Beata Arcángela Girlani, virgen
y fundadora
fecha: 25 de enero
fecha en el calendario anterior: 13 de febrero
n.: 1460 - †: 1495 - país: Italia
canonización: Conf. Culto: Pío IX 1 oct 1864
hagiografía: «Vidas de los santos de A. Butler», Herbert Thurston, SI
fecha en el calendario anterior: 13 de febrero
n.: 1460 - †: 1495 - país: Italia
canonización: Conf. Culto: Pío IX 1 oct 1864
hagiografía: «Vidas de los santos de A. Butler», Herbert Thurston, SI
En
Mantua, ciudad de la Lombardía, beata Arcángela (Leonor) Girlani, virgen de la
Orden del Carmen, priora del convento de Parma y fundadora del cenobio de
Mantua.

Eleonor Girlani nació en Trino, en el norte de Italia,
en el año 1460. Desde su más tierna infancia se mostró intensamente seria y
devota. Se educó en el convento benedictino de Rocca delle Donne, que estaba
cercano a su casa, pero pronto se dio cuenta de que su familia la iba a ver con
demasiada frecuencia; y de que la disciplina que las monjas observaban no era
suficientemente estricta para ella. Como estaba resuelta a consagrarse a Dios,
y como su padre le negara el consentimiento, imploró la intervención de la
marquesa de Monferrato. Al fin su padre accedió, pero sólo con la condición de
que tomara el velo en la casa benedictina ya mencionada. Ya se habían hecho
todos los preparativos para que su entrada en religión fuera con gran
solemnidad. El marqués en persona estaba presente en traje de ceremonia. Salió
la procesión, pero cuando el caballo que montaba Eleonor había andado un corto
trecho, se paró en seco y por nada se pudo hacerlo avanzar más. Al fin la
concurrencia se dispersó, y Eleonor, al volver a su casa poco después, se
encontró con un fraile carmelita, quien le relató con mucho detalle la vida
edificante que llevaban las monjas de su orden en Parma. La joven entró allí el
día en que cumplió diecisiete años, tomó el nombre de Arcángela e hizo sus
votos un año después, en 1478.
Es extraño leer que en poco tiempo fue elegida priora.
No se nos dice cuánto tiempo después, pero parece que fue pronto, porque fue
enviada, a petición de los Gonzaga, a fundar un nuevo convento carmelita en
Mántua (donde después murió) y había elevado esta nueva comunidad a un estado
de gran perfección, antes de que la llevaran a otro sitio. Probablemente
debamos atribuir mucho de esta precipitación a su posición social. Como consta
claramente por los archivos de las casas religiosas a principios de la edad
media, cuando una princesa o gran dama tomaba el velo y daba pruebas de ser
razonablemente observante y virtuosa, casi siempre era elegida abadesa tan
pronto como había una vacante. Parece ser que esta práctica perduró a través de
los siglos. En el caso de Arcángela, parece que estuvo acertada la distinción
que se le hizo por su alcurnia. Era modelo de todas las virtudes religiosas:
sumamente austera en la práctica de la penitencia, caritativa con todos y
poseía un espíritu maravilloso de oración. Muchas veces fue hallada en su celda
arrobada en éxtasis y elevada algunos metros del piso. En una ocasión, estuvo
en éxtasis completamente insensible a impresiones externas por más de
veinticuatro horas.
Cuando debido a unas inundaciones, el convento de
Mántua estuvo amenazado por el hambre, Arcángela cayó de rodillas en oración y
en seguida una persona desconocida trajo a la puerta suficiente provisión de
alimentos. Se conservan relaciones de sucesos extraños que tuvieron lugar
después de su muerte, acaecida el 25 de enero, de 1494, de los cuales tal vez
el más interesante sea la historia del peral: poco después de su llegada a
Mántua, la madre Arcángela plantó un peral en el jardín del convento. Pues
bien, se creía que el árbol siempre daba tantas flores y después tantas peras,
como hermanas había en la comunidad. Y aún más, si se caía una pera, era señal
cierta que alguna de la comunidad moriría dentro del año. La priora, durante el
tiempo que tuvo el cargo, cuando caía una pera, exhortaba a su comunidad a
hacer una buena preparación a la muerte, en vista de que nadie sabía a quién
iba dirigido el aviso. Se cuenta que esta misma maravilla continuó por mucho
tiempo, aun años después de la muerte de Arcángela.
Su culto se confirmó en 1864. Es difícil formarse una
idea clara del valor de las pruebas sobre las que se basan estos detalles y
otros similares relacionados con la vida de la beata Arcángela. Pueden leerse
en un folletito escrito por el Abad Alberei, sacado de unas notas
proporcionadas por un dominico piamontés. Ostenta la divisa carmelita de la
cruz y las estrellas, y se titula «Notice sur la vie de la bse. Archangela Girlani»,
editado en Poitiers en 1865.
fuente: «Vidas
de los santos de A. Butler», Herbert Thurston, SI
accedida 618 veces
ingreso
o última modificación relevante: ant 2012
Estas biografías de santo son propiedad de
El Testigo Fiel. Incluso cuando figura una fuente, esta ha sido tratada sólo
como fuente, es decir que el sitio no copia completa y servilmente nada, sino
que siempre se corrige y adapta. Por favor, al citar esta hagiografía,
referirla con el nombre del sitio (El Testigo Fiel) y el siguiente enlace: http://www.eltestigofiel.org/lectura/santoral.php?idu=319
Beato Francisco Zirano, presbítero
y mártir
fecha: 25 de enero
n.: ca. 1564 - †: 1603 - país: Argelia
canonización: C: Francisco 12 oct 2014
hagiografía: Hermanos Menores Conventuales
n.: ca. 1564 - †: 1603 - país: Argelia
canonización: C: Francisco 12 oct 2014
hagiografía: Hermanos Menores Conventuales
En
la ciudad de Argel, beato Francisco Zirano, presbítero y mártir, profeso de los
franciscanos conventuales.

Francisco Zirano nació en Sassari, Italia,
aproximadamente en 1564, ingresó a los Franciscanos Conventuales, y en 1602 fue
a rescatar esclavos a Argelia, donde fue asesinado por odio a la fe el 25 de
enero de 1603.
El nuevo beato se movía en el espíritu del capítulo
XVI de la Regla no bulada que indica a los hermanos que sienten la particular
misión de estar “inter sarracenos” cuál ha de ser la actitud con que dar
el bello testimonio de Evangelio: “No promuevan disputas ni altercados,
mas sométanse a toda criatura por amor a Dios y confiesen que son
cristianos”. Ni palabras ni discursos, y menos aún predicaciones, sino
presencia ofrecida con total discreción y, sobre todo, con corazón
pacífico y fraterno.
Francisco Zirano muere, como Cristo, encomendándose
totalmente a las manos de Dios (“A tus manos, Señor, encomiendo mi alma”,
fueron sus últimas palabras), guardando en el corazón aquella caridad que
le impide -aun en el crisol de la prueba- cualquier animosidad hacia
quien desgarra su cuerpo. Lo mismo que quedó firme ante el apremio a
renegar de su fe: “Soy cristiano y religioso de mi padre san Francisco y como
tal quiero morir. Y suplico a Dios que os ilumine para que lleguéis a
conocerlo”. Se repite la expresión, mansa e intrépida al mismo tiempo,
del “christianus sum” presente en casi todas las actas de los mártires;
expresión con la que los mártires de los primeros siglos respondían a los
procuradores romanos que los halagaban, invitándoles a renegar de la fe.
Tan clara y vibrante la referencia a “mi padre san Francisco”, habla de su
radicada y amorosa integración en la Orden. Sin que falte, en fin, el
deseo hecho casi oración de que los perseguidores se arrepientan y
perciban y acojan en sus vidas la luz de la fe a través del encuentro con
Cristo.
La convicción de que su muerte era la de un verdadero
mártir quedó inmediatamente manifestada por los esclavos cristianos, que
recogieron sus huesos y su piel como reliquias; enseguida recibió culto público
popular.
fuente: Hermanos Menores Conventuales
accedida 122 veces
ingreso
o última modificación relevante: 18-10-2014
Estas biografías de santo son propiedad de
El Testigo Fiel. Incluso cuando figura una fuente, esta ha sido tratada sólo
como fuente, es decir que el sitio no copia completa y servilmente nada, sino
que siempre se corrige y adapta. Por favor, al citar esta hagiografía,
referirla con el nombre del sitio (El Testigo Fiel) y el siguiente enlace: http://www.eltestigofiel.org/lectura/santoral.php?idu=5013
No hay comentarios:
Publicar un comentario