Santa Joaquina de Vedruna, madre de familia, que educó piadosamente a sus nueve hijos y, una vez viuda, fundó el Instituto de Hermanas Carmelitas de la Caridad. Soportó con ánimo tranquilo toda clase de sufrimientos hasta su muerte, que ocurrió por contagio del cólera. Descansó en el Señor en Barcelona, en España, el 28 de agosto.
Santa Rita, religiosa, que, casada con un hombre violento, toleró pacientemente sus crueldades reconciliándolo con Dios, y al morir su marido y sus hijos ingresó en el monasterio de la Orden de San Agustín en Casia, de la Umbría, en Italia, dando a todos un ejemplo sublime de paciencia y compunción.
En África, santos Casto y Emilio, mártires, los cuales, según escribe san Cipriano, aunque vencidos en una primera batalla, el Señor los restituyó victoriosos en un segundo combate para que fuesen más fuertes frente a las llamas, ante las que habían cedido la primera vez, y finalmente consumaron su sacrificio por el fuego.
En Comana (Gumenek), en el Ponto, san Basilisco, obispo y mártir.
En la isla de Córcega, conmemoración de santa Julia, virgen y mártir.
En la región de Aire (Aire-sur-le-Lys), en Aquitania, santa Quiteria, virgen.
En Angulema, también en Aquitania, san Ausonio, considerado el primer obispo de esta ciudad.
En Limoges, de nuevo en Aquitania, san Lupo, obispo, que aprobó la carta de fundación del monasterio de Solignac.
En Parma, en la Emilia, san Juan, abad, que, atendiendo las recomendaciones de san Mayolo de Cluny, dispuso muchas normas para promover la observancia monástica en su cenobio.
En Pistoya, en la Toscana, san Atón, obispo, que había sido abad en la Orden de Vallumbrosa y luego fue puesto al frente de esta Iglesia.
En Florencia, también en la Toscana, beata Humildad, la cual, con el consentimiento de su esposo vivió recluida durante doce años, y después, con permiso del obispo, edificó un monasterio, del que fue abadesa y asoció a la Congregación benedictina de Vallumbrosa.
En Londres, en Inglaterra, beato Juan Forest, presbítero de la Orden de los Hermanos Menores y mártir, que en tiempo del rey Enrique VIII, por defender la unidad católica consumó el martirio en la plaza de Smithfield, en Londres, donde fue quemado vivo junto con imágenes sagradas de madera.
En la ciudad de Kori, en Japón, beatos Pedro de la Asunción, de la Orden de los Hermanos Menores, y Juan Bautista Machado, presbíteros y mártires, que, por cumplir su ministerio de forma clandestina, fueron decapitados por quienes odiaban la fe cristiana.
En Omura, también en Japón, beato Matías de Arima, mártir y catequista, que fue torturado hasta la muerte por no querer delatar a ningún misionero.
En Annam, san Miguel Ho Dihn Hy, mártir, que, siendo mandarín, alto funcionario del emperador y catequista, al ser delatado como cristiano murió decapitado después de atroces tormentos.
En la ciudad de An-Xá, en Tonquín, santo Domingo Ngon, mártir, padre de familia y labrador, que al exigirle los soldados que pisotease una cruz, se postró y la adoró, y así profesó valientemente ante el juez que era cristiano, por lo que fue decapitado de inmediato.
En Lucca, en la región de Toscana, beata María Dominica Bruna Barbantini, religiosa, fundadora de la Congregación de Hermanas Ministras de los Enfermos de San Camilo.
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