Los cinco minutos del Espíritu Santo | |||||||||||
Le dejo que guíe mi libertad y cure mis esclavitudes | |||||||||||
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Donde no lo hago presente al Espíritu Santo, me siento yo el creador de las emociones y de las realidades. Entonces me fabrico un mundo personal donde el Espíritu Santo no puede entrar, como si fuera un sector sólo mío, donde me creo libre.
Pero no me doy cuenta de que si lo aparto a él de algo, allí terminará entrando la debilidad, la muerte y el fracaso, porque sólo de él viene la vida. Esa falsa libertad no es más que una esclavitud que me arrastra a la muerte. Lo que vivo fuera de su presencia de amor, poco a poco se va convirtiendo en fuente de dolor, ansiedad, desgaste, y cada vez brinda menos la felicidad de antes. Pero yo me empeño en sacarle el jugo y me revuelco, y me sucede como al degenerado que termina usando a las mujeres como si fueran animales para recuperar el placer que ya no logra sentir. En cambio, si yo voy construyendo mi felicidad con el Espíritu Santo, si le permito que guíe mi libertad y me sane de mis esclavitudes, cada vez soy más libre, cada vez puedo ser más dueño de mi vida, sin que me dominen las tristezas ocultas, las angustias sin sentido, los nerviosismos, los cansancios, las necesidades obsesivas, etc. |
miércoles, 28 de junio de 2017
Le dejo que guíe mi libertad y cure mis esclavitudes (Los cinco minutos del Espíritu Santo) 26062017
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