miércoles, 6 de enero de 2016

San Carlos de Sezze - San Andrés Bessette - Beata Rita Amada de Jesús 06012016

San Carlos de Sezze

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San Carlos de Sezze, religioso
fecha: 6 de enero
fecha en el calendario anterior: 7 de enero
n.: 1613 - †: 1670 - país: Italia
canonización: B: León XIII 22 ene 1882 - C: Juan XXIII 12 abr 1959
hagiografía: «Vidas de los santos de A. Butler», Herbert Thurston, SI
En Roma, san Carlos de Sezze, religioso de la Orden de los Hermanos Menores, que desde niño se vio obligado a ganar el pan cotidiano, invitando a sus compañeros a imitar a Cristo y a los santos. Vestido con el sayal franciscano, se entregaba largamente a la adoración del Santísimo Sacramento del Altar.
Este humilde hermano franciscano escribió por orden expresa de sus superiores los recuerdos de hechos especiales que le sucedieron en su vida. Son los siguientes. Nació en 1620 en el pueblo italiano de Sezze. De familia pobre, cuando empezó a asistir a la escuela, un día por no dar una lección, el maestro le dio una paliza tan soberana que lo mandó a cama. Entonces los papás lo enviaron a trabajar en el campo y allá pensaba vivir para siempre.
Pero sucedió que un día una bandada de aves espantó a los bueyes que Carlos dirigía cuando estaba arando, y estos arremetieron contra él con gravísimo peligro de matarlo. Cuando sintió que iba a perecer en el accidente, prometió a Dios que si le salvaba la vida se haría religioso. Y milagrosamente quedó ileso, sin ninguna herida.
Entonces otro día al ver pasar por allí unos religiosos franciscanos les pidió que le ayudaran a entrar en su comunidad. Ellos lo invitaron a que fuera a Roma a hablar con el Padre Superior, y con su recomendación se fue allá con tres compañeros más.
El superior para probar si en verdad tenían virtud, los recibió muy ásperamente y     les dijo que eran unos haraganes que sólo buscaban conseguirse el alimento gratuitamente,y los echó para afuera. Pero ellos se pusieron a comentar que su intención era buena y que deberían insistir. Y entraron por otra puerta del convento y volvieron a suplicar al superior que los recibiera. Este, haciéndose el bravo, les dijo que esa noche les permitía dormir allí como limosneros pero que al día siguiente tendrían que irse definitivamente. Los cuatro aceptaron esto con toda humildad, pero al día siguiente en vez de despacharlos les dijeron que ya habían pasado la prueba preparatoria y que quedaban admitidos como aspirantes.
En el noviciado el maestro lo mandó a que sembrara unos repollos, pero con la raíz     hacia arriba. Él obedeció prontamente y los repollos retoñaron y crecieron. Después el superior del noviciado empezó a humillarlo y humillarlo. Él aguantaba todo con     paciencia, pero al fin viendo que iba a estallar en ira, se fue donde el maestro de     novicios a decirle que se volvía otra vez al mundo porque ya no resistía más. El     sacerdote le agradeció que le hubiera confiado sus problemas y le arregló su situación y pudo seguir tranquilo hasta ser admitido como franciscano.
Ya religioso, un día entraron a la huerta del convento unos toros bravos que     embestían sin compasión a todo fraile que se les presentara. El superior, para probar   qué tan obediente era el hermano Carlos, le ordenó: "Vaya, amarre esos toros y     sáquelos de aquí". El se llevó un lazo, les echó la bendición a los feroces animales y todos se dejaron atar de los cachos y lo fueron siguiendo como si fueran mansos     bueyes. La gente se quedó admirada ante semejante cambio tan repentino, y consideraron este prodigio como un premio a su obediencia.
Para que no se volviera orgulloso a causa de las cosas buenas que le sucedían,     permitió. Dios que le sucedieran también cosas muy desagradables. Lo pusieron de cocinero y los platos se le caían de la mano y se le rompían, y esto le ocasionaba tremendos regaños. Una noche dejó el fogón a medio apagar y se quemó la cocina y casi se incendia todo el convento. Entonces fue destituido de su cargo de cocinero y enviado a cultivar la huerta. A un religioso que le preguntaba por qué le sucedían hechos tan desagradables, le  respondió: "Los permite Dios para que no me llene de orgullo y me mantenga siempre humilde".
Después lo nombraron portero del convento y admitía a todo caminante pobre que     pidiera hospedaje en las noches frías. Y repartía de limosna cuanto la gente traía. Al  principio el superior del convento le aceptaba esto, pero después lo llamó y le dijo:     "De hoy en adelante no admitiremos a hospedarse sino a unas poquísimas personas, y  no repartiremos sino unas pocas limosnas, porque estamos dando demasiado". Él     obedeció, pero sucedió entonces que dejaron de llegar las cuantiosas ayudas que llevaban  los bienhechores. El superior lo llamó para preguntarle: "¿Cuál será la causa por la que han disminuido tanto las ayudas que nos trae la gente?"
"La causa es muy sencilla –le respondió el hermano Carlos-. Es que dejamos de dar a los necesitados, y Dios dejó de darnos a nosotros. Porque con la medida con la     que repartamos a los demás, con esa medida nos dará Dios a nosotros".
Desde ese día recibió permiso para recibir a cuanto huésped pobre llegara, y de     repartir las limosnas que la gente llevaba, y Dios volvió a enviarles cuantiosas     donativos.
Tuvo que hacer un viaje muy largo acompañado de un religioso y en plena selva se     perdieron y no hallaban qué hacer. Se pusieron a rezar con toda fe y entonces apareció una bandada de aves que volaban despacio delante de ellos y los fueros guiando hasta lograr salir de tan tupida arboleda.
El director de su convento empezó a tratarlo con una dureza impresionante. Lo     regañaba por todo y lo humillaba delante de los demás. Un día el hermano Carlos sintió un inmenso deseo de darle el golpe e insultarlo. Fue una tentación del demonio. Se dominó, se mordió los labios, y se quedó arrodillado delante del otro, como si fuera una estatua, y no le dijo ni le hizo nada. Era un acto heroico de paciencia.
¿Qué era lo que había sucedido? Que el Superior Provincial había enviado una carta     muy fuerte al director diciéndole que le había escrito contándole faltas de él. Y     éste al pasar por la celda de Carlos había visto varias veces que estaba escribiendo. Entonces se imaginó que era él quien lo estaba acusando. Su apatía llegó a tal grado  que le hizo echar de ese convento y fue enviado a otra casa de la comunidad.
Al llegar a aquel convento el provincial, le dijo al tal superior que no era Carlos     quien le había escrito. Y averiguaron qué era lo que este religioso escribía y vieron     que era una serie de consejos para quienes deseaban orar mejor. El irritado director tuvo que ofrecerle excusas por su injusto trato y sus humillaciones. Pero con esto el sencillo hermano había crecido en santidad.
Las gentes le pedían que redactara algunas normas para orar mejor y crecer en     santidad. El lo hizo así y permitió que le publicara el folleto. Esto le trajo terribles     regaños y casi lo expulsan de la comunidad. El pobre hombre no sabía que para esas   publicaciones se necesitan muchos permisos. Humillado se arrodilló ante un crucifijo para contarle sus angustias, y oyó que Nuestro Señor le decía: "Animo, que estas cosas no te van a impedir entrar en el paraíso".
La petición más frecuente del hermano Carlos a Dios era esta: "Señor, enciéndeme en amor a Ti". Y tanto la repitió que un día durante la elevación de la santa hostia en la Misa, sintió que un rayo de luz salía de la Sagrada Forma y llegaba a su corazón. Desde ese día su amor a Dios creció inmensamente.
Al fin los superiores se convencieron de que este sencillo religioso era un verdadero   hombre de Dios y le permitieron escribir su autobiografía y publicar dos libros más, uno acerca de la oración y otro acerca de la meditación.
El Papa Juan XXIII lo declaró santo en 1959.







Señor Dios todopoderoso, que de entre tus fieles elegiste a San Carlos de Sezze para que manifestara à sus hermanos el camino que conduce a ti, concédenos que su ejemplo nos ayude a seguir a Jesucristo, nuestro maestro, para que logremos así alcanzar un día, junto con nuestros hermanos, la gloria de tu reino eterno. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo.



Calendario de fiestas marianas: Nuestra Señora de Cana.


San Andrés Bessette

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San Andrés Bessette, religioso
En Montreal, ciudad de la provincia de Quebec, en Canadá, san Andrés (Alfredo) Bessette, religioso de la Congregación de la Santa Cruz, quien trabajó incansablemente en la construcción del insigne santuario dedicado a san José que se alza en aquella ciudad.
Bessette nació en 1845 en una población llamada Mont-Saint-Grégorie, ubicada a 40 kilómetros de Montreal en Canadá, en el seno de una familia de clase obrera. El pequeño tenía tantas complicaciones de salud que sus padres quisieron bautizarlo el día mismo que nació pensando que no sobreviviría. Pero murió 91 años más tarde. Quedó huérfano de padre cuando tenía 9 años y de madre cuando tenía 12 por lo que, tanto él como sus 11 hermanos quedaron bajo el cuidado de su tía Rosalie Nadeau y de su esposo Timothée. «María y José se convirtieron en sus padres adoptivos», indicó el padre Lasciabell, vicepostulador de la causa de canonización. «Este período le permitió al hermano Andrés consolidar fuertemente su relación con Dios en lugar de alejarse, por los lamentables acontecimientos de su vida». Tenía 20 años cuando viajó a Estados Unidos junto con un grupo de inmigrantes para trabajar en el sector textil. En 1967 regresó a Canadá para realizar otras labores. Y fue entonces cuando su párroco quiso enviarlo a la congregación de la Santa Cruz donde inicialmente fue rechazado por sus problemas de salud, que continuaron a lo largo de su vida. Por ello el obispo de Montreal monseñor Ignace Bourget pidió que reconsideraran la decisión y Alfred fue aceptado en 1872.

El hermano Bessette fue designado como portero del colegio de Nuestra Señora de las Nieves, cerca de Montreal. También realizaba otros trabajos ocasionales. Pero él quiso hacer de ésta, una labor que fue más allá de abrir la puerta: «Él recibía a los visitantes y a sus parientes. El prójimo se convirtió así en una realidad importante para el hermano Andrés». Su vida espiritual, sus palabras sencillas pero llenas de sentido hicieron que cada vez más gente hablara del portero de aquel colegio. Muchos enfermos iban a pedirle consuelo, oraciones y consejos: «él sabía que no se puede amar verdaderamente a Dios sin amar al prójimo ni amar a los demás sin reconocer la presencia de Dios en ellos».

«Una multitud diaria de enfermos, afligidos y pobres de todos los tipos, de discapacitados y de heridos por la vida encontraban en él, sentado en la portería del colegio, acogida, escucha, apoyo y fe en Dios», decía el papa Juan Pablo II en la homilía de su beatificación en mayo de 1982. El hermano Bessette a todos les daba el mismo consejo: buscar la intercesión de San José, orar y acudir a los sacramentos.

Decía a los enfermos que se ungieran con el óleo de la lámpara que había en una capilla que tenía el nombre del santo. Muchos fieles que lo hacían quedaban curados a pesar de que médicamente no tuvieran ninguna esperanza. Algunos comenzaron a decir que este religioso hacía milagros. Él insistía que el responsable de estas curaciones era San José. Y por ello en 1904 tuvo la iniciativa de construir un santuario en su honor. El hermano comenzó a reunir un número cada vez más grande de seguidores, pero su vida provocó también algunas reacciones adversas. Entre ellos el doctor Josep Charette, que ridiculizaba sus actitudes. Un día la esposa del doctor tuvo una fuerte hemorragia nasal que no podía detenerse de ningún modo. Ella pidió ser llevada donde este religioso pero el médico rehusó. «¿Dices que me amas y serías capaz de hacerme morir desangrada?», le dijo su mujer. Charette se dirigió donde Bessette quien le respondió: «Doctor, regrese a casa que la hemorragia se ha detenido». Y así fue.

En 1924 se culminó la construcción del oratorio dedicado al Santo Custodio: «El hermano Andre no fue sólo el constructor de un edificio de piedras sino de una comunidad cristiana viviente. Se convirtió en un notable unificador». El hermano Bessette murió en 1937. «Nunca traje al hermano Andrés una persona enferma sin que regresara contenta a su casa. Algunos eran curados. Otros morían algún tiempo después, pero el Hermano Andrés los consolaba», decía uno de sus amigos. «Más de un millón de personas fueron a rendirle homenaje a pesar de que sus funerales se celebraron con muy mal tiempo invernal. Y aún hoy, más de dos millones y medio de peregrinos y de visitadores vienen cada año al oratorio de San José en el monte Royal», señala el padre Lasciabell.

Basado en el artículo de Carmen Elena Villa en Zenit, con ocasión de la canonización, en octubre de 2010. El oratorio de San José, de Canadá, cuenta con un web trilingüe (francés, inglés, español) donde se puede leer con más detalle la vida del santo, y acceder a otros recursos de espiritualidad.

Beata Rita Amada de Jesús

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Beata Rita Amada de Jesús, virgen y fundadora
En Casalmendinho, Portugal, beata Rita Amada de Jesús (Rita Lopes de Almeida), virgen, fundadora del Instituto de Jesús, María y José.
Rita Amada de Jesús nació el 5 de Marzo de 1848, en un pequeño pueblo de la parroquia de Ribafeita, Diócesis de Viseu, Portugal. Pocos días después fue bautizada con el nombre de Rita Lopes de Almeida. Creció en un ambiente familiar de mucha piedad, donde en las noches se hacía lectura espiritual. Desde su niñez demostró una devoción especial a Jesús Sacramentado, la Santísima Virgen y san José, así como cariño por el Santo Padre, quien en ese tiempo se encontraba en exilio. La Iglesia en Portugal continuaba siendo perseguida por parte de la Masonería, que se apoderó de los bienes eclesiásticos, cerró los seminarios, y casas de religiosos. A los institutos de religiosas, les prohibió la admisión de novicias. Obispos y sacerdotes provenientes de familias de alto nivel económico fueron objeto también de ataques. Debido a esto no podían dedicarse a su ministerio completamente, ya que tenían que defenderse. Todo esto debilitó en parte la Iglesia.

Pero esta situación política no apagó el ansia de una auténtica vida cristiana que la familia de Rita experimentaba, en especial sus padres, así como el deseo de comunicarla a los demás. En este ambiente familiar Dios suscitó en Rita la vocación misionera, para liberar la juventud del indiferentismo religioso, y fomentar los valores morales, y así con este apostolado pudo fortalecer la familia. Su celo apostólico hizo de ella una itinerante. Iba de pueblo en pueblo y enseñaba a orar. A través del Santo Rosario y otras oraciones deseaba despertar en los corazones de quienes la escuchaban, la imitación de Nuestra Señora, Madre de Dios. En su apostolado buscaba siempre las personas que llevaban una vida inmoral, y hacía todo lo posible para rescatarlas del mal y conducirlas a Dios. Este estilo radical de apostolado, la hizo objeto de amenazas de muerte. A la oración unió la penitencia. Para llevar a cabo este objetivo, logró conseguir algunos «instrumentos de mortificación», en sus visitas a las Hnas. Benedictinas del Convento de Jesús a Viseu.

En este tiempo, con la ayuda de su confesor, pudo discernir que Dios la llamaba a la vida consagrada. En esta Época no era posible entrar a ningún Instituto, debido a que las leyes masónicas prohibían la entrada de novicias. Por lo tanto, Rita siguió en el "mundo", entregada al apostolado y a las prácticas de mortificación, con la esperanza de poder consagrarse a Dios en el futuro. Durante este tiempo rechazó pretendientes, algunos de ellos ricos, pues según ella ya había hecho su consagración a Dios en lo íntimo de su corazón. Su consagración a Dios la llevó a la práctica frecuente de la Comunión Reparadora, que fomentó su fervor Eucarístico, y a la devoción al Sagrado Corazón. Dios hizo de ella un verdadero apóstol concediéndole pasión por la salvación de las almas.

Colaborando con el apostolado de Rita, sus padres llegaron a albergar en casa mujeres muy deseosas de conversión. Como a los 20 años de edad, su deseo de consagrarse a Dios aumentó considerablemente. Compartió con sus padres este su gran deseo. No obstante la fe y vida ejemplar cristiana de sus padres, sus padres no aprobaron su decisión. Rita no desistió, al contrario, continuó nutriendo la esperanza de realizarlo. Y a la edad de 29 años logró entrar a una congregación. Esta congregación era la única que existía en Portugal porque era extranjera, y se dedicaba solo a ayudar a los pobres. Pero como el carisma de este instituto era diverso del tipo de celo apostólico que ardía en su corazón, Rita no se pudo identificar con el. El director espiritual de la comunidad, en quien Rita confiaba plenamente, vio que la voluntad de Dios para ella, era el recibir y educar niñas pobres y abandonadas. Rita salió de este Instituto, de origen francés, a la edad de 32 años.

De acuerdo con el Rev. P. Francisco Pereira, S.J. buscó los medios para prepararse y realizar su futura y urgente misión. Rita estaba dotada de muchos dones y virtudes y de naturaleza piadosa, y solo deseaba cumplir la voluntad de Dios. Dócil a su Director Espiritual, logró vencer los conflictos políticos y religiosos y fundar un colegio-instituto de Jesús, María y José, en la Parroquia de Ribafeita, con la espiritualidad de la Sagrada Familia, el 24 de Septiembre de 1880. En breve tiempo, este tipo de apostolado se extendió a otras diócesis de Portugal. En las diócesis de Viseu, Lamego y Guarda, las autoridades civiles trataron siempre de suprimirlo. Experimentó dificultades de carácter económico. Aún más, en el año 1910, se desencadenó nuevamente una feroz persecución contra la Iglesia. Todos los institutos fueron suprimidos, sus propiedades fueron expropiadas incluyendo el instituto de Madre Rita, quien consiguió refugiarse en su tierra natal.

Es aquí donde poco a poco logró localizar sus religiosas dispersas debido a la situación política, y reagruparlas en una humilde casa de Ribafeita. Desde este lugar, envió varios grupos de ellas a Brasil, que perpetuaron el Carisma de la Fundadora. En esta forma su instituto pudo sobrevivir. Madre Rita, falleció el 6 de Enero de 1913, en Casalmendinho (Parroquia de Ribafeita), en olor de santidad. Su funeral, fue presidido por el Vicario General de la Diócesis, y fue un acción de gracias a Dios por el don de esta religiosa a la Iglesia y al mundo. Fue beatificada el 28 de mayo de 2006, en Viseu (Portugal).
fuente: Vaticano

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