miércoles, 22 de mayo de 2019

Beata María Gargani, fundadora (23 de mayo)


Beata María Gargani, fundadora

fecha: 23 de mayo
n.: 1892 - †: 1973 - país: Italia
otras formas del nombre: María Crucificada, Maria Crocifissa Gargani
canonización: 
B: Francisco 2 jun 2018
Elogio: En Nápoles, Italia, beata María Gargani, en religión María Crucificada del Divino Amor, religiosa, fundadora del Instituto de las Hermanas Apostólicas del Sagrado Corazón.
María Gargani, nacida en Morra Irpina (hoy Morra De Sanctis) el 23 de diciembre de 1892, se diplomó de maestra en 1913. Su primer destino fue San Marco La Catola, en la Pcia. de Foggia, donde se dedicó también al apostolado con las personas más desprovistas de asistencia, no solo religiosa. Fue orientada por el capuchino, P. Agustín de San Marco in Lamis -su director espiritual- a que se aconsejara con el P. Pío de Pietralcina: el futuro santo la acogió entonces entre sus hijas espirituales. María pensaba entrar en un instituto religioso ya existente; sin embargo tiempo después comprendió que debía dar vida a una nueva fundación, alentada, incluso, por san Pío.
El 21 de abril de 1936, en Volturara Appula, nacieron las Hermanas Apostólicas del Corazón Eucarístico de Jesús, llamadas más tarde Hermanas Apostólicas del Sagrado Corazón, dedicadas a la catequesis y la educación, especialmente donde los sacerdotes luchan por trabajar.
Con su profesión religiosa, María se convirtió en la hermana Maria Crucificada del Amor Divino. Trasladó la Casa Madre de su Instituto desde Volturara Appula a Nápoles, donde falleció el 23 de mayo de 1973, a la edad de 81 años. Fue beatificada el 2 de junio de 2018 en la catedral de Nápoles, bajo el pontificado del Papa Francisco. Sus restos mortales son venerados en la Casa Madre del Instituto, en Nápoles.

Carta de San Pío de Pietralcina a la Beata María Gargani:
Vive tranquila y no te inquietes por nada. Jesús está contigo, y te ama; y tú correspondes a sus inspiraciones y a su gracia, que obra en ti. Sigue obedeciendo a pesar de las resistencias internas y sin el alivio que se da en la obediencia y en la vida espiritual; porque está escrito que quien obedece no debe dar cuenta de sus acciones, y sólo debe esperar el premio de Dios y no el castigo. «El hombre obediente – dice el Espíritu – cantará victoria».
Recuerda siempre la obediencia de Jesús en el huerto y en la Cruz; fue con inmensa resistencia y sin consuelo; pero obedeció hasta lamentarse con los apóstoles y con su Padre; y su obediencia fue excelente y tanto más bella cuanto más amarga. Nunca, pues, fue tu alma tan grata a Dios como ahora que obedeces y sirves a Dios en la aridez y oscuridad. ¿Me he explicado? Vive tranquila y alegre, y no quieras dudar por ningún motivo de las aseveraciones de quien hoy dirige tu alma.
Del modo de actuar en ti la gracia divina, tú tienes todos los motivos para animarte y para esperar y confiar en Dios; porque es la actuación que suele tener con las almas que él ha elegido como su porción y su heredad. El prototipo, el modelo en el que es necesario mirarse y modelar nuestra vida, es Jesucristo.
Pero Jesús ha elegido por estandarte la cruz; y por eso quiere que todos sus seguidores recorran el camino del Calvario llevando la cruz, para después expirar tendidos en ella. Sólo por este camino se llega a la salvación. (4 de septiembre de 1916 – Epistolario, III, p. 241)
El texto biográfico traducido desde Santi e Beati, sin mención de autor. La epístola copiada de www.san-pio.org

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ingreso o última modificación relevante: 30-10-2018
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