domingo, 14 de febrero de 2021

Domingo 6º del Tiempo Ordinario B (14.02.2021): Marcos 1,40-45. ¿Leproso?, la revolución de un abrazo y CINCO MINUTOS con la Biblia entre las manos. Domingo 12º: 14.02.2021. .. JUAN DIEZ: PASTORES O CABREROS

 

Yayayaya llega, la primavera.

1.

Nos movemos los humanos al ritmo vital del aire ya seamos gentes del rebaño, minorías de las élites o simples números de unas estadísticas. El aire, lo diré una vez más en estas presentaciones, se nos cuela en los adentros mayoritariamente por las narices y la boca y quedamos a su merced. El aire se hace nuestro sembrador. De continuo nos deja dentro semillas de todo cuanto tiene que ver con la vida. De año en año, y nunca se olvida, este aire labrador viene hasta nosotros trayéndonos la primavera que es, música, luz, calor, color, sabor, amor y más...

 

2.

La primavera es agua y lo sabe el aire. Lo sabe y nos la trae. Llega, la deja, se va. Vuelve. Repite la melodía. Nos mira, nos limpia, nos acaricia. Se nos pone delante y nos atrae. Nos empuja cuando va detrás. Camina también a nuestro lado. Es silencio vivo, alegre y fresco. Está siempre y, a veces, también se viste de letras y se hace palabra. Una, más, un verso y hasta un infinito. La primavera del aire es un libro que tú y yo y todos llevamos dentro para leerlo y que nos lo lean siempre los otros.

 

3.

La primavera del aire nos ha crecido dentro. Y ha crecido tanto que se nos desborda ya por los cinco sentidos hasta convertirse en olas inmensas de abrazos. ¿Abrazos? Aire con aire, fuego con fuego, luz con luz, sabor con sabor, mirada con mirada, proyecto con proyecto, mar con mar, orilla con orilla, nube con nube, paso con paso, voz con voz y mano con mano. Ya llega la primavera. Nos la trae el aire y  nos la deja dentro para quedarse  hasta  enseñarnos a ser abrazos, personas, humanos. Las personas se abrazan, desaparece la lepra y llega la primavera.

 

A continuación de estas trescientas palabras (100+100+100) se encuentran los comentarios evangélicos de este domingo 14 de febrero.


 

Domingo 6º del Tiempo Ordinario B (14.02.2021): Marcos 1,40-45.

¿Leproso?, la revolución de un abrazo. Lo escribo, CONTIGO,

 

Advierto que el próximo domingo será ya el primer domingo del tiempo de la Cuaresma en este itinerario tan peculiar de nuestra iglesia católica. Y desde ese domingo y hasta finalizar el tiempo pascual y sus añadidos no se volverá a retomar la lectura del Evangelio de Marcos, en el que nos empezábamos a mover con cierta normalidad. El Evangelio, ¿no es prioritario? No.

 

Desde mediados del mes de febrero y hasta bien adentrados en el mes de junio -cuatro meses- estaremos sin leer ordenadamente nuestro Evangelio de Marcos-María Magdalena en las misas dominicales de nuestra Iglesia. De esta manera, la llamada asamblea de los creyentes católicos nunca aprenderá a leer no sólo este Evangelio, sino ningún otro Evangelio. Me atrevería a decir, precisamente en este comentario, que leer así nuestros cuatros relatos sobre Jesús de Nazaret es como tener una imagen leprosa de su persona y de su vida.

 

Ya en el tercer párrafo de este comentario indico que debemos leernos para el domingo sexto del tiempo ordinario el relato de Mc 1,40-45, la curación de un leproso. Añado que este mismo hecho llamado ‘milagroso’ también nos lo cuenta Mateo 8 y Lucas 5. Cada uno de los tres sinópticos corta o varía alguna de las referencias que nos ofrece Marcos.  ¿Curiosidades?

 

Siempre que aparecen los leprosos en los hechos que Jesús realiza en su tierra de Galilea me permito la ‘pérdida de tiempo’ de volver a leer Levítico 12 y 13. Se cuenta en estos dos capítulos todo lo que la Religión de Israel y de su Yavé Dios ordenaba sobre la realidad de la lepra, su tratamiento y la limpieza de su impureza. Y suelo añadir también la lectura de Levítico 12 y 15 para no perderme las demás impurezas tan ‘sabiamente’ documentadas y comentadas por las diversas autoridades sacerdotales en asuntos de la Ley de Moisés. ¡Tremendo!

 

El buen judío que fue Jesús de Nazaret conocía perfectamente todas estas prescripciones y ordenanzas de su Religión. Los tres Evangelistas sinópticos nos lo recuerdan: “Vete al sacerdote y haz por tu purificación la ofrenda que prescribió Moisés...” (1,44).  Cuando Jesús dice estas palabras ya se ha impurificado por haberlo tocado previamente. Yo creo que no sólo lo tocó, sino que lo abrazó ante la vista de la propia María Magdalena y de cuantas otras personas le acompañaban, que no eran pocas. ¿No tendría que haber ido también el propio Jesús ante el sacerdote a purificarse?

 

Jesús de Nazaret desobedece explícitamente la ordenación de la Ley de Yavé Dios. El leproso aprendió pronto y desobedeció también. E hizo más: proclamó la desobediencia allá por donde iba. De esta manera, se dejaba de acudir al Templo de Jerusalén, único lugar de purificación,  para presentar los sacrificios por el pecado de ser leproso. ¿Imagino  las pérdidas económicas?

 

Confieso que nunca he visto a un leproso en mis más de sesenta y cinco años. Pero en cierta ocasión un buen amigo fallecido hace poco me dijo con inmenso cariño que lo que más desea, siempre-siempre-siempre, un leproso es que le regalen un abrazo. No hay muchos leprosos hoy, pero existen y muchos siguen experimentado el mismo rechazo social que leemos en esa Palabra del Levítico. La desobediencia de Jesús fue un milagro, como todo abrazo. Carmelo BH.

CINCO MINUTOS con la Biblia entre las manos.

Domingo 12º: 14.02.2021. Después de comentar los cuatro Evangelios y Hechos ¡completos!...

JUAN DIEZ: PASTORES O CABREROS

Conviene leer el texto del evangelio de Juan 10,1-21. Podrá observarse que la narración presenta a Jesús como buen pastor. Imagen de sobra conocida por los creyentes. Es más, la figura del buen pastor es la primera representación de la iconografía cristiana. En la mentalidad popular es una imagen cargada de profundo sentimiento bucólico, romántico y enternecedor... Sorprende, al leer el texto citado, la reacción final de quienes le escuchaban: "Se produjo una disensión (división) entre los dirigentes judíos. Muchos decían: está loco de atar, ¿por qué lo escucháis?". Si la imagen del buen pastor es tan romántica ¿por qué esa reacción? Imagino que esta parábola se ha contado en multitud de ocasiones en nuestras liturgias de la palabra, eucaristías... y, sobre todo, en la fiesta del cuarto domingo de Pascua. Al proclamar hoy estas palabras del evangelio ¿producen en los oyentes las mismas reacciones?

                

Ahora que comienza un nuevo curso, una nueva etapa como educadores cristianos, como evangelizadores, catequistas, animadores... "pastores de la fe", nos atrevemos a releer y actualizar la propuesta del Buen Pastor. Este "personaje", casi ya desterrado de nuestra experiencia urbana, entra siempre por la puerta, conoce a sus ovejas por su nombre, sabe los lugares de los buenos pastos, las acompaña con su "cayado" (nunca con su cetro), las recoge cada día al caer la tarde, se enfrenta con los enemigos de las ovejas, se desvive para que ellas tengan vida y la tengan en abundancia... Ah, este personaje ha elegido ser pastor, lo es por vocación, no por ganarse la vida y medrar a costa del rebaño o del amo del rebaño.

 

Los evangelios sinópticos, que también nos presentan a este pastor, añaden un dato más: si alguna de las ovejas del rebaño se pierde, el pastor va en su busca hasta que la encuentra. Y no la pregunta por sus andanzas, sus relaciones, sus decisiones equivocadas, sus aventuras de día o de noche... Sencillamente, se la echa al hombro y la lleva de nuevo al grupo y organiza una fiesta para celebrar la alegría de haber encontrado lo que estaba perdido. La imagen invertida del pastor es la del "bandido, asalariado, ladrón, salteador", cuya única función es aprovecharse del rebaño y de su prepotencia personal para vivir a costa de las ovejas. En el lenguaje popular estas actitudes son descritas con el término "cabrero".

 

El relato de Juan diez está situado en el contexto de la celebración de la fiesta judía de las Tiendas en la que se recordaba y actualizaba la esperanza de la llegada del Mesías de Dios: luz para Israel, camino de vida, agua de salvación. Por eso, en el capítulo 9º ha contado la señal de la curación del ciego de nacimiento en el templo de Jerusalén. Así, Juan presenta a Jesús como el Mesías de Dios, el buen pastor para Israel. Por eso, los "tenidos como pastores, los dirigentes judíos del templo y de la ley", han dejado de ser los "pastores del pueblo", porque su obrar es semejante al de los bandidos, asalariados y ladrones. A Israel no le queda ya más que un solo Pastor bueno: Jesús. La parábola contada ha desenmascarado las actitudes de los dirigentes y las de Jesús, ha señalado también quién es el verdadero proyecto de Dios en la realidad histórica y ha provocado las respuestas de los oyentes y de los lectores.

 

La parábola, ingenua en apariencia, se ha convertido en instrumento pedagógico para colocar a cada uno en su sitio y llamar a las cosas y a las personas por su nombre. Por fin nos preguntamos: ¿Qué y cómo son nuestros pastores? ¿Nuestras actitudes de pastor son como las de Jesús o como las de los dirigentes judíos? En la terapia de la reconciliación ¿buscamos el bien de las personas o el cumplimiento exacto de la ley? En nuestra pastoral, ¿existen las piedras de quienes nos escuchan? Carmelo Bueno Heras, Educar hoy 39 (septiembre-octubre.1993).

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