provechosas a su salud de lo que hubiesen sido, probablemente, el cuidado solícito de sus padres y la atención de los médicos. El cardenal Lugo aduce varios ejemplos que prueban que el hecho no es único en la historia de las órdenes religiosas. Cuando Ulrico terminó sus estudios en la abadía, su padre le llevó a Augsburgo y le confió al cuidado del obispo de esa ciudad. Con el tiempo, san Ulrico le sucedió en el gobierno de la sede.

Los magiares habían saqueado poco antes la región, asesinado a santa Wiborada, asolado la ciudad de Augsburgo y destruido la catedral. Para no perder tiempo, el nuevo obispo construyó una pequeña iglesia para reunir al pueblo que, a raíz de tantas desgracias, necesitaba urgentemente instrucción, consuelo y ayuda. El santo prodigó todo eso a su grey y se consagró enteramente a sus funciones espirituales, en cuanto se lo permitían sus otras obligaciones. Se levantaba diariamente a las tres de la madrugada para asistir a los maitines y laudes y no salía de la iglesia sino hasta la hora de nona; entonces se dirigía al hospital, donde alentaba a los enfermos y lavaba los pies a doce mendigos, a los que daba además una generosa limosna. Pasaba el resto de la jornada instruyendo, predicando y visitando a sus fieles y cumpliendo los deberes de un pastor solícito. Cada año visitaba íntegramente su diócesis.

En los últimos años de su vida, deseando retirarse al monasterio de San Calo, renunció al gobierno de su sede en favor de su sobrino Adalbero. Esto constituía una irregularidad canónica, y san Ulrico tuvo que responder de sus actos ante un sínodo reunido en Ingelheim. En su última enfermedad, pidió que le recostasen en el suelo sobre una cruz de ceniza y murió así, rodeado de su clero, el 4 de julio de 973. En su tumba tuvieron lugar numerosos milagros. El Papa Juan XV le canonizó de manera solemne el 31 de enero del 993, en el curso de un sínodo en Letrán; ésta fue la primera canonización llevada a cabo por un papa.

Los materiales sobre la vida de san Ulrico son muy abundantes. El documento más importante es la biografía escrita por su contemporáneo, el preboste Gerardo; puede verse en Acta Sanctorum, julio, vol. II. Existe además otra biografía escrita por Berno, abad de Reichenau (en Migne, PL., CXLII, 1183-1204). Según parece, san Ulrico no dejó ningún escrito; todos los autores admiten actualmente que la «carta contra el celibato», que se le atribuía antiguamente, es una falsificación que data del período de los «Libelli de Lite» (cf. The Month, marzo, 1908, pp. 311-313). Los reformadores aprovecharon esa carta, que fue traducida al alemán en 1521 y al inglés en 1550 (Londres). Cuadro: Hans Burgkmair, 1518, Berlin.
fuente: «Vidas de los santos de A. Butler», Herbert Thurston, SI

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