San Neófito, mártir
fecha: 20 de enero
†: s. IV - país: Turquía
canonización: pre-congregación
hagiografía: «Vidas de los santos de A. Butler», Herbert Thurston, SI
†: s. IV - país: Turquía
canonización: pre-congregación
hagiografía: «Vidas de los santos de A. Butler», Herbert Thurston, SI
En Nicea, ciudad de Bitinia, san Neófito, mártir.

Fue un joven cristiano de Nicea, en
Bitinia. Sus padres fueron cristianos, desde la época en que Diocleciano
gobernaba el Imperio. Como dato prodigioso de su vida, se cuenta que, a los
nueve años, era capaz de instruir a los compañeros de su edad y que a los diez,
se retiró a una gruta del monte Olimpo. Una extraña bestia roja se apartó de la
cueva para hacerle sitio. Cuando tenía quince años, en los momentos en que la
persecución ardía con más furia, fue detenido por cristiano, en Nicea de
Bitinia. Rehusó sacrificar a los ídolos y por este motivo fue azotado con varas
y arrojado a un brasero ardiente. Como estos suplicios no hicieron ningún
efecto en él, fue decapitado por la fe.
Baronio en sus Notes sur le martyrologe
romain lo ha inscrito el día 20 de enero, según lo que dice de él el monologio
griego, a pesar de que éste lo haya colocado el día 21. Sinaxario de
Constantinopla, en Acta Sanct., nov., propylaeum, p. 410.
fuente: «Vidas de los santos de A. Butler», Herbert
Thurston, SI
accedida 523 veces
ingreso o última modificación relevante: ant 2012
Estas biografías de santo son propiedad de
El Testigo Fiel. Incluso cuando figura una fuente, esta ha sido tratada sólo
como fuente, es decir que el sitio no copia completa y servilmente nada, sino
que siempre se corrige y adapta. Por favor, al citar esta hagiografía,
referirla con el nombre del sitio (El Testigo Fiel) y el siguiente enlace:http://www.eltestigofiel.org/lectura/santoral.php?ids=255
San Eutimio «el Grande», abad
fecha: 20 de enero
n.: 377 - †: 473 - país: Israel
canonización: pre-congregación
hagiografía: «Vidas de los santos de A. Butler», Herbert Thurston, SI
n.: 377 - †: 473 - país: Israel
canonización: pre-congregación
hagiografía: «Vidas de los santos de A. Butler», Herbert Thurston, SI
En la región de Palestina, san Eutimio, abad, el cual,
nacido en Armenia y consagrado a Dios desde la infancia, fue a Jerusalén, y
transcurridos muchos años en la soledad, al final de su vida, fiel y esforzado
en la humildad y en la caridad, murió dejando ejemplo de observancia y
disciplina.
refieren a este santo: San Gerásimo, San Sabas

El nacimiento de este santo fue el fruto
de las oraciones de sus padres y de la intercesión del mártir Polyeucto. El
padre de Eutimio era un rico ciudadano de Melitene de Armenia. Ahí se inició
Eutimio en las ciencias sagradas, bajo la dirección del obispo, quien le ordenó
sacerdote y le encargó de la supervisión de los monasterios. Eutimio visitaba
con frecuencia el monasterio de San Polyeucto, y pasaba noches enteras orando
en el monte vecino. Asimismo, se retiraba a orar todos los años, desde la
octava de la Epifanía hasta el fin de la Cuaresma. Como su deseo de soledad no
se satisficiera con esto, Eutimio abandonó secretamente su ciudad natal, a los
veintinueve años de edad. Después de orar en los santos lugares de Jerusalén,
se refugió en una celda, a diez kilómetros de la ciudad, cerca de la «laura»
[La «laura» consistía en una serie de celdas a corta distancia unas de otras]
de Farán. Tejiendo canastas, ganaba lo suficiente para vivir y aun repartía
algunas limosnas entre los pobres. Cinco años más tarde, se retiró con un tal
Teoctisto a una cueva situada a unos quince kilómetros de su celda anterior, en
el camino a Jericó. Allí empezó a reunir algunos discípulos hacia el año 411.
Confiando a Teoctisto el cuidado de la comunidad, el santo volvió a retirarse a
una remota ermita. Sólo los sábados y domingos recibía a quienes iban en busca
de consejo. Eutimio exhortaba a sus monjes a no comer nunca más de lo
suficiente para satisfacer el hambre, pero les prohibía toda especie de
singularidad en el ayuno y otras austeridades, porque tales cosas favorecen la
vanidad y desarrollan la voluntad propia. Siguiendo el ejemplo de su maestro,
todos los monjes se retiraban a la soledad desde la Epifanía hasta el Domingo
de Ramos, fecha en que se reunían en el monasterio para celebrar los oficios de
la Semana Santa. Eutimio recomendaba el silencio y el trabajo manual, de suerte
que sus monjes pudiesen ganar no solo su vida, sino un poco más para ayudar a
los pobres.
Con la señal de la cruz y una corta
oración, san Eutimio curó de una parálisis de medio cuerpo a un joven árabe. El
padre de éste, que había recurrido en vano a las famosas artes físicas y
mágicas de los persas, se convirtió al cristianismo. Esto desató una oleada de
conversiones entre los árabes, de suerte que el patriarca de Jerusalén,
Juvenal, consagró obispo a Eutimio para que atendiese a las necesidades
espirituales de los convertidos. El santo estuvo presente en el Concilio de
Efeso, en 431. Juvenal construyó a san Eutimio una «laura» en el camino de Jerusalén
a Jericó. No por ello abandonó el santo su regla de estricta soledad, sino que
gobernó a sus monjes por medio de vicarios, a quienes daba sus instrucciones
los domingos. La humildad y caridad de Eutimio le ganaban los corazones de
cuantos se le acercaban. Su don de lágrimas parece haber sido todavía más
notable que el del gran Arsenio.
San Cirilo de Escitópolis relata muchos de
los milagros obrados por el santo con sólo hacer la señal de la cruz. En un
período de sequía, Eutimio exhortó al pueblo a la penitencia para apartar esa
plaga, las multitudes acudieron en procesión a su celda, llevando cruces,
cantando el «Kyrie eleison», y suplicándole que ofreciese a Dios sus oraciones
por ellos. Eutimio respondió: «Yo soy un pecador. ¿Cómo queréis que me presente
ante Dios, que está airado por nuestras culpas? Postremonos todos juntos en su
presencia, y Él nos escuchará». La multitud obedeció, y el santo, dirigiéndose
a su capilla, se postró también en oración. El cielo se oscureció
repentinamente, la lluvia cayó en abundancia, y las cosechas fueron
notablemente buenas.
Cuando la emperatriz Eudoxia, viuda de
Teodosio II, consultó a san Simeón el
Estilita sobre las penas que afligían a su familia, dicho
santo remitió a la hereje a san Eutimio. Este no recibía a ninguna mujer en su
«laura». La emperatriz se construyó un refugio a cierta distancia y le rogó que
fuese a verla allí. San Eutimio le aconsejó renunciar a la herejía de Eutiques
y suscribir el credo del Concilio de Calcedonia. Eudoxia siguió el consejo,
como si fuese la voz de Dios, y volvió a la ortodoxia de la fe. Gran parte del
pueblo siguió su ejemplo. El año 459, la emperatriz pidió de nuevo al santo que
fuese a verla a su refugio, pues tenía el plan de dotar la «laura» con rentas
suficientes para su manutención. Eutimio le mandó decir que no pensara en la
dotación y que se preparara a morir. La emperatriz admiró el desinterés de
Eutimio, volvió a Jerusalén, y murió poco después. Uno de los últimos
discípulos de san Eutimio fue el joven san Sabas,
a quien el primero amó tiernamente. El 13 de enero del año 473, Martirio y
Elías, a quienes el santo había predicho que llegarían a ser patriarcas de
Jerusalén, fueron con algunos otros a acompañar a Eutemio a su retiro
cuaresmal; pero éste les dijo que iba a quedarse con ellos toda la semana,
hasta el sábado siguiente, dándoles a entender que su muerte estaba próxima.
Tres días después, ordenó que se observase una vigilia general, la víspera de
la fiesta de san Antonio, y en tal ocasión hizo a sus hijos espirituales una
exhortación a la humildad y la caridad. Nombró a Elías por sucesor suyo y
predijo a Domiciano, uno de sus discípulos predilectos, que le seguiría al
sepulcro a los ocho días de su muerte, como sucedió en efecto. Eutimio murió el
sábado 20 de enero, a los noventa y cinco años, después de haber pasado sesenta
y ocho en el desierto. Cirilo cuenta que se apareció varias veces después de su
muerte, y habla de los milagros obrados por su intercesión, de uno de los
cuales él mismo fue testigo ocular. El nombre de san Eutimio aparece en la
preparación de la misa bizantina.
Casi todos los datos que poseemos sobre la
vida de Eutimio provienen de la biografía escrita por Cirilo de Escitópolis. En
Acta Sanctorum, 20 de enero, se encuentra una versión latina de dicha
biografía; E. Schwartz, Kyrillos von Skythopolis (1939), publicó una edición
crítica del texto griego. Ver también DCB., vol. II, pp. 398-400; y R. Génier,
Vie de S. Euthyme le Grand, 1909.
fuente: «Vidas de los santos de A. Butler», Herbert
Thurston, SI
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