Solemnidad de la Natividad de san Juan Bautista, Precursor del Señor, que, estando aún en el seno materno, al quedar lleno del Espíritu Santo exultó de gozo por la próxima llegada de la salvación del género humano. Su nacimiento profetizó la Natividad de Cristo el Señor, y su existencia brilló con tal esplendor de gracia, que el mismo Jesucristo dijo no haber entre los nacidos de mujer nadie tan grande como Juan el Bautista.
En Roma, en la vía Salaria Antigua «ad septem Palumbas», santos Juan y Festo, mártires.
En Autun, en la Galia Lugdunense, san Simplicio, quien, de noble y devota estirpe, vivió en perfecta castidad con su virtuosísima esposa y después fue elegido obispo.
En la población de Créteil, en la región de París, muerte de los santos Agoardo y Agilberto, y de muchos otros más, mártires.
En Malinas, en el territorio de Brabante, san Rumoldo, venerado como eremita y mártir.
En el monasterio de Lobbes, en Austrasia, san Teodulfo, obispo y abad.
En la ciudad de Nantes, en Bretaña Menor, san Goardo, obispo y mártir, el cual, cuando estaba celebrando una Misa solemne con el pueblo en la catedral, fue blanco, junto con otros muchos fieles, de las saetas de los normandos, mientras cantaba «Levantemos el corazón».
En Vestervig, en Dinamarca, san Teodgaro, presbítero, misionero en esta región, de quien se dice que construyó, con madera, la primera iglesia.
En la provincia de Sichuan, en China, san José Yuan Zaide, presbítero y mártir, estrangulado por quienes odiaban la fe cristiana.
En la ciudad de Guadalajara, en México, santa María de Guadalupe (Anastasia) García Zavala, virgen, que participó activamente en la fundación de la Congregación de Siervas de Santa Margarita María y de los Pobres, y se distinguió por sus obras de caridad en favor de los menesterosos y de los enfermos.
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