domingo, 10 de enero de 2016

San Melquíades de Roma, papa - San Juan de Jerusalén 10012016

San Melquíades de Roma

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San Melquíades, papa
En Roma, en el cementerio de Calixto, en la vía Apia, san Melquíades, papa, oriundo de África. Conoció la paz concedida por el emperador Constantino a la Iglesia, pero víctima de los ataques de los donatistas, se distinguió por sus esfuerzos encaminados a obtener la concordia.
Se desconoce su año de nacimiento, pero fue elegido en el 310 o 311, y murió el 10 u 11 de enero del 314. Después del destierro del papa san Eusebio, la sede romana permaneció vacante por cierto tiempo, probablemente por las complicaciones del problema de los apóstatas, que había motivado el destierro de Eusebio (ver el artículo sobre él), y que no había quedado aclarado con el alejamiento del papa y de Heraclio, el instigador de la revuelta. El 2 de julio del 310 o 311, Melquíades, nativo de África, fue elevado al papado. Se desconoce el año exacto ya que el Catálogo Liberiano dice 2 de julio del 311 («ex die VI non. iul. a cons. Maximiliano VIII solo, quod fuit mense septembri Volusiano et Rufino»), pero en contradicción con este dato, se dice que su muerte ocurrió el 2 de enero del 314, luego de un pontificado que duró «tres años, seis meses y ocho días», lo que llevaría al 310. Lo más probable es que se trate de un error de copista, y que haya querido decir que el pontificado duró II años, no III, por lo que la fecha correcta sería el 311.
En este tiempo (el 310 o el 311) se promulgó un edicto de tolerancia firmado por los emperadores Galerio, Licinio y Constantino, poniendo fin a la gran persecución, y permitiendo que se reconstruyera la vida religiosa cristiana. Solamente en los pueblos del Oriente que estaban bajo el mando de Máximo Daia el cristianismo constinuó siendo perseguido. El emperador dio al papa Melquíades el derecho de recibir nuevamente, a través del prefecto de la ciudad, todos los edificios eclesiásticos y posesiones que habían sido confiscadas durante la persecución. Los dos diáconos romanos, Estratón y Casiano, fueron comisionados por el papa para discutir esta cuestión con el prefecto y recibir las propiedades eclesiásticas, lo que hizo posible reorganizar a fondo la administración eclesiástica y la vida religiosa de los cristianos en Roma.
Melquíades hizo traer de Sicilia a Roma los restos de su predecesor, Eusebio, y los hizo enterrar en una cripta del cementerio de Calixto. Al año siguiente el papa fue testigo del triunfo de la Cruz, con la vistoria sobre Majencio (victoria de Puente Milvio, 27 de octubre del 312), y la entrada en Roma del emperador Constantino, vuelto cristiano. Más tarde el emperador regaló a la Iglesia romana el palacio de Letrán, que vino a ser residencia de los papas, y por consecuencia, la sede de las sedes de la administración de la Iglesia romana. la basílica que estaba adjunta al palacio, o que fue construida después, vino a ser la iglesia principal de Roma.
En el 313 los donatistas (movimiento rigorista surgido en África encabezado por el obispo Donato) apelaron a Constantino para que nombrara obispos de la Galia como jueces para dirimir la controversia en el episcopado africano en relación a la consagración en Cartago de dos obispos, Ceciliano (rechazado por los donatistas) y su oponente, Majorino. Ceciliano había cedido a la presión de las torturas en la persecución, y luego se arrepintió y volvió a la comunión de la Iglesia; pero los donatistas consideraban que quien se había hecho indigno por la caída, no podía celebrar los sagrados misterios, y mucho menos ser consagrado obispo. Constantino escribió acerca de esto a Melquíades y a Marcos, pidiendo al papa que reuniera en Roma tres obispos de la Galia para escuchar a Ceciliano y a su oponente, y decidir el caso. El 2 de octubre del 313, reunido en el palacio lateranense, bajo la presidencia de Melquíades, un sínodo de dieciocho obispos de Galia e Italia, luego de una deliberación de tres días sobre los argumentos donatistas, decidieron a favor de Ceciliano, cuya elección y consagración como obispo de Cartago fue declarada legítima.
El «Liber Pontificalis» -libro con biografías de los papas editado hacia el siglo VII, que contiene muchas inexactitudes históricas, aunque es a menudo la única fuente disponible- señala que en época de Melquíades había algunos maniqueos en Roma; efectivamente es posible que los maniqueos hayan comenzado a desplazarse hacia Occidente en el siglo IV. También atribuye a Melquíades dos decretos: uno en el que prohibe absolutamente el ayuno los días jueves y domingos, «quia eos dies pagani quasi sacrum ieiunium celebrabant» («porque en esos días los paganos celebraban un ayuno sagrado»); la razón probablemente no proviene de la época de Melquíades, sino de la más tardía del autor del «Liber Pontificalis» (en la que ya se había perdido memoria de las costumbres paganas en Roma). El mismo libro no es menos arbitrario en atribuir a Melquíades un decreto según el cual la Oblación consagrada en las misas solemnes del papa (es decir, el pan eucarístico) debía repartirse a las diversas iglesias de Roma. Esta costumbre es propia de la Iglesia romana, pero no hay nada en firme que permita remontarla hasta Melquíades, como afirma el «Liber Pontificalis».
Después de su muerte, ocurrida el 10 u 11 de enero (el «Catálogo Liberiano» dice «III id. jan.», mientras que la «Depositio Episcoporum» trae «IIII id. jan.») del 314, Melquíades fue enterrado en la catacumba de san Calixto, y fue venerado como santo. El «Martyrologium Hieronymianum» lo inscribe el 10 de enero, y así lo vuelve a inscribir el nuevo Martirologio Romano, luego de que el antiguo lo recordara el 10 de diciembre.

fuente: Catholic Encyclopedia




San Juan de Jerusalén

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San Juan de Jerusalén, obispo
En Jerusalén, san Juan, obispo, que en el tiempo de la controversia acerca de la doctrina ortodoxa, trabajó denodadamente en favor de la fe católica y de la paz en la Iglesia.
El obispo Juan que conmemoramos hoy fue el segundo obispo de Jerusalén en llevar ese nombre (el anterior es del siglo II), y ejerció su ministerio en la época en que la sede de Jerusalén se había convertido en patriarcado (325-451). Eran tiempos de graves controversias doctrinarias y políticas, en una mezcla difícil de discernir. Juan sucedió en el 386 al grande, pero también controvertido, San Cirilo de Jerusalén, que gobernó el patriarcado del 350 al 386, aunque ese mandato se había visto interrumpido tres veces por los intentos de los arrianos de imponer sus propios patriarcas. Se necesitaba mucha fuerza interior, mucha santidad y mucha ciencia para suceder a Cirilo, y para mantenerse en medio de las disputas que atravesaban cada punto de la doctrina, principalmente contra los arrianos (que ya habían sido formalmente expulsados en el 325), intentando mantener o acrecentar sus sedes episcopales y su influencia sobre los emperadores.
En el caso de Juan, su figura resulta históricamente poco conocida (se verá que no hay casi ningún santoral que cuente su biografía, ni figura en Acta Sanctorum, y apenas en la actualidad se lo comienza a estudiar) porque san Jerónimo, que era en ese momento abad en Belén -y dejaba sentir su influencia en toda la Iglesia-, sospechó de su ortodoxia, por considerarlo un "origenista" encubierto. Orígenes había sido un gran escritor eclesiástico (de hecho lo contamos entre los Padres de la Iglesia) del siglo III, pero cuyo método alegórico de lectura de la Biblia, junto a un uso desproporcionado del platonismo, lo habían llevado a formular la doctrina, sobre todo sobre la preexistencia de las almas, el destino final, y otros aspectos, de una manera que fue duramente combatida por san Jerónimo y otros Padres, de tal modo que algunas de sus enseñanzas estaban, en época de Juan, prohibidas, o lo estarían poco tiempo después.
Por lo que podemos saber hoy, no fue un origenista, en el sentido de seguir fielmente las doctrinas de Orígenes, aunque sí lo respetó como gran escritor eclesiástico, y tomó de él muchos aspectos (cosa que de hecho la Iglesia ha hecho siempre, y hace). La verdad es que no hay razón para la sospecha jeronimiana, pero eso dio como consecuencia su "damnatio memoriae", es decir, que al morir se obviaran las referencias a él, por lo que algunos estudiosos piensan que algunas obras que conocemos como de san Cirilo de Jerusalén son en realidad de nuestro san Juan, pero cuyo nombre se ha omitido para poder difundirlas sin caer en las iras de los jeronimianos. Efectivamente, hay firmes indicios (aunque la cosa no esta aun resuelta entre los estudiosos) de que las cinco "Catequesis mistagógicas" que normalmente se conocen como de san Cirilo, sean en realidad de san Juan II de Jerusalén.
En el siglo XX se han descubierto dos homilías que pueden atribuirse con certeza al santo (al menos la segunda): "Homilía para la Fiesta de los Ángeles" y "Para la dedicaciónn de la Iglesia de Sión", y su figura ha comenzado a concitar de nuevo un poco de atención. 


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