P. Samir: detrás de los ataques a los coptos, la ambigüedad de al-Azhar y la difusión del fundamentalismo religioso
(ADI).- Días atrás, un comando armado atacó a un grupo de peregrinos coptos ortodoxos en Al Minya, Egipto, provocando la muerte de decenas de personas, incluyendo mujeres y niños. Un atentado que ha acrecentado el dolor y el desconsuelo en la comunidad cristiana y en el país entero, que llora por las nuevas víctimas caídas por el azote de la violencia yihadista, a causa de su fe; otra vez más muertos, luego de las explosiones en las iglesias el mes pasado [el Domingo de Ramos, ndr] y el ataque perpetrado cerca de la catedral copta de San Marcos en Abassiya, El Cairo, en diciembre.
En respuesta, el Ejército egipcio ha lanzado nuevos ataques aéreos contra objetivos yihadistas en la frontera con Libia. En el punto de mira están algunas bases de los muyahidines afiliados a Al Qaeda, situadas en la ciudad libia de Derna y en el área circundante. En un mensaje televisivo dirigido a la nación, el presidente Abdel Fattah al-Sisi subrayó que El Cairo no vacilará en azotar al “terrorismo” en todas sus formas; una lucha en todos los niveles, agregó, que se combate tanto dentro como fuera del país.
Sin embargo, la violencia del Estado Islámico hunde sus raíces en la misma tradición musulmana, en los dichos y en los hechos relativos a la vida de Mahoma. Si no se interviene repensando el texto sagrado, esta violencia está destinada a perpetrarse, y Europa se convertirá en un terreno de batalla contra los llamados infieles e incrédulos. Un abismo del cual el Viejo Continente es, al menos en parte, responsable, por haber abandonado el camino del sano laicismo por un ateísmo que niega la fe. Quien habla es uno de los máximos expertos del mundo entero en el islam, el Padre Samir Khalil Samir, sacerdote jesuita, actualmente profesor en el Pontificio Instituto Oriental, en Roma.
A continuación, transcribimos su reflexión:
El primer punto, fundamental, es que es absolutamente falso decir que el ISIS no deriva del islam y que no se inspira en el islam mismo. Es más, éste se inspira en las fuentes más auténticas del islam, que son el Corán y la tradición musulmana basada en la vida de Mahoma, los dichos y hechos por él inspirados, que son la Sunna y los Hadith. Esto no significa que el Corán sea un texto centrado solamente en la violencia: el mismo comprende tanto la violencia como la no violencia, dependiendo del período y de la vida de Mahoma.
La historia y la tradición subdividen la vida de Mahoma en dos épocas: la primera, en La Meca, la ciudad natal, va del año 610 al 622; la segunda, en Medina, luego de su huida, va desde el año 622 hasta su muerte, el 8 de junio del año 632. En la primera fase, él busca el camino de la convivencia y el discurso es positivo, aunque no carece de críticas, incluso dirigidas hacia los cristianos. En la segunda fase, la más importante, luego de los dos primeros años caracterizados por encuentros, incluso con los hebreos, de los cuales aprendió a conocer algo de la Biblia, él toma distancia. Y emprende la lucha contra la más importante tribu judía, los Banu Qurayzah, llegando a dar muerte a entre 600 y 800 hombres, mientras las mujeres y los niños son reducidos a la esclavitud y repartidos entre los combatientes.
A continuación se inicia una nueva fase, en la cual Mahoma ataca a una tribu tras otra, para someterlas a su visión. De aquí puede verse cómo, ya desde el inicio, el proyecto islámico es global, espiritual y religioso, de un único Dios que hace y decide por nuestra vida, pero que también abarca la esfera política. El objetivo es la creación de la Umma, la nación musulmana, que también incluye un proyecto económico, cultural, material, y que abraza todo: desde la manera de vestirse, hasta el modo en que se ha de relacionarse con las personas, etc., todo está previsto.
Luego hay un último punto, un principio esencial, que surge del Corán: siendo que los musulmanes mismos notaron que había contradicciones entre un versículo y el otro, han emitido el principio según el cual las últimas revelaciones, los versículos más recientes, cancelan los anteriores, en base al principio árabe que rige la derogación y lo derogado. Por ende, los versículos más combativos, aquellos más violentos, cancelan los precedentes, más tolerantes. Si en los anteriores se habla de amistad, luego se dice lo contrario, y al final prevalece esta última posición.
Éste es también el modo de proceder del ISIS: elige, como hace todo musulmán, los pasajes del Corán o de la tradición de Mahoma que más le convengan. La tradición está dividida en dos puntos, uno, los dichos de Mahoma (Hadith), una recopilación que comprende miles de sus dichos, y que son reconocidos como válidos en dos enciclopedias de la época medieval (los Sahih de Bukhari y de Muslim). En cuanto a los hechos, el otro elemento, se refieren a aquello que Mahoma hizo en su vida. Si hay algo que falta en el Corán, esto es integrado con los dichos y hechos del profeta. Un aspecto equiparable, para los cristianos, con la Revelación en la Biblia y en el Nuevo Testamento.
El Corán mismo ha sido objeto de discusión durante por lo menos cinco siglos: según algunos, el Corán es “increado”, es decir, es una obra divina; según otros, es “creado”, es decir, es obra de Mahoma, inspirado por Dios. Al final, algunos autores, en el siglo XI han establecido la naturaleza divina del Corán, que es la referencia de todo islámico, el cual va a buscar en los versículos tardíos y en los hechos y dichos de Mahoma la fuente de la verdad. Esta es la teoría islámica.
Las raíces del ISIS en la Sharia
Desde este punto de vista, todo lo que hace el ISIS [o Daesh, en su acrónimo árabe], desde sus acciones más brutales, posee siempre una fuente clara en esta recopilación, ya sea dentro del Corán mismo o en la vida de Mahoma. Esto vale tanto para las tomas de posición de Al-Azhar, como para la decisión asumida por un líder del Estado islámico, el cual está investido por la Sharia.
¿Cómo es posible saber si este hecho es legítimo, según lo trazado por el islam? En cada país existe un imán, un gran muftí (el que emite una fetua), especialista en la ley islámica, el cual afirma si una opinión es más o menos correcta. A nivel nacional, el gran muftí es nombrado por el gobierno. Incluso el ISIS tiene su muftí, un doctor de la ley islámica, que dice qué es lícito y cómo actuar. Cada cosa, sea errada o no, tiene su fundamento en la tradición islámica. Un líder musulmán puede hacer una elección opuesta, pero igualmente lícita de acuerdo al islam. En el Corán, a menudo tenemos una posición, y la otra.
Tomemos como ejemplo el caso del piloto jordano, Maaz al- Kassasbeh, que terminó en manos del ISIS, fue encerrado en una jaula y quemado vivo. Al-Azhar, por boca del imán al-Tayyeb, dijo que este gesto es contrario al islam, porque en un dicho de Mahoma se dice que quemar a alguien es un castigo propio de Dios, y sólo Dios puede decidir si matar a alguien por medio del fuego. Sin embargo, hay otro dicho de Mahoma, cuando él se pronuncia en relación a dos hombres sorprendidos en un acto sexual entre ellos (el tema de la homosexualidad). Su respuesta es que deben ser quemados y que sus cuerpos deben ser abandonados en el desierto, para que sean comidos por las bestias. Hay quien elige uno, y quien elige el otro, pero ambos son lícitos: he aquí la ambigüedad de fondo.
Hoy no quedan dudas sobre el hecho de que las acciones cometidas por el ISIS son inhumanas, sobre este punto gran parte de los musulmanes está de acuerdo. La mayoría afirma que esto ya no es más el islam, que no es humano, y también estoy convencido de que la mayoría de los musulmanes no está de acuerdo con el ISIS. Sin embargo, no puede decirse que lo que hacen no es islámico; se puede decir que no se está de acuerdo, y luego exponer los motivos haciendo referencia a algún musulmán, pero ellos responderán con sus argumentos. No es en absoluto necesario demostrar el hecho de que el ISIS es bárbaro, pero cuando se afirma que no es el verdadero islam, aquí surge la dificultad: pueden tener gestos inhumanos, porque incluso dentro de las enseñanzas ordinarias se encuentran estas posiciones.
La carencia de una obra de reinterpretación del texto coránico
El punto de fondo es la carencia de una obra de reinterpretación del texto coránico, además de de los dichos y hechos del profeta Mahoma. El sentido común nos dice que no es posible comprender un texto fuera de su contexto. Pero el contexto, en este caso, es la Arabia del siglo séptimo; interpretar no significa afirmar lo contrario, sino contextualizar el texto o el hecho y entender su sentido hoy, cuál sería su intención en el contexto actual.
Cuando se vivía en Arabia, en aquél período, no había los tribunales e infraestructuras que existen hoy en día. La ley era la palabra de Mahoma, visto que es el jefe espiritual y humano, y la violencia era parte ordinaria de la vida de las personas, y un medio para la resolución de problemas. Incluso la violencia intrafamiliar estaba autorizada y prescripta, como en el caso en el cual se afirma en el Corán que el hombre ejerce la autoridad sobre la mujer y debe corregirla (Corán 4, 34).
Otro dicho proclama que la mujer tiene lagunas en lo que respecta a la firmeza en la inteligencia y fe (al-Nisā’ nāqiṣāt ‘aqlan wa-dīnan). De aquí el hecho de que, todavía hoy, en Egipto las mujeres no pueden ser jueces, porque la mujer sería siempre emotiva, y su razonamiento, por ende, no siempre concorde. Y luego, desde el punto de vista religioso, porque tiene el ciclo menstrual, y en dicho período ella es impura y no puede practicar la oración o el ayuno, y, por lo tanto ¡es religiosamente imperfecta!
La palabra de Mahoma correspondía a la mentalidad de la época, como en el caso del Levítico 15, 19-23 y en términos generales en el judaísmo; así, cuando da a luz un varón, ella es impura durante 40 días, y cuando da a luz una niña, lo es durante 80 días (cfr Levítico 12, 1-8). De aquí la fiesta del 2 de febrero, 40 días después del 25 de diciembre, en la que se celebra la Purificación de María. Esta tradición siegue siendo aplicada, todavía hoy, en la Iglesia copta ortodoxa, por muchas mujeres, a tal punto que luego de haber dado a luz, la mujer no puede acercarse a la Eucaristía por 40 u 80 días. Esto es para dar a entender que no estoy atacando el islam, sino que estamos en presencia de una cuestión de carácter universal, que todavía hoy tiene validez.
El islam debe repensar la Sharia
En este estado de cosas, no puede decirse con certeza si un aspecto fue insertado o no en el islam. Se trata de repensar cada detalle de la ley, pero éste es un esfuerzo poco practicado por los imanes; lo han hecho muchos intelectuales, que se cuentan por miles en el mundo islámico, que escriben acerca de esto y que dicen esto en la radio y en la televisión, lo ha dicho explícitamente el presidente egipcio al-Sisi al inicio de su mandato, cuando tuvo un encuentro con los imanes en al-Azhar. Él afirmó la necesidad de una revolución islámica dentro del islam, es decir, de repensar toda nuestra religión y nuestras normas. Sus palabras han recibido un aplauso universal, en diciembre de 2014, pero han quedado desatendidas y habiendo pasado ya dos años y medio, nada se ha hecho al respecto. Los libros son los mismos, con los mismos comentarios, y los intelectuales protestan, hay enfrentamientos, pero ningún cambio en concreto.
Por lo tanto, es necesario ir al punto esencial y preguntarse de dónde deriva todo aquello que hoy está ante nuestros ojos. Todo proviene de una interpretación islámica y coránica, una exégesis que se remonta a un gran imán que vivió en el último cuarto del siglo XVIII, Muhammad ibn Abd al- Wahhāb, el cual dictó los lineamientos y fundó la escuela wahabita, que es la que rige en Arabia Saudita, Qatar y en otro países.
El reino saudita es, actualmente, la única nación en el mundo sin una Constitución, porque, dicen ellos, nuestra Constitución es la Sharia islámica. Pero, ¿de qué se trata? ¿Y quién tiene el derecho de interpretarla? Por fuerza, el imán. Y dado que la siguen desde la formación del Estado, en los años ’30, la aplican con la aprobación de imanes, los cuales establecen qué es justo y qué no. Por ejemplo, que a un ladrón le sea cortada la mano; y que un apóstata, aquél que abandona la fe musulmana, sea muerto, e incluso que una mujer adúltera sea lapidada.
En este sentido, la actitud de Cristo me parece la más humana y divina: véase el caso de la adúltera (Juan 8, 1-11), cuando la multitud, citando a Moisés, afirma que debe ser lapidada. Jesús no contesta la afirmación, sino que responde que quien esté sin pecado arroje la primera piedra. Alza la cabeza y no ve a nadie. El primero en irse es el más anciano. Luego, dice a la mujer: “¿Nadie te ha condenado?”. “¡Nadie, Señor!”. “¡Entonces yo tampoco! ¡Vete y no peques más!” Esto significa repensar la fe, esto es vivir la verdadera religión, sin condenas. La libertad religiosa es uno de los derechos fundamentales del hombre, sancionado por el artículo 18 de la “Carta Universal de los Derechos Humanos”, y es por esto que lo Sauditas no han querido firmarla.
Los terroristas, cuando siguen la ideología yihadista, están convencidos de estar haciendo el bien, de estar en lo justo. La mayoría de los imanes y de los fieles musulmanes están convencidos de que las palabras contenidas en el Corán son las más perfectas que existan. También está quien reflexiona, quien hace preguntas, pero a nivel cultural, el pensamiento crítico en general no existe, y se toma todo de manera literal. En esto, incluso el imán de al-Azhar parece estar jugando: cuando habla con los Occidentales y con el Papa, dice que el islam significa “Salām” (paz), pero eso es mentira, porque islām quiere decir, en sí, “sumisión” a Dios. Y esto, en cierto sentido, puede ser bellísimo, pero por otro lado, es peligrosísimo, porque se termina tomando todo de manera literal.
Por lo tanto, incluso quien piensa que el ISIS está equivocándose, no lo dice, sobre todo entre los imanes, porque arriesga ser contradicho partiendo, precisamente, del Corán mismo. Como ha sugerido al-Sisi, como han propuesto tantos pensadores musulmanes desde la época del Medioevo, se requiere una reforma que hoy ya no puede ser postergada por más tiempo.
Conclusión
Está en acto una lucha entre tendencia fundamentalistas, entre el wahabismo, salafismo, Hermanos Musulmanes en Egipto (en Minia, teatro de los últimos ataques anti-cristianos, hay sobre todo grupos de la Hermandad, que incluso han declarado su afiliación al EI) que luego pueden confluir en el ISIS.
Pero, ¿qué es el ISIS? La palabra misma habla del “Estado islámico de Irak y de Siria”. ¿Y por qué estos dos países? Porque ambos están regidos por los Chiitas, y por ende el extremismo sunita quiere hacerles la guerra. Este fanatismo proviene de los Sunitas que se contraponen a los Chiitas y luego terminan por ampliar el campo del enemigo.
Reflexionemos sobre por qué atacan también en Francia e Inglaterra: lo hacen porque desde hace por lo menso 50 años, Europa es considerada incrédula, atea, y bajo este aspecto, es verdad que el Viejo Continente se está volviendo cada vez más, no laico –que es un elemento positivo- sino anti-religioso. Una evolución que es evidente en Francia, aunque quizás menos en Italia. Como el Estado islámico no tiende a hacer distinciones, entonces, afirman que todo Occidentes es cristiano, y que el cristianismo representa una forma oculta y manifiesta de ateísmo, de no creencia.
En el Corán, hay una palabra para identificar al no creyente: Kāfir. Y según el Corán, al kāfir hay que matarlo. Los judíos y los cristianos, al menos en un primer momento, no eran considerados Kāfir, sino que eran vistos como creyentes imperfectos y por lo tanto, eran obligados a pagar la tasa (Jizya) para convivir con los musulmanes. Por el contrario, el Kāfir no puede vivir entre los musulmanes y tiene dos alternativas: convertirse al islam o ser muerto. Si estos fanáticos del ISIS se refieren a los Judíos y a los Cristianos como kuffār (plural de kāfir), reivindican el derecho de asesinar, tal como han hecho con los Yazidíes, masacrando a sus hombres y tomando a las mujeres como esclavas.
¿Qué podemos hacer? A pesar de todo, debo considerar a los musulmanes como hermanos míos, que atraviesan desde hace siglos (pero sobre todos, en los últimos 50 años) la crisis más fuerte de su historia. Debo ser para ellos un amigo fraterno, sugerirles que también nosotros, los cristianos, hemos tenido que repensar muchas cosas. Algunos lo hacen, pero es el pensamiento y el sistema jurídico en su totalidad lo que debe ser revisado; y ello significa, en primer lugar, separar la política de la religión. Hacer entender que son prisioneros de algunas normas, y que la fe es una cuestión personal. La verdadera laicidad la trajo Cristo, no la Revolución Francesa: “dad al César lo que es del César, dad a Dios lo que es de Dios” (Mateo 22, 31 ; Lucas 20, 25; cfr. Marcos, 12, 13-17).
(Fuente: AsiaNews)
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