Santos del día 6 de junio
San Norberto, obispo, hombre de austeras costumbres y totalmente dedicado a la unión con Dios y a la predicación del Evangelio, que instituyó, cerca de Laon, en Francia, la Orden Premonstratense de Canónigos Regulares, y luego, designado obispo de Magdeburgo, en Sajonia, se mostró pastor eximio en la renovación de la vida cristiana y en la difusión de la fe entre las poblaciones vecinas.
En Roma, en la vía Aurelia, a dos miliarios de la ciudad, santos Artemio y Paulina, mártires.
En Scete, en Egipto, san Besarión, anacoreta, que por el amor de Dios fue mendicante y peregrino.
En Grenoble, en Burgundia, san Ceracio, obispo, que expresó palabras de gratitud al papa san León I por haber escrito a Flaviano, y preservó a su grey del contagio de la herejía.
En Milán, en la Liguria, san Eustorgio II, obispo, que, conocido por su piedad, justicia y demás virtudes propias de un pastor, edificó un célebre baptisterio.
En Hibernia, san Jarlato, obispo.
En los montes del Jura, san Claudio, a quien se considera como obispo y abad del monasterio de Condat.
En el territorio de Bolonia, en la Emilia, tránsito de san Alejandro, obispo de Fiésole, que, a su regreso de la ciudad de Pavía, adonde había ido para reclamar ante el rey de los longobardos los bienes de su iglesia retenidos por usurpadores, estos lo ahogaron arrojándolo a un río.
En Constantinopla, san Hilarión, presbítero y abad del monasterio llamado de Dalmacio, que por defender el culto de las sagradas imágenes tuvo que soportar cárcel, azotes y el exilio.
En las islas Orcadas, próximas a la costa de Escocia, san Colmán, obispo.
En el monasterio de Cava dei Tirreni, en la Campania, beato Falcón, abad.
En Clermont-Ferrand, en Aquitania, san Gilberto, abad de la Orden Premonstratense, que, después de haber vivido como eremita, fundó el monasterio y el hospital de Neufontaines.
En Udine, en el territorio de Venecia, beato Bertrando, obispo de Aquilea y mártir, que trabajó en la formación del clero, alimentó con sus bienes a los pobres en tiempo de escasez, defendió con tesón los derechos de la Iglesia y, ya nonagenario, fue víctima de unos sicarios.
En Ortona, en el Abruzo, beato Lorenzo de Másculis de Villamagna, presbítero de la Orden de los Hermanos Menores, ilustre por su celo en predicar la palabra de Dios.
En Londres, en Inglaterra, beato Guillermo Greenwood, mártir, monje de la Cartuja de esta ciudad, que en tiempo de Enrique VIII, por su tenaz fidelidad a la Iglesia católica, consumó su martirio con la cárcel, el hambre y la enfermedad.
En Saint-Chamond, en el territorio de Lyon, en Francia, san Marcelino Champagnat, presbítero de la Sociedad de María, que fundó el Instituto de Hermanos Maristas de la Enseñanza, para la formación cristiana de los niños.
En la ciudad de Luong My, en Tonkín, santos mártires Pedro Dung y Pedro Thuan, pescadores, y Vicente Duong, agricultor, que en tiempo del emperador Tu Duc, por negarse a pisotear la Cruz, fueron condenados a la hoguera.
En Ciudad de México, tránsito de san Rafael Guizar Valencia, obispo de Veracruz, en México, que durante el tiempo de persecución, tanto clandestinamente como en el destierro, ejerció con coraje su ministerio episcopal.
En Sachsenhausen, en Alemania, beato Inocencio Guz, presbítero de la Orden de los Hermanos Menores Conventuales y mártir, el cual, durante la ocupación militar de Polonia, su patria, por un régimen contrario a la religión y a los hombres, fue asesinado por los guardias del campo de concentración a causa de su fe en Cristo.
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