viernes, 4 de diciembre de 2015

Santa Adrehildis de Cenomanum - San Sola de Ellwangen - San Juan el Taumaturgo - San Annon de Colonia 04122015

Santa Adrehildis de Cenomanum

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Santa Adrehildis, abadesa

En Cenomanum, de Neustria, santa Adrehildis o Ada, abadesa del monasterio de Santa María.




San Sola de Ellwangen

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San Sola, presbítero y eremita
En el monasterio de Ellwangen, en Baviera, san Sola, presbítero y eremita.
San Sola era inglés. Pasó con san Bonifacio a Alemania, donde fue discípulo del santo y recibió la ordenación sacerdotal de sus manos. Al sentirse llamado por el Espíritu Santo a la vida solitaria, su maestro le aconsejó que se retirase a un sitio próximo a Fulda. Después, se trasladó a las riberas del Altmuhl, cerca de Eichstätt, donde vivió en una reducida celda, entregado a la penitencia y la oración. Después del martirio de san Bonifacio, los santos hermanos Wilibaldo, obispo, y Winebaldo, sacerdote, le exhortaron a convertir su celda en el centro religioso de la región. Para ello le regalaron unas tierras, en las que se erigió más tarde la abadía de Solnhofen, que dependía de la de Fulda. San Sola pasó al Señor el 3 de diciembre de 794, y se construyó una capilla en el sitio en que el santo había tenido su oratorio. El pueblecito de Solnhofen, al oeste de Eichstätt, perpetúa la memoria del nombre de san Sola.

Existe una biografía latina de san Sola, escrita en 835, cuarenta años después de su muerte. El autor es Ermanrico, monje de Ellwagen, quien recogió el testimonio de un criado del santo y de otros contemporáneos. Al año siguiente, un tal Maestro Rolando corrigió el latín de Ermanrico. El mejor texto es el de Monumenta Germaniae Historica, Scriptores, vol. XV, pte. I, pp. 151-163; pero puede verse también en Mabillon, vol. III, pte. 2, pp. 429-438. El curioso nombre de este santo ha dado origen a la opinión que le relaciona con ciertos dibujos e inscripciones pertenecientes a un antiguo culto del sol. Véase E. Jung German. Giitter (1922), pp. 218-231; y Kunstdenkmiiler d. Bez. Weissenburg (1932), pp. 426-437.
fuente: «Vidas de los santos de A. Butler», Herbert Thurston, SI



San Juan el Taumaturgo

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San Juan el Taumaturgo, obispo

En Poliboto, de Frigia, san Juan, llamado el Taumaturgo, obispo, que, contra el dictamen del emperador León el Armenio, trabajó intensamente en favor del culto de las sagradas imágenes.


San Annon de Colonia

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San Annon de Colonia, obispo
En el monasterio de Siegburg, de Renania, en Alemania, san Annon, obispo de Colonia, hombre de agudo ingenio, que fue tenido en gran honor tanto, en la Iglesia como en los negocios civiles, en tiempo del emperador Enrique IV, y para aumentar la fe y la devoción, procuró la fundación de muchas iglesias y monasterios.
El padre de Annón era un noble suabo cuya familia había vivido tiempos mejores, por lo cual esperaba que si su hijo, que era muy inteligente, hacía una brillante carrera secular, podría devolver a la familia su antiguo lustre. Sin embargo, un pariente del conde Walterio, que era canónigo en Bamberga, le persuadió de que le confiase la educación de Annón. Así pues, el joven fue a hacer sus estudios en la escuela episcopal de Bamberga, de la que llegó a ser director. Annón, que era bien parecido, hábil, erudito y elocuente, llamó la atención del emperador Enrique III, quien le hizo capellán suyo en 1506. El santo tenía entonces cuarenta y seis años. Más tarde, el emperador le nombró arzobispo de Colonia y canciller del imperio. El nombramiento no satisfizo a todos, particularmente a los habitantes de Colonia, pues pensaban que la familia de Annón no era suficientemente distinguida. Pero la magnificencia de las ceremonias de la consagración acalló a los críticos. Ese mismo año murió Enrique III; el gobierno del imperio pasó nominalmente a manos de su esposa, Inés de Poitou, quien debía ocupar la regencia durante la minoría de Enrique IV. Era ésta una mujer bondadosa, que carecía de talento político y era incapaz de hacer frente enérgicamente a las circunstancias. Su política le enajenó a los nobles. En Pentecostés del año 1062 Enrique fue raptado y trasladado a Colonia. Annón fue nombrado tutor del niño y regente del imperio, junto con Adalberto, obispo de Bremen. Cuando el joven monarca creció, se sacudió la tutela de san Annón y dio mano libre a Adalberto. En el cisma que provocó contra el papa Alejandro II el antipapa Cadalo de Parma, Annón encabezó a los obispos alemanes que apoyaban a Alejandro. A pesar de ello, se le convocó a Roma, acusado de haber estado en contacto con Cadalo. Como si fuese poco, dos años después, fue acusado de simonía; pero consiguió probar su inocencia. Desgraciadamente, el santo no se vio libre del nepotismo, que era tan común entre los obispos de su época; en efecto, concedió muchos beneficios a sobrinos y partidarios y, en una ocasión eso acarreó la ruina al beneficiario.

Esto ocurrió cuando Annón nombró obispo de Tréveris a su sobrino Conrado. Tal nombramiento desagradó profundamente a los nobles y al clero de la ciudad, ya que canónicamente tenían derecho a elegir a su obispo y estimaban mucho ese privilegio. Annón hizo caso omiso de sus reclamaciones, por más que no ignoraba que su poder estaba en decadencia. Así pues, envió a Conrado con el obispo de Espira y una escolta de hombres armados a tomar posesión de la sede. Los descontentos se aliaron con el conde Teodorico, tan poderoso como poco escrupuloso. Aunque éste era laico, reclamaba el derecho de conceder la investidura al arzobispo de Tréveris, alegando que poseía tal derecho por prescripción. Cuando Conrado y su escolta atravesaban Briedeburgo, los hombres del conde cayeron sobre ellos. El obispo de Espira consiguió escapar con vida, aunque no sin que le robasen cuanto llevaba. Conrado fue conducido ignominiosamente a un castillo, donde estuvo prisionero. Finalmente, fue arrojado desde las murallas. Como no muriese inmediatamente, los soldados le dieron muerte a puñaladas. Un campesino encontró su cadáver en un bosque. El cuerpo fue trasladado a la abadía de Tholey, donde empezó a venerarse a Conrado como mártir, aunque no está inscripto en el Martirologio Romano.

Casi toda la vida de san Annón consiste en una serie de hechos relacionados con la turbulenta historia política de su época y más bien resulta poco edificante en la actualidad, dado que los prelados ya no tienen que participar «ex oficio» en el gobierno y los negocios públicos. Sin embargo, el santo no dejó sus obligaciones y actividades seculares le hiciesen olvidar que el bien de la diócesis constituía su primer deber. Sobre todo cuando su prestigio ante el emperador comenzó a decaer y se vio excluido de la vida pública, San Annón se dedicó a reformar su diócesis por los mismos medios de que se habían valido san Pedro Damián, el cardenal Hildebrando y con una energía parecida a la de ellos. En efecto, transformó varios monasterios y fundó otros; construyó y ensanchó muchas iglesias; reformó la moralidad pública, y distribuyó limosnas con gran generosidad. Pero, si bien san Annón fortificó la posición de su sede y ayudó liberalmente a sus súbditos, no consiguió nunca vencer la oposición que existía contra él en Colonia, y ello le amargó sus últimos años, Finalmente, optó por retirarse a la abadía de Sieburgo, fundada por él y pasó allí los últimos doce meses de su vida en rigurosa penitencia. Murió el 4 de diciembre de 1075. En una época de costumbres muy corrompidas, el santo se distinguió por su pureza y austeridad. Las virtudes que practicó en su vida le merecieron el honor de los altares.

H. Küpke la editó con notas muy útiles en Monumenta Germaniae Historica, Scriptores, vol. XI, pp. 463-514. La biografía alemana antigua, titulada Annolied (Canción de Annon), es interesante desde el punto de vista lingüístico, pero carece de valor histórico. Véase también Hauck, Kirchengeschichte Deutschlands, vol. III, pp. 712 ss.; A. Stonner, Heilige der deutschen Frühzeit (1935), vol. II. Acerca de la canonización de san Annón, véase Brackman, en Neues Archiv, vol. XXXII (1906), pp. 151-165. Teodorico de Verdún escribió antes de 1089 una biografía de san Conrado, el sobrino de san Annón; puede verse en Monumenta Germaniae Historica, Scriptores, vol. VIII, pp. 212-219, donde fue editada por G. Waitz.
fuente: «Vidas de los santos de A. Butler», Herbert Thurston, SI

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