sábado, 30 de enero de 2016

Beato Francisco Taylor, mártir (17 mártires de la persecución religiosa en Irlanda) - Santa Jacinta Mariscotti, virgen (30 de enero)

Beato Francisco Taylor, mártir

fecha: 30 de enero
n.: c. 1550 - †: 1621 - país: Irlanda
otras formas del nombre: Proinsias Tailliuir
canonización: 
B: Juan Pablo II 27 sep 1992
hagiografía: «Año Cristiano» - AAVV, BAC, 2003
En Dublín, en Irlanda, tránsito del beato Francisco Taylor, mártir, que, siendo padre de familia, pasó siete años en la cárcel a causa de su fe católica y, después de soportar tribulaciones en su ancianidad, terminó su martirio bajo el reinado de Jacobo I.
Francisco Taylor es uno de los muchos mártires que produjo la Iglesia de Irlanda. El cambio de monarca en 1603, cuando Isabel, que murió sin descendencia, fue sustituida por el primer Estuardo, no trajo mutación de la cuestión religiosa. Obispos, sacerdotes, religiosos y seglares irlandeses seguirían rubricando con su sangre su fidelidad a la Iglesia católica.
El 30 enero 1621 moría mártir en Dublín el seglar Francisco Taylor. Era un hombre casado y padre de familia, que además de educar cristianamente a sus seis hijos, había prestado notables servicios a la comunidad y a la Iglesia. No había tenido empacho en abrir su casa a los sacerdotes católicos aun sabiendo que con ello se exponía a la muerte si era descubierto. Lo fue en efecto y en 1615 fue encausado por este motivo y encerrado en la cárcel. Aquí pasó siete durísimos años, en los que maduró en la santidad por el ejercicio de la fe, la paciencia y todas las virtudes. Enfermo, veía venir la muerte como consecuencia de su prisión en tan malas condiciones pero la aceptaba por total adhesión a la voluntad de Dios y por perseverancia en la fe católica. Al tiempo de su muerte era ya un anciano. Lo beatificó el papa Juan Pablo II en 1992. Su esposa era nieta de la beata Margarita Ball, otra anciana mártir irlandesa, beatificada en el mismo grupo. Una estatua (ver foto) en la pro-catedral de Santa María, en Dublin, representa juntos a los dos beatos, Margarita y Francisco.
La edición castellana del Nuevo Martirologio Romano indica para este beato el 1584 como año de muerte; sin embargo, no sólo no es posible por el contexto histórico en que se produjo el martirio, sino que además el decreto de beatificación dice claramente «mortuus est die 30 mensis Ianuarii anno 1621» (AAS 84, pág 303), se trata, pues, solo de una más de las tantas erratas de la edición (N. de ETF).
fuente: «Año Cristiano» - AAVV, BAC, 2003
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ingreso o última modificación relevante: ant 2012

Estas biografías de santo son propiedad de El Testigo Fiel. Incluso cuando figura una fuente, esta ha sido tratada sólo como fuente, es decir que el sitio no copia completa y servilmente nada, sino que siempre se corrige y adapta. Por favor, al citar esta hagiografía, referirla con el nombre del sitio (El Testigo Fiel) y el siguiente enlace:http://www.eltestigofiel.org/lectura/santoral.php?idu=374




Santa Jacinta Mariscotti, virgen

fecha: 30 de enero
n.: 1585 - †: 1640 - país: Italia
canonización: 
B: Benedicto XIII 1 sep 1726 - C: Pío VII 24 may 1807
hagiografía: «Vidas de los santos de A. Butler», Herbert Thurston, SI
En Viterbo, en el Lacio, santa Jacinta Mariscotti, virgen de la Tercera Orden Regular de San Francisco, quien, después de perder quince años entregada a vanos placeres, abrazó con ardor la conversión y promovió confraternidades para la asistencia a los ancianos y para fomentar el culto a la Eucaristía.
La vida de santa Jacinta es, en cierto sentido, única en los anales de los santos. Casi todos ellos experimentaron, en un momento determinado, una especie de cambio que califican de "conversión". En algunos casos, como en el de san Agustín, la conversión consiste en la vuelta a Dios, después de una vida de pecado en el mundo. En otros casos, como el de santa Teresa, la vida anterior parece imperfecta por el contraste que ofrece con la vida posterior a la conversión. Pero es muy raro el caso de un santo que, tras de haber llevado una vida de escandalosa infidelidad a las reglas del convento, se convierta, vuelva atrás, y finalmente se entregue definitivamente, movido por una nueva gracia, hasta alcanzar las cumbres de la perfección.
Clara Mariscotti, que provenía de una noble familia de Vignarello, se educó en el convento de las franciscanas de Viterbo, donde una de sus hermanas era religiosa. Parece que en sus primeros años mostró poca inclinación a la piedad. Cuando sus padres casaron a su hermana más joven con el marqués Cassizucchi, Clara cayó en un estado de postración y mal humor, insoportables para su familia. En vista de ello, sus padres, siguiendo la odiosa costumbre de la época, decidieron forzarla a entrar en la vida religiosa. Clara ingresó al mismo convento de Viterbo donde había sido educada, que era una comunidad de la Tercera Orden Regular Franciscana. Aunque hizo la profesión, la joven declaró llanamente que el hecho de vestir el hábito religioso no le impediría exigir todas las exenciones a las que su rango y la riqueza de su familia le daban derecho. Durante diez años, fue el escándalo de la comunidad por su olímpico desprecio de las reglas, aunque guardaba todavía un mínimo de apariencias. En cierta ocasión, en que se hallaba ligeramente indispuesta, un santo sacerdote franciscano fue a confesarla en su celda y, al ver cuán confortable era ésta, reprendió severamente a Sor Jacinta (este era el nombre que había tomado al entrar al convento) por su tibieza y los graves peligros a que se exponía. La reprensión impresionó profundamente a la religiosa, quien temporalmente reformó su vida con un fervor casi exagerado. Pero esta súbita transformación no duró mucho; el fervor de Sor Jacinta empezaba ya a decaer, cuando Dios le envió una enfermedad mucho más seria que la anterior. Esta vez, la gracia fue plenamente eficaz y a partir de ese momento, la santa llevó una vida de crueles disciplinas, constantes ayunos y vigilias, y largas horas de oración.
Lo más extraordinario, tratándose de un temperamento como el de Jacinta, es que, siendo maestra de novicias, dio muestras de un gran sentido común en la dirección espiritual, ya que refrenaba las exageraciones de fervor y penitencia en sus novicias y escribía mesurados consejos a las numerosas personas que la consultaban por carta. Por ejemplo, a una persona que le preguntaba su opinión sobre una religiosa muy reputada por su unión con Dios y su don de lágrimas, Jacinta respondió: «Antes que nada, quisiera yo saber si esa religiosa está despegada de las creaturas, si es humilde, si ha renunciado a la voluntad propia, aun en las cosas buenas y santas; sólo así es posible determinar si los deleites de su devoción vienen realmente de Dios. Yo admiro sobre todo a los que son poco admirados, a los olvidados de sí mismos, aunque tengan pocas consolaciones sensibles. La verdadera señal del espíritu de Dios es la cruz, el sufrimiento, la perseverancia generosa, a pesar de la falta de consuelo, en la oración».
La caridad de Jacinta era notable, y no se limitaba a su comunidad. Con su ayuda se formaron en Viterbo dos cofradías encargadas de los enfermos, los ancianos, los nobles venidos a menos y los pobres. Pidiendo limosna de puerta en puerta, Jacinta reunía los fondos necesarios para el trabajo de las cofradías. La santa murió a los cincuenta y cinco años de edad, el 30 de enero de 1640, y fue canonizada en 1807. La bula de canonización afirma que «su mortificación era tan grande, que la conservación de su vida era un constante milagro» y que «con su apostólica caridad ganó a Dios más almas que muchos predicadores de su tiempo».
Ver Flaminio de Latera, Vita della V. S. Giacinta Mariscotti (1805); Léon, L'Auréole séraphique, vol. I, pp. 117-126; Kirchenlexikon, vol. VI, pp. 514-516.
fuente: «Vidas de los santos de A. Butler», Herbert Thurston, SI
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Estas biografías de santo son propiedad de El Testigo Fiel. Incluso cuando figura una fuente, esta ha sido tratada sólo como fuente, es decir que el sitio no copia completa y servilmente nada, sino que siempre se corrige y adapta. Por favor, al citar esta hagiografía, referirla con el nombre del sitio (El Testigo Fiel) y el siguiente enlace: http://www.eltestigofiel.org/lectura/santoral.php?idu=375

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