La Cuaresma del PROGRESO
Creo que nadie podrá negar
que este año fue muy especial la celebración de los carnavales. Estas
celebraciones tan llenas de color y de calor anuncian, sin quizá ellas
pretenderlo, la llegada de la Cuaresma de la tradición religiosa católica.
Tradición cuaresmal que se inicia en la mitad de una semana, el Miércoles
llamado de Ceniza. El paso del Carnaval a la Ceniza, se lo mire como se lo
mire, no es posible realizarlo con normalidad. ¡Es tanta la distancia!
Desde el
próximo miércoles 17 de febrero, hasta el domingo 28 de marzo habrán
transcurrido cuarenta días. Fin de la Cuaresma e inicio de la semana por
excelencia, la santa. Trato sólo de recordar estas cosas que todos sabemos bien
porque desde niños nos las ha ido enseñando la luna con sus fases. Precisamente
el día 28 de marzo tendremos la primera luna llena de la primavera. De norte a
sur y de oeste a este el sol y la luna despertaron siempre la atracción de
los seres humanos desde que comenzaron como cazadores hasta ahora mismo que nos
atrevemos a hablar, como especialistas del progreso, de un mundo transhumano. ¿Qué
será eso de progresar?
Creo que esta pregunta será
muy oportuno hacérnosla al menos una vez cada cuatro días en este tiempo de la
Cuaresma. Al menos yo me haré este ejercicio. Al menos en diez ocasiones desde
ahora hasta el domingo de Ramos me volveré a preguntar ¿qué es eso de
progresar?
Creo, a mi modo nada más, que
el propio Jesús de Nazaret del que nos habló la Evangelista María Magdalena se
hizo esta misma pregunta en los días de sus tentaciones de carnaval y de
cuaresma en el desierto de los ángeles y de las bestias de la tierra.
Creo que esta misma pregunta
se la hizo en muchas ocasiones un hombre de las tierras de Castilla con raíces
francesas y llamado Miguel, el padre que imaginó entre los surcos de sus
escritos tantas criaturas que nos hablaron del progreso como lo hacía el Isi de
las 'Viejas historias de Castilla la Vieja': 'Y empecé a darme cuenta... de
que... mientras el pueblo permanecía, la ciudad se desintegraba por aquello del
progreso y las perspectivas de futuro'. Probablemente ahora el tal progreso sea
regresar, como hacen a diario el sol y la luna, y volver a amanecer.
Y otro novelista (Ph.
Claudel, Nancy, 1962) que me encandila también se pregunta en sus escritos qué
es progresar. Su voz ya la hemos leído en la sembradura de estas
presentaciones, pero recuerdo y cito que el Comisario del siglo XXI de su
'Archipiélago del perro' me dejó escrito: 'La gente nunca sabe realmente lo que
tiene encima de la cabeza. Durante milenios colocaron a Dios... Luego, el ser
humano... lo arrojó al cubo de la basura... Y se refugió en lo único que le
quedaba: el progreso... Dele al hombre fuego, hierro y un martillo y en un
abrir y cerrar de ojos forjará una cadena para sujetar a otro hombre... ¿Y
ahora encima tenemos satélites!' (página 91).
¿Qué es progresar? La mejor
respuesta la llevas en tus neuronas. No dejes de escuchar su voz. La voz de tus
neuronas. Creo en ti. Quiero creer en ti.
A continuación puedes leer
los dos comentarios de la Buena Noticia del llamado Marcos y del llamado
Isaías.
Domingo 1º de Cuaresma Ciclo B (21.02.2021): Marcos 1,12-15.
La tentación es tocar poder. Me lo digo y lo escribo CONTIGO,
Ya hemos llegado a la Cuaresma. Nuestra Iglesia católica se
dedica desde ahora a la pastoral de su teología dogmática. Y, según mi modesta
opinión, se olvida de la tarea evangelizadora. Evangelizar es compartir el
enseñar y el aprender a leer y comprender el mensaje de la Biblia y, de manera
muy particular, el mensaje de los cuatro Evangelios. El libro de texto de la
Evangelización es la Biblia. En cambio, el libro de texto de la pastoral de la
teología dogmática es el Catecismo, el de la Iglesia y de sus eclesiásticos.
Desde ahora, domingo a domingo, iremos a salto de mata en la
lectura de los relatos evangélicos. Se nos han seleccionado dos relatos del
Evangelio del Marcos y tres del Evangelio de Juan. Se le puede llamar a este
recorrido de cinco semanas, el Camino de la Cuaresma Católica (CCC). Y de esta
manera llegaremos al llamado domingo de Ramos y la Semana Santa.
El primer relato evangélico de la Cuaresma será Mc-Mg
1,12-15. Dos versículos dedicados al asunto de las llamadas ‘tentaciones de
Jesús en el desierto’ (1,12-13). Y otros dos versículos dedicados a contar en
síntesis qué hizo y dijo Jesús en su tarea evangelizadora (1,14-15). Dos
precisas y preciosas síntesis redactadas por la mano y las neuronas de María
Magdalena.
Marcos-Magdalena 1,12-13 nos informa de la estancia de Jesús
en el desierto. Una cuarentena en la que se nos dice que estuvo acompañado por
fieras y ángeles. Y se precisa en el relato que fue el Espíritu quien le colocó
en un desierto así en el que fue tentado por Satanás. Estos son los curiosos
cuatro elementos: Satanás y el Espíritu, las fieras y los ángeles. ¿Qué
tentación o tentaciones tuvo el recién bautizado Jesús de Nazaret? ¿Una, dos,
tres? Fue tentado. Es todo.
Quiero imaginar que los Evangelistas Mateo y Lucas leyeron este
par de versículos y decidieron explicárselos a su manera y por eso nos
describieron tres, ni dos ni cuatro, tentaciones que experimentó su Jesús de
Nazaret. Nuestro Evangelio de Marcos-Magdalena sólo nos cuenta una tentación. Una.
La tentación. El poder. La bestia que animaliza a la persona. Siempre he
comprendido esta tentación deshumanizadora del poder como nos la ha dejado
escrita e interpretada el libro de Daniel en sus capítulos séptimo, octavo y
noveno. El poder es tentador.
El Jesús de Nazaret de este primer Evangelio escrito y
compartido de siglo en siglo (y son ya XXI) dejó de lado en su vida todo poder
y, sobre todo, el poder ser Dios. Cuando leo estos dos versículos no puedo
dejar en el olvido, entre muchos textos de esta Buena Noticia, tres referencias:
el ya recordado en estas páginas de comentarios, Mc 3,1-35; el revolucionario
mensaje de Mc 8,27-33; y el tercero, el más radical, Mc 10,35-45. La tentación
es el poder.
Este sorprendente Jesús del primer Evangelio (sea de
Magdalena-de un tal Juan Marcos del que habla Lucas en Hechos-de la anónima
mujer de 14,3-9-o de...) nos deja nítidamente transparente que cualquier atisbo
de poder no le pertenece. El camino escogido por este judío y laico de Galilea
fue colocarse al mismo nivel del más deshumanizado para acompañarlo hasta ser
persona, colocarse al mismo nivel del más abajado, orillado, marginado,
empobrecido... y acompañarlo hasta ser con él persona del mismo corro y a la
misma altura. Carmelo Bueno H.
CINCO MINUTOS
con la Biblia entre las manos.
Domingo 13º: 21.02.2021. Después de
comentar los cuatro Evangelios y Hechos ¡completos!...
¿YA HAS
RECIBIDO "EL TIZONAZO"?
Todo lector, sorprendido por el título,
antes de continuar con este ejercicio, debe leer Isaías 6,1-8. En el
texto se encontrará con "el ascua encendida" que un serafín coloca
con delicadeza (?) en los labios de Isaías. Imagino que el ascua y la acción
debieron ser "teológico-simbólicos", porque si fueron reales e
históricos mucho me temo que el profeta debe estar sintiendo todavía hoy los
efectos del "tizonazo". Pero... situémonos en el texto citado y en su
contexto existencial. Estamos en el año de la muerte del rey Ozías. Según las
viejas crónicas, el año 740 a.C. Nuestro protagonista está en el templo de
Jerusalén. Sentado como uno más de la asamblea judía. Y ahí, ve, oye, huele y
medita.
¿Qué ve? Lo que hay en el templo y
lo que éste es. El lugar de la presencia de Dios. Ve el "presbiterio"
y los signos que hablan de esta presencia de Dios: trono, altar, imágenes de
los serafines... y el manto de Dios que es todo el lugar sagrado. El esplendor
es sublime. La belleza, divina. El lujo, la grandeza y el misterio de Dios.
¿Qué oye? El clamor de la
asamblea, la alabanza proclamada al compás de la música y los instrumentos:
"Santo, santo, santo..." La plegaria menudea, los salmos se suceden.
El coro y la asamblea... "la tierra, señor de los ejércitos, está llena de
tu gloria". El clamor es sublime y la polifonía lo manifiesta y lo revela.
La emoción espiritual lo embarga todo. ¿Qué huele? Los aromas del
incienso, el calor de la sangre de los sacrificios, los perfumes del ungüento,
los aceites, las esencias de las ceras derretidas por el fuego. La respiración es
profunda, intensa, emocionante. Todo el templo está lleno del suave y
penetrante olor de la solemne y misteriosa santidad de nuestro Dios. ¿Qué
medita el profeta? Yo soy un hombre de labios impuros y estoy en medio de
un pueblo de labios impuros. Pero, ¿no es grandioso el lugar? ¿No es sublime la
liturgia del templo? ¿No es magnífica la plegaria de alabanza del pueblo a
su Dios? ¿Qué impureza mancha la solemnidad del momento sagrado? La
impureza, al parecer, reside en el decir y no hacer. Habrá que leerse otros
pasajes de este profeta para comprenderlo. Tal vez, los versos siguientes de
este capítulo. Mejor, quizá, 1,11 y siguientes. En el lugar y tiempo sagrados
se dice la plegaria, la alabanza, la súplica, la acción de gracias, la
bendición... Y, luego, fuera de la sacralidad canonizada, en la vida de la
familia y de la plaza y de la calle y de la ciudad y del pueblo y de la
agricultura y de la pesca y del comercio y de la política y del descanso... se
hace la injusticia, la deshumanización, la mentira, el robo, la opresión, la
marginación, la humillación, el asesinato, el odio, el pecado... La asamblea
reunida dice y no hace. Es una asamblea impura.
El contraste es tan fuerte que no es
posible ser y permanecer insensible. La incoherencia es tan radical que no es
posible permanecer en silencio. La interiorización que realiza el profeta le
calienta el corazón y le revuelve las entrañas. ¡No es posible callarse! Es
como si un tizón encendido le hubiera quemado en la boca. Lo que ve y oye
dentro es tan distinto, tan contrario, tan enfrentado, tan mentiroso (es decir,
tan diabólico) que no es posible callar por más tiempo: aquí estoy, mándame a
mí. Es el discernimiento, la vocación y la misión del profeta todo en uno, en
un tizonazo. La voz de la realidad es tan sangrante que se hace voz de Dios. El
vacío del culto es tan evidente que sólo el cambio de actitudes puede llenarlo
de sentido. Y esto es lo que se atreve a proclamar el profeta: el cambio, la
conversión, la humanización. Hasta aquí lo de Isaías. Y, ahora... vuélvase, por
favor, a "meditar" el título. Carmelo Bueno Heras, Educar hoy 48
(mayo-junio.1995).
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