COMUNICADOR: ¿QUIÉN ES TU PRÓJIMO?
Publicado en marzo 19, 2013 de cronicablanca
COMUNICACIÓN Y BUENA NOTICIA
Al
encarar la reflexión del tema que me fue propuesto no puedo, como cristiano,
dejar de referirme inicialmente al Evangelio. No sólo porque la pregunta “¿quién
es tu prójimo?” está inspirada en la parábola del buen samaritano, sino –y fundamentalmente-
porque el Evangelio del Señor es precisamente comunicar una buena noticia.
El evangelio como buena noticia
“Vayan
por todo el mundo y anuncien el Evangelio”. “Enseñen a todos los
hombres
a cumplir lo que les he mandado”: la ley de la caridad. El Evangelio es una buena
noticia que tenemos la misión de anunciar a todos y “desde los tejados”. Y si ahondamos
más, constatamos que los criterios más profundamente humanos del anuncio,
también para los nuevos medios de comunicación, son los del Evangelio. Por este
motivo abordo el tema desde esta perspectiva. Por otra parte, el desafío que presentan
los MCS, con sus tecnologías, su alcance global, su omnipresencia y su influencia
en la sociedad y la cultura, son una invitación al diálogo y a la “inculturación
del evangelio” en ellos, a la vez que se abre una “evangelización de los medios”.
El poder de los MCS y de los comunicadores
La
profesión de comunicadores y la tecnología de los MCS permiten hoy llegar
muy
lejos y muy adentro del corazón humano, allí donde se toman las decisiones importantes.
Esto se debe a la poderosa potencialidad de la imagen para penetrar, conmover,
mover, motivar y afectar nuestra conducta. La imagen nos mueve, motiva nuestras
opciones y decisiones. Organiza interiormente la estructura de significado y sentido
de la existencia, la imagen va generando las fuerzas operativas que nos mueven.
A semejanza de la Palabra creadora de Dios, los comunicadores con la sola palabra
pueden recrear o crear una imagen de la realidad. Y la tecnología actual globaliza
y hace simultáneo este poder de la palabra.
Por
eso es tan fascinante y poderosa la acción y la influencia de los MCS en la
sociedad
y en la cultura. Pueden ayudar a crecer o a desorientar. Pueden recrear las cosas,
informándonos sobre la realidad para ayudarnos en el discernimiento de nuestras
opciones y decisiones, o pueden crear por el contrario simulaciones
virtuales,
ilusiones, fantasías y ficciones que también nos mueven a opciones de vida.
Esto
explica en parte el porqué son tan grandes las inversiones en el desarrollo de
la tecnología para los MCS y para la producción de imágenes. Los MCS son hoy instrumentos
principales en la creación de la Cultura. Gracias a los Medios, los comunicadores
llegan a enormes audiencias. Me gusta categorizar este poder que tienen los
Medios con el concepto de “projimidad”. Su fuerza radica en la capacidad de
acercarse y de influir en la vida de las personas con un mismo lenguaje
globalizado y simultáneo. La categoría de “projimidad” entraña una tensión
bipolar: acercarse – alejarse y –a su vez en su interioridad- también está
tensionada por el modo:
acercarse
bien y acercarse mal. En el ejercicio de los Medios hay una manera de
aproximarse
bien y otra de aproximarse mal.
La parábola del buen Samaritano
Teniendo
en cuenta esto entramos de lleno en nuestro tema con la pregunta:
“¿Comunicador
¿quién es tu prójimo?” que nos sitúa en el ámbito de la parábola del buen
samaritano. La pregunta que nos hacemos es la que aquel escriba
(comunicador)
le hizo a Jesús: “¿y quién es mi prójimo?”. Como diciendo: el
mandamiento
de amar es claro para todos, el problema se da en lo concreto: ¿quién es el que
tego que amar? Cómo se da la projimidad en el uso de los MCS? ¿Cada prójimo
individualmente, la totalidad de los hombres, los grupos…? ¿Puede darse simultáneamente
un mensaje evangélico que no sólo sea altamente personalizado sino también “global”
? ¿Cómo se ama a través de los MCS?
La imagen del hombre apaleado al costado del camino
Aunque
la imagen del hombre apaleado por los ladrones que quedó tirado al
costado
del camino, es una imagen que apunta al proceder evangélico –ético y morales licito
trasponer lo que se dice del bien, al terreno de la verdad y de la belleza. Más
aún: bien, verdad y belleza son inseparables cuando nos comunicamos:
inseparables por presencia o también por ausencia, y –en este último caso- el
bien no será bien, la verdad no será verdad ni la belleza será belleza.
Actualmente hay una “mayoría invisible” de excluidos, que están al costado del
camino, apaleados y robados, ante los cuales pasan los medios de comunicación.
Los muestran, les dan mensajes, los hacen hablar… Entra en juego aquí la
projimidad, el modo de aproximarse. El modo de hacerlo determinará el respeto
por la dignidad humana.
Aproximarse bien, aproximarse mal desde el punto de
vista estético
Así
como a nivel ético, aproximarse bien es aproximarse para ayudar y no para
lastimar,
y a nivel de la verdad, aproximarse bien implica transmitir información veraz,
a nivel estético, aproximarse bien es comunicar la integridad de una realidad, de
manera armónica y con claridad. Aproximarse mal en cambio es aproximarse con una
estética desintegradora, que escamotea algunos aspectos del problema o que los manipula
creando desarmonía y que oscurece la realidad, la afea y la denigra.
Aproximarse mal: con una estética desintegradora
Cuando
las imágenes y las informaciones tienen como único objetivo inducir al
consumo
o manipular a la gente para aprovecharse de ella, estamos ante un asalto, ante
una golpiza. Es la sensación que se tiene muchas veces ante el bombardeo de imágenes
seductoras y de imágenes desesperanzadoras. Sentirse bombardeado, invadido,
conmocionado, impotente para hacer algo positivo… son sentimientos equivalentes
a los que se tiene en un asalto, en un acto de violencia, en un secuestro.
Y
precisamente detrás de una estética desintegradora que instala la desesperanza
de poder descubrir la verdad y de poder hacer el bien en común, es necesario
saber discernir y poder desenmascarar la existencia de intereses políticos y
económicos de algunos sectores que no apuntan al bien común.
Esta
estética desintegradora opera en nosotros de la misma manera que la
“ley”
y la “liturgia” en el corazón de los que pasaron de largo ante el herido –el
levita y el sacerdote-. Ellos no vieron la realidad de un prójimo herido, sino
la
“pseudorealidad”
de un “ajeno”, de un “extraño” ante quien conviene pasar de largo.
En
aquella época lo que los alejó eran sus “ideas” de la ley y del servicio
cultual.
También
hoy se corre el riesgo de que algunos medios instalen una ley y una liturgia que
nos hacen pasar de largo ante el prójimo concreto para buscar y servir otros intereses.
Aproximarse bien: comunicar la belleza de la
caridad en la verdad
Aproximarse
bien, implica comunicar la belleza de la caridad en la verdad.
Cuando
la verdad es dolorosa y el bien difícil de realizar, la belleza está en ese
amor que comparte el dolor, con respeto y de manera digna. Contra todo
sensacionalismo, hay una manera digna de mostrar el dolor que rescata los
valores y las reservas espirituales de un pueblo y ayuda a superar el mal a
fuerza de bien, a trabajar hermanados en la voluntad de superación, en la
solidaridad, en esa projimidad que nos engrandece abiertos a la verdad y al
bien. Por el contrario, “el enfrentamiento y la descalificación como sistema,
incluso mediante el uso irresponsable de los medios de comunicación, se oponen
a la convivencia plural y madura” como hemos dicho los obispos argentinos.
Comunicar lo que se ha contemplado
Los
primeros anunciadores de la Buena Noticia de Jesucristo anunciaron en
términos
de contemplación y testimonio: “Lo que hemos visto y oído, lo que hemos tocado
con nuestras manos, eso les comunicamos para que ustedes tengan vida”.
Frente
a la infinidad de imágenes que pueblan el mundo, sólo el ejercicio austero de la
contemplación del Rostro de Cristo nos permite espejar con realismo nuestra condición
herida por el pecado en los ojos misericordiosos de Jesús, y descubrir en el Rostro
del Señor el rostro de nuestros hermanos para hacernos más prójimos. Sólo el ejercicio
austero de la contemplación del Rostro de Cristo nos permite descubrir el mismo
Rostro del Señor en el otro para hacernos prójimos. Jesús es el Rostro visible del
Dios invisible, y los excluidos y marginados de hoy son el rostro visible de
Jesús.
La
contemplación es la que permite unir la paradoja de hacer visibles los rostros
invisibles.
Aproximarse
bien también siempre implica dar testimonio. Contra la
neutralidad
aparente de los medios, sólo el que comunica jugando su propia ética y dando
testimonio de la verdad es confiable para aproximarnos bien a la realidad. El testimonio
personal del comunicador está en la base misma de su confiabilidad.
Comunicar con sentido de trascendencia
“Los
medios de comunicación social pueblan actualmente el mundo de
imágenes
que no son ventanas al Otro”. Aproximarse bien es mostrar siempre esa imagen
abierta al Otro, a la trascendencia, a la esperanza, como nos muestran las imágenes
de la Virgen y de las catedrales. Aproximarse bien es todo lo contrario de la propuesta
frívola de algunos medios que transmiten una caricatura del hombre. Es mostrar
y resaltar su dignidad, la grandeza de su vocación, la belleza del amor que comparte
el dolor, el sentido del sacrificio y la alegría de los logros.
Los
medios pueden ser, lamentablemente, espejo de la sociedad en sus aspectos
peores
o en los frívolos y narcisistas. Pero también pueden ser ventana abierta por donde
fluye sencilla y animadoramente la belleza del amor hermoso de Dios en la maravilla
de sus obras, en la aceptación de su Misericordia y en la solidaridad y justicia
con el prójimo.
Comunicar la belleza del amor que comparte la
alegría y el dolor
Las
imágenes de la parábola del aceite y el vino con que el buen samaritano
comunica
su amor al herido son dos imágenes muy decidoras para un comunicador.
Lo
que hay que comunicar debe ser aceite perfumado para el dolor y vino sabroso para
la alegría. La belleza del amor es alegre sin frivolidad. Pensamos en la
belleza de una Madre Teresa o de un Don Zatti, cuya luminosidad no proviene de
ningún maquillaje ni de ningún efecto especial sino de ese resplandor que tiene
la caridad cuando se desgasta cuidando a los más necesitados, ungiéndolos con
ese aceite perfumado de su ternura. Sólo el samaritano goza la belleza de la
caridad y el compromiso de amar y ser amado gratuitamente. Una experiencia que
empieza por el conmovérsele las entrañas, por el enternecérsele el corazón; por
hacerse sensible a la belleza y hermosura de Dios en el hombre (La gloria de
Dios es el hombre viviente); a la belleza y el gozo de la paz y la comunión del
hombre con Dios en el servicio humilde al herido anónimo, desconocido…. en los
márgenes de la ciudad, del Mercado, de la sociedad… en la intemperie del camino…
Se trata de una belleza distinta. Es la belleza del Amor.
En
el Jesús roto de la cruz que no tiene apariencia ni presencia a los ojos del
mundo
y de las cámaras de TV, resplandece la belleza del amor hermoso de Dios que da
su vida por nosotros. Es la belleza de la caridad, la belleza de los santos.
Cuando pensamos en alguien como la madre Teresa de Calcuta nuestro corazón se
llena de una belleza que no proviene de los rasgos físicos o de la estatura de
esta mujer, sino del resplandor hermoso de la caridad con los pobres y desheredados
que la acompaña.
Del
mismo modo hay una hermosura distinta en el trabajador que vuelve a su
casa
sucio y desarreglado, pero con la alegría de haber ganado el pan de sus hijos.
Hay
una belleza extraordinaria en la comunión de la familia junto a la mesa y el
pan compartido con generosidad, aunque la mesa sea muy pobre. Hay hermosura en
la esposa desarreglada y casi anciana, que permanece cuidando a su esposo
enfermo más allá de sus fuerzas y de su propia salud. Aunque haya pasado la
primavera del noviazgo en la juventud, hay una hermosura extraordinaria en la
fidelidad de las parejas que se aman en el otoño de la vida, esos viejitos que
caminan tomados de la mano. Hay hermosura, más allá de la apariencia o de la
estética de moda en cada hombre y en cada mujer que viven con amor su vocación
personal, en el servicio desinteresado por la comunidad, por la patria; en el
trabajo generoso por la felicidad de la familia… comprometidos en el arduo trabajo anónimo y
desinteresado de restaurar la amistad social… Hay belleza en la creación, en la
infinita ternura y misericordia de Dios, en la ofrenda de la vida en el
servicio por amor. Descubrir, mostrar y resaltar esta belleza es poner los
cimientos de una cultura de la solidaridad
y
de la amistad social.
Comunicar con sentido del tiempo: con memoria y
esperanza
El
Papa nos habla de la cultura cristiana como aquella de las noticias dignas de
recuerdo
(Jornada mundial de las comunicaciones 2000). Refundar hoy los vínculos sociales
y la amistad social implica, para el comunicador, rescatar del rescoldo de la reserva
cultural y espiritual de nuestro pueblo, la belleza de la comunión, de la comunidad
nacional, rescatar y comunicar la memoria y la belleza de nuestros héroes, de
nuestros próceres y de nuestros santos.
Esta
reserva cultural es el espacio de la cultura, de las artes, espacio fecundo
donde
la comunidad contempla y narra su historia de familia, donde se reafirma el sentido
de pertenencia a partir de los valores encarnados y acuñados en la memoria colectiva.
Estos espacios comunitarios de ocio fecundo, cuasi sagrado, son ocupados hoy
muchas veces por los MCS con entretenimientos que no siempre engendran verdadera
alegría y gozo. La comunicación meramente puntual, carente de historia, no
tiene sentido del tiempo y, consiguientemente, no es creadora de esperanza. En cambio,
el comunicador –por propia vocación- es un testigo confiable y cualificado de la
belleza del amor hermoso que se hace prójimo, que se hace capaz de asumir y continuar
una historia.
Conclusión: un doble desafío
Por
un lado el comunicador cristiano tiene el desafío de conocer, sentir y gustar
la
belleza del Amor hermoso de Dios, vivo en Jesucristo muerto y resucitado, en su
Presencia y acción misericordiosa entre nosotros, por el ejercicio de la
Contemplación…
Este encuentro personal con Jesucristo es luz para discernir frente a la imagen
vacía de cierta cosmetología tecnológica, la belleza de los valores.
La
experiencia de la belleza del amor hermoso de Dios, por el encuentro personal y
comunitario con Jesucristo es el motor de la creatividad cristiana para la comunicación
de la Buena Noticia.
Por
otra parte, el desafío de compartir esta belleza del Amor hermoso de Dios
con
una vocación tan específica, cuando la revolución de las comunicaciones y la
información
en plena transformación ponen a la Iglesia ante un camino decisivo
como
es cruzar estos nuevos umbrales culturales, que requieren nuevas energías e imaginación
para proclamar el único evangelio de Jesucristo, exige al comunicador cristiano
mucha formación y verdadero profesionalismo para el uso competente de la tecnología
y el lenguaje de los Medios.
El otro buen Samaritano
San
Maximiliano María Kolbe, mártir de la caridad, prisionero 16670 de
Auschwitz,
propuesto por Juan Pablo II, por el uso que hizo de los MCS, como
patrono
de los periodistas en todas las ramas de las comunicaciones sociales, supo aproximarse
a los heridos del campo de concentración. Y allí donde también estaban los
carceleros y verdugos despojando y golpeando, él se hizo prójimo como el mismo Jesús,
ofreciendo su vida en servicio por amor, en lugar de Francisco Gajowniczek condenado
a muerte… Él, como modelo de todos los comunicadores, nos hace ver que la
manera más competente de comunicar el Evangelio de Jesucristo es la belleza del
testimonio del compromiso con la verdad y la donación de la vida por amor.
Señor,
que nos hagamos prójimos como el Buen Samaritano del Evangelio, que no es otro
que vos mismo transfigurado por la belleza del Amor hermoso de Dios por nosotros;
que se nos conmuevan las entrañas y se nos enternezca el corazón frente al hermano;
que descubramos la belleza del Amor hermoso con el que somos salvados, para que
comuniquemos con gozo la belleza del compromiso de amar al prójimo según el
ejemplo de Maximiliano Kolbe.
Buenos Aires, 10 de octubre de 2002.
Card. Jorge Mario
Bergoglio, s.j.
Arzobispo de Buenos Aires
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