Beata Beatriz de Este de Ferrara, monja
fecha: 18 de enero
n.: 1230 - †: 1262 - país: Italia
otras formas del nombre: Beatriz D'Este de Gemmola
canonización: Conf. Culto: Clemente XIV 1774
hagiografía: «Vidas de los santos de A. Butler», Herbert Thurston, SI
n.: 1230 - †: 1262 - país: Italia
otras formas del nombre: Beatriz D'Este de Gemmola
canonización: Conf. Culto: Clemente XIV 1774
hagiografía: «Vidas de los santos de A. Butler», Herbert Thurston, SI
En la ciudad de Ferrara, en la Emilia, beata Beatriz
de Este, monja, que, al morir su esposo, renunció a las obligaciones seculares
y se consagró a Dios bajo la Regla de san Benito, en el monasterio que ella
misma había fundado.

Esta religiosa era sobrina de otra beata, Beatriz D'Este
de Gemmola, cuya fiesta se celebra el 10 de mayo. No poseemos
ningún relato completo sobre la vida de Beatriz; ni siquiera sabemos con
seguridad si estuvo o no casada antes de consagrarse a Dios en el convento
benedictino de Ferrara, que parece haber sido fundado por la poderosa familia
de la beata, a instancias suyas. Beatriz vivió y murió con fama de gran
santidad. En el siglo XVII se decía que de la tumba de mármol en la que
descansaban sus reliquias brotaba un aceite que obraba sorprendentes
curaciones. En 1774, fue confirmado el culto, que había existido siempre en
Ferrara.
En un apéndice del mes de enero del Acta
Sanctorum, los bolandistas publicaron los fragmentos de información que
pudieron recoger sobre la beata. Ver también Analecta Juris Pantificii, 1880,
p. 668.
fuente: «Vidas de los santos de A. Butler», Herbert
Thurston, SI
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ingreso o última modificación relevante: ant 2012
Estas biografías de santo son propiedad de
El Testigo Fiel. Incluso cuando figura una fuente, esta ha sido tratada sólo
como fuente, es decir que el sitio no copia completa y servilmente nada, sino
que siempre se corrige y adapta. Por favor, al citar esta hagiografía,
referirla con el nombre del sitio (El Testigo Fiel) y el siguiente enlace:http://www.eltestigofiel.org/lectura/santoral.php?idu=232
Santa Margarita de Hungría, virgen
fecha: 18 de enero
fecha en el calendario anterior: 26 de enero
n.: 1242 - †: 1270 - país: Hungría
canonización: Conf. Culto: Pío VI 28 jul 1789 - C: Pío XII 19 nov 1943
hagiografía: «Vidas de los santos de A. Butler», Herbert Thurston, SI
fecha en el calendario anterior: 26 de enero
n.: 1242 - †: 1270 - país: Hungría
canonización: Conf. Culto: Pío VI 28 jul 1789 - C: Pío XII 19 nov 1943
hagiografía: «Vidas de los santos de A. Butler», Herbert Thurston, SI
En Buda, en Hungría, santa Margarita, virgen, la cual,
hija del rey Bela IV, fue prometida por sus progenitores a Dios en voto para
liberar a la patria de los tártaros, por lo cual, siendo niña aún, entró en el
monasterio de monjas de la Orden de Predicadores, donde hizo profesión a los
doce años, y allí se consagró totalmente a Dios, dedicada a imitar
generosamente a Cristo crucificado.

La vida de santa Margarita es
particularmente interesante, ya que poseemos, por fortuna excepcional, una
copia completa de los testimonios de su proceso de beatificación, que comenzó menos
de siete años después de su muerte. No hay duda ninguna de que fue hija de Bela
IV, rey de Hungría y campeón de la cristiandad, cuando las hordas de los
tártaros amenazaban acabar con la Europa Central. El noble linaje de Margarita
hace resaltar todavía más los detalles de su extraordinaria vida de abnegación.
La Orden de Santo Domingo, a la que Bela y su esposa, la reina María Lascaris,
favorecieron mucho, tuvo por otra parte buen cuidado de guardar memoria de una
de sus primeras y más ilustres hijas. Pero quien se tome el trabajo de leer los
testimonios que dieron unas cincuenta de sus compañeras acerca de la
mortificación y caridad de Margarita, quedará plenamente convencido de que su
valor en la lucha contra el mundo y la carne no podían menos que ejercer una
profunda influencia en quienes la rodeaban. Se ha descrito a Bela IV como «el
último genio de la Casa de Árpád»; si la determinación tiene una influencia
real en la historia, las cualidades de Margarita prueban que ella había
heredado no poco del genio de su padre.
Margarita nació cuando Hungría, acosada
por sus enemigos, atravesaba por momentos difíciles, y se cuenta que los padres
de la niña prometieron consagrarla a Dios, si éste les concedía la victoria.
Sus oraciones fueron oídas, y Margarita, a los tres años de edad, fue confiada
al convento de las religiosas de Santo Domingo, de Veszprem. Poco después, Bela
y su esposa construyeron un convento en una isla del Danubio, cerca de
Budapest, donde Margarita, a los doce años de edad, hizo profesión ante el
beato Humberto de Romans. Por terribles que sean los detalles sobre el ansia de
penitencia de la joven, y sobre su decisión de vencer todas las repugnancias de
la naturaleza, la cantidad de los testigos hace imposible poner en duda su
autenticidad. Margarita parece haber sido excepcionalmente bella; la mejor
prueba de ello es que el rey Ottokar de Bohemia aspiró a su mano, después de
haberla visto con hábitos de religiosa. Indudablemente que hubiera sido fácil
obtener la dispensa de Roma, y Bela se inclinaba a ello por razones políticas;
pero Margarita declaró que estaba dispuesta a arrancarse la nariz y los labios,
antes de abandonar el claustro. A juzgar por los testimonios de sus hermanas
sobre la energía de su carácter y sobre su valor, no se puede dudar de que la
santa habría cumplido su promesa.
La mayoría de las religiosas en aquel
convento del Danubio pertenecían a la nobleza, y trataban a la princesa
Margarita con especial consideración. Ella, al advertirlo, reaccionó en forma
exagerada: en toda ocasión escogía los trabajos más humildes, repugnantes y
fatigosos. Su caridad y ternura con los enfermos que padecían los males más
repulsivos, eran extraordinarias. Pero será necesario omitir detalles, porque
el lector moderno no tiene paciencia para oírlos todos. Margarita tenía una
profunda simpatía por los pobres. Varios de sus actos dejan la impresión de que
el amor a Dios y el deseo de inmolación de Margarita, no carecían de cierto
elemento de obstinación. Sin duda que la salud y aun la virtud de la santa
habrían ganado, con su superior o un confesor capaz de dirigirla realmente;
pero era casi inevitable que los superiores de Margarita la dejasen proceder
libremente, dado que era la hija del rey, a quien el convento le debía todo.
Por lo demás, el relato que hicieron las
hermanas de Margarita sobre ella, no carece de pormenores humanos y agradables.
La sacristana cuenta que Margarita le acariciaba la mano y le prodigaba todos
los halagos posibles para que dejase abierta la puerta de la capilla durante la
noche, a fin de pasar ante el Santísimo Sacramento las horas que habría debido
consagrar al descanso. Margarita tenía una confianza ilimitada en la oración, y
sus peticiones a Dios tenían algo de imperioso. Varias religiosas narran un
incidente acaecido cuando la santa tenía apenas diez años: dos frailes
dominicos habían ido de visita al convento, y Margarita les rogó que
prolongasen su estancia. Ellos replicaron que debían partir inmediatamente,
pero la niña dijo: «Yo voy a obtener de Dios que haga llover en tal forma, que
no podréis iros». Aunque los frailes aseguraron que no había lluvia capaz de
detenerles, Margarita se dirigió a la capilla a orar y la tormenta que se
desató en seguida fue tan violenta que impidió que los buenos frailes partieran
de Veszprem. Esto recuerda el famoso incidente de santa
Escolástica y san Benito. Y no es necesario suponer una
intervención sobrenatural; pero las compañeras de santa Margarita atestiguaron
bajo juramento tantos casos del mismo tipo, que resulta difícil atribuirlos
todos a simples coincidencias. Aunque los testigos hablaron de muchos éxtasis y
milagros, hay en sus declaraciones un tono de moderación que inspira confianza.
Casi todos los testigos contaron que las oraciones de Margarita habían salvado
a una sirvienta que se había caído en un pozo. La misma sirvienta, llamada
Inés, dio testimonio de ello. Cuando le preguntaron los jueces qué sabía de la
santa, Inés se contentó con responder: «era buena, santa y edificante, y se
mostraba más humilde que nosotras las sirvientas». Por lo que toca al
accidente, Inés contó que la noche era tan oscura, que «si alguien la hubiese
abofeteado, no habría podido identificarle», y que la boca del pozo estaba
descubierta y sin travesaño, por lo que cayó hasta el fondo. Por tres veces
salió a la superficie del agua hasta que consiguió asirse a la pared y más
tarde le echaron una cuerda y la sacaron.
Es indudable que Margarita acortó su vida
con sus penitencias. Al fin de cada cuaresma, el ayuno y la falta de sueño la
reducían a un estado lamentable. Un Viernes Santo llevó su indiscreción al
colmo, lavando los píes no sólo de las setenta religiosas de coro del convento,
según el privilegio que le correspondía como a hija del fundador, sino también
de todas las sirvientas. Para enjugar los pies empleó su propio velo. A pesar
de la fatiga consiguiente para una mujer que no había comido ni dormido en
mucho tiempo, se quejó a sus hermanas de que aquel Viernes Santo había sido el
día más corto del año, pues no habían tenido tiempo de orar ni de practicar
todas las penitencias que hubiese deseado. La fecha de la muerte de la santa
parece haber sido el 18 de enero de 1270, cuando ésta no tenía sino veintiocho
años. El proceso de beatificación, al que nos hemos referido, no se terminó
nunca, pero el culto a Margarita fue aprobado en 1789. La canonización tuvo
lugar en 1943.
Ver Acta Sanctorum, 28 de enero; y
especialmente G. Fraknoi, Monumenta Romm Episcopatus Visprimiensis, vol. I, pp.
163-383, donde se hallan las deposiciones de los testigos, Cf. M. C. de Ganay.
Les Bienheureuses Dominicaines, pp. 69-89; y Margait Princess of Hungary
(1945), por S.M.C.
fuente: «Vidas de los santos de A. Butler», Herbert
Thurston, SI
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Estas biografías de santo son propiedad de
El Testigo Fiel. Incluso cuando figura una fuente, esta ha sido tratada sólo
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