miércoles, 28 de octubre de 2015

San Farón de Meaux - San Germán de Annecy - Santos Francisco Serrano, Joaquín Royo, Juan Alcober y Francisco Díaz del Rincón 28102015

San Farón de Meaux

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San Farón de Meaux, obispo
En Meaux, de nuevo en Neustria, san Farón, obispo, a quien, siendo familiar del rey, invitó su hermana santa Fara a dedicarse al servicio de Dios. Convenció a su esposa para que recibiese el velo de religiosa, a fin de poder formar él parte del clero, dentro del cual, llamado a asumir la función pastoral, hizo grandes donaciones de sus propios bienes a la Iglesia, erigiendo parroquias y monasterios.
La santidad eminente de san Farón, que fue uno de los primeros obispos de Meaux de quienes se conserva memoria, ha hecho de su nombre el más famoso entre los de los prelados que figuran en los calendarios de dicha diócesis. San Farón era hermano de san Chainoaldo de Laon y de santa Burgundófora, la primera abadesa de Faremoutier. Tras de pasar su juventud en la corte del rey Teodoberto de Austrasia, Farón se trasladó a la corte de Clotario II. Cuando dicho príncipe, enfurecido por las insolentes palabras de ciertos embajadores sajones, los mandó aprisionar y juró que los condenaría a muerte, san Farón se valió de una estratagema para conseguir que les perdonase. Llevaba una vida muy santa y edificante, por lo cual, a los treinta y cinco años, determinó abrazar la vida religiosa, si su esposa, Blidechilda, se lo permitía. Ella no sólo consintió, sino que se retiró a un sitio en una de sus posesiones; allí murió algunos años más tarde, no sin haber exhortado a su marido a perseverar en su vocación, pues éste había querido, en un momento dado, volver a reunirse con su mujer.

San Farón recibió la tonsura en la diócesis de Meaux. El año 628 la sede quedó vacante, y el santo fue consagrado obispo. Dagoberto I le nombró canciller suyo y san Farón usó toda su influencia para proteger a los inocentes, a los huérfanos y a las viudas y para socorrer a todos los necesitados. El santo prelado trabajó con celo y vigilancia infatigables y luchó por convertir a los que practicaban aún la idolatría. Su biógrafo refiere que devolvió la vista a un ciego al conferirle el sacramento de la confirmación y cuenta además otros milagros. Poco después de la consagración episcopal de san Farón, san Fiacro llegó a Meaux, y el santo obispo le regaló algunas de sus tierras para que fundase una ermita en Breuil. San Farón fundó en los suburbios de Meaux el monasterio de la Santa Cruz, que más tarde tomó su nombre, y lo confió a los monjes de San Columbano de Luxeuil. El año 668, hospedó a san Adrián, que más tarde llegó a ser obispo de Canterbury, cuando iba de camino para Inglaterra.

La biografía de San Farón, escrita por Hildegardo, obispo de Meaux, unos 200 años después de la muerte del santo, no es de gran valor histórico. Fue publicada por Mabillon; B. Krusch hizo una edición crítica de ella en Monumenta Germaniae Historica, Scriptores Merov., vol. V, pp. 171-206. Se trata indudablemente del original del que está tomada la narración más corta que se halla en Acta Sanctorum. En la biografía escrita por Hildegardo se habla de una balada que el pueblo solía cantar en recuerdo de la victoria de Clotario sobre los sajones; dicha balada se llamaba «La Cantilena de San Farón». Como se trata de un espécimen de la primitiva lengua romance, existe una bibliografía bastante abundante sobre esa balada; cf. Dictionnaire d'Archéologie chrétienne et de Liturgie, vol. V, cc. 1114-1124. Acerca de San Farón, véase Beaumier-Besse, Abbayes et prieurés de France, vol. I, pp. 304 ss. y Duchesne, Fastes Episcopaux, vol. II, p. 477. En la imagen, vidriera de san Farón entregando la tierra a san Fiacro.
fuente: «Vidas de los santos de A. Butler», Herbert Thurston, SI



San Germán de Annecy

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En Annecy, en la región de Saboya, conmemoración de san Germán, abad, el cual, insigne por su amor a la soledad, fundó y dirigió el cenobio de Talloires.


San Francisco Serrano

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Santos Francisco Serrano, Joaquín Royo, Juan Alcober y Francisco Díaz del Rincón, mártires
En la provincia de Fujian, en China, santos Francisco Serrano, obispo, y Joaquín Royo, Juan Alcober y Francisco Díaz del Rincón, presbíteros de la Orden de Predicadores y mártires, que confirmaron su fe en el martirio.
El ejército de aquellos que, en plena juventud, han renunciado a una brillante carrera para ir a enfrentarse con la persecución y la muerte en las misiones extranjeras, constituye una de las glorias de la Iglesia católica. De ese ejército forman parte los cinco sacerdotes dominicos que fueron martirizados en la provincia china de Fu-kien, entre 1747 y 1748. Sus nombres son los siguientes: Pedro Sanz, Francisco Serrano, Joaquín Royo, Juan Alcober y Francisco Díaz. Los cinco eran españoles y los cinco habían ansiado, desde sus primeros años, ir a predicar el Evangelio entre los paganos. El jefe de la expedición, Pedro Sanz, fue enviado en 1714 a la provincia de Fukien, donde trabajó con gran éxito. En 1730, se le nombró obispo de Maruicastro y vicario apostólico de Fu-kien; además, se le confió la supervisión de toda la misión.

La persecución había estallado un año antes en China, y Pedro Sanz había escapado, a duras penas, de sus perseguidores. La tempestad se disipó, poco a poco; pero, en 1746, se desató con mayor violencia que antes. Un habitante de Fogan, a quien el obispo había rehusado el dinero que le pedía, presentó una acusación formal contra los misioneros europeos, porque, según él, infringían las leyes y trataban de convertir al cristianismo a millares de sus compatriotas. La acusación llegó a oídos del virrey, enemigo declarado del cristianismo, quien decretó al punto medidas muy severas contra los cristianos. El obispo y los PP. Royo y Alcober fueron arrestados inmediatamente. Poco después, se les trasladó, cargados de cadenas y debilitados por el hambre, a la ciudad de Fuchow, donde se ganaron la admiración de sus propios enemigos por el valor con que soportaron la tortura. Después de un año de encierro en horrorosa prisión, el Beato Pedro fue decapitado. Las últimas palabras que dirigió a sus compañeros fueron éstas: «Tened valor y regocijáos de morir por guardar la ley de Dios».

Los otros cuatro prisioneros (los PP. Serrano y Díaz habían ido a reunirse con sus hermanos en la mazmorra) no tardaron en seguir al santo obispo. La llegada de un documento pontificio que nombraba al P. Francisco Serrano coadjutor de Mons. Sanz, precipitó los acontecimientos. El P. Serrano, obispo electo de Tipasa, lo mismo que los PP. Royo, Alcober y Díaz, fueron cruelmente ejecutados en la prisión. Su beatificación tuvo lugar en 1893, y fueron canonizados por SS Juan Pablo II en el 2000.


Datos biográficos:


San Francisco Serrano Frías, obispo electo (1695-1748), nació en Hueneja (Granada) el 4 de diciembre 1695. A los 18 años tomó el hábito en el Convento de Santa Cruz la Real de Granada. En 1725 llega a Filipinas y en 1738 a China, donde fue misionero durante más de 20 años. Ya en la prisión, le llega el nombramiento de obispo titular de Tipasa y coadjutor del Vicario Apostólico de Fukien, Pedro Sans, pero no pudo recibir la consagración episcopal. Muere por asfixia, y luego su cadáver fue quemado, el 25 de octubre de 1748. Se conservaron algunas reliquias suyas. Tuvo gran austeridad, devoción al rosario y fervor misionero.

San Juan Alcober Figuera, presbítero (1694-1748). Nacido en Granada el 21 de diciembre de 1694. Vistió el hábito dominicano en el Convento de Santa Cruz la Real de su ciudad. Partió hacia Manila, Filipinas, en 1725, donde pasó 3 años. En 1728 llegó a China donde predicó el Evangelio durante 20 años. En 1741 es vicario provincial de la misión. Apresado en 1746 muere ahorcado el 28 de octubre de 1748, siendo después su cadáver quemado. Se distinguió especialmente por su eficacia apostólica.

San Joaquín Royo Pérez, presbítero (1691-1748). Nació en Hinojosa (Teruel) en septiembre de 1691 y recibió el hábito dominicano en Valencia. A los 21 años, todavía no era sacerdote, viaja para Manila, Filipinas, en 1712 y en 1715 entra en China, donde ejerció el apostolado durante 33 años. Para evitar mayores vejaciones a los cristianos por parte de los perseguidores que lo buscaban, por consejo del obispo Pedro Sans, se entregó en sus manos en 1746. Muere el 28 de octubre 1748, como los otros compañeros, asfixiado y después su cuerpo quemado. Era de una extraordinaria piedad y de gran eficacia apostólica.

San Francisco Díaz Del Rincón, presbítero (1713-1748), es el más joven del grupo. Nació en Écija, Sevilla, el 2 de octubre de 1713, y en esta ciudad se hizo religioso en 1730, en el Convento de San Pablo. Impulsado por un ferviente espíritu misionero en 1735 ya estaba en Filipinas y recibe el sacerdocio en Manila. Llegó a China en 1738. Pocos años después, en 1746, fue apresado y, después de grandes sufrimientos, muere ahorcado el 28 de octubre de 1748, siendo después quemado su cuerpo. Era religioso de gran piedad y espíritu penitencial.

Ver M. J. Savignol, Les Martyrs Dominicains de la Chine au XVIIIme. siécle (1894); A. Marie, Missions Dominicaines dans l'Extreme Orient (1865) ; Monumenta Historica, O.P. vol. XIV, p. 128 ss; Wehofer, Die Apostel Chinas (1894). Los datos biográficos individuales provienen del web dominicano.
fuente: «Vidas de los santos de A. Butler», Herbert Thurston, SI

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