Memoria de san Luis Gonzaga, religioso, que, nacido de nobilísima estirpe y admirable por su pureza, renunció a favor de su hermano el principado que le correspondía e ingresó en Roma en la Orden de la Compañía de Jesús. Murió, apenas adolescente, por haber asistido durante una grave epidemia a enfermos contagiosos.
En Gaël (Ghé), en la Bretaña Menor, san Meveno, abad, que, originario de Cambria, se retiró a los bosques de la Armórica, donde fundó un monasterio.
En el territorio de Evreux, en Neustria, san Leufredo, abad, fundador del monasterio de la Santa Cruz, que presidió durante cuarenta y ocho años.
En Bourges, en Aquitania, san Radulfo, obispo, el cual, solícito por la vida sacerdotal, junto con presbíteros de la Iglesia que tenía encomendada recogió textos de los santos Padres y de los cánones para uso pastoral.
En Huesca, ciudad del reino de Aragón, san Ramón, que, siendo canónigo regular, fue designado obispo de Roda y de Barbastro, sede de la que fue expulsado durante tres años por no querer combatir nunca con las armas a los enemigos de la fe cristiana.
En Orvieto, en Umbría, beato Tomás Corsini, religioso de la Orden de los Siervos de María.
En Londres, en Inglaterra, san Juan Rigby, mártir, el cual, detenido y condenado a la pena capital durante el reinado de Isabel I por haberse reconciliado con la Iglesia católica, fue ahorcado en Southwark y descuartizado mientras aún estaba vivo.
En una nave anclada frente al puerto de Rochefort, en Francia, beato Jacobo Morelle Dupas, presbítero y mártir, que, severo para sí mismo y dulce para con los demás, durante la Revolución Francesa fue encarcelado por ser párroco en el territorio de Poitiers y falleció finalmente de hambre.
En el lugar de Zapotlanejo, en México, san José Isabel Flores Varela, presbítero, mártir durante la gran persecución contra la religión en aquel país.
No hay comentarios:
Publicar un comentario