Conmemoración de los santos Prócoro, Nicanor, Timón, Pármenas y Nicolás, prosélito este último de Antioquía, que formaron parte de los siete elegidos por la multitud entre los discípulos, por considerarlos llenos de Espíritu y sabiduría, y a los cuales los apóstoles impusieron las manos para que se dedicaran a atender a los pobres.
En Roma, san Víctor I, papa, africano de nacimiento, que estableció para todas las Iglesias la celebración de la fiesta de Pascua en el domingo siguiente a la Pascua judía.
Conmemoración de los numerosos mártires que sufrieron el tormento en Tebaida, en Egipto, durante la persecución bajo los emperadores Decio y Valeriano. A estos cristianos, que deseaban morir sin demora por Cristo traspasados a espada, sus crueles perseguidores, pretendiendo más bien degollar sus almas que sus cuerpos, retardaron su muerte lo máximo posible y les sometieron a una prolongada serie de tormentos.
En Mileto, en la región de la Caria, san Acacio, mártir en tiempo del emperador Licinio.
En Milán, de la provincia de Liguria, santos Nazario y Celso, mártires, cuyos cuerpos fueron hallados por san Ambrosio.
En Troyes, ciudad de Francia, san Cameliano, obispo, discípulo y sucesor de san Lupo.
En Dol, lugar de Bretaña Menor, san Sansón, abad y obispo, que propagó el Evangelio por este territorio, así como la disciplina monástica que había aprendido en Gales del abad san Iltudo.
En la región de Södermanland, en Suecia, san Botvido, mártir, sueco de nacimiento y bautizado en Inglaterra, que estuvo trabajando en la evangelización de su patria hasta que un criado suyo, a quien él había liberado de la esclavitud, le asesinó.
En la colina Nishizaka, Nagasaki, beato Miguel Kusuriya, laico, mártir.
En Nam Dinh, de Tonquín, san Melchor García Sampedro, obispo, de la Orden de Predicadores y mártir, encerrado primero por ser cristiano en una estrechísima cárcel, y después, por orden del emperador Tu Duc, materialmente despedazado.
En Madrid, en España, san Pedro Poveda Castroverde, presbítero y mártir, que, preocupado por la difusión evangelizadora de los cristianos en el mundo, principalmente en los campos de la educación y la cultura, fundó la Institución Teresiana, y al comienzo de la persecución contra la Iglesia en tiempo de guerra, fue asesinado por quienes odiaban la religión, ofreciendo a Dios un claro testimonio de su fe.
En Gabasa, pueblo de la provincia de Zaragoza, también en España, beatos Manuel Segura López, presbítero, y David Carlos de Bergara Marañón, religioso de la Orden de Clérigos Regulares de las Escuelas Pías, mártires durante la misma persecución.
En Barcelona, de nuevo en España, beatos José Caselles Moncho y José Castell Camps, presbíteros de la Sociedad de San Francisco de Sales y mártires, que en el transcurso de la misma persecución religiosa merecieron alcanzar con el martirio la gloria de la vida eterna.
En Sarrià, Barcelona, beatos Modest de Mieres (Joan Bover Teixidó), presbítero y Ángel de Ferreries (Josep Coll Martí), capuchinos mártires en la persecución religiosa durante la Guerra Civil.
Beatos Cebrià de Terrassa, Eloi de Bianya, Miquel de Bianya y Jordi de Santa Pau, religiosos mártires
En Barcelona, beatos Cebrià de Terrassa (Ramon Gros Ballvé), Eloi de Bianya (Joan Ayats Plantalech), Miquel de Bianya (Pelai Ayats Vergés) y Jordi de Santa Pau (Manuel Collellmir Senties), capuchinos mártires en la persecución religiosa durante la Guerra Civil.
En Arenys de Mar, Barcelona, beato Prudenci de Pomar de Cinca (Gregori Charlez Ribera), capuchino mártir en la persecución religiosa durante la Guerra Civil.
En Tarragona, igualmente en España, san Jaime Hilario (Manuel) Barbal Cosán, religioso de la Orden de Hermanos de las Escuelas Cristianas, mártir, condenado a muerte en la mencionada persecución, por quienes odiaban la Iglesia.
En la ciudad de Bharananganam, en el estado de Kerala, en la India, santa Alfonsa de la Inmaculada Concepción (Ana) Muttathupadathu, virgen, que para evitar un matrimonio impuesto, se abrasó el pie en el fuego y, admitida después en las Clarisas Malabarenses, vivió casi continuamente enferma ofreciendo su vida a Dios.
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