La ideología es como
la sombra: siempre nos acompaña
El
tema de la ideología está a la orden del día: ideología de género, política,
económica, religiosa etc. Intentemos poner en claro esta cuestión.
1. Todo el
mundo tiene una determinada ideología. Es decir, cada uno se hace
una idea (de ahí ideología) de la vida y del mundo. Tanto el vendedor de
palomitas de maíz de la esquina como la persona que atiende el teléfono o el
profesor universitario. Es inevitable, porque somos seres pensantes con ideas.
Querer una escuela sin ideología es no entender nada de ideología.
2. Cada
grupo social o clase proyecta una ideología, una visión general de
las cosas. La razón es que la cabeza piensa a partir de donde pisan los pies.
Si alguien tiene los pies en la favela, tiene una cierta idea del mundo y de la
sociedad. Si alguien tiene los pies en un apartamento de lujo junto a la playa,
tiene otra idea del mundo y de la sociedad. Conclusión: no solo el individuo,
sino también cada grupo social o clase, elaboran inevitablemente su visión de
la vida y del mundo a partir de su lugar social.
3. Cada
ideología personal o social, así como todo saber, tiene intereses
detrás, no siempre explicitados. El interés del trabajador es aumentar su
salario. El del patrón, aumentar su ganancia. El interés de un habitante de la
favela es salir de esa situación y tener una casa decente. El interés del
morador de un apartamento de clase media es poder mantener ese status social
sin estar amenazado por la ascensión de la gente de abajo. Los intereses no
convergen porque si aumenta el salario, disminuye la ganancia y viceversa. Aquí
se instaura un conflicto.
4. El
interés escondido detrás del discurso ideológico debe ser calificado:
puede ser legítimo y es importante explicitarlo. Por ejemplo:
tengo interés en que ese grupo de familias cree una pequeña cooperativa de
productos orgánicos, de hortalizas, tomates, maíz etc. Este interés es legítimo
y puede ser dicho públicamente. Puede ser también un interés ilegítimo y
ser mantenido oculto para no perjudicar a quien lo propone. Ejemplo: hay grupos
que combaten el desnudo artístico para, en realidad, encubrir la homofobia, la
supremacía de la raza blanca y la persecución a los grupos LGBT. O un político
de un partido neoliberal cuyo proyecto es disminuir los salarios, reducir las
pensiones y privatizar bienes públicos y se presenta como alguien que va a
luchar por los derechos de los trabajadores, de los jubilados y a defender la
riqueza de Brasil. Él oculta ideológicamente los verdaderos intereses
partidarios para no perder votos. Esa ocultación es la ideología como falsedad
y él, un hipócrita.
5. La
ideología es el discurso del poder, especialmente del poder dominante. El poder
es dominante porque domina varias áreas sociales. Las élites brasileras tienen
tanto poder que pueden comprar a las demás élites. Porque son dominantes,
imponen su idea sobre la crisis brasilera, culpando al Estado de ineficiente y
perdulario, a los líderes de corruptos y a la política de ser el mundo de lo
sucio. Por otro lado, exaltan las virtudes del mercado, las ventajas de las
privatizaciones y la necesidad de reducir las reservas forestales de la
Amazonia para permitir el avance del agronegocio. Aquí se oculta
conscientemente la corrupción del mercado, donde actúan las grandes empresas
que sustraen millones de los impuestos debidos, mantienen una caja B, promueven
intereses altos que favorecen al sistema especulativo financiero que drena
dinero público, sacado del pueblo, hacia los bolsillos de unas minorías, que,
en el caso brasilero, son seis multimillonarios que poseen igual riqueza que
100 millones de brasileros pobres. Estas élites ocultan las agresiones
ecológicas, la desnacionalización de la industria y hacen propaganda de que el
agro es pop. Practican una ideología descarada como engaño. Hay redes de
televisión que son máquinas productoras de ideología de ocultación, negando al
pueblo datos sobre la gravedad de la situación actual, generando espectadores
alienados, pues creen en tales versiones irreales. Para encubrir su dominación,
apoyan proyectos que benefician a niños o patrocinan grandes eventos artísticos
para parecer benefactores públicos. Por detrás ocultan desfalcos y apoyan
abiertamente a determinados candidatos, satanizando la imagen del principal opositor.
Existe
también la ideología de los sin poder, de los sin tierra y sin techo, y otros
que para sustentarse elaboran discursos de resistencia y de esperanza. Esa
ideología es benéfica pues los ayuda a vivir y a luchar.
La
ideología es como una sombra: nos acompaña siempre. Para superar las
ilegítimas, es menester desenmascararlas y sacar a la luz los intereses
escondidos. Y cuando hablamos a partir de un determinado lugar social, conviene
explicitar en el discurso nuestra ideología. Concientizada, la ideología se
legitima y democráticamente puede ser discutida o aceptada.
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