domingo, 31 de enero de 2016

Beata María Cristina de Saboya, reina - Beata Candelaria de San José, virgen y fundadora (31 de enero)

Beata María Cristina de Saboya, reina

fecha: 31 de enero
n.: 1812 - †: 1836 - país: Italia
canonización: 
B: Francisco 25 ene 2014
hagiografía: Religión en libertad
En Nápoles, Italia, beata María Cristina de Saboya, reina de las Dos Sicilias y madre de familia, que dedicó su brevísima vida al ejercicio de la piedad cristiana y a la caridad con los pobres.
Solo fueron veinticuatro años de vida y apenas tres de reinado, pero la indeleble impronta de María Cristina de Saboya, reina consorte de las Dos Sicilias, ha quedado consolidada con su beatificación, el 25 de enero de 2014. 
Pese a que su impecable linaje -era hija de un rey de Cerdeña-Piamonte y de una archiduquesa de Austria y bisnieta de Felipe V de España- le auguraba, en principio, una existencia cómoda, su vida nunca fue un camino de rosas. 
De entrada, porque cuando vino al mundo el 14 de noviembre de 1812 lo hizo en el exilio o -por lo menos- en el medio exilio: nació en Cagliari, capital de Cerdeña, pero no lo pudo hacer en Piamonte, el territorio histórico de su dinastía, porque estaba ocupado por las tropas napoleónicas.
Sus primeros años fueron felices hasta que, a la edad de nueve años, vivió la abdicación de su padre. Esta renuncia fue el inicio de una época de inestabilidad -vivió en Niza, Moncalieri y Módena, hasta que se asentó en Génova junto a su madre y su hermana- y de luto familiar: antes de cumplir 20 años de edad, ya había perdido a sus dos progenitores. 
Superó todos estos obstáculos gracias a la fe católica inquebrantable que tuvo desde niña; no en vano fue consagrada a la Virgen el mismo día de su bautizo. 
La princesa quería ser monja pero entre su familia, el entorno cortesano y su confesor la empujaron a contraer el matrimonio dinástico que le estaba reservado. 
El elegido era Fernando II de las Dos Sicilias, que reinaba sobre un territorio, Nápoles y Sicilia, cada vez más convulso: estaba, más que otros territorios de la península italiana, sometido a la presión -embrionaria pero ya agobiante- de un liberalismo masón que quería unificar a Italia en un mismo Estado. 
A María Cristina le costó aceptar: “Sigo sin entender cómo haya podido acabar, teniendo en cuenta mi carácter, por cambiar de opinión y decir que sí; el asunto solo puede explicarse por mi sometimiento a la voluntad de Dios, para la que nada es imposible”. 
Una voluntad de Dios que empezó a cumplir el 20 de noviembre de 1832, día de su boda. El Rey y ella destinaron parte de la cantidad destinada a los festejos a establecer la dote de otras 240 esposas del reino y a la recuperación de objetos empeñados por gente pobre en los Montes de Piedad. 
Como escribe la historiadora Cristina Siccardi, “su credo católico no era un sentimiento sino un hecho de vida: asistía a misa a diario; no se acostaba sin rezar el Rosario; iba a ejercicios espirituales; mandaba parar su carroza cada vez que se cruzaba con el Viático, ante el que se arrodillaba aunque el suelo estuviese embarrado… y dio su traje de novia a una iglesia napolitana”.
No intervino directamente en política, pero tuvo una influencia positiva sobre su marido. Según cuenta un autor tan poco sospechoso de catolicismo y de monarquismo como Benedetto Croce, arrancó a su marido el indulto a muchos condenados a muerte, entre ellos a Cesare Rosaroll, que conspiró para asesinar a Fernando II. 
Semejante bondad –ayudaba sin parar y donó ingentes cantidades de dinero a todo tipo de obras benéficas y culturales- desembocó en una inmensa popularidad. 
Sin embargo, tres años después de su matrimonio seguía sin cumplir con su principal obligación, la de dar un heredero al trono. Por fin en la primavera de 1835 quedó embarazada. El 18 de enero de 1836 nació el Príncipe Francisco, que sería el último Rey de las Dos Sicilias. 
El parto fue complicado y la Reina Maria Cristina sabía que sus días estaban contados. El 31, casi sin fuerzas, llevó al recién nacido ante el Rey y le dijo: “Habrás de responder ante Dios y ante el pueblo; cuando crezca, le explicarás que he muerto por él”. A las pocas horas, expiró.
Noticia hagiográfica firmada por J.M. Ballester Esquivias, para Religión en Libertad. Hay otros datos sobre la beata en el Convegni di cultura Maria Cristina di Savoia, en italiano
fuente: Religión en libertad
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Estas biografías de santo son propiedad de El Testigo Fiel. Incluso cuando figura una fuente, esta ha sido tratada sólo como fuente, es decir que el sitio no copia completa y servilmente nada, sino que siempre se corrige y adapta. Por favor, al citar esta hagiografía, referirla con el nombre del sitio (El Testigo Fiel) y el siguiente enlace: http://www.eltestigofiel.org/lectura/santoral.php?idu=4992




Beata Candelaria de San José, virgen y fundadora

fecha: 31 de enero
n.: 1863 - †: 1940 - país: Venezuela
otras formas del nombre: Candelaria Paz-Castillo Ramírez
canonización: 
B: Benedicto XVI 27 abr 2008
hagiografía: Vaticano
En Altagracia de Orituco, Venezuela, beata Candelaria de San José (Paz Castillo Ramírez), virgen, fundadora de las Hermanas Carmelitas de la Candelaria.
Susana Paz Castillo Ramírez, tercera hija del matrimonio de Francisco de Paula Paz Castillo y María del Rosario Ramírez, nació en Altagracia de Orituco (Estado Guárico, Venezuela), el 11 de agosto de 1863. Su padre era un hombre recto y honrado, de gran corazón y profundamente cristiano; gozaba del aprecio y estima de todos los habitantes; poseía conocimientos de medicina naturista y los empleaba para ayudar a mucha gente que solicitaba sus servicios. Su madre era una persona piadosa, trabajadora y honrada. Tanto ella como don Francisco brindaron a sus hijos una educación tan esmerada como lo permitían las circunstancias de su tiempo. En el aspecto cristiano fue óptima: les infundieron el ejemplo y la palabra, la solidaridad y la responsabilidad en las prácticas de la fe cristiana y valores humanos. Su instrucción académica, aunque escasa y deficiente, propia de la época que le tocó vivir, no fue un impedimento para su formación integral: frecuentó una escuela particular donde dio sus primeros pasos en la escritura y el cultivo de su apasionamiento por la lectura. Además, aprendió corte y confección y toda clase de labores, especialmente bordados. Este aprendizaje fue un valioso recurso para su posterior servicio a los más necesitados. Su padre murió el 23 de noviembre de 1870, cuando Susana contaba con 7 años de edad. Cuando murió su madre, el 24 de diciembre de 1887, Susana, que tenía 24 años, asumió las responsabilidades de diligente ama de casa. A la vez, se encargaba de practicar la caridad con los enfermos y heridos que recogía y cuidaba en una casa semi-abandonada, adjunta a la iglesia parroquial.
Junto con otras jóvenes de su pueblo y con el apoyo de un grupo de médicos y del padre Sixto Sosa, párroco de Altagracia de Orituco, fundó un hospital para atender a todos los necesitados. Allí, en hamacas y catres de lona, que ella misma confeccionaba, los atendía. Con la fundación de este centro de salud, en 1903, se dio inicio a la familia religiosa de las Hermanitas de los Pobres de Altagracia, actualmente denominada Hermanas Carmelitas de la Madre Candelaria. El 13 de septiembre de 1906, con autorización del obispo diocesano, la madre Susana hizo su profesión religiosa tomando el nombre de Candelaria de San José. El 31 de diciembre de 1910 nació oficialmente la congregación de las Hermanitas de los Pobres de Altagracia con la profesión de las primeras seis hermanas, en manos de mons. Felipe Neri Sendrea, quien confirmó a la madre Candelaria como superiora general. En diciembre de 1916 emitió sus votos perpetuos en Ciudad Bolívar.
Su vida transcurrió entre los pobres; se distinguió por una profunda humildad, una inagotable caridad con ellos, y una profunda vida de fe, oración y amor a la Iglesia. Además de su esmerada atención por los enfermos, se preocupó por la educación de los niños, tarea que dejó como legado a sus hijas carmelitas. La madre Candelaria era una religiosa de carácter afable, recogida, de baja y modesta mirada; siempre dejaba suavidad en cuantos la escuchaban cuando departía su cordial y amena conversación. Dos cosas llamaban poderosamente la atención en ella: su profunda humildad y su inagotable caridad. Tenía una gran sensibilidad ante las desgracias ajenas; nunca decía "no" a nadie, sobre todo cuando se trataba de enfermos pobres y abandonados. Otra característica de su entrega era la alegría; todo lo hacía con amor y una confianza sin límites en la divina Providencia. Sus grandes amores fueron Jesús crucificado y la santísima Virgen. Recorrió muchos kilómetros en busca de recursos para el sostenimiento de sus obras y fundando nuevas comunidades que respondieran a las necesidades del momento.
Gobernó la congregación durante 35 años, desde su fundación hasta el capítulo general de 1937, en el que le sucedió en el cargo la madre Luisa Teresa Morao. Los últimos años de la madre Candelaria estuvieron marcados por el dolor y la enfermedad. No obstante, después de dejar el cargo de superiora general, aceptó seguir prestando sus servicios a la congregación como maestra de novicias. Tenía plena conciencia de su enfermedad, pero con increíble paciencia soportaba los dolores y daba pruebas de conformidad con la voluntad de Dios. Pedía al Señor poder morir con el nombre de Jesús en los labios, y así fue. En la madrugada del 31 de enero de 1940 tuvo un vómito de sangre. Tras pronunciar tres veces el nombre de Jesús, entregó su alma al Creador. Fue beatificada el 27 de abril de 2008.
fuente: Vaticano
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ingreso o última modificación relevante: ant 2012
Estas biografías de santo son propiedad de El Testigo Fiel. Incluso cuando figura una fuente, esta ha sido tratada sólo como fuente, es decir que el sitio no copia completa y servilmente nada, sino que siempre se corrige y adapta. Por favor, al citar esta hagiografía, referirla con el nombre del sitio (El Testigo Fiel) y el siguiente enlace: http://www.eltestigofiel.org/lectura/santoral.php?idu=4755

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