San Launomaro, abad
fecha: 19 de enero
†: c. 593 - país: Francia
otras formas del nombre: Laumer, Laudomaro, Lomer
canonización: culto local
hagiografía: Abel Della Costa
†: c. 593 - país: Francia
otras formas del nombre: Laumer, Laudomaro, Lomer
canonización: culto local
hagiografía: Abel Della Costa
Cerca de Chartres, en Neustria, san Launomaro, abad
del monasterio de Corbión, que había fundado él mismo en la soledad de Perche.

Launomaro
(una de las muchas formas en que se escribe su nombre) nace en tiempos de
Clotario I, en la primera mitad del siglo VI. La fe va haciéndose carne en las
Galias, desde el bautismo de Clodoveo, el siglo anterior; son muchos los que,
recogiendo el ideal contemplativo se lanzan a la vida eremítica o a la
fundación de pequeñas comunidades que terminarán siendo los grandes monasterios
de uno o dos siglos más tarde.
El santo no perteneció a ninguna ilustre
familia; lo pocos recuerdos que quedan de su infancia indican que guardaba los
rebaños de su familia, y se nos ha conservado ese detalle porque según parece
el santo comenzó ya en su primera juventud a gustar de la vida ascética, por lo
que, cuando salía a la tarea en el campo, repartía la vianda del día entre
los peregrinos que iba encontrando, y recién probaba su primer bocado a la
noche, al regresar a la casa.
En algún momento habrá manifestado
cualidades mayores, ya que lo siguiente que sabemos es que fue formado en las
letras en Chartres (lo que, si no era de una familia pudiente, debía suponer un
discernimiento previo por parte de algún prelado), y que concibió en ese tiempo
el deseo de una vida completamente retirada, por lo que se marchó a la abadía
de Micy, cerca de Orleas, habitada por piadosos eremitas. Pasa allí doce años y
vuelve a Chartres, donde recibe las órdenes sagradas y es incorporado al
capítulo catedralicio, cumpliendo allí la función de ecónomo.
Sin embargo esta clase de vida no le
conforma, debe estar en continuo trato con el mundo y el comercio, mientras que
él aspira a la perfección en la soledad. Por ello una noche se interna en los
bosques de Chartres sin llevar nada, y con unas ramas se construye una celda,
dispuesto a vivir en alabanza a Dios y al cuidado de su providencia. Pero la
fama de los santos es difusiva, y poco a poco va recibiendo visitas, no sólo de
peregrinos que quieren edificación espiritual, sino también de discípulos que
desean someterse a su obediencia, y así poco a poco va surgiendo una comunidad
que, hacia el año 570, será un nuevo monasterio: el de Corbión, llamado más
tarde Moûtier-au-Perche.
La vida del santo está adornada con
milagros y con el don de prever el futuro, y así se conocen de él muchos
prodigios, junto con algunos otros que la fantasía popular fue añadiendo al acervo
de su memoria. Se le atribuyen muchas curaciones, entre ellas de un paralítico,
el apagamiento de un incendio con el trazo de la señal de la cruz, ¡y hasta el
haber trasplantado una añosa encina con sólo realizar en el aire el mismo
signo!
El relato de su vida se conoce por un
escrito anónimo no muy tardío (quizás del siglo siguiente) que ha llegado hasta
nosotros en copias posteriores. El cuerpo de san Launomaro, muerto hacia el
593, fue enterrado en Chartres, en la iglesia de Saint-Martin-du-Val, sin
embargo, ya en el 595 hubo un primer traslado, del que queda constancia, a la
abadía fundada por él, donde permaneció por tres siglos. Pero en el 874, por
las invasiones normandas, los monjes buscaron refugio en Blois, y llevaron con
ellos las reliquias de su santo fundador. Estas reliquias consiguieron
atravesar las profanaciones de los hugonotes del siglo XVI, pero desaparecieron
como tantas otras en 1793, con la Revolución. La historia benedictina
reivindica a Laudomaro como uno de los suyos.
Ver Acta Sanctorum, enero II, pág. 229ss,
donde se encuentra la Vita mencionada; en Petits Bollandistes de Guerin (I, pág
470ss) se reelabora a partir de ese mismo texto, y le añade notas históricas
acerca de las reliquias. También está tratado en Acta Sanctorum Ord. S.
Benedicti (Mabillion), I, pág 335ss, donde trae otra Bita, además de la
reproducida en A.S.
Abel
Della Costa
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ingreso o última modificación relevante: ant 2012
Estas biografías de santo son propiedad de
El Testigo Fiel. Incluso cuando figura una fuente, esta ha sido tratada sólo
como fuente, es decir que el sitio no copia completa y servilmente nada, sino
que siempre se corrige y adapta. Por favor, al citar esta hagiografía,
referirla con el nombre del sitio (El Testigo Fiel) y el siguiente enlace: http://www.eltestigofiel.org/lectura/santoral.php?idu=247
fecha: 19 de enero
fecha en el calendario anterior: 12 de enero
†: 595 - país: Italia
canonización: pre-congregación
hagiografía: Abel Della Costa
fecha en el calendario anterior: 12 de enero
†: 595 - país: Italia
canonización: pre-congregación
hagiografía: Abel Della Costa
En la ciudad de Ravena, en la Flaminia, san Juan,
obispo, el cual, mientras toda Italia era devastada en la guerra contra los lombardos,
proveyó óptimamente a las necesidades de la Iglesia, como narra san Gregorio
Magno, papa, quien le envió su libro de la Regla Pastoral.
Bajo el nombre de Juan de Ravena se evocan
tres obispos distintos, cada uno de las cuales ha estado en algún momento
inscripto en el calendario del culto. El primero, del siglo IV, es llamado
también Angeloptes, y no estuvo nunca asentado en el Martirologio Romano, así
que difícilmente se lo confunda con el de hoy. El segundo, en cambio, fue
obispo de Ravena en el siglo V, y estaba incluido en el Martirologio Romano
anterior, en fecha 12 de enero. Puede fácilmente ser confundido con el que
celebramos hoy (Juan III o Juan II, según si la fuente cuenta o no a Juan
Angeloptes), llamado Juan Romano, que es del siglo VI (ejerció su episcopado
entre el 578 y el 595), su fecha de celebración es 19 de enero, y se ha
incorporado al Martirologio en la nueva edición, ya que en la anterior no
figuraba. Por eso, cuando en el resumen de datos del santo, en el encabezado de
la página, ponemos «fecha en el calendario anterior: 12 de enero», debe tenerse
presente que no sólo se ha desplazado la fecha, sino que se ha sustituido al
personaje.
El Juan de Ravena que celebramos hoy vivió
en un momento complicado: políticamente, la invasión de los lombardos, que a
partir del 560 se lanzaron a la conquista de Italia, devastando, como solía ser
en estos casos, las ciudades a las que vencían. Juan es alabado por cuidar y
mantener, incluso desde el punto de vista civil, su pueblo durante la invasión.
Ravena representaba en esas décadas el centro del poder del imperio
bizantino en Occidente, por lo que su importancia estratégica no podía ser
mayor. Desde el punto de vista eclesiástico, Ravena era el punto de contacto
entre la Iglesia de Occidente y el centro imperial de Bizancio, por lo tanto su
obispo era, de alguna manera, el rival natural del obispo de Roma. La llamada
«Controversia de los tres capítulos», compleja cuestión que pertenece al curso
general de la historia de la Iglesia, pero que podemos simplificar mucho
diciendo que se trató de un pulso entre el Emperador Justiniano y el Obispo de
Roma Virgilio, aunque se desarrolló unos años antes que el episcopado de Juan,
dejó secuelas graves en las relaciones entre el papado y el imperio; parece que
Juan mantuvo una postura favorable al Emperador, tal como se deduce de la
anónima «Epistula generalis seu apologetica contra Iohannem Ravennatem
episcopum» (Epístola general o apologética contra Juan, obispo de Ravena), en
la que el autor se queja amargamente y lanza invectivas contra el obispo, ya
que ese autor anónimo ha sido condenado a muerte por la autoridad civil en la
cuestión teológica que se debatía, y a pesar de que el obispo de Roma lo había
perdonado, el de Ravena no.
De todos modos, las relaciones con san
Gregorio Magno (que gobernó del 590 al 604, en parte coincidente con Juan)
parecen haber sido fluctuantes, ya que, a pesar de la tensión, el Papa alaba la
virtud de Juan, y le dedica una de sus obras más destacadas, la «Regula
Pastoralis». Durante su episcopado se concluyó y dedicó solemnemente, el 17 de
mayo del 582, la basílica de San Severo in Classe. Nada más sabemos de Juan,
cuya vida y hechos sólo podemos deducirlos de manera muy indirecta.
En Acta Sanctorum sólo se presenta al Juan
del siglo V (enero, I, pág. 727). Sobre la controversia de «Los tres capítulos»
puede leerse el resumen en la Enciclopedia Ger,
o más detalladamente (y sin tanta parcialidad pro romana) en Historia de la
Iglesia, H. Jedin, tomo II, Herder, pág. 612ss. Acerca de la
«Epistula generalis...» ver Di Berardino, Patrología,
BAC, 2000, IV, pág. 311-12.
Abel
Della Costa
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