Beato Adolfo Kolping | |
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Beato Adolfo Kolping, presbítero
En Colonia, de Renania, en Prusia, beato Adolfo Kolping, presbítero, que, ardientemente solícito para con los trabajadores y la justicia social, fundó una sociedad de jóvenes obreros, que difundió en muchos lugares.
Adolfo Kolping nació el 8 de diciembre de 1813 en Kerpen cerca de Colonia, Alemania, hijo de un pastor de ovejas. En su pueblo natal asistió a la escuela primaria, y aprendió también el oficio de zapatero. A partir de 1837 (a los 23 años) asistió al «Colegio de San Marcelo», en Colonia, para terminar la enseñanza media. Después estudió teología en Munich, Bonn y Colonia, y el 13 de abril de 1845 fue ordenado sacerdote en la Iglesia de los Minoritas de Colonia. De 1845 a 1849 se desempeñó como vicario de la parroquia de San Lorenzo en la ciudad industrial de Elberfeld (Wuppertal). Allí conoció muy de cerca la miseria que padecían los trabajadores, y, estimulado por la asociación de jóvenes católicos que el maestro de escuela Johann Gregor Breuer había fundado en Elberfeld, Adolfo encontró la tarea de su vida comprometiéndose con los artesanos y trabajadores jóvenes en su necesidad social y dándoles un hogar en la Iglesia. Como vicario de la catedral de Colonia, el 6 de mayo de 1849 fundó la Asociación de Jóvenes Artesanos de Colonia, que a partir de 1853 contó con una casa propia (la Casa Kolping). Las raíces históricas de lo que hoy día es la Obra Kolping Internacional, datan de esos comienzos. Adolfo Kolping falleció el 4 de diciembre de 1865 en Colonia. Poco después fue sepultado en la Iglesia de los Minoritas, de la que había sido rector desde 1862. El Papa Juan Pablo II lo beatificó el 27 de octubre de 1991 en Roma.
Estas palabras dirigía el papa Juan Pablo II a los frailes minoritas de Colonia en 1980, once años antes de la beatificación:
La catedral donde acabo de estar posee dos torres poderosas, que se elevan hacia el cielo como testigos de la fe. La iglesia de los frailes menores, que es de la misma época, contiene dos torres espirituales de la fe: al eminente teólogo Duns Scoto y al gran pastor del pueblo Adolfo Kolping. Duns Scoto trató sobre el misterio de la Concepción Inmaculada de María y describió su posición en el plan divino de salvación. Este templo fue el primero que, al Norte de los Alpes, se consagró a la Inmaculada. En dicha iglesia descansa, junto al pensador, el pastor de almas, el escritor popular y el apóstol de la sociedad Adolfo Kolping. Adolfo Kolping reclamó la nueva comprensión del valor interior del hombre, dado por Dios, en la familia, la profesión, la Iglesia, el Estado y la sociedad. Su programa reza así: El cristiano que vive cristianamente transforma el mundo. A Adolfo Kolping le tocó vivir en una época de profundo cambio político y social. El sabía bien que el individuo, dejado a sí mismo, puede contribuir bien poco a mejorar las cosas. Por ello organizó, con ánimo resuelto, las Asociaciones católicas de artesanos, que hoy constituyen la Obra internacional de Kolping. Con ello pretendía ofrecer seguridad y patria a los hombres que se encontraban en difícil situación social. Cuando Adolfo Kolping fundó en Colonia sus primeras Asociaciones de artesanos, actuaba también en la ciudad Carlos Marx, quien exhortaba a la revolución y a la lucha de clases. Adolfo Kolping, en cambio, quería transformar la sociedad con la conducta cristiana de los hombres. Los fundamentos de su trabajo fueron el mensaje de Cristo y la doctrina social católica, que él difundió con su actividad literaria y a la que dio nuevo impulso. Me encuentro aquí para agradecer a Adolfo Kolping y a la Obra internacional de Kolping, que realiza su programa de manera actualizada, el contributo prestado a la solución de las cuestiones sociales.
Kolping en www.kolping.net; el mismo pdf contiene los textos de la misa para quienes corresponda rezar la memoria del beato.
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San Juan Calabria
San Juan Calabria, presbítero y fundador
En Verona, en Italia, san Juan Calabria, presbítero, que fundó las Congregaciones de Pobres Siervos y de Pobres Siervas de la Divina Providencia.
Nació en Verona el 8 de octubre de 1873, séptimo y último hijo de Luis, zapatero, y de Angela Foschio, empleada al servicio doméstico, mujer de grande fe, educada por el Siervo de Dios Padre Nicolás Mazza en su escuela de niñas pobres. Desde el nacimiento, para el niño Juan, la pobreza fue su maestra de vida. Cuando murió su papá, tuvo que interrumpir el cuarto año de escuela primaria para buscar un trabajo como ayudante. Descubriendo las virtudes del joven, el rector de San Lorenzo, Padre Pedro Scapini, lo preparó en privado para los exámenes de ingreso al seminario. Una vez superados, fue admitido y frecuentó el liceo como alumno externo. Al tercer año tuvo que interrumpirlo para hacer el servicio militar.
La caridad fue la característica de toda su vida
Ya joven se distinguió sobre todo por su gran caridad. De hecho, se puso al servicio de todos haciendo los trabajos más humillantes y peligrosos. Se ganó la admiración de sus compañeros y superiores, llevando a muchos de ellos a la conversión y a la práctica de la fe. Cuando terminó el servicio militar, retomó los estudios. Una fría noche de noviembre de 1897, cuando hacía su primer año de teología, volviendo de visitar a los enfermos en el hospital, encontró un niño acurrucado delante de su puerta; era fugitivo de los gitanos. Lo recogió y lo llevó en casa. Estuvo con él y al final lo acomodó en su pequeño dormitorio. Fue el principio de sus obras a favor de los huérfanos y abandonados.
Algunos meses más tarde, fundó la "Pía Unión para la asistencia de los enfermos pobres", reuniendo en torno a sí un buen grupo de seminaristas y de laicos. Eran éstos los inicios de una vida totalmente caracterizada por la caridad. "Cada instante de su vida fue la personificación del maravilloso cántico de San Pablo sobre la caridad", escribe en una carta postulatoria a Pablo VI una doctora hebrea salvada por el Padre Calabria de la persecución nazi y fascista, escondiéndola vestida de hermana, entre las religiosas de su Instituto.
Sacerdote y Fundador de dos Congregaciones
Ordenado sacerdote el 11 de agosto de 1901, fue nombrado ayudante vicario en la parroquia de San Esteban y confesor en el seminario. Se dedicó con un particular celo a la confesión y al ejercicio de la caridad privilegiando sobre todo a los más pobres y marginados.
En el 1907, nombrado Vicario de la Rectoría de S. Benito del Monte, comenzó también a recibir y cuidar espiritualmente a los soldados. El 26 de noviembre de aquel año, en "Vicolo Case Rotte", dio inicio oficial al Instituto "Casa Buoni Fanciulli", que el año siguiente encontró la estabilidad definitiva en la calle San Zeno in Monte, en la actual Casa Madre.
Junto a los jóvenes el Señor le mandó laicos deseosos de compartir con él la propia donación al Señor. Con este puñado de hombres donados totalmente al Señor en el servicio a los pobres, con una vida radicalmente evangélica, hizo vivir a la Iglesia de Verona el clima de la Iglesia Apostólica. Y aquel primer núcleo de hombres fue la base de la "Congregación de los Pobres Siervos de la Divina Providencia" que será aprobada por el Obispo el 11 de febrero de 1932 y obtendrá la Aprobación Pontificia el 25 de abril de 1949. Inmediatamente después de la aprobación diocesana, la Congregación se extendió en varias partes de Italia, siempre al servicio de los pobres, de los abandonados y marginados. Prolongó su acción a los ancianos y a los enfermos dando vida para ellos a la "Cittadella della caritá ". El corazón apostólico del Padre Calabria pensó además en los Parias de la India, mandando en el 1934 cuatro Hermanos a Vijayavada. En el 1910 fundó también la rama femenina, las "Hermanas", que fue aprobada como Congregación de derecho diocesano el 25 de marzo de 1952 con el nombre de " Pobres Siervas de la Divina Providencia " y el 25 de diciembre de 1981 obtuvieron la Aprobación Pontificia.
Profeta de la paternidad de Dios y de la búsqueda de su Reino
Y para testimoniar todo esto, acogió gratuitamente en sus casas, jóvenes, material y moralmente necesitados. Hizo hospitales y casas de acogida para asistir en el cuerpo y en el espíritu a enfermos y ancianos. Abrió casas de formación para jóvenes y adultos pobres, a fin de ayudarlos a alcanzar la propia vocación sacerdotal o religiosa. Los asistió gratuitamente hasta la teología o a la definitiva decisión por la vida religiosa. Después los dejaba libres para elegir aquella diócesis o congregación que el Señor les hubiera inspirado. Estableció que sus religiosos ejercieran el apostolado en las zonas más pobres, "donde nada hay, humanamente, para recibir".
"Resplandeció como un faro luminoso en la Iglesia de Dios": Son exactamente éstas las palabras que el Card. Schuster hizo esculpir sobre su tumba. De hecho al comenzar desde el 1939-40 hasta la muerte, en contraste con su innato deseo de anonimato, alargó sus horizontes hasta alcanzar las fronteras de la Iglesia, "gritando" a todos que el mundo se puede salvar sólo si se retorna a Cristo y a su Evangelio. Fue así que se convirtió en una voz profética, un punto de referencia. Obispos, sacerdotes, religiosos y laicos vieron en él un guía seguro para ellos mismos y para sus iniciativas. Por eso los Obispos de la Conferencia Episcopal del Trivéneto, en la propia carta postulatoria al Papa Juan Pablo II, pudieron escribir: «El Padre Calabria, justo para preparar la Iglesia del Dos Mil -expresión a él familiar- hizo de su vida un continuo sufrir y una cuidadosa llamada a la conversión, a la renovación, a la hora de Jesús, con tonos impresionantes de perentoria urgencia... Nos parece que la vida del Padre Calabria y su misma persona constituyen una " profecía " de vuestro apasionado grito a todo el mundo: "Aperite portas Christo Redemptori!"».
Comprendió que en esta radical y profunda renovación espiritual del mundo tenían que ser comprometidos también los laicos. Para esto, en el 1944 fundó la "Familia de los Hermanos Externos", integrada, en efecto, por laicos. Rezó, escribió, actuó y sufrió por la unidad de los cristianos. Por eso, mantuvo fraternas relaciones con protestantes, ortodoxos y hebreos. Escribió, habló, amó, nunca discutió. Conquistó con el amor. El mismo pastor luterano Sune Wiman de Eskilstuna (Suiza) que tuvo con él un copioso intercambio epistolar, dirigió el 6 de marzo de 1964 una carta postulatoria al Santo Padre Pablo VI para pedirle la glorificación de su venerado amigo.
Fue este período el más misteriosamente doloroso de su vida. Parecía que Cristo lo hubiera asociado a la angustia del Getsemaní y del Calvario, aceptando su ofrecimiento como "víctima" para la santificación de la Iglesia y para la salvación del mundo. El beato card. Schuster lo comparó al Siervo de Jahvé. Murió el 4 de diciembre del 1954. En la vigília, hizo su último gesto de caridad ofreciendo su vida al Señor por el Papa Pío XII, que agonizaba. El Señor había aceptado su oferta y, mientras él moría, el Papa, misteriosa e improvisamente recuperaba la salud viviendo con eficiencia otros cuatro años. El mismo Pontífice, sin saber del último gesto del Padre Calabria pero conocedor profundo de toda su vida, cuando recibió la noticia de su muerte, en un telegrama de condolencia a la Congregación, definió "campeón de evangélica caridad". Fue beatificado por el Papa Juan Pablo II el 17 de abril de 1988.
fuente: Vaticano
Pedro de Siena (el Pectinario), Beato
Pedro de Siena (el Pectinario), Beato
Pedro de Siena (el Pectinario), Beato
Penitente Franciscano, Diciembre 4
Por: . | Fuente: Francisancos.net
Martirologio Romano: En Siena, de la Toscana, beato Pedro Pectinario, religioso de la Tercera Orden de San Francisco, insigne por su peculiar caridad hacia los pobres y los enfermos, y por su humildad y silencio (1289).
Pedro Pettinaio nació en Campi, región del Chianti, provincia de Siena. De temperamento jocoso e impulsivo en su juventud, se enmendó después de su conversión. Era fabricante y comerciante de peines, lo que confirma el epíteto de pettinaio que siempre acompaña su nombre. Comenzó a santificarse en el ejercicio de su profesión. Compraba y vendía siempre al precio justo; la calidad de sus productos era tan apreciada por los sieneses que él iba al mercado solamente después de las vísperas, para no condenar a la ruina a sus competidores. Casó, pero no tuvo hijos, y al comprobar la esterilidad de su mujer, hizo con ella el voto de castidad perfecta, pero se mostró excelente esposo, procurando hacerla sentirse a gusto hasta en las cosas más pequeñas.
Frecuentaba asiduamente las predicaciones y los oficios religiosos demostrando gran caridad para con los pobres. Visitaba continuamente el hospital de Santa María della Scala, curando a los enfermos, aplicando remedios y besando sus llagas. Vendió primero la viña de su propiedad y luego la casa, conservando solamente lo que le permitía vivir modestamente y fue a instalarse en una casucha cerca de la Puerta dellOvile. Se inscribió en la Tercera Orden de San Francisco y, después de haber renunciado a todo, se esforzó por vivir el espíritu de la altísima pobreza.
Su incesante celo por las obras de misericordia lo hizo adquirir pronto fama de gran santidad entre sus conciudadanos. En 1282 fue encargado de escoger entre los detenidos de las prisiones a cinco hombres entre los menos culpables, que debían ser liberados. En 1286 el común le confió el cuidado de distribuir dinero a los pobres azotados por la carestía.
Era inclinado a la contemplación y gozó de arrobamientos y éxtasis, a veces en presencia de compañeros. Hacia el final de su vida parecía vivir siempre más retirado del mundo. Después de una grave enfermedad, obtuvo el permiso para vivir en una celda del convento de los franciscanos, donde pasaba las noches en oración. Mostraba una devoción ardiente hacia la Virgen, ayunando en su honor el sábado y encomendándose a ella noche y día. También fue peregrino, fue a Roma, a Pistoia y a Asís y a la Verna. Su espiritualidad lleva la impronta franciscana. Después de 14 años de esfuerzos adquirió el don de no hablar sino por necesidad. Por esto a menudo es representado en la iconografía con un dedo sobre los labios, y es llamado el Santo del silencio. Los Franciscanos le encomendaron los novicios, a los cuales supo dirigir por el camino de la perfección.
Murió el 4 de diciembre de 1289 (según algunos, ¡de 128 años de edad!) y sus últimas palabras fueron una advertencia a Siena, Florencia y Pistoia, a las cuales predijo grandes males.
Por: . | Fuente: Francisancos.net
Religioso Franciscano
Pedro Pettinaio nació en Campi, región del Chianti, provincia de Siena. De temperamento jocoso e impulsivo en su juventud, se enmendó después de su conversión. Era fabricante y comerciante de peines, lo que confirma el epíteto de pettinaio que siempre acompaña su nombre. Comenzó a santificarse en el ejercicio de su profesión. Compraba y vendía siempre al precio justo; la calidad de sus productos era tan apreciada por los sieneses que él iba al mercado solamente después de las vísperas, para no condenar a la ruina a sus competidores. Casó, pero no tuvo hijos, y al comprobar la esterilidad de su mujer, hizo con ella el voto de castidad perfecta, pero se mostró excelente esposo, procurando hacerla sentirse a gusto hasta en las cosas más pequeñas.
Frecuentaba asiduamente las predicaciones y los oficios religiosos demostrando gran caridad para con los pobres. Visitaba continuamente el hospital de Santa María della Scala, curando a los enfermos, aplicando remedios y besando sus llagas. Vendió primero la viña de su propiedad y luego la casa, conservando solamente lo que le permitía vivir modestamente y fue a instalarse en una casucha cerca de la Puerta dellOvile. Se inscribió en la Tercera Orden de San Francisco y, después de haber renunciado a todo, se esforzó por vivir el espíritu de la altísima pobreza.
Su incesante celo por las obras de misericordia lo hizo adquirir pronto fama de gran santidad entre sus conciudadanos. En 1282 fue encargado de escoger entre los detenidos de las prisiones a cinco hombres entre los menos culpables, que debían ser liberados. En 1286 el común le confió el cuidado de distribuir dinero a los pobres azotados por la carestía.
Era inclinado a la contemplación y gozó de arrobamientos y éxtasis, a veces en presencia de compañeros. Hacia el final de su vida parecía vivir siempre más retirado del mundo. Después de una grave enfermedad, obtuvo el permiso para vivir en una celda del convento de los franciscanos, donde pasaba las noches en oración. Mostraba una devoción ardiente hacia la Virgen, ayunando en su honor el sábado y encomendándose a ella noche y día. También fue peregrino, fue a Roma, a Pistoia y a Asís y a la Verna. Su espiritualidad lleva la impronta franciscana. Después de 14 años de esfuerzos adquirió el don de no hablar sino por necesidad. Por esto a menudo es representado en la iconografía con un dedo sobre los labios, y es llamado el Santo del silencio. Los Franciscanos le encomendaron los novicios, a los cuales supo dirigir por el camino de la perfección.
Murió el 4 de diciembre de 1289 (según algunos, ¡de 128 años de edad!) y sus últimas palabras fueron una advertencia a Siena, Florencia y Pistoia, a las cuales predijo grandes males.
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