Merece la pena la espera
Se acaba junio y entramos en
julio. Verano pleno por estas latitudes del norte. Verano es vacaciones. Verano
es sol. Verano es desconectar para enlazarse con el aire de los vuelos, el agua
de los mares o la tierra de otras tierras. Todo esto para unos. En cambio, para
otros, el verano es quedarse, estar, recoger los sembrado, acompañado y
producido. Verano es cosecha. El tiempo me está diciendo que en la naturaleza
todo está relacionado. Unos con otros, la noche con el día, los hombres con las
mujeres. los pueblos con las etnias, el río con sus orillas y hasta las nubes
con la lluvia y los manantiales. Todo relativo.
¿Cómo se te presenta el nuevo
mes?
Me estoy diciendo una cosa
que deseo compartir contigo ahora. Mira, julio me está esperando. Lo sé, porque
yo lo estoy espeando a él. Tan sencillo, pero tan real e importante. De
buenas a primeras me he dado cuenta de que tengo un amigo nuevo. Mejor, que he
tenido un amigo y no me había enterado. El mes de julio es mi amigo. Y nos lo
vamos a programar juntos. Podemos hacer un camino de aire, de tierra, de agua.
Cielo, suelo o mar. O en casa, imaginando.
Espero la llegada de julio.
Esperaban la llegada de... un
envío, de un equipo, de un artista, de un médico, de un agente... de un
mesias.
Y el esperado llegó. Y llegó
muy acompañado.
Y todos pretendieron tocarlo,
acercarse, hablarlo...
Tocar al esperado.
Así, más o menos, es como un
tal Jesús de Nazaret se convirtió en el esperado, pero no en la navidad, sino
en pleno verano.
El Jesús esperado llegó en
verano cuando aprieta el calor del dolor
El Jesús esperado llegó en
verano cuando... y alguien quería tocarlo sin que nadie supiera ni cuándo, ni
cómo ni dónde ni con qué... Que nadie me pregunte nada. Será un secreto de
dos. Nos estábamos esperando.
La espera duraba ya doce
años. Doce años. Una plenitud. Una vida.
Mereció la pena. Y aquí estoy
ahora para contarlo.
Que de qué estoy hablando, se
dirán algunos.
Estoy hablando del relato del
Evangelio de Marcos que se nos propone leer en el domingo último del mes de junio,
el mes de las hogueras de san Juan. Justo en la mitad del camino desde la
última Navidad y hasta la próxima nochebuena. Merece la pena la espera.
A continuación se encuentran
los comentarios.
Domingo 13º del
TO Ciclo B (27.06.2021): Marcos 5,21-43. La palabra también sana. Me lo comento y lo escribo CONTIGO,
En este domingo último de junio debería leerse en
nuestras liturgias ‘del centro y culmen’ de la iglesia el relato del llamado
Evangelio de Marcos 5,1-20. ¿Por qué razón la autoridad vaticana guarda
absoluto silencio año tras año e impide la lectura de Mc 5,1-20? Denunciaré una
vez más que nuestra liturgia católica no permite a sus gentes del pueblo
comprender al Jesús de Nazaret que se nos anunció en cada uno de los cuatro
Evangelios. ¿Cuántos siglos más son necesarios para que el magisterio vaticano
ponga fin a tanto silencio manipulador como éste?
Comentaré en los siguientes párrafos de esta
página el relato que se nos propone en la liturgia oficial, el texto de Mc
5,21-43. Sin embargo, deseo compartir el comentario sobre Mc 5,1-20 que
dejé escrito hace cuatro años. La identidad de ‘aquel LEGION’ merece la pena no
olvidarla jamás por tener los acusados rasgos de toda ideología imperialista. Y
que nadie olvidemos que existen también auténticos imperios sacro-religiosos.
¿El Legión es la presencia de Roma? Sí.
Desde
el comienzo de Marcos 5,21 se nos anuncia que Jesús de Nazaret pasa de la
orilla oriental del lago a la orilla occidental donde había contado a las
gentes las muy peculiares parábolas del reino-reinado de Dios. Justamente aquí
y ahora, en el lugar de la PALABRA DE LAS PARÁBOLAS, inicia este Evangelista la
narración de las PALABRAS DE JESUS QUE SANAN, como había sucedido en la tierra
de los gerasenos con el Legión.
Lo
vuelvo a escribir: LAS PALABRAS DE JESÚS también SANABAN. Ésta podría ser
perfectamente la síntesis o melodía del mensaje de Marcos 5,21-43: “Llega
uno de los jefes de la sinagoga llamado Jairo... Ven, mi hija está a punto de morir”
(5,22). Y un poquito después, “Entonces, una mujer que padecía flujo de
sangre desde hacía doce años... se acercó... hasta tocar el manto de Jesús” (5,25).
El
relato completo del Evangelio de este domingo (5,21-43) es una muy preciosa
narración literaria llamada palindromía (como sucede en ANA o en un número
capicúa) o estructura envolvente o circular. Una única narración en tres
momentos interrelacionados. Primer momento (5,22-24), Jairo pide a Jesús que
vaya a visitar a su hija enferma; segundo momento (5,25-34), una mujer se
atreve a tocar el manto de Jesús con la esperanza de que su fuerza sanadora
cure su enfermedad; y el tercer momento (5,35-43), en casa de Jairo sucede la
curación de su hija. Muy curiosamente, tanto la hija de Jairo como la mujer del
flujo de sangre están relacionadas con los doce años. Los años de la mayoría de
edad de una persona.
La
belleza literaria de la palindromía queda superada por la excelencia teológica
de la buena noticia que es Jesús para Jairo, su hija, la mujer sin nombre, los
Doce, las otras Doce mujeres del seguimiento (según Mc 15,39-47) y todos
cuantos se mueven en el ámbito de Jesús y de Jairo. Una multitud. Ésta
contempla todo cuanto sucede. Y Jesús, con la inmensa ironía de quien escribe
el relato, les pide a todos que nada digan de lo que han visto. No se callarán.
Confieso
que mis neuronas no dejan de pensar en el profeta Elías, en sus palabras y sus
curaciones mientras leo este relato de Jesús al que se le está llamando profeta
tan alto como claro. Profeta provocador, añadiría de mi cuenta. Me lo inspira
así la decisión de esa mujer que ha oído la buena noticia de las palabras de
Jesús y se acerca a tocar su manto. Ella y él se comprendieron y reconocieron
con sólo mirarse: “Tu fe te ha curado. Tú te has curado”. Y hasta creo
que el propio Jairo dejó de asistir a ‘su sinagoga’. Carmelo Bueno Heras
CINCO MINUTOS con la Biblia entre las manos. Domingo 31º: 27.06.2021. Después de
comentar los cuatro Evangelios y Hechos ¡completos!...
Buscáis a Jesús de Nazaret… Id… a Galilea. Allí le
veréis (Marcos 16,6-7)
Texto a
texto, la narradora María Magdalena, nos ha traído hasta el corazón de la
segunda gran palindromía de lo que hizo y dijo su Jesús de Nazaret en las
tierras anchas y redondas de su Galilea del norte. Recuerdo de nuevo que esta
palindromía había comenzado en 3,13 y concluirá en 6,13. No es complicado
memorizarlo. Tres trece hasta seis trece, en Marcos.
Por estar
en este singular punto del relato quiero volver a citar, y de manera muy
destacada, las tres expresiones que leemos en el frontispicio de cada uno de
estos comentarios:
¿Buscáis a Jesús de
Nazaret…?
Id a Galilea…
Allí le veréis…
“Llegaron
a la otra orilla del lago-mar. A la región de los gerasenos. En cuanto
desembarcó Jesús, le salió al encuentro un hombre de entre los sepulcros… ¿Qué
tengo yo que ver contigo, Jesús, Hijo del Dios Altísimo... No me atormentes…
¿Cómo te llamas?... Legión… somos muchos… Unos dos mil…” (5,1-20).
En la
barca de las parábolas y de la tempestad del lago iban Jesús, los doce, los
seguidores y tú misma, María de Magdala y las demás mujeres, de quienes hablas
en Marcos 15,37-41, las seguidoras. Todas y todos llegaron a la orilla, pero al
parecer sólo Jesús saltó de la barca y se adentró en la tierra de los
gerasenos. ¿Por qué todos los demás se quedaron en la barca? ¿Por qué te
quedaste tú también, Magdalena, en la barca? ¿Acaso visteis de lejos la
catadura deshumanizada-deshumanizadora de aquel poseído que salía de entre los
sepulcros?
Y si
todos dejasteis solo a Jesús, ¿fue él quien os contó lo que habló con su amigo
el deshumanizado Legión o alguien de los vuestros se lo inventó para
escribirlo? Y me es imposible creer que todos seguisteis dentro de la barca
cuando llegaron las gentes de aquellos alrededores a hacerse cargo de Jesús que
les había sacrificado el futuro de sus días con el despeñamiento y muerte en el
lago de sus dos mil cerdos (5,11-13), ¡ibéricos de pata negra!
Aquel
deshumanizado Legión, endemoniado, “al que nadie podía dominar” (5,4),
¿quién era?, ¿por qué vivía ahí y así?, ¿qué le sucedió en su encuentro con
Jesús para que sus paisanos le encontraran “sentado, vestido y en su sano
juicio” (5,15)? No olvido que todo esto está sucediendo, según el relato,
en ‘la otra orilla’ del lago-mar, que es la orilla oriental y pagana.
Ahí están
las fronteras de la imperial provincia romana llamada ‘Siropalestina’ que
están, ¿por inseguridad o seguridad?, como suele ser natural en cualquiera de
los imperios que en el mundo fueron y lo siguen siendo, fuertemente vigiladas y
armadas. ¿Por qué no voy a pensar ahora que este territorio de frontera y su
contexto es el LEGION donde acude a evangelizar Jesús y a todos se les/nos pone
la piel del miedo y del rechazo? Y muros de fronteras así los tenemos recién
derribados (Alemania), recién levantados (Israel-Palestina) y hasta proyectados
(USA-México).
Este es
el ámbito de vida de todo LEGION donde sí es posible buscar, encontrar y ver la
presencia de Jesús de Nazaret y de su Evangelio…, ¡si se salta con él de la
barca! Carmelo Bueno Heras. Domingo 19º del Evangelio de Marcos
(02.04.2017): Marcos 5,1-20.
No hay comentarios:
Publicar un comentario