miércoles, 22 de mayo de 2019

La Aparición de Santiago Apóstol. (23 de mayo)

La Aparición de Santiago Apóstol.

¡Por Santiago! De grito de guerra a grito de paz.

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La Aparición de Santiago Apóstol. 23 de mayo.

El 23 de mayo celebraba la Iglesia española una memoria litúrgica en honor al Apóstol Santiago, además de la solemnidad del 25 de julio y la traslación de las reliquias a 30 de diciembre. Era la memoria de la aparición del santo en la batalla de Clavijo.

Leyenda.
Según esta, a finales del siglo IX la situación en las tierras españolas había llegado a "un estado de infelicidad y de impotencia, igual al de soberbia y de poder a que había subido la dominación de los sarracenos". Los cristianos, desmoralizados desde tiempo atrás, por el duro sometimiento, la escasa libertad y la pérdida del valor cristiano, se habían conformado con dicha dominación. Se contentaban los cristianos con sobrevivir y colaborar con los musulmanes, plegándose a sus impuestos, costumbres y sobre todo a sus abusos. La desidia en la fe, la escasa moral y la falta de amor patrio habían llevado a esa situación. En tiempos de Abderramán II, este exigía a los cristianos, a cambio de la paz, el tributo anual de "cien doncellas casaderas, que se sorteaban entre las más nobles y hermosas, para servir a la incontinencia de los bárbaros". Este tributo, pactado en 783 por Mauregato de Asturias y Abderramán I, mantenía a los hispanos en un martirio constante, pues perdían a sus mejores hijas, a las que amaban y cuidaban con el temor de que un día se las quitasen, para caer "como inocentes corderas en las garras de lobos carniceros". Nada lograba que los musulmanes desistieran de semejante abuso de poder. Ni lágrimas, ni suicidios, ni los ruegos de piedad por parte de las madres.

Llegó el punto que el rey Ramiro I de Asturias, cansado de aquel desmán, se negó a permitir que los cristianos tolerasen por más tiempo aquella humillación, aunque con ello se provocase la guerra, cosa que, por otro lado, era deseo de los musulmanes, para completar la conquista de la tierra ibérica. Llegó el tiempo del tributo y Ramiro no entregó a las muchachas, por lo que Abderramán envió sus embajadores ante el rey cristiano, exigiendo las cien doncellas pactadas, a la par que renovaba sus amenazas contra los cristianos. Ramiro, como dije, estaba harto de aquello, y aún sabiendo los contratiempos de su decisión, decidió por el honor cristiano, despedir a los enviados sin el tributo, amenazándoles con quitarles la vida si no fueran solo enviados.
Una vez que estos se fueron, Ramiro, sabiendo que la guerra ya estaba declarada, consultó a sus consejeros y caballeros y estos admiraron su valor y que defendiese de una vez el honor de los cristianos. Y juraron darlo todo por la fe y la libertad de sus familias y reinos. Ramiro ordenó levas en todo el reino, conminando a que todo hombre en edad de manejar armas acudiese a alistarse. Solo niños, mujeres y muy ancianos se librarían, y a estos se les pedía mantuviesen la retaguardia manteniendo el cultivo de los campos. Juntó el sabio rey su ejército, lo disciplinó y cuando estuvo listo, salió al frente de todos contra los moros, encomendándose a Dios. Monjes y obispos acompañaban las tropas para que, con sus oraciones y disciplinas, alcanzaran la victoria a los cristianos, dando humillación a los infieles.
Por su parte, Abderramán no estaba de brazos cruzados, sino que viendo su oportunidad de completar la conquista, preparó un gran ejército, haciéndose traer hombres, caballos, provisiones  y armas desde África con la intención de “dejarse caer como un rayo sobre los cristianos, y hacerles pagar el infame tributo”. Avanzaban los dos ejércitos, con deseos de encontrarse, hasta que finalmente, cerca de la fortaleza de Albelda, se avistaron ambos. Los cristianos estaban en franca desventaja, tanto por su menor número como por las escasas provisiones, y sobre todo por la prisa del reclutamiento, que no había permitido que la destreza de los reclutados fuera la mejor. Pero su fe cristiana y el deseo de justicia eran armas poderosas. Comenzó la batalla y pronto se hizo notar que ambos ejércitos luchaban encarnizadamente y con gran valentía. 

Hasta la noche no comenzó a notarse la superioridad de los infieles y solamente la gran oscuridad nocturna privó a estos de la victoria. Se retiraron los cristianos, y parecía que se deban por vencido. El rey, desalentado, hizo curar a los heridos y se retiró a implorar misericordia a Dios y a su Madre Santísima. Así en oración y exhausto, se durmió Ramiro y tuvo un sueño, en el cual el apóstol Santiago le animaba a batallar contra los infieles, y además le aseguró la victoria. Al día siguiente arengó Ramiro a las huestes, dándoles a conocer su visión y con ella la seguridad de que Dios les daría la victoria en su Nombre.

Los soldados, llenos de coraje se lanzaron a la batalla, y "sorprendiéronse los sarracenos al ver el ímpetu y valor con que los acometían unos enemigos a quienes contaban por vencidos". Con el grito de "¡Santiago!" avanzaban los cristianos cuando de pronto se produjo el milagro: apareció Santiago Apóstol en un caballo blanquísimo. En una mano portaba un estandarte con una cruz y en la otra una espada con la cual a la velocidad de un rayo fulminaba a los infieles. Puesto al frente de las tropas cristianas, estas acrecentaron su arrojo, mientras que los musulmanes huyeron despavoridos, perdiendo lo menos 70.000 hombres  y además, territorios que dominaban entre Albelda y Calahorra. Acaeció esta batalla el 23 de mayo de 844. Los cristianos dieron rendidas gracias a Dios e hicieron un voto al santo apóstol, de entregar al santo en su sepulcro de Compostela, un diezmo especial de trigo. Con el botín capturado, además,  Ramiro hizo construir en Oviedo una iglesia dedicada a la Madre de Dios y y otra a San Miguel Arcángel.

Historia.
La primera redacción de esta batalla no ocurre hasta hacia 1243, de manos del arzobispo de Toledo, Don Rodrigo Jiménez de Rada. Esto ya hace bastante sospechoso el asunto, pues un acontecimiento de tal magnitud es imposible que no quedara constatado durante 400 años, siendo que hay testimonios históricos de menor calado que están perfectamente reseñados. Sobre el "Tributo de las Cien Doncellas" no hay constancia alguna hasta el siglo X, y su origen está en leyendas orientales. No existió tal tributo en tierras hispanas. Sí que ocurrieron dos batallas de reconquista en Albelda, la primera en 852 y la segunda en 859. Fechas que, como vemos, se alejan de la supuesta batalla de Clavijo. 

La verdad es que la historia desmiente esta leyenda. Ya desde inicios del siglo XVIII los historiadores serios la ponen en duda, y hoy ya nadie le da crédito. En 1771 el Duque de Arcos escribe una memorial dedicado a Carlos III contra el "Voto de Santiago", que considera un abuso de la iglesia compostelana. En el XIX varios sacerdotes intentan compaginar la leyenda con la historia, incluso presentan "pruebas" arqueológicas de la presencia de Santiago en Clavijo.

La "aparición" de Santiago al rey, su participación en la batalla a lomos de blanco corcel y la liberación del tributo de las cien doncellas, son de los más bellos episodios de la historia mágica de España: Ante el avance musulmán, se creó esta figura de Santiago Matamoros, que se expandió rápidamente gracias a la influencia los monjes cluniacenses: Era un llamado del cielo a los cristianos laxos, que sadaban ganancias del comercio con los musulmanes. La guerra como instrumento para sacudirse la dominación era un hecho que pocos consideraban, y el pragmatismo de la frase "si no puedes con tu enemigo, únete a él", se extendía en los reinos cristianos. Santiago Matamoros y su leyenda del siglo XIII fue un solplo de moral, responsabilidad y deseo de luchar por lo propio que daría vitalidad a la reconquista de los dos siguientes siglos, hasta terminarla en 1492. El voto de Santiago, suprimido por las Cortes de Cádiz, fue rehabilitado por Franco y aún se realiza con el nombre de "Ofrenda al Apóstol".

Curiosamente, no es Santiago Apóstol el único santo del que se cuenta fue visto en una batalla sobre un caballo blanco y defendiendo las justas causas. Lo mismo se dice San Andrés Corsini (9 de enero; 4 de febrero, traslación de las reliquias, y segundo domingo de junio, en Florencia), Santos Marcelino y Pedro (2 de junio), San Jorge (23 de abril), San Casimiro de Polonia (4 de marzo), San Isidoro de Sevilla (4 y 26 de abril), San Juan Evangelista (4 de enero, Iglesia Oriental, synaxis de los apóstoles; 6 de mayo, Ante Portam Latinam; 8 de mayo y 26 de septiembre, Iglesia Oriental; 27 de diciembre) y San Felipe Apóstol (3 de mayo). 

Culto a Santiago Matamoros.
En el caso de Santiago, su epopeya tomaría otro rumbo, y su nuevo escenario sería la conquista de Ámérica. Santiago en su versión "matamoros" está presente en numerosas ciudades americanas dedicadas al Apóstol: Chile, República Dominicana, Caracas, México, Cuba y otros países.Es curioso que mientras en España esta imagen (cultural, teológica e iconográfica) del "matamoros" ha ido a menos, en América se conserva perdectamente y probablemente sean más las imágenes del "matamoros" que del "peregrino".  

Sobre todo el México más indígena, conserva su devoción al "señor Santiago". Muchas leyendas se cuentan sobre él, durante la evangelización los religiosos se quejaban de que los indios cuando iban a ofrecerle veladoras a Santiago llevaban tres una para el apóstol, una para el caballo y otra para el moro. Aunque esto fue corregido por los frailes, aun hoy hay quienes llevan veladoras para el santo y alfalfa para el caballo. También hay varias leyendas sobre el moro pues, aunque no existiendo por mucho tiempo moros, no se entendía muy bien a ese personaje por lo cual algunos le identificaban con el demonio. Otros le veían como un santo más y le ponían nombre propio, y nunca faltaba quien le ofrecía veladoras al moro pensando que servía para hacer daño a la gente.

Este culto al apóstol Santiago como Matamoros en México especialmente se debe a que entre las leyendas se narran varias apariciones del apóstol similares a la de España: En 1520 mientras los aztecas celebraban en el Templo Mayor la fiesta de Toxcatl dedicada a Hitxilopochtli, que según nos dice Bernardino de Sahagún era muy similar a la Pascua de Resurrección y se celebraba una semana después de que los cristianos celebraban esta, Habiéndose ausentado Cortés dejó a cargo a Pedro de Alvarado, cuando en el momento cumbre de la fiesta este ordenó asesinar cruelmente a los indígenas que estaban en dicha celebración. Según cuentan las crónicas en el fragor de la batalla se apareció Santiago Ápóstol, como "un caballero muy grande y vestido de blanco, en un caballo blanco, con espada en la mano, peleaba sin ser herido y su caballo con la boca, pies y manos, hacia tanto mal, como el caballero con su espada" según narra fray Juan de Torquemada. Parece bastante increíble que un Santo estuviera de acuerdo en participar en una matanza tan injusta como fue la del Templo Mayor y con un hombre tan sanguinario como fue Pedro de Alvarado. Pero tal son las leyendas que los mismos españoles se encargaban de difundir, pues otra leyenda dice que también le auxiliaría después en Guatemala.

Algo similar sucedió el 25 de julio de 1531 en el cerro del Sangremal, Querétaro, donde se dice que antes de la batalla contra los indios en el cielo apareció una cruz luminosa acompañada del apóstol Santiago a caballo, lo que provocó que los chichimecas se rindieran y convirtieran al cristianismo.

Un culto de especial particularidad es el que se le da a una imagen de Santiago Matamoros en el pueblo de Halachó, Yucatán, donde se dice que el apóstol cabalga cotidianamente para realizar prodigios y visitas en su pueblo. Se cuenta que en un cerro cercano, donde se encuentran tres cruces en la cima, cotidianamente al medio día llega cabalgando Santiago para hacer oración. La gente afirma que en la roca se ven las marcas de los cascos del caballo del Santo. También se narra que en una ocasión cuando el Santo salió a ayudar a sus fieles se le cayó el sombrero, el cual quedó marcado en una piedra.

Otra de las narraciones cuenta que un zapatero del vecino pueblo de Tekax llegó en días cercanos al 25 de julio a Halachó a entregar un par de zapatos, que le habían sido encargados unas semanas antes en su taller. El zapatero desconocía el nombre de su cliente, pero tenía bien grabado en la mente el rostro del hombre, el cual le había dicho que preguntara por él en el centro del pueblo, donde todos lo conocían. El zapatero, cansado de buscar a su cliente, decidió entrar a la iglesia parroquial a descansar y su sorpresa fue mayúscula al percatarse que aquel hombre que le había encargado un par de zapatos ¡no era otro que el apóstol Santiago de aquel templo! El zapatero se acercó a la imagen del santo, le colocó los zapatos, que le quedaron exactos. 
 
Fuentes:
-"Año cristiano o Ejercicios devotos para todos los días del año". Mayo. P. Jean CROISSET. S.J. Barcelona, 1862.

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