San Jorge, mártir, cuyo glorioso combate, que tuvo lugar en Dióspolis o Lidda, en Palestina, celebran desde muy antiguo todas las Iglesias, desde Oriente hasta Occidente.
San Adalberto (Vojtech), obispo de Praga y mártir, que aguantó dificultades en bien de aquella iglesia, y por Cristo llevó a cabo muchos viajes, trabajando para extirpar costumbres paganas, aun que ante el poco fruto obtenido se dirigió a Roma, donde se hizo monje. Vuelto al fin a Polonia, e intentando atraer a la fe a los prusianos, fue asesinado por unos paganos en la aldea de Tenkitten, junto al golfo de Gdansk.
En Edesa, ciudad de la antigua Siria, san Eulogio, obispo, que, según la tradición, falleció un Viernes Santo o Parasceve.
En Milán, Italia, san Marolo, obispo, amigo del papa san Inocencio I.
En Toul, en el territorio de Lotaringia, san Gerardo, obispo, que durante treinta y un años legisló sabiamente para la ciudad, atendió a los pobres, intercedió por el pueblo con ayunos y plegarias en tiempo de peste, dedicó la iglesia catedral y ayudó a los monasterios con bienes materiales y con la instrucción de los discípulos.
En Suelli, en Cerdeña, conmemoración de san Jorge, obispo.
En Perusa, en la Umbría, beato Egidio de Asís, religioso de la Orden de los Hermanos Menores, que fue compañero de san Francisco y mostró en sus peregrinaciones una fe intrépida y una gran simplicidad.
En Udine, en la región de Venecia, beata Elena Valentini, viuda, que, para servir únicamente a Dios, abrazó la Orden seglar de san Agustín, y se distinguió por la oración, la lectura del Evangelio y las obras de misericordia.
En Campi Bisenzio, de la Toscana, en Italia, beata Teresa María de la Cruz Menetti, virgen, fundadora del Instituto de Terciarias Carmelitas de Santa Teresa.
En el monasterio cisterciense de Grottaferrata, en las inmediaciones de Frascati, cerca de Roma, beata María Gabriela Sagheddu, virgen, que murió a los veinticinco años, tras haber ofrecido generosamente su vida por la unión de los cristianos.
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