San Juan Nepomuceno, presbítero y mártir.
De Juan el canónigo a San Juan el mártir.
San Juan Nepomuceno, presbítero y mártir. 16 de mayo.
Su leyenda dice que era el confesor de la reina de Bohemia y se negó a romper el voto de secreto de confesión, por lo que fue martirizado por el rey Wenceslao IV de Luxemburgo, arráncándole la lengua y arrojándolo al río Moldava desde el actual Puente de Carlos (una joya del barroco, por cierto). Es considerado primer santo en alcanzar el martirio por no violar el secreto de confesión, lo cual le ha valido varios patronatos y protectorados que veremos al final del artículo.
Pero ¿quien fue de veras Juan Nepomuceno?
Se sabe que nació sobre el año 1340 y estudió en Praga, y se licenció de Derecho Canónico en Padua. Fue párroco en Praga y vicario del arzobispo de Praga entre 1378 y 1393. No era muy amado entre algunos nobles y sacerdotes, pues tenía numerosos bienes materiales y beneficios eclesiásticos, aunque sí consta que era desprendido con pobres vergonzantes y sacerdotes pobres. El motivo de su asesinato es más terreno y político que espiritual, como pretende la leyenda. Resumiéndolo: Se necesitó nombrar un nuevo abad para la poderosa abadía de Kladruby, ambicionada por el rey, deseoso de controlar sus tierras y prebendas. Son los tiempos de la pugna entre el papa de Avignon y el papa de Roma, al que apoyaban el arzobispo de Praga y Juan Nepomuceno, mientras que el rey Wenceslao prefería al de Avignon. El arzobispo de Praga fue nombrado abad, cargo confirmado y defendido hasta la muerte (nunca mejor dicho) por Juan de Pomuk (luego Nepomuk). Por esta causa fue lanzado por dicho puente el 20 de marzo de 1393.
Enseguida el clero y el pueblo vieron un mártir de la soberanía de la Iglesia ante el poder civil, un mártir de la libertad religiosa y, claro, un mártir de la patria. El arzobispo, que huyó a Roma enseguida, lo presentó allí como un mártir, circunstancia esta que fue aprovechada para contar ciertos, supuestos o no, milagros, con lo que la devoción religiosa y patriótica comenzó de manera imparable hasta hoy en la República Checa y en medio mundo. Sólo en el siglo XV aparece la leyenda de un secreto de confesión guardado, pero se complementa específicamente en una "vita" escrita en 1471, que le hace confesor de la reina Juana de Baviera, esposa del rey Wenceslao. Ante las contradicciones y sospechas de los jesuitas principalmente, en 1541 se afrmó que “fueron dos Juan los arrojados al río; el primero como confesor, y el segundo por la confirmación del abad”.
Su leyenda dice que era el confesor de la reina de Bohemia y se negó a romper el voto de secreto de confesión, por lo que fue martirizado por el rey Wenceslao IV de Luxemburgo, arráncándole la lengua y arrojándolo al río Moldava desde el actual Puente de Carlos (una joya del barroco, por cierto). Es considerado primer santo en alcanzar el martirio por no violar el secreto de confesión, lo cual le ha valido varios patronatos y protectorados que veremos al final del artículo.
Pero ¿quien fue de veras Juan Nepomuceno?
Se sabe que nació sobre el año 1340 y estudió en Praga, y se licenció de Derecho Canónico en Padua. Fue párroco en Praga y vicario del arzobispo de Praga entre 1378 y 1393. No era muy amado entre algunos nobles y sacerdotes, pues tenía numerosos bienes materiales y beneficios eclesiásticos, aunque sí consta que era desprendido con pobres vergonzantes y sacerdotes pobres. El motivo de su asesinato es más terreno y político que espiritual, como pretende la leyenda. Resumiéndolo: Se necesitó nombrar un nuevo abad para la poderosa abadía de Kladruby, ambicionada por el rey, deseoso de controlar sus tierras y prebendas. Son los tiempos de la pugna entre el papa de Avignon y el papa de Roma, al que apoyaban el arzobispo de Praga y Juan Nepomuceno, mientras que el rey Wenceslao prefería al de Avignon. El arzobispo de Praga fue nombrado abad, cargo confirmado y defendido hasta la muerte (nunca mejor dicho) por Juan de Pomuk (luego Nepomuk). Por esta causa fue lanzado por dicho puente el 20 de marzo de 1393.
Enseguida el clero y el pueblo vieron un mártir de la soberanía de la Iglesia ante el poder civil, un mártir de la libertad religiosa y, claro, un mártir de la patria. El arzobispo, que huyó a Roma enseguida, lo presentó allí como un mártir, circunstancia esta que fue aprovechada para contar ciertos, supuestos o no, milagros, con lo que la devoción religiosa y patriótica comenzó de manera imparable hasta hoy en la República Checa y en medio mundo. Sólo en el siglo XV aparece la leyenda de un secreto de confesión guardado, pero se complementa específicamente en una "vita" escrita en 1471, que le hace confesor de la reina Juana de Baviera, esposa del rey Wenceslao. Ante las contradicciones y sospechas de los jesuitas principalmente, en 1541 se afrmó que “fueron dos Juan los arrojados al río; el primero como confesor, y el segundo por la confirmación del abad”.
Así continuó el proceso, a pesar de las objeciones de cierta parte del clero, entre ellos los jesuitas (curiosamente, siglos después serían los propagadores de su devoción en América) y fue beatificado en 1721 y canonizado en 1729 por el antipapa Benedicto XIII. Estas actas diferenciaban a los dos Juan, pero sólo autorizaba el culto del mártir del secreto de confesión. La necesaria oposición a los protestantes durante la contrarreforma, el tener que presentar una figura mártir contraria a la de Juan Hus, hereje quemado en la hoguera, hicieron posible esta canonización. En 1969 su nombre fue suprimido del Calendario Universal, aunque su culto permanece todavía.
Culto y patronatos:
El sepulcro de San Juan Nepomuceno, una joya del barroco de Europa del Norte, es veneradísimo aún en la catedral de San Vito de Praga. Su veneración fue rauda y se extendió muchísimo, sobre todo porque en plena reforma de la Iglesia, era un eficaz ejemplo de lo que debían ser los sacerdotes, fieles hasta la muerte en su ministerio. Es venerado sobre todo en Europa y América, donde su imagen estaba en muchas catedrales, iglesias y misiones jesuíticas. Era muy común ponerle dentro o cerca de las sacristías, para que el sacerdote, al prepararse a decir misa lo tuviera presente como modelo. Y aún lo encontramos en muchas sacristías o presidiendo el coro de canónigos en catedrales de América.
Es patrono de varios reinos y localidades, como Eslovaquia, Polonia, Hungría e Italia, y en la Habana es copatrón (por lo mismo, en el siglo XVIII se mandó poner su imagen en todos los templos habaneros). Es patrono de la buena fama, los clérigos y párrocos (lo sustituyó en esto San Juan María Vianney y no es casual), los confesores. Copatrono de la Compañía de Jesús, aunque en principio se opusieron a semejante culto, como ya dije. Protector de navegantes, protector de España, de su armada y sus colonias. Se le invoca contra las inundaciones y los ahogamientos, y por el contrario, también para lograr lluvia.
Es patrono también de la lengua checa, por simbolismo de la lengua cortada y la importancia de conservar la “lengua”, o sea, el idioma ante los ataques de otras potencias. Santo de los pobres, los magistrados, los abogados, porque era doctor en Derecho; patrono de los constructores de puentes y demás ingenieros.
Iconografía:
Viste como un canónigo, o sea, sotana, roquete, bonete y sobrepelliz de armiño (que también simboliza la pureza). Normalmente sostiene la lengua en una mano, por el martirio al que fue sometido, según la leyenda. En su defecto, se lleva la mano a la boca, en señal de silencio. Porta un crucifijo y la palma de la victoria, que muchas veces se ven entrelazados, relacionando el martirio a la fe y la devoción. Puede acompañarle un lirio, que habla de las virtudes, no solo la castidad.
Culto y patronatos:
El sepulcro de San Juan Nepomuceno, una joya del barroco de Europa del Norte, es veneradísimo aún en la catedral de San Vito de Praga. Su veneración fue rauda y se extendió muchísimo, sobre todo porque en plena reforma de la Iglesia, era un eficaz ejemplo de lo que debían ser los sacerdotes, fieles hasta la muerte en su ministerio. Es venerado sobre todo en Europa y América, donde su imagen estaba en muchas catedrales, iglesias y misiones jesuíticas. Era muy común ponerle dentro o cerca de las sacristías, para que el sacerdote, al prepararse a decir misa lo tuviera presente como modelo. Y aún lo encontramos en muchas sacristías o presidiendo el coro de canónigos en catedrales de América.
Es patrono de varios reinos y localidades, como Eslovaquia, Polonia, Hungría e Italia, y en la Habana es copatrón (por lo mismo, en el siglo XVIII se mandó poner su imagen en todos los templos habaneros). Es patrono de la buena fama, los clérigos y párrocos (lo sustituyó en esto San Juan María Vianney y no es casual), los confesores. Copatrono de la Compañía de Jesús, aunque en principio se opusieron a semejante culto, como ya dije. Protector de navegantes, protector de España, de su armada y sus colonias. Se le invoca contra las inundaciones y los ahogamientos, y por el contrario, también para lograr lluvia.
Es patrono también de la lengua checa, por simbolismo de la lengua cortada y la importancia de conservar la “lengua”, o sea, el idioma ante los ataques de otras potencias. Santo de los pobres, los magistrados, los abogados, porque era doctor en Derecho; patrono de los constructores de puentes y demás ingenieros.
Iconografía:
Viste como un canónigo, o sea, sotana, roquete, bonete y sobrepelliz de armiño (que también simboliza la pureza). Normalmente sostiene la lengua en una mano, por el martirio al que fue sometido, según la leyenda. En su defecto, se lleva la mano a la boca, en señal de silencio. Porta un crucifijo y la palma de la victoria, que muchas veces se ven entrelazados, relacionando el martirio a la fe y la devoción. Puede acompañarle un lirio, que habla de las virtudes, no solo la castidad.
Es llamativa la aureola con 5 estrellas que normalmente luce, y hace referencia a las 5 estrellas que lucían en la noche de Praga, cuando fue arrojado al río. Atributos menos comunes son: el nenúfar, en lugar del lirio, que recuerda que murió ahogado; el ancla, por patrón de los ahogados; un candado en los labios; el puente, que recuerda su patronato sobre los ingenieros; el pez a los pies, atributo del silencio; o el perro, símbolo de fidelidad.
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