domingo, 26 de abril de 2015

San Rafael Arnaíz Barón - Beato Estanislao Kubista - Santa Franca Piacenza - Beata Comensoli - San Pedro de Rates 2042015


San Rafael Arnaíz Barón

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En el monasterio de san Isidoro de Dueñas, en España, San  Rafael Arnáiz Barón, religioso de la Orden Cisterciense, que, siendo novicio, enfermó gravemente y, confiando siempre en el Señor, con gran paciencia soportó su enfermedad.





Máximas         espirituales del

san Rafael Arnáiz

Qué grande es Dios!        

¡Qué bien ordena los acontecimientos siempre para su gloria!

¡Sólo Dios llena  el alma..., y la llena toda!

La verdadera felicidad se  encuentra  en Dios y solamente en Dios.

El que no tiene a Dios  necesita         consuelo; pero el que ama a Dios, ¿qué más         consuelo?

¡Cómo se inunda  mi alma de caridad verdadera hacia el hombre, hacia el hermano     débil, enfermo...! Si el mundo supiera lo que es amar un poco a Dios, también amaría al prójimo.

Al amar a Jesús, forzosamente se ama lo que El ama.

La única verdad es... Cristo.

He hecho el votó de amar siempre a Jesús. Virgen Maria, ayúdame a cumplir mi voto.

Para Jesús todo, y todo, para siempre, para siempre.

No le bastó a Dios entregarnos a su Hijo en una Cruz, sino además nos dejó a Maria.

Honrando a la Virgen, amaremos más a Jesús; poniéndonos bajo su manto,         comprenderemos mejor la misericordia divina.

¡Qué grande es  Dios, qué dulce es María!



Señor omnipotente que glorificas a los humildes y abates a los  soberbios, te suplicamos por la gloria de tu Santo Nombre ensalces la  memoria de san Rafael, concediéndonos la gracia que te pedimos por intercesión del mismo, que vivió y murió para glorificarte a Ti, Señor, que con el Hijo y el Espíritu  Santo vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén



http://www.youtube.com/watch?v=Zss16iIqo9U





Calendario  de Fiestas Marianas: Nuestra Señora del Buen Consejo Y  Nuestra Señora de Nairea, Navarra (1048).




Beato Estanislao Kubista

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Nació en Kotuchna, en la Silesia polaca, el 27 de septiembre de 1898. Fue el quinto de nueve hermanos que recibieron de sus padres, Stanislaw, un honrado trabajador forestal, y de Franciszka, la madre, una sólida formación en la fe. En familia se rezaba el rosario y se compartía la devoción a María ante un pequeño altar que presidía el hogar. El matrimonio fue bendecido por Dios con varias vocaciones a la vida religiosa entre sus vástagos, uno de ellos Estanislao. Éste, sensibilizado por lo que acontecía en su entorno, era enormemente receptivo hacia todo aquello que reportase un bien. Sería la base sobre la que Dios iba a trabajar. La semilla ya había germinado y crecería frondosa en una excelente tierra. Puso en su camino a un hermano perteneciente a la Sociedad del Verbo Divino (SVD) de Nysa que distribuía las revistas misioneras y la literatura polaca. Y lo que podía haber quedado en una acción ordinaria, a la que apenas se presta atención aunque solo fuese por la costumbre, en su caso adquirió tintes nuevos. La presencia de esta persona y la actividad que llevaba a cabo fue tan sumamente importante para él que, influenciado por ello, se sintió atraído casi a la par por la vida misionera y por la literatura.
Bien es verdad que tuvo la fortuna de tener cerca a un gran sacerdote. Era el coadjutor de Mikolow, P. Michatz. Llevado por su afán apostólico, al darse cuenta de que el joven tenía vocación, le prestó su ayuda para que pudiera ingresar en el seminario menor de la SVD de Nysa. Sin embargo, la guerra impidió que pudiese culminar los estudios. No le quedó más remedio que servir en el frente. Fue telefonista y telegrafista en el cuartel de Szczecin hasta la primavera de 1919. Como tantas familias, la suya también quedó herida por la barbarie. Su hermano mayor fue una de sus víctimas. Al volver Estanislao retomó el camino que había quedado cercenado por la contienda. Prosiguió sus estudios, hizo el noviciado en Mödling y profesó como religioso de la SVD. Era una persona algo introvertida. Pero sus formadores apreciaron su sentido del deber, el rigor que se imponía, así como la humildad y la fidelidad que le hacían acreedor de confianza. Fue ordenado sacerdote en 1927. Gozaba de buena salud, y explícitamente lo hizo notar en el escrito que presentó sometiéndolo al juicio de sus superiores junto a una lista de países lejanos a los que podría partir si lo consideraban oportuno. Ellos tuvieron muy en cuenta lo que dijo. Pero en el otoño de 1928 lo trasladaron a Górna Grupa. Hay consejos que jamás se olvidan. La emocionante despedida de su madre fue: «hijo, permanece fiel al camino que elegiste». Así lo hizo.
Sus cualidades literarias y soltura en el dominio de la lengua le hacían apto para la docencia. Pero él se inclinó a la creación literaria más que a la enseñanza, todo ello sin descuidar la labor misionera y pastoral. En la responsabilidad que le encomendaron: llevar como ecónomo una residencia de 300 personas, fue sumamente eficaz, al punto de que al año siguiente pusieron bajo su tutela la economía regional de la Orden. Sucesivamente fue el redactor de las revistas «El Pequeño Misionero» y «El Tesoro Familiar». En 1937 dio un salto cualitativo y él mismo fundó la revista «El Mensajero del Corazón de Jesús», que puso bajo el amparo de san José, por el que experimentaba gran devoción y al que no dudaba en encomendar cualquier necesidad que surgía. Así, al Santo Patriarca atribuía haber podido erigir el edificio que albergaba la imprenta equipándola convenientemente. Su actividad imparable dio también como fruto la publicación de artículos de temática teológica y pedagógica con trasfondo espiritual. Se convirtió en fértil autor de relatos, novelas y obras teatrales, todas ellas sumamente instructivas. Tenían único objetivo: «colaborar con Jesús en la salvación de las almas».
La tarea que llevaba a cabo guardaba estrecho paralelismo con el ejercicio de su misión pastoral que desplegaba con todos, especialmente con los seminaristas que hallaron en él un confesor ideal. Su fidelidad, junto a un carácter disciplinado y servicial, ponían de relieve su madurez espiritual. Cuando estalló la guerra en 1939, valerosamente se enfrentó a la Gestapo en defensa de los débiles. En un primer momento se salvó de una más que segura represalia, lo cual atribuyó a san José. Pero no pudo impedir que destruyeran lo que con tanta ilusión había puesto en pie: la imprenta. Sufrió viendo cómo arrasaron lo que hallaron al paso. Perdieron entonces todo lo que tenían para sustento de la gran comunidad. La tragedia, que no hizo más que comenzar, continuó in crescendo, con el arresto de los sacerdotes y la confiscación de los bienes. De nuevo san José le ayudó a encontrar una salida, que fue momentánea, para poder alimentar a todos, hasta que fueron detenidos en febrero de 1940 y conducidos de Stutthof a Sachesenhausen. Estanislao, que había disfrutado de excelente salud, confinado en el bloque 29 destinado a los tuberculosos, enfermó a fuerza de tantas carencias, inclemencias meteorológicas y el trato vejatorio e inhumano que no cesaron de infligirles a todos ellos. Tan solo el Jueves Santo de ese año pudieron celebrar la Eucaristía y recibir la comunión de forma clandestina. El organismo del beato, cada vez más debilitado, entró en una aguda fase de deterioro ante la pasividad de los vigilantes que, por si fuera poco, se encarnizaron con él. Le obligaban a realizar trabajos forzados en claro intento de llevarlo a la muerte. Lo recluyeron en un retrete donde estuvo tres días, y vio que su fin se acercaba: «Esto ya no durará mucho. Estoy muy debilitado. ¡Dios mío, cómo quisiera regresar a Górna Grupa. Pero Dios por lo visto tiene otros planes. Que se cumpla su voluntad». El 26 de abril de ese año, el jefe de la barraca se dirigió a él. Con manifiesta brutalidad, espetó: «Ya no tienes por qué vivir» al tiempo que le aplastaba el pecho y la garganta con el pie. Juan Pablo II lo beatificó el 13 de junio de 1999.







Queridos hermanos: Estad alegres cuando compartís los padecimientos de Cristo, para que, cuando se manifieste su gloria, reboséis de gozo. Si os ultrajan por el nombre de Cristo, dichosos vosotros: porque el Espíritu de gloria, el Espíritu de Dios; reposa sobre vosotros. 1 Pe 4, 13-14



Santa Franca Piacenza

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Franca Visalta tenía apenas siete años cuando entró a educarse en el convento benedictino de San Sirio de Piacenza. A los 14 años hizo su profesión religiosa, y pese a su juventud, aventajaba a las otras religiosas en obediencia, devoción y olvido de sí misma.   A la muerte de la abadesa, fue elegida para sucederla, pero la férrea disciplina impuesta por ella, produjo su inmediata sustitución en el cargo. Durante años, la santa tuvo que afrontar calumnias, falsos testimonios y graves pruebas interiores. Su único consuelo, era una joven llamada Carencia –que luego de ingresar al noviciado- convenció a sus padres de construir una nueva casa de la orden de Montelana.
La santa fue nombrada abadesa de la nueva fundación, lugar donde reinaba la austeridad y la pobreza de la regla cisterciense. Pero la abadesa no estaba todavía satisfecha, por lo que pasaba noches enteras en la capilla entregada a la oración.    Al ver que se debilitada en forma alarmante la salud de la abadesa, las religiosas ordenaron al sacristán que guardase la llave de la capilla; pero ello no bastó para impedir que la fervorosa superiora continuase con sus vigilias. Finalmente, la santa falleció en 1218.







Oremos

Tú, Señor, que concediste a Santa Franca de Piacenza el don de imitar con fidelidad a Cristo pobre y humilde, concédenos también a nosotros, por intercesión de esta santa, la gracia de que, viviendo fielmente nuestra vocación, tendamos hacia la perfección que nos propones en la persona de tu Hijo. Que vive y reina contigo.



Beata Comensoli

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Fundadora del Instituto   de las Hermanas del Santísimo Sacramento (Sacramentinas)


En Bérgamo, en Italia, beata Gertrudis (Catalina) Comensoli, virgen, que fundó una congregación de religiosas para la adoración del   Santísimo Sacramento y la educación de la juventud (1903).
De familia pobre, muy religiosa y creyente   en la Historia Sagrada predicada por el párroco en la clases de   Doctrina Cristiana, Catalina, quien era de inteligencia vivaracha y   de ánimo sensible, vive en casa los misterios cristianos de la fe.   Además asiste frecuentemente a la catequesis y al oratorio   parroquial. En esta atmósfera de fe se impregna en su corazón el   amor a la Presencia de Jesús en la Eucaristía, profundizándose la   devoción a este misterio por la ayuda de buenos confesores, al punto   de anhelar fuertemente el fundar un Instituto que tenga como fin la   adoración a este insondable misterio. En 1867 se consagra en la   Compañía de Santa Ángela Mérici volviéndose maestra de las novicias.   Su padre se enferma, por lo que ella entra a laborar como empleada   doméstica en casa de la famosa familia de don Giovanni Baptista   Rota, un año después, es llamada a San Gervasio por Condesa Ippolita   Fè Vitales, cuñada de los nobles Simoni de Bienno, para ser dama de   compañía y ayudar con el hijito que había nacido en marzo de 1871.   Se queda en San Gervasio aproximadamente 12 años.
Convertida en una mujer sabia, rica en   capacidades humanas y en sensibilidades interiores, dueña de una   espiritualidad profunda y a una creciente atención a las necesidades   educativas de las "jovencitas" y de los enfermos de San Gervasio,   madura cada vez más en ella el ideal de fundar un Instituto   entregado a la adoración y a la educación, que se concreta con el   encuentro en Bérgamo con el Padre Francisco Spinelli. En el siglo   XIX era necesario un sacerdote Superior que garantizara el buen   funcionamiento de un Instituto femenino, puesto que se pensaba que   las mujeres no eran capaces de gobernar y administrar. Del 1879 al   1882 el proyecto se va implementando y, después de le haber sido   sometido para su aprobación al obispo de Bérgamo Mons. Gaetano   Camillo Guindani, el instituto es fundado el 15 de diciembre1882. En   la ciudad y en la diócesis la iniciativa es bien acogida, porque es   lo única sobre el territorio bergamasco con el objetivo primario de   la adoración perpetua. La Casa Matriz se abre en Bérgamo, al poco   tiempo otras casas se abren en Lombardía y en Véneto.
Un derrumbamiento financiero forzó a la   separación de los dos Fundadores y por lo tanto a la división en dos   Institutos. El 19 de enero 1889 la Madre Gertrudis escribe: "Este es   el día de la terrible catástrofe Mi Jesús, de aquí a pocos minutos   estarán aquí, vienen a clausurar todo... sustentadme en la dura   prueba, ayudadme por caridad. Los hombres clausuran nuestras cosas.   Vos sellad mi corazón dentro de vuestro dulce y amable Corazón, ya   no me sacaréis… siempre tenedme con Vos, mi querido Jesús, hágase Tu   voluntad. Amén.". "…mi pobre instituto, si es de Vuestro agrado lo   sustentaréis”. "Tan sólo Vos podéis levantarme, tan sólo Vos   ayudarme. Tan sólo confío en Vos. ¡único Dios!". (Los Escritos, p.   57, 59; Brescia1981).
El siniestro acontecimiento parece llevar   todo a la ruina, pero la Madre Gertrudis, después de un fugaz   pesimismo, lo considera una prueba permitida por Dios y reacciona   con fuerte fe y tenacidad, confiada en la Divina Providencia, aunque   tenga que refugiarse junto con las monjas que le quedan en Lodi,   llena de dolor, con paciencia y con la esperanza de la   reconstrucción. Sometiéndose totalmente a la Voluntad de Dios "Haced   lo que a Os complazca mi Dios, conque quedéis glorificado acepto el   sufrir cualquiera pena. Vuestra voluntad, no la mía… busco la pura   gloria de mi Dios; Amén” (Los Escritos, p. 58, Brescia1981).
Renace el instituto lozano y vivo como un   tierno árbol que ha encontrado sus raíces en el terreno fértil de la   oración, del sufrimiento, de la fe y de la humildad; renace gracias   a la energía y al equilibrio de la Madre Gertrudis, de las monjas   que han colaborado con todas sus fuerzas y con todo el amor de que   fueron capaces para la realización de un sueño que ya les   pertenecía; renace gracias al concreto y atento sostén del obispo de   Lodi, Mons. Giovanni Baptista Rota, natural de Chiari, en cuya   familia Catalina Comensoli fue doméstica; renace gracias al obispo   de Bérgamo que en 1889 encomienda con diligencia a las Monjas   Sacramentinas a Mons. Rota, el que toma la determinación de   reconocer, con el decreto del 8 de septiembre de 1891, el Instituto   de las Monjas Sacramentinas de Bérgamo, canónicamente erigido en   Lodi con Casa Matriz temporal en Lavagna de Comazzo.
La finalidad del instituto es doble: Adorar   a Jesús Sacramentado y Atender obras de caridad hacia lo próximo   según las disposiciones de la Divina Providencia, teniendo como   objetivo especial "el educar a la juventud".
En el 1892 la Madre Comensoli reconquista,   aunque sea por alquiler, la primera casa de Bérgamo y vuelve con las   monjas, después de dos años, a la amada Casa Matriz, cuna de la   Congregación a la que da un decisivo y vital impulso.
La Madre Gertrudis abre 21 casas antes de su   muerte. Las monjas, a su muerte, son 179. Atienden: a las huérfanas,   a las niñas menores de edad, a las estudiantes en los pensionados, a   los ancianos en los hospitales, los enfermos de pelagra1 y las empleadas domésticas. Además colaboran en las parroquias y en   los oratorios, abren centros de estudio y de labores, enseñan en   muchas escuelas municipales.
La Madre Gertrudis ve el primer   reconocimiento pontificio del Instituto en el Decreto del 11 de   abril de 1900 promulgado por Leo XIII.
¡La obra de Dios estaba cumplida!
La madre Gertrudis había dado todas las   garantías de continuidad para la adoración pública y perpetua a   Jesús Sacramentado, había infundido en sus monjas el precioso   patrimonio espiritual de la oración, de humildad y de caridad, sobre   todo hacia los pobres, por lo tanto podía ir al encuentro con su   esposo Jesús.
El 18 de febrero de 1903, al mediodía,   mientras estaba en adoración a su amado en la iglesia, muere. Tenía   tan sólo 56 años.
Los Decretos de reconocimiento pontificio al   instituto en el 1906 y de sus Constituciones en el 1910, ambos   suscritos por Pío X, no los verá sobre la tierra, pero estarán   presentes "siempre" sus Monjas Sacramentinas, que se empeñan en   difundir el Carisma Eucarístico y en expandir el Reino del Corazón   Eucarístico en el mundo.
El instituto en el 2007 está presente en   toda Italia, en Brasil, en Ecuador, en Malawi, en Kenia, en Bolivia,   en Croacia. Entre 1939/1940 las Monjas Sacramentinas también   estuvieron en Etiopía y China, pero como consecuencia de los   trastornos políticos, las Monjas fueron internadas en “campos”,   maltratadas y ridiculizadas y luego expulsadas en 1943 de Etiopía y   en 1951 de China.
El 26 de abril de 1961 S. S. Juan Pablo II   reconoce las virtudes heroicas de la Madre Gertrudis.
Un milagro fue atribuido a la intercesión de   la Madre Gertrudis, mismo que le abrió las puertas de su   beatificación: el 26 de julio de 1979 nació de parto podálico   (sentado), un pequeño que presentaba sus miembros inferiores   totalmente plegados en alto, de modo irreductible. El diagnóstico   era contractura congénita de las articulaciones inferiores, debido a   la prolongada inmovilidad del feto en tales condiciones. El 9 de   agosto, al término de la novena a la sierva de Dios Gertrudis   Comensoli y, sin que hubiera habido ninguna clase de terapia,   espontáneamente, todo se normalizó y cesaron los dolores del recién   nacido. Hasta la fecha sigue bien de sus piernas. Lo cual fue   considerado médicamente inexplicable por la comisión médica de la   Congregación para las causas de los santos, sobre todo, debido a la   rapidez de la curación sin terapia alguna.
El Papa Juan Pablo II beatificó a Sor Gertrudis Comensoli el 1 de octubre de 1989.







Oremos

El célibe se preocupa de los asuntos del Señor, buscando contentar al Señor; lo mismo, la mujer sin marido y la soltera se preocupan de los asuntos del Señor, consagrándose a ellos en cuerpo y alma. 1 Co. 7, 32-34




San Pedro de Rates

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Fue el primer obispo de Braga entre los años 45 y 60 y considerado fundador del obispado de Tuy, ordenado por el apóstol Santiago, que había venido de Tierra Santa. Murió martirizado al intentar convertir al cristianismo a los pueblos que vivían en el norte de Portugal, de religión romana.
San Pedro de Rates murió al intentar de convertir a creyentes de la religión romana a la fe cristiana. Se cuenta que habría salvado de una enfermedad mortal a una joven princesa pagana y ésta se habría convertido al cristianismo y habría hecho voto de castidad. El padre, furioso, manda matar al obispo, y ése habría sido el motivo de su muerte. En las dos versiones, el santo muere decapitado.
Siglos más tarde, San Félix (el ermitaño) —pescador de Villa Mendo, en la freguesia de Estela, también en Póvoa de Varzim, que se había retirado al mayor monte de la Sierra de Rates— habría observado una luz en la oscuridad todas las noches desde del monte. Un día, curioso, intenta saber los motivos y descubre el cuerpo de San Pedro de Rates.
El cuerpo habría dado origen a la Iglesia de San Pedro de Rates y estuvo allí sepultado hasta 1552, año en que fue transferido a Braga.


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