San Alberto Chmielowski, religioso y fundador
fecha: 25 de diciembre
n.: 1845 - †: 1916 - país: Polonia
canonización: B: Juan Pablo II 22 jun 1983 - C: Juan Pablo II 12 nov 1989
hagiografía: «L`Osservatore Romano»
n.: 1845 - †: 1916 - país: Polonia
canonización: B: Juan Pablo II 22 jun 1983 - C: Juan Pablo II 12 nov 1989
hagiografía: «L`Osservatore Romano»
Elogio: En Cracovia, en Polonia, san Alberto
(Adán) Chmielowski, religioso, célebre pintor, que se entregó a los pobres
procurando ser bueno con todos, y para ello fundó las Congregaciones de
Hermanos y Hermanas de la Tercera Orden Regular de San Francisco, siervos de
los pobres.
Alberto Chmielowski, en el siglo Adán,
nació en Igolomia, cerca de Cracovia (Polonia), el 20 de agosto de 1845, de
padres nobles: Adalberto y Josefina Borzyslawska. Creció en un clima de ideales
patrióticos, de una profunda fe en Dios y de amor cristiano hacia los pobres.
Quedó huérfano muy pronto y sus familiares se hicieron cargo de él y de los
demás hermanos, ocupándose de su formación.
A los 18 años se matriculó en el Instituto
Politécnico de Pulawy. Tomó parte en la insurrección de Polonia en 1863. Cayó
prisionero y se le amputó una pierna a causa de una herida. Al fracasar la
insurrección, se trasladó al extranjero, huyendo de la represalia zarista. En
Gante (Bélgica) inició estudios de ingeniería. Dotado de buenas cualidades
artísticas, decidió estudiar pintura en París y en Munich. En 1874, maduro ya
como artista, regresó a Polonia, decidido a dedicar «el arte, el talento y sus
aspiraciones a la gloria de Dios». Comenzaron así a predominar en sus
actividades artísticas los temas religiosos. Uno de los mejores cuadros, el
«Ecce Homo», fue el resultado de una experiencia profunda del amor
misericordioso de Cristo hacia el hombre, experiencia que llevó a Chmielowski a
su transformación espiritual.
En 1880 entró en la Compañía de Jesús como
hermano lego. Después de seis meses tuvo que dejar el noviciado por su mala
salud. Superada una profunda crisis espiritual, comenzó una nueva vida,
dedicada totalmente a Dios y a los hermanos. Acercándose a la miseria material
y moral de quienes carecen de techo y a los desheredados en los dormitorios
públicos de Cracovia, descubrió en la dignidad menospreciada de aquellos pobrecillos
el rostro humillado de Cristo, y decidió por amor del Señor renunciar al arte y
vivir al lado de los marginados una vida pobre, dedicándoles toda su persona.
El 25 de agosto de 1887 vistió el sayal
gris y tomó el nombre de hermano Alberto. Pasado un año, pronunció los votos
religiosos, iniciando la congregación de los Hermanos de la Orden Tercera de
San Francisco, denominados Siervos de los Pobres o Albertinos. En 1891 fundó la
rama femenina de la misma congregación (Albertinas) con la finalidad de socorrer
a las mujeres necesitadas y a los niños. El hermano Alberto organizó asilos
para pobres, casas para mutilados e incurables, envió a las hermanas a trabajar
en hospitales militares y lazaretos, fundó comedores públicos para pobres, y
asilos y orfanotrofios para niños y jóvenes sin techo. En los asilos para los
pobres, los hambrientos recibían pan; los sin techo, alojamiento; los desnudos,
vestidos; y los desocupados eran orientados a un trabajo. Todos contaban con su
ayuda, sin distinción de religión o nacionalidad. En la medida en que
satisfacía las necesidades elementales de los pobres, el hermano Alberto se
ocupaba también paternalmente de sus almas, tratando de reavivar en ellos la
dignidad humana, ayudándoles a reconciliarse con Dios.
Tomaba fuerza del misterio de la
Eucaristía y de la Cruz para su acción caritativa. A pesar de su invalidez,
viajaba mucho para fundar nuevos asilos en otras ciudades de Polonia y para
visitar las casas religiosas. Gracias a su espíritu emprendedor, cuando murió
dejó fundadas 21 casas religiosas en las cuales prestaban su trabajo 40
hermanos y 120 religiosos.
Murió, de cáncer de estómago, el día de
Navidad de 1916 en Cracovia, en el asilo por él fundado, pobre entre los
pobres. Antes de su muerte dijo a los hermanos y hermanas, señalando a la
Virgen de Czestochowa: «Esta Virgen es vuestra fundadora, recordadlo». Y: «Ante
todo, observad la pobreza». Su entera dedicación a Dios mediante el servicio a
los más necesitados, su pobreza evangélica a imitación de San Francisco de
Asís, su filial confianza en la divina Providencia, su espíritu de oración y su
unión con Dios en el trabajo de cada día son la herencia que ha dejado el
hermano Alberto a sus hijos e hijas espirituales. Enseñó a todos con el ejemplo
de su vida que «es necesario ser buenos como el pan, que está en la mesa, y que
cada cual puede tomar para satisfacer el hambre».
La herencia espiritual del hermano Alberto
pervive en sus congregaciones, que extienden su acción misionera por tierras de
Polonia, Italia, Estados Unidos y Argentina. Convencidos de la santidad del
hermano Alberto, sus contemporáneos lo definieron como «el hombre más grande de
su generación». Considerado el San Francisco polaco del siglo XX, el hermano
Alberto fue beatificado en Cracovia el 22 de junio de 1983 por el Papa Juan
Pablo II, quien también lo canonizó el 12 de noviembre de 1989 en Roma.
Texto publicado en el Osservatore Romano,
y que tomamos de Franciscanos.org,
se reproduce allí mismo, en castellano, la homilía del Santo Padre en la misa
de canonización, y una semblanza en "Don y Misterio", del mismo Papa.
fuente: «L`Osservatore Romano»
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ingreso o última modificación relevante: ant 2012
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El Testigo Fiel. Incluso cuando figura una fuente, esta ha sido tratada sólo
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