San Pedro Urséolo | |
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San Pedro Urséolo, monje eremita
En el monasterio de Cuixá, en los Pirineos, san Pedro Urseolo, que, siendo dux de Venecia, se hizo monje. Se distinguió por su piedad y austeridad, y vivió en un eremitorio cercano al monasterio.
La vocación de san Pedro Orséolo o Urséolo es una de las más extrañas que registra la historia eclesiástica. Nacido de una distinguida familia veneciana, el año 928, parece haber sido nombrado, a los veinte años, comandante en jefe de la flota de Venecia. En el desempeño de su oficio, realizó una victoriosa campaña contra los piratas que infestaban el Adriático. Es imposible determinar hasta qué punto estuvo envuelto Pedro en la insurrección popular del año 976, que culminó en el asesinato del Dux Pedro Candiani IV, y en el incendio de una gran parte de la ciudad. El testimonio de san Pedro Damiano, que atribuye la responsabilidad a Pedro Orséolo, está sujeto a reservas. En todo caso, lo cierto es que Orséolo fue elegido para suceder a Candiani, y las principales autoridades de la actualidad alaban la energía y el tacto que desplegó durante su breve administración. «Era un hombre santo, pero poseía, como todos los de su raza, las grandes cualidades de jefe de estado que encontramos en quienes le precedieron en el trono ducal. Su primer cuidado fue reparar los daños causados por el incendio. Emprendió la construcción de un palacio y de una iglesia, y renovó los tratados con Istria. Pero el principal servicio que rindió a su Estado fue el arreglo con Gualdrada, la esposa de Pedro Candiani... Gracias a ello, Gualdrada retiró todas sus acusaciones contra Venecia.» Las quejas de Gualdrada habían provocado una gran crisis, que desapareció con el arreglo.
Y entonces aconteció lo inesperado: en la noche del 1 de septiembre del 978, Pedro de Orséolo partió secretamente de Venecia y se refugió en la abadía benedictina de Cuxa, en el Rosellón, entre España y Francia. Según parece, su esposa, con quien había estado casado treinta y dos años, y su hijo, que un día sería Dux de Venecia, vivieron largo tiempo sin saber de él. Sin embargo, la resolución de Pedro no debió ser tan inesperada como parece; hay razones para creer que él y su esposa habían vivido como hermano y hermana, desde el nacimiento de su único hijo, y hay quien sostiene que una carta de Raterio a Pedro demuestra que éste pensaba ya en la vida religiosa en el año 968. En todo caso, está fuera de duda que Orséolo llevó en Cuxa una vida de intenso ascetismo y abnegación, bajo la dirección del santo abad Guarino. Más tarde, deseoso de mayor soledad, se construyó una ermita, probablemente por consejo de san Romualdo, quien fue el gran propagador de esta forma particular de la vocación benedictina. San Pedro murió el año 987. Se dice que en su tumba se obraron grandes milagros.
Mabillon, vol. V, pp. 851 ss; Tolra, Saint Pierre Orséolo (1897); Analecta Bollandiana, vol. XVII (1898), p. 252; Biblioteca Hagiografica Latina, n. 986. Cf. H.F. Brown, en Cambridge Mediaeval History, vol. IV, p. 403, citado en el artículo.
fuente: «Vidas de los santos de A. Butler», Herbert Thurston, SI
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Beato Gonzalo de Amarante | |
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Beato Gonzalo de Amarante, religioso presbítero
En Amarante, lugar de Portugal, beato Gonzalo, presbítero de Braga, quien, después de una larga peregrinación por Tierra Santa, ingresó en la Orden de Predicadores, retirándose a una ermita, ayudó a construir un puente y trabajó en bien de los habitantes del lugar con su oración y predicación.
Debemos confesar que muchos de los incidentes en la vida del beato Gonsalo, hijo de una noble familia portuguesa, no inspiran gran confianza en la sobriedad de juicio de su biógrafo. Por ejemplo, éste empieza su libro contándonos que, al ser bautizado, el recién nacido fijó los ojos con gran amor en un crucifijo. Una vez ordenado sacerdote, cedió a un sobrino suyo el rico beneficio que le tocaba y emprendió una peregrinación de catorce años a Tierra Santa. Al regresar, su sobrino le repudió y le azuzó a los perros, como si se tratara de un malhechor. Gonsalo se sintió inclinado por divina inspiración a ingresar en la orden cuyo oficio empezara y terminara con el «Ave Maria». Entró, pues, en la Orden de Santo Domingo.
Los superiores le permitieron vivir como ermitaño, y el beato construyó casi sin ayuda un puente sobre el río Tamega. Cierta vez en que los labradores que le ayudaban no tenían vino, el beato, temiendo que por esta razón dejasen de trabajar, se puso en oración y al punto brotó vino de una roca. En otra ocasión, en que se habían terminado las provisiones, Gonsalo llamó a los peces, los cuales saltaron a la ribera, como si se disputaran el privilegio de ser comidos por tan justa causa. Igualmente leemos que «predicando una vez al pueblo, para hacer comprender a su auditorio los efectos de las censuras de la Iglesia, excomulgó al pan contenido en una canasta, que se corrompió como por encanto. Después, para mostrar que la Iglesia recibe en comunión a los que se arrepienten, humildemente, levantó la excomunión a la canasta, y los panes recobraron su color y sabor» (Procter, p. 3 ). Es de temer que en esta biografía la leyenda haya sustituido en gran parte a la historia.
El beato Gonzalo murió el 10 de enero, y su culto fue aprobado en 1560.
Castiglio, Historia Generale di S. Domenico e dell'Ordine suo (1589), vol. I, pp. 299-304; Procter, Short Lives of Dominican Saints, pp. 1-4; Acta Sanctorum, 10 de enero. Se dice que el milagro de los peces ocurrió en repetidas ocasiones: «molte e diverse volte». El nombre es portugués y corresponde escribirlo con s, no con z.
fuente: «Vidas de los santos de A. Butler», Herbert Thurston, SI
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