jueves, 4 de junio de 2015

Beato Francisco Pianzola - San Francisco Caracciolo - San Petroco de Gales - Beato Pacífico Ramati - San Quirino de Siscia 04062015


Beato Francisco Pianzola

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Beato Francisco Pianzola, presbítero y fundador



En Mortara, de Pavia, en Italia, beato Francisco Pianzola, presbítero, fundador de la Congregación de las Hermanas Misioneras de la Inmaculada Reina de la Paz.





Oremos  

Señor, tú que por la predicación de San Francisco Caracciolo, llamaste a  nuestros padres a la luz admirable del Evangelio, te pedimos que, por su intercesión, nosotros crezcamos también en tu gracia y en el conocimiento de nuestro Señor Jesucristo. Que vive y reina contigo.


San Francisco Caracciolo

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San Francisco Caracciolo, presbítero y fundador
En Agnone, del Abruzosan Francisco Caracciolo, presbítero, fundador de la Orden de Clérigos Regulares Menores, que amó de modo admirable a Dios y al prójimo.
Francisco Caracciolo nació el 13 de octubre de 1563 en Villa Santa María, en los Abruzos. Su padre pertenecía a la rama de los Pisquizio, en el árbol genealógico de los príncipes napolitanos de Caracciolo. La familia de su madre podía ufanarse de su parentesco con Santo Tomás de Aquino. En la pila bautismal recibió el nombre de Ascanio. Bien educado por sus padres, respondió cabalmente a las esperanzas que tenían puestas en él y creció hasta convertirse en un joven modelo, devoto y caritativo. En otros aspectos, llevaba la existencia de los muchachos de la nobleza; era aficionado a los deportes, sobre todo a la caza. Al cumplir los veintiún años, padeció una enfermedad de la piel, parecida a la lepra, que rápidamente adquirió una virulencia tal, que su caso se consideraba perdido. Con la muerte frente a él, hizo el voto de dedicar su vida al servicio de Dios y del prójimo, si recuperaba la salud. Y desde ese momento comenzó a sanar con tanta prisa, que todos consideraron su curación como un milagro. Ansioso por cumplir su promesa, en cuanto estuvo bien, se fue a Nápoles a seguir la carrera del sacerdocio. Inmediatamente después de su ordenación, se unió a una hermandad llamada los "Bianchi della Giustizia", cuyos miembros se ocupaban de manera especial de cuidar a los presos y de preparar a los criminales condenados a muerte a recibirla santamente. Aquel era el preludio indicado para la carrera que iba a revelarse al joven sacerdote.

En el año de 1588, Giovanni Agostino Adorno, un patricio genovés que había ingresado a las órdenes religiosas, quiso poner en práctica su idea de fundar una asociación de sacerdotes dispuestos a mezclar la vida contemplativa con la activa. Para ello consultó a Fabriccio Caracciolo, diácono de la iglesia colegiata de Santa María la Mayor, en Nápoles. Este envió una carta para pedir la colaboración de un tal Ascanio Caracciolo, pariente lejano, carta ésta que fue entregada, por equivocación, a nuestro santo (recordemos que Ascanio era, en realidad, su nombre de pila). Sin embargo, las aspiraciones del decano Adorno coincidían de manera tan perfecta con las suyas, que el sacerdote reconoció la mano de Dios en aquel error aparente y se apresuró a asociarse con Adorno. A manera de preparativo, los nuevos socios hicieron un retiro de cuarenta días en el establecimiento de los camaldulenses de Nápoles y ahí, tras un riguroso ayuno y oración continua, esbozaron las reglas para la orden. Tan pronto como el grupo pudo contar con doce miembros, Caracciolo y Adorno partieron a Roma con el propósito de obtener la aprobación del Sumo Pontífice. El lº de junio de 1588, Sixto V ratificó solemnemente la nueva sociedad bajo el título de Clérigos Regulares Menores. El 9 de abril del año siguiente, los dos fundadores hicieron su profesión; Ascanio Caracciolo tomó el nombre de Francisco, por devoción al gran santo de Asís. Además de los tres votos acostumbrados, los miembros de la nueva sociedad hicieron otro: no procurar nunca algún puesto alto o dignidad, dentro o fuera de la orden. A fin de dejar asegurada la penitencia constante, se estableció que cada día un hermano debía ayunar a pan y agua, otro debería usar la disciplina y un tercero, la camisa de cerdas. De la misma manera, Francisco decretó, en aquel período de formación o cuando llegó a superior, que todos los clérigos debían pasar una hora al día en oración ante el Santísimo Sacramento. No habían acabado de acomodar a los hermanos en una casa situada en un suburbio de Nápoles, cuando los fundadores, Francisco y Adorno, partieron hacia España, en respuesta a un deseo expreso del Papa para que establecieran allá su orden, en vista de que Adorno estaba muy relacionado en aquel país. Sin embargo, no era aquel un momento oportuno: la corte de Madrid no les permitió hacer fundación alguna, y los dos tuvieron que regresar, sin haber logrado su objetivo. En el viaje de regreso tuvieron un naufragio; pero en cuanto llegaron a Nápoles, vieron recompensadas sus penurias con noticias muy gratas sobre su fundación.

Durante su ausencia, la casita del suburbio había resultado insuficiente para albergar a todos los que querían ingresar en la orden, y se había invitado a los clérigos para que ocuparan Santa María la Mayor, ya que el superior de la iglesia colegiata, Fabriccio Caracciolo, también se había hecho miembro de la nueva sociedad. Los Clérigos Regulares Menores trabajaban sobre todo como misioneros, pero algunos de entre ellos desempeñaban su ministerio sacerdotal en prisiones y hospitales. También contaban con lugares apartados, que ellos llamaban ermitas, para que los ocuparan aquellos que se sintieran llamados a la soledad y la contemplación.

Francisco contrajo una grave enfermedad y, apenas se había restablecido, cuando sufrió la pena de perder a su amigo Adorno, quien murió a la edad de cuarenta años, a poco de haber regresado de un viaje a Roma, relacionado con los asuntos del instituto en el que era superior. Enteramente contra su voluntad, Francisco fue elegido para ocupar el puesto vacante; se creía indigno de tomar el cargo y, desde entonces, firmaba a menudo sus cartas como «Franciscus Peccator». Asimismo, insistió en conservar su turno para barrer los cuartos, tender las camas y lavar la loza en la cocina, lo mismo que los demás. Las pocas horas que concedía al sueño, las pasaba sobre una mesa o en las gradas del altar. Sus amados pobres sabían que todas las mañanas podían encontrar a su benefactor en el confesionario. Para socorrerlos, Francisco pedía limosna por las calles, con ellos compartía buena parte de su frugal comida y, algunas veces, en el invierno, se despojaba de sus ropas de abrigo para dárselas. Para el bien de su sociedad, hizo dos visitas más a España, en los años de 1595 y 1598, y consiguió fundar casas en Madrid, Valladolid y Alcalá.

Francisco se vio obligado a desempeñar el cargo de superior general durante siete años, a pesar de que sus actividades le resultaban extremadamente fatigosas, no sólo por su salud delicada, sino, sobre todo, porque al establecer y extender la orden, tuvo que hacer frente a oposiciones, desprecios y, a veces, maliciosas calumnias. Cuando al fin obtuvo el permiso del Papa Clemente VIII para renunciar, se constituyó en prior y maestro de novicios en Santa María la Mayor. El trabajo apostólico lo desarrollaba en el confesionario y desde el pulpito; sus sermones, ardientes y conmovedores, versaban tan a menudo sobre la inmensidad de la misericordia divina hacia los hombres, que llegó a llamársele el «Predicador del Amor de Dios». También se afirma que, con el signo de la cruz, devolvió la salud a innumerables enfermos.

En 1607 se le desligó de todas las obligaciones administrativas y se le permitió entregarse a la vida contemplativa, como una preparación para la muerte. Escogió su celda en un cuartucho, bajo la escalera de la vieja casa napolitana, y con frecuencia se le encontró ahí, tendido en el suelo, con los brazos extendidos y perdido en sus arrobamientos. Fue en vano que el Papa le ofreciese obispados; Francisco nunca había deseado las dignidades y menos entonces, cuando su mente y su corazón estaban puestos en el cielo. Sin embargo, no estaba destinado a morir en Nápoles. San Felipe Neri había ofrecido a los Clérigos Regulares Menores una casa en Agnone, en los Abruzos, para el noviciado, y se propuso que san Francisco fuese a vigilar los pasos iniciales de la nueva fundación. Durante su viaje se detuvo en Loreto, donde se le otorgó la gracia de pasar toda la noche en oración en la capilla de la Santa Casa. Cuando invocaba la ayuda de Nuestra Señora en favor de su grey, se le apareció Adorno, ya fuera en un sueño o en una visión, para anunciarle su próxima muerte. Llegó a Agnone aparentemente sano, pero en su fuero interno no se hacía ilusiones. El primer día de junio cayó postrado, presa de una fiebre que aumentó de continuo. Tuvo tiempo de dictar los términos fervorosos de una carta en la que pedía a los miembros de la sociedad que permanecieran fieles a la regla. Después pareció quedar absorto en la meditación, hasta el ocaso, cuando levantó la voz para clamar: «¡Vamonos! ¡Vamonos!» «¿A dónde quieres ir, hermano Francisco?», inquirió uno de los que le cuidaban. «¡Al Cielo, al Cielo!», repuso el santo con voz clara y acento triunfante. Apenas había pronunciado estas palabras, cuando su deseo se vio realizado, y Francisco Caracciolo, a la edad de cuarenta y cuatro años, pasó a recibir su recompensa en una vida mejor. San Francisco fue canonizado en 1807. Su orden de Clérigos Regulares Menores llegó a ser una institución floreciente, pero en la actualidad es casi desconocida fuera de Italia, donde se los llama «Caracciolini».

En los siglos diecisiete y dieciocho, se publicó un número considerable de biografías de san Francisco Caracciolo, por ejemplo, las de Vives (1654), Pistelli (1701) y Cencelli (1769). En épocas más recientes, tenemos una biografía de Ferrante (1862) y, en 1908, G. Tagliatela publicó un libro titulado: Terzo Centenario di S. Francesco Caracciolo. Un relato acertado sobre la iniciación y el desarrollo de los Clérigos Regulares Menores, es el de M. Heimbucher en su libro, Orden und Kongregationen, tercera edición.
fuente: «Vidas de los santos de A. Butler», Herbert Thurston, SI



San Petroco de Gales

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San Petroco de Gales, abad
En Cornualles, san Petroco de Gales, abad.
Varias iglesias de Devon y de Cornualles, en Inglaterra, llevan el nombre de san Petroc (o sus variantes), cuyo culto es muy antiguo y bien atestiguado; a pesar de que las fuentes sobre su vida son escasas, de redacción tardía, y muy legendarias.

Posiblemente Petroc fuera un príncipe galo, hijo de un rey o de un jefe de tribu; William Worcester, cronista inglés, visitando su sepulcro en el siglo XV, habló de él como un soberano de Cumbria. Petroc se trasladó al sur de la isla britániza con algunos compañeros, y se estableció en el monasterio de Lanwethinoc, llamado así en homenaje a su fundador, Wethinoc, pero en adelante conocido como Petrocstowe -actualmente Padstow-, en cuanto se difundió el culto del santo. Otros dos lugares, Little Petheric y Trebetheric, derivan su nombre de él. La «Vita» medieval, redactada en la abadía de Saint-Méen fue seguramente copiada de una más antigua del priorato de Bodmin, y cuenta que Petroc y sus compañeros estudiaron por veinte años en Irlanda, tal como se afirma también en la vida de san Kevin.

Terminado el período de formación, se embarcaron en el estuario del río Camel, yendo a establecerse en Lanwethinoc. Aquí Petroc condujo durante treinta años una vida muy austera, interrumpida solamente por un perregrinaje a Roma y Jerusalén. De vuelta de su larga peregrinación, se encontró con que una tormenta asolaba la región, y dijo a sus monjes que terminaría al día siguiente, pero como no fue así, pensó que había estado presuntuoso creyéndose inspirado por el Espíritu Santo, y emprendió una nueva peregrinación penitencial. Retornado finalmente a Cornualles, Petroc ocupó su tiempo en la oración y las obras de caridad. Creció así su fama de santidad, y muchas leyendas folclóricas de la región lo tuvieron como héroe.

No hay fechas exactas de su vida ni obra, sino sólo que perteneció al siglo VI. Sus reliquias sufrieron algunos traslados, y según parece fueron destruidas en la reforma inglesa, pero el relicario donde se supone que se conservaban se encuentra desde 1970 en el British Museum. No hay un acta de aprobación dle culto inmemorial, pero se puede considerar aprobado con su inclusión en el Martirologio Romano, con el título de santo, pero como culto local, es decir, equivalente a beato.

Basado en un artículo de Fabio Arduino en Santi e beati.



Beato Pacífico Ramati

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Beato Pacífico Ramati, religioso presbítero
En Sassari, también en Cerdeña, beato Pacífico Ramati, presbítero de la Orden de los Hermanos Menores, que predicó en defensa de los cristianos y murió en el Señor.
Pacífico nació en Cerano, poblado de la diócesis de Novara, de la familia Ramati. Desde tierna edad quedó huérfano de sus padres y fue educado en la piedad y el estudio por el superior de los Benedictinos del monasterio de San Lorenzo de Novara.

Pacífico prefirió el convento de San Nazzaro de la Costa, de la Orden de los Hermanos Menores, hecho ilustre por San Juan de Capistrano y San Bernardino de Siena. En 1444, año de la muerte de san Bernardino, tomaba el hábito franciscano. Hecho sacerdote, fue enviado por los superiores a la Sorbona de París, de donde regresó a Italia con el título de doctor. Se dedicó a la predicación, que realizó en diversas regiones, especialmente en el Piamonte y en Lombardía, con tal éxito que se le consideraba «un nuevo san Bernardino» y se le llamó «orador apostólico famosísimo». Se había propuesto combatir la ignorancia religiosa tanto en el laicado como en el clero, especialmente en relación con el sacramento de la penitencia. No se contentó con predicar, sino que escribió con competencia y claridad singulares una «Suma Pacífica», compuesta en 1473, que los estudiosos de la teología moral reconocen como un tratado muy importante.

A menudo regresó a Cerano, donde hizo erigir una capilla en honor de la Virgen para acrecentar entre sus conciudadanos la devoción a la Madre de Dios. Sixto IV lo envió por primera vez a Cerdeña con una misión especial en 1471, y una segunda vez en el tiempo de la invasión de Mohamed II en 1480, con el cargo de Nuncio apostólico, contra los turcos. Los comienzos de la nueva misión en la isla fueron prometedores.

Sin embargo, su principal ocupación fue, como dijimos, la predicación, en la cual tuvo grandes éxitos. Puede decirse que este piamontés de palabras sobrias reverdeció, a pocos decenios de distancia, los laureles de otro santo franciscano, Bernardino de Siena, el mayor predicador del siglo. En el siglo XV la Orden franciscana conoció una maravillosa florescencia de santos y una amplia difusión. Los conventos se multiplicaron, sencillos y devotos, no solamente en la península sino también en Sicilia y Cerdeña. Como visitador y comisario general de la Orden, el beato Pacífico tuvo el oficio de visitar todos los conventos, mientras como predicador convincente para el auditorio, el Papa lo encargaba de predicar una cruzada contra el Sultán Mohamed II.

Giróvago por obediencia, Pacífico pasó por todas las regiones de Italia predicando la paz y el Evangelio de Cristo. Agotado por las fatigas apostólicas, murió a los 58 años, en Sassari, el 4 de junio de 1482, lejos de su verde Piamonte, a donde sin embargo retornaron sus restos, en la iglesia franciscana de Cerano, por expreso deseo del teólogo de la pacífica conciencia. Bascapè lo proclama «insigne por su doctrina y santidad, consuelo y protector de su patria». Aprobó su culto Benedicto XIV el 7 de julio de 1745.
fuente: «Franciscanos para cada día» Fr. G. Ferrini O.F.M.



San Quirino de Siscia

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San Quirino de Siscia, obispo y mártir
En Sabaria, lugar de Panonia, pasión de san Quirino, pasión de san Quirino, obispo de Siscia y mártir, que bajo el emperador Galerio, por la fe en Cristo, fue arrojado a un río con una rueda de molino atada al cuello.

 El séptimo centenario del martirio del obispo San Quirino se celebrará en la ciudad croata de Krk hoy 4 de junio. 
El Papa nombró el 4 de abril/09  al cardenal Josip Bozanic, arzobispo de Zagreb, su enviado especial a las celebraciones, según informa un comunicado publicado  por la Oficina de Información de la Santa Sede. 
Le acompañará una misión formada por el vicario general de Krk y responsable de la promoción y la coordinación de la pastoral familiar diocesana, monseñor Ivan Kordic, y el prepósito del Capítulo de la catedral de Krk, archivista de la curia diocesana y profesor de historia eclesiástica y patrología, monseñor Franjo Velcic. 
Benedicto XVI ha dirigido al cardenal Bozanic una carta, escrita en latín para la ocasión, en la que ensalza la figura de San Quirino y explica algunos detalles de su vida y su martirio. 
Como recuerda el pontífice en su carta, el obispo fue martirizado en Sirmium a causa de su fe cristiana hace 1.700 años.
Las reliquias de  Quirino, ahora en  Roma, fueron traídas desde Pannonia.  Este San Quirino fue Arzobispo de Siscia, ahora Sissek en Croacia,  y sufrió martirio en 309.  Fue lanzado al agua con una roca atada a su cuello y de esa manera murió   ahogado.  Las actas genuinas acerca del martirio todavía existen (Ruinart,  “Acta mart.” Ratisbon, 522).  También existe un himno en su honor por Prudencio (Ioc. cit.,  524).
Debido a la incursión de los bárbaros en Pannonia,   a principios del Siglo V, los habitantes de la comarca huyeron a Italia  y llevaron consigo los huesos de San Quirino.  Los restos fueron llevados a Roma y enterrados en una cámara cerca de la Iglesia de San Sebastina, en la Vía Appia (De Waal, “Die  Apostelgruft ad Catacumbas an der via Appia”, Roma, 1894).  Su festividad se observa el 4 de junio

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Santos de Quirino
Varios mártires con este nombre son mencionados  en el “Martyrologium Hieronymianum” y en los recuentos de mártires de principios de la Edad Media, así como en las festividades de estos santos que se encuentran en los santorios de la Iglesia Romana.
(1) De conformidad con la leyenda del martirio de Santa María y Santa Marta, otro mártir romano, Quirino (Cyrinus) fue enterrado en  la Catacumba de Pontiano.  Sin embargo, los itinerarios de las tumbas de los mártires romanos no lo mencionan.  Su festividad se celebra el 25 de marzo.  Es posible que este Quirino se corresponda con la expresión  “Romae Sancti Cyri”, la cual fue encontrada en el “Martyrologium  Hieronymianum” del 24 de marzo (cf. “Acta SS.”, III,  marzo, 543, sqq.; Dufourcq “Les Gesta martyrum romains”,  I, 240).  En el Siglo VIII las reliquias del mártir fueron trasladadas a la   Abadía Benedictina de Tegernsee en Bavaria.
(2) Otro mártir romano llamado Quirino fue enterrado en la Catacumba de Praetextatus, en la Vía Appia. Tanto el nombre del mártir como el sitio de enterramiento son  mencionados en el “Martyrologium Hieronymianum” (ed. De  Rossi-Duchesne, 52) y también en los itinerarios de las tumbas de  los mártires romanos (De Rossi, “Roma sotterranea”, I, 180-1).  Su nombre indudablemente aparece en el catálogo de los mártires romanos del Siglo IV con fecha del 30 de abril, día en que se asigna  como correspondiente al martirio de Jerónimo.
Este otro mártir, Quirino, se presenta también en  las Actas de los Santos Alejandro y Balbina.  Allí se indica que él era un tribuno (Dufourcq, Ioc. cit. 175).  Ado toma de aquí este nombre y lo coloca en su martirologio, en la fecha del 30 de marzo, fecha que también se encuentra en el Martirologio Romano (Quentin, “Les martyrologes  historiques”, 490).  En 1050, las reliquias de Quirino fueron dados por Leon IX a su hermana Gepa, Abadesa de Neus.  De esta manera las reliquias llegaron a las hermosa Iglesia Romanesca  de San Quirino en Neus, la cual aún existe.
(3)  Otro mártir llamado Quirino, también es venerado en Tivoli.  Se encuentra presente en el Martirologio Romano actual, con fecha  coincidente en el 4 de junio.  No  existe un recuento histórico de él.  Quizá se identifique con uno de los mártires cuyo nombre se  menciona en el Martirologio de Jerónimo, entre los grupos de mártires  cuyas fechas asignadas son el 12 de marzo, el 3 y 4 de junio.   El 4 de junio un Quirino se menciona en una declaración en el sitio de “Nividuno civitate” (Mart. Hieron., 31, 73,  75).
(4)  En Malmedy,   en Rhenish, Rusia, es venerado un San Quirino.  El está relacionado con fechas que datan a principios del Siglo   IX, siendo sus reliquias trasladadas a la abadía de la iglesia que se encuentra en ese lugar.  De   conformidad con la leyenda, se le ejecutó junto con Nicasio, en el  pagus vulcassinus (Vexin).  Se estima que no existen reportes históricos confiables acerca de sus  existencia.  Su festividad se observa el 11 de octubre.








Oremos

Señor te rogamos que nos concedas un corazón permeable a la gracia y un oído a tu Palabra para que oyéndola, como San Quirino, creamos sinceramente en tu Hijo y nos convirtamos. Por Jesucristo nuestro Señor. Amén

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