miércoles, 28 de octubre de 2015

San Fidel de Como - Santos Vicente, Sabina y Cristeta - San Ginés de Thiers - San Salvio de Amiens 28102015

San Fidel de Como

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San Fidel de Como, mártir
Cerca de Como, en la Galia Cisalpina, san Fidel, mártir.
Lo que tenemos sobre san Fidel es muy poco, aunque verdaderamente antiguo: el culto está atestiguado fehacientemente ya desde el siglo VI por Enodio, que conoció la tumba de san Fidel, y al narrar la vida de san Vicente de Lerins, recuerda que su primer refugio fue junto a la tumba de San Fidel, donde, añade, «el Lario depone la amenaza de su blancos arietes, cuando la tierra le opone el duro freno de las costas». Este detalle hizo pensar en una sepultura al borde de un extremo del lago, efectivamente estrecho y tempestuoso; sin embargo la tumba se ubica tradicionalmente en Samolaco, lugar de su martirio, que queda en otro extremo del lago, extenso y de irregular trazado. Se han encontrado, además, cerca del lago, los restos de una basílica, y la tradición posterior inidica que la actual iglesia de Santa Eufemia en Como albergó los restos del mártir, hasta que san Carlos Borromeo, en el siglo XVI, los traslado a la iglesia de San Fidel, en el centro de Milán, que perdura hasta la actualidad. Todo esto basta para asegurar la existencia del personaje y su culto genuinamente antiguo, así como la persistencia del mismo en Como, hasta nuestros días.

Pero nada puede decirse ni de su personalidad, ni de su historia, ni de los hechos ligados a su martirio. Las leyendas, muy posteriores y carentes de valor, afirman que durante la persecución de Maximiano, un oficial llamado Fidel fue a visitar y servir a los cristianos que estaban prisioneros en Milán. Fidel ayudó a escapar a cinco de los cristianos y partió con ellos y dos soldados, llamados Carpóforo y Exanto, con la intención de cruzar los Alpes. Los fugitivos fueron capturados en Como, y sólo Fidel consiguió escapar con vida. Pero los perseguidores le siguieron en una barca y le tomaron prisionero en Samolaco, del otro lado del lago. Inmediatamente, le azotaron y le dacapitaron. Otra versión refiere que Fidel, Carpóforo y Exanto eran soldados cristianos. Cuando estalló la persecución, abandonaron las armas y huyeron a Como, donde fueron arrestados y ejecutados.

El texto de las actas, relativamente sobrio, puede verse en Acta Sanctorum, vol. XII; está tomado de un manuscrito del siglo XIV. Artículo resumido a partir de las breves noticias del Butler y Santi e Beati. La imagen representa al santo en el grupo con el que se lo veneraba antiguamente, sigueindo una de las leyendas, con los también soldados Graciano, Felino y Carpóforo.


Santos Vicente de Ávila

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Santos Vicente, Sabina y Cristeta, mártires
En Ávila, ciudad de Hispania, pasión de los santos Vicente, Sabina y Cristeta, mártires, que, huyendo de Talavera a esa población, fueron asesinados cruelmente.
Las persecuciones en el Imperio Romano tuvieron distinta intensidad, según las regiones de tan dilatada entidad política: los mismos decretos eran aplicados con rigor en unos sitios, con laxitud en otros. En el caso de Hispania, hacia el año 304, siendo augustos Diocleciano en Oriente y Maximiano en Occidente, gobernaba Hispania Daciano, quien aplicaba con rigor y crueldad los decretos contra los cristianos, de modo que regó el suelo con la sangre de los mártires más famosos y fecundos de España: Eulalia de Mérida, Vicente de Zaragoza, y muchos otros. El martirio de los tres hermanos que rememoramos hoy puede situarse en el mismo contexto.

Su culto es antiquísimo, inmemorial, y está atestiguado no sólo en los listados de mártires locales, sino en algunos de los grandes martirologios históricos, de dentro y de fuera de España: Adón, Usuardo, Floro, Wandelberto, la liturgia Mozárabe, coinciden en inscribir estos mártires el 27 o el 28 de octubre, en Ávila. Un himno litúrgico latino anterior al siglo VII los celebra, aunque no da detalles del martirio. Lamentablemente, no hay más de histórico que estos retazos, que nos hacen apenas entrever lo que fueron las persecuciones y el triunfo de nuestros mártires; triunfo doble, porque compartieron la cruz de Cristo, y porque en el culto vuelven junto con él a reinar «mil años», es decir, hasta que vuelva en su gloria.

Pero a la piedad popular parece poco todo esto, y enseguida se tejieron leyendas sobre los tres hermanos, e incluso unas actas que, aunqeu se conservan, son tardías e indignas de crédito. De todos modos, vale la pena aunque sea conservar las líneas maestras de esas narraciones, no porque nos aporten nada al conocimiento de los santos o a la admiración que su testimonio nos provoca de por sí, sino porque a través de esas leyendas se nos hacen más familiares los rastros iconográficos y cultuales que han persistido a través de siglos. Decía, entonces, la leyenda, que lso hermanos habían ncido en Toledo, que eran huérfanos, y Vicente, el mayor, sostenía el hogar de los tres. En la persecución es apresado él, pero sus hermanas lo ayudan a escapar, y huyen los tres a Ávila, donde son apresados y, ahora sí, condenados los tres hermanos juntos, quienes, después de tan indecibles como convencionales a las «pasiones literarias», tormentos, mueren, es decir, triunfan en el cielo.

Unidos a los mártires conjugad los gozos:
con pía voz Vicente cumpla sus oficios,
Sabina repita palabras celestiales,
Cristeta, espirituales.
(fragmento del himno latino antiguo para el día de estos mártires).

En Acta Sanctorum, oct. XII, bajo el día 27 (no el 28) se encuentra el himno latino completo (del que cité sólo una estrofa), las actas legendarias, y la discusión sobre los diversos aspectos históricos.

San Ginés de Thiers

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En Thiers, de Aquitania, san Ginés, que pasó de este mundo al cielo por el martirio mientras llevaba aún la veste blanca del bautismo


San Salvio de Amiens

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San Salvio de Amiens, obispo
En Amiens, lugar de Neustria, en la Galia, san Salvio, obispo, dedicado a las ciencias divinas desde su juventud y adornado por la integridad de costumbres.
Salvio, que fue famoso por sus milagros, sucedió a Ado en la sede de Amiens, durante el reinado de Teodorico II. Sus reliquias fueron primeramente veneradas en la abadía benedictina de su nombre, en Montreuil de Picardía, a donde habían sido trasladas de la catedral de Amiens, algunos años después de su muerte. Estos datos provienen de una vida anónima, sin ningún valor crítico, que como lo demuestra Duchesne, no es más que una copia de la biografía de otro san Salvio de Albi, escrita por Gregorio de Tours, y con quien frecuentemente se le confunde. Antiguamente se conservaba en la catedral de Canterbury una reliquia del santo.

Debe notarse que esta celebración fue trasladada del 11 de enero a esta fecha, en la que el Martirologio anterior celebraba a otro san Salvio, ermitaño del bosque de Bray de Normandía, que resultó no ser una noticia fiable, por lo que se quitó del santoral actual. A San Salvio de Amiens se le atribuye el haber descubierto, de manera milagrosa (cosa que por otra parte es una constante en al vida de este santo) los auténticos restos de san Fermín. La leyenda, rica en maravillas, parece provenir del siglo XII.

Ver Acta Sanctorum,, 11 de enero; Duchesne, Fastes Episcopaux; Corblet, Hagiographie d'Amiens, vol. III, pp. 463 ss. Artículo del Butler modificado.
fuente: «Vidas de los santos de A. Butler», Herbert Thurston, SI

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