Principios teológicos para un equilibrio entre
los géneros
2018-04-06
A pesar de las
contradicciones internas de las fuentes judeocristianas acerca del hombre y de
la mujer, bien conocidas, queremos recoger algunos principios positivos que
refuerzan la lucha histórica de los hombres y de las mujeres hacia un
equilibrio de los géneros.
a)
Igualdad originaria entre hombre y mujer
Este
principio está clarísimo en la primera página de la Biblia, en el libro del
Génesis: "Dios creó al ser humano a su imagen, macho y hembra los
creó" (1,27). En el segundo Testamento, centrado en la figura de Cristo se
dice: "no hay hombre ni mujer, todos son uno en Cristo Jesús" (Gal
3,28).
b)
Diferencia y reciprocidad entre hombre y mujer
Dentro
de la igualdad de origen, se instaura la diferencia, entendida como apertura
del uno al otro, es decir, como reciprocidad. El relato más arcaico del Génesis
(2,18-23), de tendencia general fuertemente masculinizante, acentúa esa
reciprocidad. Eva, aunque sacada de la costilla (lado) de Adán, es presentada
no como la mujer con quien éste va a tener hijos, ni como sierva de la casa,
sino como su vis-à-vis e interlocutora. El modismo hebreo para expresar esa
mutualidad viene expresado por las palabras de Adán: "he aquí alguien que
es hueso de mis huesos y carne de mi carne" (Gn 2,24). El mismo Pablo
podía expresar así la reciprocidad: "el marido cumpla el deber conyugal
para con la mujer y, igualmente, la mujer para con su marido" (1Cor 7,4).
c)
Hombre y mujer, caminos hacia Dios.
Si
el hombre y la mujer son imagen y semejanza de Dios significa que Dios puede
ser encontrado en ellos. Profundizando el conocimiento de lo humano, masculino
y femenino, sorprendemos a Dios cuya naturaleza presenta las cualidades
positivas de los principios masculino y femenino.
En
términos rigurosos de la teología, cuando decimos Dios-Padre no decimos una
cosa diferente a cuando decimos Dios-Madre. Por padre y madre pretendemos
expresar teológicamente que la vida y la creación entera tienen su origen en
Dios y se encuentran siempre bajo el cuidado y providencia amorosa de Dios.
Esto puede ser perfectamente expresado por la categoría padre o madre. Por lo
tanto, tenemos siempre un camino abierto hacia Dios, por la vía de lo masculino
y por la vía de lo femenino. Disminuyendo el valor de la mujer tenemos una
imagen distorsionada de Dios. Si nos limitamos exclusivamente al hombre
encontramos no un padre amoroso sino un juez justiciero. Destruyendo lo humano
perdemos a Dios. Perdiendo a Dios, perdemos el sentido último de todas las
cosas.
d)
Hombre y mujer, caminos de Dios.
La
imagen (ser humano) remite al modelo (Dios). Si Dios mismo tiene dimensiones
masculinas y femeninas, es porque bajo esa forma Él se ha revelado y
autocomunicado en la historia. Emerge como una energía creadora primordial,
como el padre que acompaña y protege o como la madre que cuida y consuela,
madre que no puede olvidar al hijo de sus entrañas (Is 49,15, Sal 25,6, 116), y
que, al término de la historia, como la grande y generosa Magna Mater enjugará
nuestras lágrimas, cansados de tanto llorar por los absurdos que no entendemos
(Ap 21,4). Lo femenino y lo masculino son caminos de Dios hacia nosotros.
Hay
todavía una manera de nombrar a Dios en el cristianismo que es en forma de
Trinidad de divinas Personas: Padre, Hijo y Espíritu Santo. Las Personas
significan relaciones de reciprocidad, de comunión, de mutualidad, de
inclusión, en una palabra, de amor. Dios emerge como un juego de energías
originarias y eternas que sólo existen en la medida en que coexisten, son una
para la otra, con la otra, por la otra y jamás sin la otra. Ninguna de ella
puede ser tomada en sí sin las otras. Donde está una están simultáneamente las
otras. Es lo que la teología llama pericóresis, vale decir, la
inter-retro-relación e interpenetración de las Personas divinas entre sí. Ya no
es el monoteísmo de los judíos y musulmanes, pre-trinitario. Es el monoteísmo
trinitario cristiano. Él funda otro tipo de unidad divina, no dada previamente,
sino construyéndose siempremediante el juego de las reciprocidades e
inclusiones. Por eso decimos que la esencia íntima de Dios no es la soledad del
Uno sino la comunión de tres Únicos (el único no se suma) que mediante su
relación recíproca se unifican en un único Dios-amor-relación.
A
nivel existencial cuando decimos Trinidad, en el fondo queremos decir: al Dios
que está por encima de nosotros lo llamamos Padre, al Dios que está a nuestro
lado lo llamamos Hijo y al Dios que está dentro de nosotros lo llamamos
Espíritu Santo. No son tres dioses (porque cada Persona es única y por eso no
puede ser sumada), es el único y el mismo Dios que, a nivel existencial, se
revela así y así es experimentado.
Por
haber en Dios diversidad y unidad, su imagen en el mundo, el hombre y la mujer,
serán también diversos y unos, siendo imposible pensar lo femenino sin lo
masculino y lo masculino sin lo femenino.
e)
Hombre y mujer en Dios
Por
más que estén firmemente imbricados uno en el otro y se busquen
insaciablemente, el hombre y la mujer no encuentran la respuesta a su vacío
abisal en esa relación recíproca. En ellos hay un vacío infinito que sólo el
Infinito de Dios puede llenar. Ambos, pues, son llamados a auto-trascenderse en
dirección al Infinito que los puede realmente saciar. En Él descansan y se
pierden hacia el infinito Amor y la radical Ternura. Es la patria y el hogar de
la completa identidad y de la total realización. Lo femenino encontrará lo
Femenino fontal y lo masculino lo Masculino abismal. Se dará lo que todos los
mitos narran y todos los místicos testimonian: los esponsales definitivos, la
fiesta eterna, la fusión del amado y de la amada en el Amado y la Amada
transformados, según la expresión de San Juan de la Cruz.
No hay comentarios:
Publicar un comentario