Memorias
No sé si este título es bueno
o menos bueno, pero lo he copiado tal cual del libro al que deseo dedicar unos
párrafos en esta presentación de los relatos evangélicos que se nos proponen
para el próximo domingo día 13 de junio. Estos relatos, y los comentarios que
me he permitido realizar, pertenecen al capítulo cuarto del Evangelio de
Marcos-María Magdalena. El muy famoso capítulo de las parábolas de Jesús de
Nazaret. Bueno, famoso sí, pero no tan famoso como el decimotercero del
Evangelista Mateo. Ya advierto que leer parábolas en la Biblia suele producir
indigestiones de estómago y, mucho peor aún, indigestiones neuronales.
Y precisamente cuando estaba
enredado con estos asuntos del envío de los comentarios de estas parábolas
bíblicas puse en mis manos este libro en papel que nos acaba de regalar su
autor, uno más, el libro y el autor. Pero, un tesoro, sin lugar a dudas,
escondido y encontrado. Como aquella parábola del mercader de tesoros. Cumplir
noventa y dos años en el próximo mes de agosto, vestirse por los pies y
tener la cabeza en su sitio es privilegio de 'muchos' pocos.
José María Castillo Sánchez,
Memorias. Vida y Pensamiento, DDB, mayo de 2021, 280 páginas. Confieso que
hasta este preciso momento sólo he leído unas setenta páginas. Las primeras de
estas Memorias y que comienzan así: "En eso no se piensa" (página
19), palabras que le dijo la madre a su Pepe cuando éste tenía seis años. Y
estas Memorias acaban con estas tres palabras, que creo no romperán ningún
misterio final del relato y que creo que están escritas muy expresamente así
por este hombre lúcido: "Jesús de Nazaret".
Me atrevería a decir que unas
ochenta de cada cien personas que lean estas líneas habrán leído en su breve o
dilatada vida alguno de los libros o artículos escritos por este hombre, José
María Castillo Sánchez. Y seguramente que a ninguno de sus lectores les dejó
indiferentes. Por eso, merece la pena acercarse despacio a la vida de Pepe
Castillo tal como él nos la ha querido contar. Vuelvo a decir que es algo más
que un regalo. Es un tesoro. "Cada cual es aquello por lo que se
apasiona" (página 60).
El libro, lo escribo una vez
más, se titula 'Memorias'. Tan sencillo como un vaso de agua fresca en verano.
¿Y no son los propios Evangelios unas Memorias de Jesús de Nazaret? Memorias
de aquellos que decidieron escribir y compartir su experiencia del Evangelio,
la buena noticia del judío, laico y galileo, Jesús de Nazaret. Si el propio
Jesús nos hubiera dejado escritas sus Memorias..., lo han pensado muchas veces
mis neuronas, ¿nos hubiéramos atrevido los humanos a divinizarlo?
Creo que ya es suficiente
alimento para la comensalidad de esta nueva semana.
A continuación se pueden leer
los comentarios.
Domingo 11º del TO Ciclo B
(13.06.2021): Marcos 4,26-34. La
parábola suele indigestar. Me lo
comento y escribo CONTIGO,
Estamos de nuevo en el relato que nos
escribieron Marcos o María Magdalena, ya sea una u otra la mano narradora o las
dos a un tiempo. La autoridad de la ordenación litúrgica nos propone la escucha
de las dos últimas parábolas que este Evangelio ha puesto en boca de su Jesús
de Nazaret. Se trata de la cuarta parábola (Mc 4,26-29) y de la quinta (Mc
4,30-32).
Y
el relato que nos empapará acaba así: “Y les anunciaba la Palabra con muchas
parábolas como éstas, según podían entender. No les hablaba sin parábolas; pero
a sus propios discípulos se lo explicaba todo en privado” (Mc 4,33-34).
Este discurso de las cinco parábolas de Jesús en el Evangelio de Marcos se convertirá
en el discurso de las siete parábolas en Mateo (13,1-52). Lucas olvidó este
discurso tan unitario y organizado. El Evangelista Juan contó otras parábolas.
No
dejo en el tintero que estamos en la segunda o tercera o vigésima lectura de
este relato llamado de Marcos. Al concluir la primera lectura leíamos aquello
de 16,1-8: “Volved a Galilea... allí veréis a Jesús de Nazaret”. En
esto, me confieso obediente.
Desde
Marcos 1,14, la mano narradora del relato nos cuenta ‘la primera y única
aparición del resucitado Jesús de Nazaret’. En esta alargada aparición que fue
su vida en nuestra tierra, entre otras muchas tareas, aprendió a contar
parábolas para explicar qué era lo de ‘el reino o reinado de Dios’. Al parecer,
el Dios en quien creía Jesús de Nazaret era el ‘Yavé dios de su pueblo Israel’,
pero no con los perfiles de un dios como el de la exacta y total obediencia de
la Ley de Moisés y de los profetas exclusivistas.
“Sucede
con el reino de Dios lo mismo que con el grano de trigo que un hombre echa en
tierra” (4,26-29). Este reino de la parábola cuarta del discurso de Jesús
de Nazaret en Marcos no es un imperio de territorios conquistados con su
ejército de conquistadores y su otro ejército de mantenimiento de la seguridad
en todos sus sentidos. Este reino no es el reino de Roma, o el anterior reino
de la Grecia del macedonio, o del anterior reinado de los faraones de Egipto o
del inmenso reinado de David y Salomón. El reino o reinado del Dios de Jesús es
un grano de trigo que llega a convertirse en espiga. El reino no es una
empresa, sino un hogar, una casa.
“Sucede
con el reino de Dios lo que sucede con un grano de mostaza cuando se siembra en
la tierra...” (4,30-32). Este reino de la parábola quinta es el mismo reino
que el de la parábola anterior. Dos maneras de contar una misma realidad, un
mismo sueño, una única historia.
Con
estas dos parábolas de la propuesta del Jesús de Marcos se concluye la
enseñanza del laico de Galilea en las orillas del Lago-Mar: “De nuevo se
puso a enseñar a orillas del lago y a mucha gente congregada” (Mc 4,1-2).
¿Cuántas personas son ‘mucha gente’? Todas cuantas se pueda imaginar un lector
crítico. ¿Tantas gentes como las que solían frecuentar la sinagoga en día de
sábado? Más, sin duda, porque en las orillas del lago pueden estar mujeres,
paganos y otros...
En
estas últimas líneas del comentario debo decir que no es sencillo comprender el
mensaje que este Jesús de Nazaret deseó comunicar por medio del lenguaje de las
parábolas. Se dice que el propio Jesús les explicaba todo a los DOCE en
secreto. Ellos y ellas, ¿lo comprendían? Creo que no, por lo que dice el
Evangelista desde Mc 4,35 hasta 5,20. Estas parábolas provocan siempre una
tempestad en los adentros de sus oyentes o de sus lectores. Carmelo Bueno
Heras
CINCO MINUTOS
CON LA BIBLIA ENTRE LAS MANOS Domingo
29º: 13.06.2021. Después de comentar los cuatro Evangelios y Hechos
¡completos!...
TEMPESTADES INTEMPESTIVAS
Creo que en todas las épocas se han vivido crisis,
malos tiempos, tiempo de invierno, tiempos sombríos, calamitosos tiempos. En
ocasiones, se le "hinchan las narices" a la naturaleza y la
tecnología punta de los humanos queda reducida a barro y ceniza, porque el
viento, el agua o el fuego, que lleva la tierra en sus tripas, son imprevisibles.
En ocasiones, los anónimos sistemas de poder se alían para equilibrar mediante
la guerra las estadísticas de la población. En ocasiones, los vivos virus
desconocidos se presentan en nuestros pueblos en son de plaga para escribir en
negro una página de la historia. En ocasiones, parece que todo entra en crisis
a causa de las "tempestades, que siempre son intempestivas".
Bien, el asunto de las tempestades y de los tiempos
sombríos viene a estos minutos bíblicos porque en los días de Jesús también se
organizó alguna que otra "tempestad" y, según se nos cuenta, la cosa
acabó como en el refrán, es decir, en calma. Ahora, ambientados, puede leerse
con detenimiento el capítulo cuarto del evangelio de Marcos. El capítulo de la
"gran enseñanza de Jesús sobre el Reino".
El punto de arranque es el discurso de las
parábolas. Escuchad... Quien tenga oídos para oír, que oiga. Y aquellas gentes
le oyeron hablar de la siembra, de la lámpara, de la medida, de las semillas y
de la mostaza. Todo un manual de cuestiones agrícolas y domésticas (por cierto,
un poco extrañas para las gentes de hoy acostumbradas al ciberespacio). Pero...
Al atardecer,
después de explicar en privado todas las parábolas a sus discípulos, les dice:
"Pasemos en la barca a la orilla de enfrente. Y pasaron, pero sólo
desembarcó Jesús (5,2). Los discípulos, al parecer se quedaron en la barca
"muertos de miedo". ¿Qué ocurrió en la travesía? La tempestad
intempestiva mientras Jesús dormía.
Se levantó una fuerte borrasca. Las olas irrumpían
en la barca... Se suele decir que era frecuente este tipo de tempestades en el
lago de Tiberíades (de Genesaret o de Galilea). El dormido (¿cómo se puede
dormir en estas condiciones?) Jesús es despertado y ante sus palabras se calla
el viento y enmudece el lago. Grandioso e impresionante. ¡Todo un milagro!
Mayor, claro está, que todo el orden de la naturaleza. Así lo cuenta el texto
y, probablemente, así pudo suceder. Pero a mí se me imagina también otra
posible interpretación, otra tempestad intempestiva. La interna, la que va por
dentro de las entretelas de los discípulos (de entonces y de todos los
tiempos).
¿Hacia dónde se dirigía la barca? Hacia la orilla de
enfrente, la orilla enemiga, la tierra pagana. Allí se encuentra "una
Legión" de espíritus inmundos. Quizá, los discípulos, en la explicación
privada de Jesús, comprendieron que las cuestiones de las parábolas no eran agrícolas
y domésticas, sino del proyecto de Dios y de su Reino: del amor a los enemigos,
del compartir, del servir, del perdonar... La travesía (y la tempestad) la
origina Jesús. ¿No esperaban los judíos (y los Doce también) que todos los
pueblos vinieran a Israel y a Jerusalén a aprender y a convertirse? ¿Qué
sentido tiene ir a sus tierras, a sus ciudades y a sus gentes? ¿No es más
cómodo y seguro esperar a que ellos vengan? ¿Para qué ir allá e inculturarse,
diríamos hoy? Los discípulos lo tienen claro, se quedan en la barca, por miedo
que es la falta de fe.
Y, la tormenta de "aquella noche" ¿no es también la tormenta
de muchos días y noches? Sobre todo, cuando hay que organizar y realizar el
anuncio de la Buena Noticia a los "paganos". En este trance ¿no se le
pone "mal cuerpo" al evangelizador y como un tormentoso amasijo de
nervios en el estómago? Por ejemplo, ¿cuántas tormentas tuvo que soportar el
"convertido Pablo" por dirigir su evangelización a los
"gentiles"? Por fin, ¿la tormenta la produce el lago o está dentro de
la barca, que es la comunidad? Elija tormenta y, entonces, comprenderá el
milagro. Carmelo Bueno Heras. Educar hoy 61 (febrero.1998).
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