martes, 2 de mayo de 2017

Valorar y corresponder con amor al don de la Eucaristía. (Evangelio meditado) 02052017

Valorar y corresponder con amor al don de la Eucaristía.
San Juan 6, 30-35. III Martes de Pascua


Por: H. Cristian Gutiérrez LC | Fuente: www.missionkits.org 



En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Cristo, Rey nuestro. ¡Venga tu Reino!
Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)
Señor tengo sed de Ti. Deseo estar contigo estos minutos. Te pido me enseñes a orar. Gracias por darme esta oportunidad de entrar en tu presencia. Permíteme, Jesús, permanecer siempre a tu lado y jamás permitas que nada ni nadie me separe de Ti. Te pido me concedas aquella gracia que más necesito. Te amo, pero quiero amarte más.
Evangelio del día (para orientar tu meditación)


Del santo Evangelio según san Juan 6, 30-35
En aquel tiempo, la gente le pregunto a Jesús: "¿Qué signo vas a realizar Tú, para que la veamos y podamos creerte? ¿Cuáles son tus obras? Nuestros padres comieron el maná en el desierto, como está escrito: Les dio a comer pan del cielo".
Jesús les respondió: "Yo les aseguro: No fue Moisés quien les dio pan del cielo; es mi Padre quien les da el verdadero pan del cielo. Porque el pan de Dios es aquel que baja del cielo y da la vida al mundo".
Entonces le dijeron: "Señor, danos siempre de ese pan". Jesús les contestó: "Yo soy el pan de la vida. El que viene a mí no tendrá hambre, y el que cree en mí nunca tendrá sed".
Palabra del Señor.
Medita lo que Dios te dice en el Evangelio
Hoy, Señor, veo una grande relación entre este Evangelio y el misterio de la Eucaristía. Tal vez ella es uno de esos muchos regalos que me brindas y que pasan desapercibidos en mi vida. Puedo ya estar acostumbrado a visitarte en el Sagrario, a recibirte en la Misa, a acompañarte en la adoración; pero no sorprenderme de este misterio, de este beneficio tan grande que me has dejado. Dame la gracia en esta oración de asombrarme de tu compañía en la Eucaristía.
Ella es la muestra del amor más grande. En efecto, contemplando tu vida veo el inmenso amor que me tienes. Me amas tanto, Jesús, que no soportaste pensar que el pecado me separara de Ti y entonces te hiciste hombre. Hombre para que te pudiera conocer, te pudiera imitar, te pudiera seguir. Esto ya hubiera sido suficiente para demostrarme tu amor. Pero, quisiste ir a más.
No era bastante hacerte hombre como yo. Experimentaste que sufrimos, que hay cosas que nos duelen, amigos que nos traicionan, personas que nos causan angustia, y que la muerte nos acecha. Entonces, decidiste padecer todo esto y hacerte pecado al morir en una cruz. Tomaste mi lugar en el castigo para pagar la deuda, deuda que no podría jamás haber pagado. Toda tu pasión y muerte son muestra de un amor más grande, de lo que hasta ahora había descubierto con la Encarnación.
Pensé que aquél era el culmen de las obras por amor. Pero no. No te bastó hacerte hombre, hacerte pecado… quisiste hacerte pan. No sólo quería acompañarme desde fuera, comprenderme sino que, al igual que dos amados, pensante en la forma de quedarte siempre conmigo. Y lo mejor era esto: quedarte dentro de mí, convertirte en mi alimento. ¡Misterio sublime de tu amor por mí!
Puedo decirte entonces con los discípulos del Evangelio: "danos siempre de ese pan", dame siempre tu pan. Ese pan que eres Tú mismo. Entrégate a mí, Señor. Déjame recibirte y tratarte como te mereces: respeto, amor, estima, honor, cariño, fe. Permíteme unirme a Ti y jamás separarme. Quiero valorarte y corresponder al amor que me muestras en la Eucaristía. Quiero que cada encuentro contigo en la Eucaristía sea siempre un encuentro de amor. Eucaristía puede ser el lugar del amor de Ti hacia mí, y de mí hacia Ti. Después de este milagro tan grande, ¿podré pedirte otra prueba para que viéndola pueda creer?
Nuestra oración apoye el compromiso común para no falte nunca a nadie el Pan del cielo que da vida eterna y lo necesario para una vida digna, y se afirme la lógica del compartir y el amor. La Virgen María nos acompañe con su materna intercesión.
(Ángelus de S.S. Francisco, 26 de junio de 2015).
Diálogo con Cristo
Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.
Propósito
Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.
Hoy procuraré en la comunión, en una visita a Cristo o en un rato de oración, agradecer a Dios el don de la Eucaristía.
Despedida
Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a Ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.
¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!
Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.

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