Memoria de san Cornelio, papa, y san Cipriano, obispo, mártires, acerca de los cuales el catorce de septiembre se relata la sepultura del primero y la pasión del segundo. Juntos son celebrados en esta memoria por todo el orbe cristiano, porque, en días de persecución, ambos testimoniaron su amor por la verdad indefectible ante Dios y el mundo.
En Calcedonia, en Bitinia, santa Eufemia, virgen y mártir; que, según tradición, después de sufrir bajo el emperador Diocleciano y el procónsul Prisco numerosas torturas por Cristo, al final de su combate alcanzó la corona de la gloria.
En el monte Soratte, cerca de la vía Flaminia, en el Lacio, santos Abundio y compañeros, mártires.
En Roma, en la vía Nomentana ad Capream, en el cementerio mayor, santos Víctor, Félix, Alejandro y Papías, mártires.
En Nocera, en la Campania, san Prisco, obispo y mártir, a quien san Paulino de Nola dedicó loas poéticas.
En Cándida Casa, actual Whitehorn, en la región de Galloway, en Escocia, conmemoración de san Niniano, obispo, bretón de nacimiento, que llevó el pueblo de los pictos a la verdad de la fe, y fundó allí una sede episcopal.
En Córdoba, en la región hispánica de Andalucía, santos Rogelio, monje anciano, y el joven Servideo (`Abdallah), que, procedentes de Oriente, predicaron con audacia a Cristo entre los sarracenos, por lo cual, condenados a muerte, sin ápice de tristeza, amputadas piernas y manos, fueron finalmente decapitados.
En Praga, en el territorio de Bohemia, santa Ludmila, mártir, duquesa de Bohemia, que, como responsable de la educación de su nieto san Wenceslao, procuró infundir en su ánimo el amor de Cristo, y perseveró hasta morir estrangulada por la conjuración de su nuera Drahomira y otros nobles paganos.
En Wilton, en Inglaterra, santa Edita, virgen, hija del rey de los anglos, que desde su más temprana edad se consagró a Dios en un monasterio, ignorando, más que abandonando, el mundo.
En Montecasino, tránsito del beato Víctor III, papa, el cual, después de regir sabiamente durante treinta años el célebre monasterio y enriquecerlo magníficamente, fue elegido para gobernar la Iglesia Romana.
En Savigny, de Normandía, en la Galia, san Vital, abad, que, dejadas las ocupaciones seculares, se entregó en la soledad al cultivo de la observancia rigurosa, y ganó muchos seguidores para el monasterio que él mismo había fundado.
En el monasterio de Santa María de Huerta, en el reino de Castilla, tránsito de san Martín de Finojosa, llamado «el Sacerdote», que, siendo abad cisterciense, fue ordenado obispo de Sigüenza, sede desde la cual se esforzó por reformar el clero. Finalmente, se retiró a su propio monasterio.
En Salon, de la Provenza, en Francia, tránsito del beato Ludovico Alemán, obispo de Arlés, que vivió una vida de eximia piedad y penitencia.
En Nagasaki, en Japón, beatos Domingo Shobioye, Miguel Timonoya y su hijo Pablo, decapitados por su confesión de fe.
En Lima, en el Perú, san Juan Macias, religioso dominico, que, dedicado por mucho tiempo a oficios humildes, atendió con diligencia a pobres y enfermos y rezó asiduamente el Rosario por las almas de los difuntos.
En Sai-Nam-Hte, en Corea, pasión de san Andrés Kim Taegòn, presbítero y mártir, que dedicado durante dos años y con gran celo a la labor sacerdotal, fue decapitado con glorioso martirio. Su memoria se celebra el veinte de septiembre.
Cerca de la localidad de Ódena, en la provincia de Barcelona, en España, beato Ignacio Casanovas, presbítero de la Orden de Clérigos Regulares de las Escuelas Pías, mártir por Cristo en la persecución religiosa durante la contienda española.
Beatos Laureano Ferrer Cardet, Benito Ferrer Jordá y Bernardino Martínez Robles, religiosos mártires
En la localidad de Turis, en la provincia de Valencia, también en España, beatos mártires Laureano (Salvador) Ferrer Cardet, presbítero, Benito (Manuel) Ferrer Jordá y Bernardino (Pablo) Martínez Robles, religiosos, de los Terciarios Capuchinos de la Virgen de los Dolores, los cuales murieron a manos de los hombres en la misma persecución religiosa, pero recibieron de Dios el reino celestial.
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