Santos Miqueas y Nahum (Profetas) | |
Miqueas
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La Sagrada Escritura conoce dos profetas que llevan el nombre deMiqueas o Micá: uno que vivió en el reino de Israel (I Rey, 22, 8 ss.), en tiempo del rey Acab (873-854), y otro que profetizó en el reino de Judá (Jer. 26, 18 ), reinando Joatán (738-721) y Ezequías (721-693). Este segundo nos dejó el libro.
De su vida solamente sabemos que era oriundo de Morasti (Moreset), pequeño lugar situado cerca de Eleuterópolis (hoy Beit Dschibrin), al suroeste de Jerusalén. La Iglesia lo venera como mártir y celebra su fiesta el 15 de enero.
El marco histórico en que se encuadra la actividad de Miqueas es dterminado por los tres reyes mencionados en 1, 1; apogeo de Judá bajo Joatán; humillación e invasiones enemigas en el reinado de Acaz y Ezequías; idolatría y vicios provocaron la restauración del culto por este santo rey.
El libro se compone de tres discursos. El primero (cap.1, 2) se dirige contra los reinos de Israel y Judá, a los cuales predice la ruina, pero también el regreso del cautiverio y la erección del reino mesiánico. El segundo discurso (cap. 3 a 5) trae amenazas contra los príncipes y jueces, contra los falsos profetas y malos sacerdotes, contra Sión y el Templo, el cual será destruido en castigo de las maldades, pero al mismo tiempo promete felicidad futura, gloria para Jerusalén como centro de todos los pueblos, la restauración del reino de David y la venida del Mesías que nacerá en Belén. El tercer discurso (Cap.6 y 7) contiene exortaciones al arrepentimiento, anuncia el perdón y muestra el camino de la salvación. Concluye el libro con un himno rebosante de promesas y de esperanza.
Miqueas se distingue por la sublimidad de su lenguaje, que es “ terrible, desnudo y audaz en la conminaciones (3, 12), elevado y grandioso en las promesas (4, 1 ss. ; 5, 1 ss.), es tierno y patético en sus quejas y lamentos (6, 1 ss.)”. Tiene mucha semejanza con su contemporáneo Isaías y junto con él inaugura el siglo de oro de la literatura hebrea.
Nahum
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Nahum, cuyo nombre significa consolador, vivió en el siglo VII a. C.; según la tradición judía, bajo el rey Manasés (693-639), o quizás Josías (638-608) y profetizó contra Nínive, capital del reino de los asirios. Fuera de este oráculo no poseemos nada de su actividad profética, la cual está colocada entre la de Isaías, de quien cita varias pasajes (cfr. 1, 4 = Is. 33, 9; 1, 15 = Is. 52, 7; 3, 5 =Is. 47, 3 y 9; 3, 10 =Is. 19, 16), y la de Jeremías que, a la inversa, cita a nuestro profeta (cfr.1, 13 =Jer.30, 8; 3, 5, 13, 17 y 19 =Jer.13, 12 ss.; 50, 37; 51, 30, etc).
Lo único que acerca de la vida de Nahum indica la Sagrada Escritura (Nah. 1, 1) es el lugar de su nacimiento, ruinas se veía allí todavía en tiempo de San Jerónimo. Menos fundada es la opinión de que el profeta naciera en Alkosch, situada cerca de Mosul, donde los nestorianos vneran su sepulcro.
Como Abdías, se consagró esencialmente a anunciar la ruina de los Idumeos, hijos de Esaú y enemigos envidiosos de Israel, aunque hermanos suyo según la carne; así, el fin de la profecía de Nahum es prevenir a sus lectores contra la poderosa capital asiria, y darles la seguridad de que será destruida la que un día pareció realizar la hazaña –única entre los pueblos gentiles- de convertirse al Dios de Israel (cfr. Jon. 3), para caer luego en la apostasía y ser su más terrible enemiga (1, 11). En tal sentido las profecías de Nahum, Nínive había ya llevado cautivas a las diez tribus del Norte (Israel) en 721, y amenazado a Jerusalén con Senaquerib (II Rey. 18, 15 ss.), a cuya invasión de Judea, milagrosamente frustrada por un ángel (cfr. Is. 36-37), parecería aludir Nahum en 1, 12 s.
Desbordo de gozo en el Señor, y me alegro con mi Dios: porque me ha vestido un traje de gala y me ha envuelto en un manto de triunfo, como a una novia que se adorna con sus joyas.
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San Habacuc (Profeta) | |
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Habacuc
El libro de Habacuc no da detalles sobre la vida del profeta. Nada sabemos de su vida, salvo el retrato psicológico que él mismo nos pinta en los tres capítulos de su libro. Habacuc se muestra dominado por ciertas dudas respecto al porvenir de su pueblo y al reino de Dios, mas su confianza y su fe son mayores aún. El es el justo “que vive la fe”, según esta profundísima sentencia que él nos dejó y que San Pablo cita tres veces (cfr. 2, 4 y los últimos versículos del capítulo 3.)
Habacuc profetizó antes de la invasión de Judá por los caldeos (605), puesto que tal calamidad es objeto de su vaticinio, después de la cual Habacuc predice la ruina de Babilonia, como predijo Nahum la de Nínive, ambos crueles enemigos del pueblo y del reino de Dios. La identidad de su persona con aquel Habacuc que se menciona en el libro de Daniel (Dan. 14, 32), no es probable por razones cronológicas, pues éste aparece unos cien años después.
El libro comienza con un diálogo entre Dios y el profeta sobre el castigo de Judá, dirígese luego contra los babilonios y termina con un magnífico y célebre cántico (cap. 3), recogido en varias partes por la Liturgia y que por la riqueza de su estilo denota, como Miqueas y Joel, la edad de oro de la lengua hebrea. En él, Habacuc, que es el profeta de la fe, expresa la segura esperanza en la salvación que viene de Dios y la destrucción de los enemigos de su pueblo.
La Iglesia venera la memoria de Habacuc y el martirologio romano celebra su festividad el 15 de enero.
Bendito sea Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo. Padre de misericordia y DIos de todo consuelo; él nos consuela en todas nuestras luchas, para poder nosotros consolar a los que están en toda tribulación, mediante el consuelo con que nosotros somos consolados por Dios. Porque si es cierto que los sufrimientos de Cristo rebosan sobre nosotros, también por Cristo rebosa todo consuelo. 2Cor.1, 3-5
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