Conmemoración de san Manahén, que, hermano de leche del tetrarca Herodes, fue doctor y profeta en la Iglesia de Antioquía de Siria, bajo la gracia del Nuevo Testamento.
También conmemoración de la beata Juana, esposa de Cusa, procurador de Herodes, que junto con otras mujeres servía a Jesús y a los apóstoles con sus recursos, y en el día de la Resurrección del Señor encontró removida la losa del sepulcro y lo anunció a los discípulos.
En Listra, en Licaonia, san Zoelo, mártir.
En Trieste, en la península de Istria, san Sérvulo, mártir.
En Nantes, en la Galia Lugdunense, santos hermanos Donaciano y Rogaciano, mártires, acerca de los cuales se narra que el primero había recibido el bautismo y el otro era todavía catecúmeno, pero en el combate final, besando a su hermano, Donaciano rogó a Dios para que el que aún no había podido ser lavado por el bautismo sagrado mereciese ser enjugado en la corriente de su propia sangre.
Conmemoración de treinta y ocho santos mártires que, según la tradición, fueron decapitados en Filipópolis (Plovdiv) de Tracia, en tiempo de Diocleciano y Maximiano.
En el monasterio de Lérins, en la Provenza, san Vicente, presbítero y monje, que fue muy célebre por su doctrina cristiana y santidad de vida, y empeñado con denuedo en el progreso de los creyentes en la fe.
En el monte Admirable, en Siria, san Simeón Estilita el Joven, presbítero y anacoreta, que vivió sobre una columna en comunicación íntima con Cristo, escribió varios tratados de ascética y fue dotado de grandes carismas.
En Piacenza, en la Emilia, beato Felipe, presbítero de la Orden de Ermitaños de San Agustín, el cual, para mortificar más duramente su carne, llevaba ceñida una armadura de hierro.
En Marruecos, beato Juan de Prado, presbítero de la Orden de los Hermanos Menores y mártir, que fue enviado a África para prestar auxilio espiritual a los cristianos reducidos a esclavitud en los reinos sarracenos, pero, habiendo sido apresado, confesó valientemente la fe de Cristo ante el soberano musulmán Mulay al-Walid, y por mandato de este consumó el martirio por el fuego.
En Seúl, en Corea, santos mártires Agustín Yi Kwang-hon, en cuya casa se leían las Sagradas Escrituras; Águeda Kim A-gi, madre de familia, que recibió el bautismo en la cárcel; y sus siete compañeros, que fueron todos degollados a causa del nombre cristiano. Sus nombres son los siguientes: Damián Nam Myong-hyog, catequista; Magdalena Kim O-bi, Bárbara Han A-gi, Ana Pak A-gi, Águeda Yi So-sa, Lucía Pak Hui-sun y Pedro Kwon Tu-gin.
En la ciudad de Saint-Hyacinthe, en Canadá, beato Luis Ceferino Moreau, obispo, que en las diversas actividades del ministerio pastoral se exhortaba siempre a sí mismo a sentirse ardientemente unido con la Iglesia.
En Shadaw, Estado de Kayah, Birmania, beatos Mario Vergara, sacerdote del Pontificio Instituto para las Misiones Extranjeras, e Isidoro Ngei Ko Lat, catequista laico, mártires, muertos por odio a la fe.
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