San Pedro Nolasco, presbítero y fundador
fecha: 6 de mayo
fecha en el calendario anterior: 28 de enero
n.: c. 1189 - †: 1258 - país: España
canonización: C: Urbano VIII 30 sep 1628
hagiografía: «Vidas de los santos de A. Butler», Herbert Thurston, SI
fecha en el calendario anterior: 28 de enero
n.: c. 1189 - †: 1258 - país: España
canonización: C: Urbano VIII 30 sep 1628
hagiografía: «Vidas de los santos de A. Butler», Herbert Thurston, SI
Elogio: En Barcelona, en España, san Pedro Nolasco, presbítero, que, según la
tradición, junto con san Ramón de Penyafort y el rey Jaime I de Aragón fundó la
Orden de Nuestra Señora de la Merced, para la redención de los cautivos. Se
entregó ardientemente, con trabajo y esfuerzo, a procurar la paz y a liberar
del yugo de la esclavitud a los cristianos que habían caído cautivos de los
infieles.
refieren a este santo: Santa María de
Cervelló, San Ramón Nonato, San Serapión

Pedro, que descendía de la noble familia
Nolasco del Languedoc, nació hacia el año 1189. A los quince años perdió a su
padre, quien le dejó en herencia cuantiosas posesiones, y el joven quedó bajo
la tutela de su madre, que favoreció todas sus buenas aspiraciones. Cuando
llegó a la edad de casarse, Pedro empezó a considerar seriamente la vanidad de
todas las cosas terrenas. Una noche, atormentado por este pensamiento, se
postró en oración hasta la mañana siguiente, consagró su castidad a Dios y
prometió repartir todo su patrimonio entre los pobres. Algunos autores afirman
que Pedro tomó parte en la campaña de Simón de Montfort contra los albigenses.
El conde venció a los herejes, derrotó y mató a Pedro de Aragón en la batalla
de Muret, y tomó prisionero al hijo de éste, Jaime, que tenía cinco años. Se
cuenta que el conquistador puso al niño bajo la tutela de Pedro Nolasco, quien
tenía entonces veinticinco años, y que envió a los dos a España. Pero la
mayoría de los historiadores admiten actualmente que no hay pruebas suficientes
para relacionar a san Pedro con la campaña contra los albigenses, ni con la
educación del futuro rey Jaime.
En aquella época, los moros ocupaban la
mayor parte de España, y una enorme multitud de cristianos vivían en la
península y en África, bajo su tiranía. La compasión por los pobres había sido
siempre la virtud característica de Pedro. El triste espectáculo que ofrecían
esos cristianos y la idea de los peligros a que se hallaban expuestas su fe y
sus virtudes, bajo tales amos, conmovió el corazón del santo, que empezó pronto
a gastar su fortuna en el rescate de cautivos. En cuanto veía a un esclavo
exclamaba: «Almacenemos tesoros que no se pudren». Sus fervientes exhortaciones
movieron a otros a dar limosnas para rescatar a los prisioneros. Finalmente,
Pedro concibió el proyecto de fundar una orden religiosa encargada de perpetuar
esa obra de caridad. Las dificultades no escasearon; pero se cuenta que la
Virgen se apareció a san Pedro, al rey de Aragón y a san Raimundo de
Peñafort, en la misma noche, y les animó a llevar a cabo el
proyecto, asegurándoles que no les faltarían su patrocinio y su protección. San
Raimundo, el director espiritual de san Pedro y del rey Jaime, se convirtió en
un celoso promotor de la obra. El rey se constituyó en protector de la nueva
orden y, para comenzar, le cedió una estancia en su palacio.
El 10 de agosto de 1223, el rey y san
Raimundo condujeron a san Pedro a la iglesia y le presentaron a Berengario,
obispo de Barcelona, quien recibió los tres votos religiosos del santo. Este
hizo ahí mismo un cuarto voto, comprometiéndose a consagrar toda su fortuna y
aun su libertad, si fuera necesario, a la redención de cautivos. Sus seguidores
hicieron lo mismo. San Raimundo predicó en esa ocasión, y declaró que el
Todopoderoso se había complacido en revelar al rey de Aragón, a Pedro Nolasco y
a él mismo su voluntad, que consistía en fundar una orden religiosa encargada
del rescate de los cristianos prisioneros de los infieles [se llama
ordinariamente «Mercedarios» a los miembros de la Orden de Nuestra Señora de la
Merced. Actualmente se dedican a toda especie de obras de caridad y apostolado,
aunque siguen haciendo el voto de redimir cautivos]. El pueblo acogió la
noticia con inmenso júbilo. San Pedro recibió el nuevo hábito de manos de san
Raimundo, quien le nombró superior general de la orden y redactó las reglas y
constituciones. Otros dos nobles hicieron la profesión religiosa junto con san
Pedro. Cuando san Raimundo fue a Roma en 1235, obtuvo del papa Gregorio IX la
confirmación de la fundación y de las reglas.

Después de conquistar el reino de
Valencia, el rey Jaime fundó ahí algunas casas de la orden; una de ellas en la
propia ciudad de Valencia. La ciudad había sido tomada con la ayuda de las
oraciones de san Pedro Nolasco, cuando los soldados desesperaban ya de la
victoria. El rey atribuyó todos sus grandes triunfos sobre los infieles, las
conquistas de Valencia y de Murcia, a las plegarias del santo. Por lo que se
refiere al fin principal de la orden, San Pedro mandó que hubiese siempre entre
los infieles un par de religiosos encargados de la redención de los cautivos,
llamados «redentores». Uno de los primeros religiosos dedicados a este oficio
fue el mismo san Pedro, y Valencia gozó el privilegio de ser la primera ciudad
en que el santo ejerció esta actividad. San Pedro no se contentaba simplemente
con consolar y rescatar a multitudes de cristianos, sino que, con su caridad y
buen ejemplo, se convirtió en el instrumento del que Dios se valió para que
muchos mahometanos creyesen en Jesucristo. El santo hizo varios viajes a las
regiones de la costa de España ocupadas por los moros, así como una travesía por
Argelia, en la que fue hecho prisionero. Pero los más terribles peligros no
eran capaces de hacerle desistir de sus esfuerzos por convertir a los infieles,
ya que el santo religioso estaba literalmente devorado por el deseo del
martirio.
San Pedro renunció a los oficios de
superior general y «redentor» pocos años antes de su muerte, ocurrida el día de
Navidad de 1256. En sus últimos momentos exhortó a los religiosos a la
perseverancia y concluyó con estas palabras del salmista: «El Señor ha enviado
redención a su pueblo y ha sellado su pacto para siempre». En seguida,
encomendó el santo su alma a Dios, apelando a la caridad que había hecho venir
a Jesucristo a redimirnos del cautiverio del demonio, y murió. Tenía entonces
sesenta y siete años de edad. Dios honró sus reliquias con muchos milagros. La
canonización tuvo lugar en 1628.
[La siguiente nota es de los revisores de
la edición Butler, posiblemente de Herbert Thurston y Donald Attwater:] El
relato de la vida de San Pedro Nolasco hecho por Alban Butler, que acabamos de
resumir sin ningún cambio sustancial, representa la versión tradicional de la
Orden de la Merced. Pero debemos confesar que muy pocos de sus datos han
escapado de los manos de la crítica, y lo menos que puede decirse es que todo
lo relacionado con la fundación de la Orden está envuelto en la incertidumbre.
Las mismas fuentes mercedarias no están de acuerdo sobre la fecha exacta de la
fundación hecha en presencia del obispo Berengario. Algunos la sitúan en 1218,
otros en 1223, como lo dice el artículo, otras más en 1228; el P. Vacas
Galindo, O.P., en «San Raimundo de Peñafort» (1919), la sitúa en 1234. Hubo una
violenta disputa entre los dominicos y los mercedarios sobre la importancia del
papel de san Raimundo, que era dominico, en la fundación de la Orden. Los
dominicos le atribuyen un papel de primera importancia, en tanto que los
mercedarios aseguran que fue simplemente el confidente de san Pedro y que, en
la época de la fundación, era canónigo en Barcelona y no había todavía entrado
en la orden de Santo Domingo. Pero en la versión de los mercedarios hay un
punto difícil le explicar: a principios del siglo XVII, precisamente cuando se
urgía en Roma la canonización de san Pedro Nolasco, los mercedarios
«descubrieron» con extraña oportunidad, en la pared del convento de Barcelona,
un cofre lleno de documentos hasta entonces desconocidos, que probaban con
irrefutable evidencia exactamente los puntos que los promotores de la causa
querían demostrar. El más famoso de esos documentos, conocido con el nombre de
«documento de los sellos», era un acta notarial de 1260 -por lo menos eso era
lo que el mismo documento afirmaba-, destinada a la Santa Sede, para probar la
santidad de Pedro Nolasco. Ahora bien, esa acta, que contiene la narración de
la aparición de Nuestra Señora a San Pedro, al rey Jaime y a San Raimundo de
Peñafort (y que afirma que una colmena de abejas construyó un panal en la manó
de San Pedro, cuando éste se hallaba en la cuna), es actualmente considerada
por todos los críticos como un documento fraudulento, a pesar de haber sido,
durante tres siglos, el memorial más auténtico de la vida del santo. El mismo
P. Gazulla, campeón de los mercedarios, demostró en una conferencia leída ante
la Academia Literaria de Barcelona bajo el título de «Al margen de una
refutación» (1921), que Pedro de Bages, el notario que firma el acta de 1260,
había muerto antes del 4 de febrero de 1259. Dado que este documento básico es
espurio, resulta difícil conceder la autenticidad a los otros documentos del famoso
cofre. Pero sería inútil llevar adelante esta discusión.
Ver el libro del P. Vacas Galindo, O.P.,
del que acabamos de hacer mención; N. Pérez, Mere, San Pedro Nolasco (1915); M.
Even, Une page de l'histoire de la charité (1918); Analecta Bollandiana, vol.
xxxix (1921), pp. 209 ss., y vol. XL (1922), pp. 442 ss; y dos artículos del P.
Kneller, S. J., en Stimmen aus María Lach, vol. LI (1896), pp. 272 y 357, F. D.
Gazulla ha publicado varios volúmenes sobre el punto de vista de los
mercedarios, en particular una refutación del libro del P. Galindo en 1920, y
La Orden de N. S. de la Merced: Estudios histórico-críticos (1934), 1218-1317;
sobre esta última obra, cf. Analecta Bollandiana, vol. v (1937), pp. 412-415.
Nota de ETF: parece que también la fecha de su muerte es controvertida. Distintos hagiógrafos dan fechas completamente distintas: 1249, 56, 58, 25 de diciembre, 28 de enero, 6 de mayo, 13 de mayo... No he retocado el texto del Butler en ese punto ya que la discrepancia no parece poder resolverse con facilidad; sepa el lector que si el nuevo Martirologio lo inscribe el 6 de mayo es porque hay una razonable convicción de que es ésa la fecha de su nacimiento en el cielo; el año que figura en la edición española del Martirologio es 1258.
Los cuadros son: «Visión de san Pedro Nolasco», de Zurbarán, 1629, actualmente en el Prado, Madrid, y «La Virgen aparece a Pedro Nolasco», de Jerónimo Jacinto de Espinosa, siglo XVII, actualmente en el Museo de Bellas Artes de Valencia.
Nota de ETF: parece que también la fecha de su muerte es controvertida. Distintos hagiógrafos dan fechas completamente distintas: 1249, 56, 58, 25 de diciembre, 28 de enero, 6 de mayo, 13 de mayo... No he retocado el texto del Butler en ese punto ya que la discrepancia no parece poder resolverse con facilidad; sepa el lector que si el nuevo Martirologio lo inscribe el 6 de mayo es porque hay una razonable convicción de que es ésa la fecha de su nacimiento en el cielo; el año que figura en la edición española del Martirologio es 1258.
Los cuadros son: «Visión de san Pedro Nolasco», de Zurbarán, 1629, actualmente en el Prado, Madrid, y «La Virgen aparece a Pedro Nolasco», de Jerónimo Jacinto de Espinosa, siglo XVII, actualmente en el Museo de Bellas Artes de Valencia.
fuente: «Vidas de los santos de A. Butler», Herbert Thurston, SI
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