Evangelio del día: Renunciar por completo al mal y a sus
seducciones
Evangelio del día. AUDIO. Lucas 14,25-33 - XXIII semana tiempo
ordinario: El discípulo de Jesús debe renunciar a todos los bienes
Evangelio del día: Lucas 14,25-33
Evangelio del día:
(Renuncias difíciles para todo discípulo de Jesús): En aquel tiempo, iba con
Jesús un gran gentío, y él, dándose vuelta, les dijo: "Cualquiera que
venga a mí y no me ame más que a su padre y a su madre, a su mujer y a sus
hijos, a sus hermanos y hermanas, y hasta a su propia vida, no puede ser mi
discípulo. El que no carga con su cruz y me sigue, no puede ser mi discípulo.
¿Quién de ustedes, si quiere edificar una torre, no se sienta primero a
calcular los gastos, para ver si tiene con qué terminarla? No sea que una vez
puestos los cimientos, no pueda acabar y todos los que lo vean se rían de él,
diciendo: "Este comenzó a edificar y no pudo terminar". ¿Y qué rey,
cuando sale en campaña contra otro, no se sienta antes a considerar si con diez
mil hombres puede enfrentar al que viene contra él con veinte mil? Por el
contrario, mientras el otro rey está todavía lejos, envía una embajada para
negociar la paz. De la misma manera, cualquiera de ustedes que no renuncie a
todo lo que posee, no puede ser mi discípulo" Palabra del Señor.
Reflexión del Papa Francisco
Seguir a Jesús no significa participar en un cortejo triunfal.
Significa compartir su amor misericordioso, entrar en su gran obra de
misericordia hacia cada hombre y hacia todos los hombres.
La obra de Jesús es precisamente una obra de misericordia, de
perdón, de amor. Es tan misericordioso Jesús. Y este perdón universal pasa por
la cruz. Pero Jesús no quiere cumplir esta obra solo: nos quiere involucrar
también a nosotros en la misión que el Padre le ha encomendado.
[...] El discípulo de Jesús renuncia a todos los bienes, porque ha
encontrado en Él el Bien más grande, en el que cualquier otro bien recibe su
pleno valor y significado: los lazos familiares, las otras relaciones, el
trabajo, los bienes culturales y económicos y otros...
El cristiano se desprende de todo y reencuentra todo en la
lógica del Evangelio, la lógica del amor y el servicio.
Para explicar esta exigencia, Jesús usa dos parábolas: la de la
torre que se debe construir y la del rey que va a la guerra. Esta segunda
parábola dice: "¿Y qué rey, cuando sale en campaña contra otro, no se
sienta antes a considerar si con diez mil hombres puede enfrentar al que viene
contra él con veinte mil?
Por el contrario, mientras el otro rey está todavía lejos, envía
una embajada para negociar la paz". Aquí Jesús no quiere afrontar el tema
de la guerra, es sólo una parábola.
Pero en este momento en que estamos firmemente orando por la
paz, esta Palabra del Señor nos toca en lo más vivo, y, esencialmente, nos
dice: hay una guerra más profunda que tenemos que luchar, todos.
Es la decisión firme y valiente de renunciar al mal y a sus
seducciones y de escoger el bien, listos para pagar en persona: he aquí el
seguimiento de Cristo, he aquí el tomar la propia cruz! Esta guerra profunda
contra el mal...
¿De qué sirve hacer guerras, si tú no eres capaz de hacer esa
guerra profunda contra el mal? ¡No sirve a nada! No va... (Reflexión antes del
rezo del ángelus, 08 de septiembre de 2013)
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