San Marcelo I | |
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San Marcelo I, papa
En Roma, en el cementerio de Priscila, en la vía Salaria Nueva, sepultura de san Marcelo I, papa, que, como atestigua san Dámaso, fue un verdadero pastor, por lo que sufrió mucho. Fue expulsado de su patria y murió en el destierro tras ser denunciado falsamente ante el tirano por algunos que despreciaban la penitencia que les había impuesto.
La muerte de Marcelino, en el 304, dejaría vacante la sede de Roma durante más de tres años y medio. En el 305 abdicó el emperador Diocleciano y fue reemplazado por Constancio Cloro. ¿Qué pasaba entonces en la Iglesia de Roma? Se estaba en pleno caos. Los cristianos que habían sobrevivido a la persecución se censuraban recíprocamente. El motivo del enfrentamiento era que, otra vez, los relapsos, es decir, los pobres desventurados que habían claudicado ante el suplicio, deseaban ahora reintegrarse a la Iglesia. Los altercados entre los rigoristas -opuestos a su admisión- y los partidarios de la clemencia llegaron a ser sangrientos.
En el 307 (o acaso en el 308), una calma pasajera permitió que se pusieran de acuerdo acerca de la elección de un obispo. Marcelo fue designado el 27 de mayo. Como después de todas las persecuciones, lo urgente era reorganizar la Iglesia: y el nuevo obispo dividió Roma en veinticinco distritos, confiando cada uno de ellos a un sacerdote con la doble responsabilidad de formar a los catecúmenos y atender a los penitentes, al mismo tiempo que cuidar las catacumbas y ocuparse de la conmemoración de los mártires. Como la tregua fue breve, los desórdenes estallaron de nuevo. Majencio, que acababa de usurpar el título de emperador, hizo responsable de la agitación al obispo Marcelo, excesivamente rigorista en su opinión. Ordenó su exilio. Y Marcelo murió lejos de Roma el 16 de enero del año 309, o quizá del 308.
El papa san Damaso I (366-384), autor de epigramas y otros poemas sobre personajes de la Iglesia (en especial sus predecesores) dice sobre san Marcelo I:
«Guía verdadero, manifestó a los caídos que expiaran su delito con lágrimas: por eso fue para los miserables amargo enemigo, del furor y el odio de estos se siguió la discordia, y en la sedición se acabó la paz; por el delito de uno, que incluso en tiempo de paz renegó de Cristo, Marcelo fue deportado, por la crueldad de un tirano; de esta breve manera Dámaso quiere que el pueblo conozca los méritos de Marcelo» («Veridicus rector lapsos quia crimina flere / praedixit miseris fuit omnibus hostis amarus / hinc furor hinc odium sequitur discordia lites / seditio caedes solvuntur foedera pacis / crimen ob alterius Christum qui in pace negavit / finibus expulsus patriae est feritate tyranni / haec breviter Damasus voluit comperta referre / Marcelli ut populus meritum cognoscere possit.»).
La noticia principal fue tomada de «Los Papas, de San Pedro a Juan Pablo II», de Jean Mathieu-Rosay, Rialp, Madrid, 1990, pp 53-54; el epigrama de Epigrammata SS Damasus I, en Documenta Catholica Omnia, traducción (sólo orientativa, carente de elegancia poética) por Abel Della Costa.
fuente: Mathieu-Rosay: Los Papas
Oremos
Dios todopoderoso y eterno, que quisiste que San Marcelo, Papa, presidiera a todo tu pueblo y lo iluminara con su ejemplo y sus palabras, por su intercesión protege a los pastores de la Iglesia y a sus rebaños y hazlos progresar por el camino de la salvación eterna. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo.
Calendario de fiestas marianas: Nuestra Señora del Refugio (Trad.). Nuestra Señora de Montserrat liberó a los cautivos de la tiranía de los turcos, España.
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San Honorato de Arlés | |
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San Honorato de Arlés, monje y obispo
En Arlés, ciudad de la Provenza, en la Galia, san Honorato, obispo, que fundó el célebre monasterio en la isla de Lérins y, después, aceptó regir la sede de Arlés.
Honorato había nacido de una familia consular romana establecida en la Galia, y era muy versado en las artes liberales. Siendo joven, había renunciado a la adoración de los ídolos y había ganado a Cristo a su hermano Venancio, a quien inspiró igualmente el desprecio del mundo. Ambos deseaban retirarse de él, pero su padre les oponía constantes obstáculos. Finalmente, se embarcaron en Marsella, llevando consigo como padre espiritual al ermitaño san Caprasio, con rumbo a Grecia, donde querían vivir ignorados en algún desierto. Venancio murió al poco tiempo, en Modón. Honorato, que había caído enfermo también se vio obligado a volver a la Galia con su maestro. Primero vivió como ermitaño en las montañas próximas a Fréjus. Cerca de la costa hay dos islitas: la de Santa Margarita, que entonces se llamaba Lero, y otra más pequeña y lejana que dista dos leguas de Antibes, llamada entonces Lérins y actualmente San Honorato, en honor de nuestro santo que ahí se estableció. Cuando se le unieron otros compañeros, hacia el año 400, fundó el famoso monasterio de Lérins. Algunos de sus compañeros vivían en comunidad y otros como anacoretas en celdas aisladas. San Honorato calcó la mayor parte de sus reglas de las de San Pacomio. Nada más atractivo que la descripción que hace san Hilario de Arles de las virtudes de esa comunidad de hombres de Dios, especialmente de la caridad y devoción que reinaban entre ellos.
Una encantadora leyenda, desgraciadamente muy posterior, cuenta cómo Margarita, la hermana de Honorato, convertida finalmente del paganismo, fue a establecerse en la isla de Lero para estar cerca de su hermano. Honorato prometió, no sin cierta dificultad, visitarla una vez al año, en la época de las mimosas. En cierta ocasión, Margarita, acosada de una cruel desolación de espíritu, deseaba ardientemente recibir los consejos de su hermano. Faltaban aún dos meses para que florecieran las mimosas, pero Margarita se arrodilló a hacer oración. Súbitamente, el aire se cargó de un perfume conocido; Margarita levantó los ojos y vio que junto a ella había florecido un árbol de mimosas. Margarita cortó algunas flores y las envió a su hermano, quien comprendió al punto y acudió fraternalmente a socorrerla. Fue la última vez que se vieron, pues Margarita murió poco después.
Honorato, obligado a aceptar la sede episcopal de Arles en 426, murió allí en 429, agotado por las austeridades y el trabajo apostólico. Según asegura su sucesor, San Hilario, el estilo de sus cartas era claro y uncioso, delicado, elegante y lleno de suavidad. Es lástima que se hayan perdido sus escritos. El cuerpo del santo fue trasladado a Lérins en 1931, de suerte que la tumba del altar mayor de la iglesia que lleva su nombre en Arles, está vacía.
Cf. Gallia Christiana novissima, vol. III (1901), p. 26; Revue Bénédictine, vol. IV, pp. 180-184; Duchesne Pastes Episcopaux, vol. I, p. 256. Ver también el panegírico escrito por el discípulo, pariente y sucesor de san Honorato, san Hilario de Arles, y sobre todo A.C. Cooper-Marsden, The History of the Islands of the Lérins (1913), ilustrado con excelentes fotografías. B. Munke y otros editaron una biografía medieval latina de san Honorato (1911), que carece de valor histórico, así como la Vida de Sant Honorat en provenzal.
fuente: «Vidas de los santos de A. Butler», Herbert Thurston, SI
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