En una casa, la tuya o la
mía.
¡Pues hemos superado la
cuesta de enero! No sé ya muy bien si con nota o agotados. Pero en el horizonte
de la semana tenemos el domingo día 7 de febrero. Un mes de 28 días y cuatro
semanas exactas. Nada de añadidos o restos que colean. Cuatro semanas de siete
días cada una. ¿Mes perfecto?
Pues de esto, ¡ni se sabe! Es
cosa del tiempo, del estado de las mareas, del calentamiento de las capas
tectónicas o del efecto de los plásticos en los cráteres de los volcanes... ¡El
tiempo!
Este primer domingo de febrero
nos permitirá leer un precioso texto del Evangelio de Marcos que se atrevió a
escribir una mujer llamada María Magdalena a quien últimamente ha dedicado un
libro la escritora zaragozana Cristina Fallarás (El Evangelio según María
Magdalena). Lo leeré a ver si ella piensa como yo y me regala la coincidencia
de opinar que el actualmente llamado Evangelio de Marcos fue escrito por
aquella mujer tan especial y única llamada María de Magdala, la ciudad que se
movía alrededor de la industria de la sal, de la pesca del Lago-Mar de
Genesaret y del turismo del ir y venir del norte hasta la Jerusalén por la
llamada 'Ruta de los Galileos'.
Digo que en este primer
domingo de febrero se nos permitirá leer la tercera acción que realiza Jesús de
Nazaret en sus tierras del norte y más en concreto en el entorno de la CASA.
Una casa que no era una comunidad de vecinos de una de nuestras ciudades o
poblaciones de más de cinco mil habitantes. Una casa que no será una mansión
como esas mansiones típicas de la colonización imperial. Una casa que nos
tendremos que imaginar para comprender el relato. Y seguramente que como cada
uno se imagine aquella casa del Cafarnaum de entonces así se explicará el
relato que se nos va a leer.
Y deseo añadir otra cosa o
dato de investigación. Muy seguramente Jesús de Nazaret y su padre llamado
José, el peculiar carpintero de entonces y arregla de todo cuanto no
funcionaba, conocían casas y casas, de tipo judío y tipo romano, mansiones o
tan solo soluciones habitaciones... Ahora que se dispone de la digitalidad y se
puede acceder a las técnicas de la tridimensionalidad sería bueno darse un
garbeo por Séforis, la ciudad de 'Los pájaros' a tan solo cinco kilómetros de
Nazaret. Ciudad con cardo y decumano, las avenidas del casco romano. José y
Jesús, padre e hijo, especialistas en reparación de mosaicos, conducciones de
aguas, labrado de piedras y otras mil tareas domésticas... sabían de casas como
sabían del conocimiento de la palma de su mano.
En este primer domingo de
febrero se nos habla de la casa del señor Pedro, amigo de Jesús, esposo y tal
vez padre, en la que suceden acontecimientos un tanto chocantes para las
costumbres de la época. Al parecer, aquel hijo de José había aprendido
demasiadas cosas poco limpias tanto de los asuntos de la religión de Roma como
de las tradiciones de la religión judía.
¡Cuánto importa saber sobre
los asuntos de las religiones para aprender a convivir las personas con sus
semejantes! A ver si en los ámbitos educativos se le dedica de una vez tanto
tiempo a conocer las raíces de sus terruños como a conocer también las raíces
de sus dioses, tumbas y sabios... Estos saberes no se pueden ignorar, no se
deben ignorar. Jamás.
Y basta ya. Espero no haberme
orillado demasiado del sendero que nos ofrece el texto tejido por la mano
narradora de la Evangelista.
A continuación se encuentran
los comentarios, como hago en cada domingo.
Domingo 5º
del Tiempo Ordinario B (07.02.2021): Marcos 1,29-39.
Aquel que
deshumaniza es un demonio. Me lo escribo CONTIGO,
Después de haber iniciado ‘su evangelización’ el Jesús de
Nazaret del Evangelio de Marcos en las orillas del MAR y de haberla
continuado en el escenario de la SINAGOGA de su pueblo, la mano narradora
de María Magdalena nos coloca a su Jesús en la CASA: “Cuando salió de
la sinagoga... se fue a casa de... La suegra de Simón estaba en CASA con
fiebre” (1,29-30). Así comienza el relato que se nos propone para la
meditación de este nuevo domingo.
Y deseo copiar también aquí el final del relato que se nos
proclamará: “Y recorrió toda la Galilea predicando en sus sinagogas y
expulsando los demonios” (1,39). Recuerdo una vez más que María
Magdalena recibió en la visita al sepulcro del crucificado el anuncio de volver
a Galilea ‘para ver ahí al ausente del sepulcro y ya resucitado Jesús de
Nazaret’ (16,1.8).
Por esta razón, la tarea de anunciar la buena noticia del
Evangelio en el MAR, la SINOGOGA y la CASA es la tarea de VER AL RESUCITADO
JESUS DE NAZARET. Aquí y de estas maneras tuvo lugar, según este Evangelio, la
única Aparición de Jesús que no fue otra que su propia vida. Ya hemos comentado
en los dos últimos domingos cómo Jesús aparece siendo el Evangelio vivo.
Nos acercamos ahora a la CASA. Se trata de la casa de
Simón y de Andrés. Y lo que importa a la narradora es la persona de la suegra
de Simón. ¿Y nada importa la presencia de su esposa, hija de la endemoniada? Ya
comenzamos a comprender que SIMÓN, el futuro PEDRO del grupo de los DOCE,
Apóstol y..., ¿futuro papa vaticano?, estaba casado y con familia; ¿por qué no?
O, ¿por qué sí? Nada de esto merece la atención del Evangelista. Importa sólo
la suegra.
Aquella suegra estaba en cama, enferma, apartada de todo
contacto humano. La fiebre era, según las normativas aprendidas de generación
en generación, el castigo por el pecado o los pecados que el enfermo había
cometido contra la Ley que Yavé Dios le había comunicado a Moisés y que de
continuo se explicaba en la sinagoga por los sacerdotes.
Tocar al enfermo es contaminarse con su mismo pecado. Sin
embargo, cuenta este Evangelio que Jesús se acercó, se inclinó, tocó y
levantó a la mujer. ¿Una vez? ¿Siete? ¿Doce? Y tampoco dejo de preguntarme si
la fiebre de la suegra era fiebre biológica y asunto de la realidad de la carne
o era fiebre teológica y asunto de las prácticas de la Religión judía. Eso lo
sabía bien María Magdalena que estuvo presente en esta curación (¡mental!) y en
las sucesivas (1,35-39).
Para esta tarea de anunciar una buena noticia frente a las
notificaciones de la religión de Moisés y de su Yavé Dios había venido este
Jesús de Nazaret del Evangelio de Marcos. Y esto lo ha realizado explícitamente
en el contexto de toda casa de Cafarnaum (1,29-38), en el contexto de toda
sinagoga de su tierra (1,21-28) y en el contexto de la orilla del mar
(1,16-20).
Y toda esta evangelización se extenderá enseguida por toda la
región de Galilea (1,39). Esta fue la misión de Jesús, no otra. Y la mano
contadora de la historia resume esta tarea con dos acciones: predicar en las
sinagogas y expulsar los demonios que habitan en las personas. Y, ¿qué
son los demonios, sino toda idea deshumanizadora de la mente humana?
Carmelo B. H.
CINCO MINUTOS con la Biblia entre las
manos.
Domingo 11º: 07.02.2021. Después de
comentar los cuatro Evangelios y Hechos ¡completos!...
UNA SUEGRA, ¿PRIMERA SEGUIDORA DE JESÚS?
Antes de
"perder el tiempo" con interpretaciones y reflexiones conviene leer
detenidamente Mc 1,29-31. Y ya con el evangelio abierto, echar una rápida
ojeada a lo anterior, Mc 1,14-28. El Reino, anuncia Jesús, está cerca.
Convertíos y creed. Luego se cuenta lo de los "hermanos pescadores".
Los cuatro primeros fichajes de la futura selección de los Doce, dispuestos
para el trofeo de la "pesca humana". Pero estas cuatro personas, ¿se
convirtieron aquí y creyeron en la buena noticia del Reino cercano? La
respuesta es no, porque no se ha producido la conversión, sino tan solo
un cambio de ocupación. Veamos.
En Mc 8,27-30,
Pedro y los Doce reciben la más tajante prohibición de evangelizar, de hablar
de Jesús, la buena noticia. ¿Por qué? Siga el lector el texto de Marcos y
encontrará la respuesta. Más adelante, Mc 10,35-45, Santiago y Juan y los otros
diez, no sólo esperan acceder en un futuro próximo al poder y así comenzar a
"ordenar y mandar", sino que tienen el atrevimiento de pedírselo a
Jesús. Algo parecido a lo que ocurre entre nosotros cuando lo de los
preparativos de la democracia: o voy en los primeros lugares de la lista
electoral o no cuentes conmigo. Ante tales pretensiones, Jesús vuelve a
recordar: el que quiera ser el primero, que se haga servidor y esclavo de
todos. ¡Qué! ¿Estaban estos "hermanos pescadores" convertidos? ¿Eran
creyentes en Jesús y en su anuncio de la cercanía del Reino? ¡Claramente, no!
Probablemente, todas estas pretensiones de poder de los comienzos, una vez
analizada, dialogada y discernida la situación, desaparecieron para siempre...
¡Por eso Jesús murió abandonado de todos! ¡Y sigue... la pretensión y el
abandono!
Y ahora
volvemos a la suegra, retomamos Mc 1,29-31. En la casa de Pedro (en la casa de
estas pretensiones) hay fiebre, hay personas con fiebre altísima, hay una
persona postrada a causa de esta fiebre. Pregúntese el lector ¿qué fiebre?, ¿la
de los 40 grados del termómetro?, ¿la fiebre del mesianismo
político-religioso?, ¿la fiebre del fanatismo intransigente? Seguramente la
lectura literal de la Biblia nos empuja a pensar en el termómetro. La
interpretación socio-religiosa nos invita a interpretar la fiebre de manera
bien distinta. Y, miren: Jesús dialoga con la fiebre, es decir, con la
suegra postrada por la fiebre. Se acerca, la toca, la toma de la mano, la
levanta... Y de esta persona enfebrecida se dice algo que en el evangelio aún
no se ha dicho de nadie: se pone a servirlos.
Esta
actitud de la suegra es la expresión más acabada de su conversión. Su actitud
de servicio es la condición primera para ser reconocido como seguidor de Jesús.
Allí donde acontece esta conversión y se encarna la actitud del servidor, allí
se hace presente el Reino, allí se vive el seguimiento de Jesús. Y esto lo ha
realizado por primera vez en todo el evangelio una suegra, la de Pedro (el
piedra) (?).
Y para
terminar, una curiosidad más: También los otros dos evangelios sinópticos
(Mateo y Lucas) siguen a Marcos y sitúan a esta suegra como la primera persona
que, estando enfebrecida y encamada, se levanta y se pone a servir.
Posiblemente y para que todos nos sigamos interrogando, los evangelistas nos
han ocultado una cosa importantísima: el nombre de la suegra. Por eso, esta
¿primera seguidora?, esta suegra "santa" se ha quedado sin peana.
Carmelo Bueno Heras, Educar hoy 54 (septiembre-octubre.1996).
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